Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

domingo, 13 de septiembre de 2009

5) A propósito de 'El Islam sin velo'...

A propósito de ‘El Islam sin velo’, texto recientemente publicado (2009) por Nazanin Amiriam y Martha Zein.

Manu Rodríguez. Desde Europa. 16-08-09



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*El título debería ser ‘el Islam medio desvelado’ (como nos sugiere la ilustración de su cubierta superior).
Yo usaría tal título para la obra de Ibn Warraq, ‘Por qué no soy musulmán’. Ésta obra sí que desvela al Islam.
¿Es un libro inocente? ¿Diabólicamente inocente, quiero decir? ¿Son conscientes sus autoras de su ambigüedad?
Tiene todas las trazas de ser un texto de propaganda musulmana que aprovecha los aspectos menos violentos o represivos de su ámbito de dominio para seducir a los ‘infieles’ (en nuestro caso, a los ingenuos europeos). No todo es represión, viene a decir. Es la manzana envenenada que ofrece la bruja a Blancanieves. La patita enharinada que asoma el lobo por debajo de la puerta.
También los cristianos europeos publicaron hace tiempo algo sobre ‘la risa en la Biblia’… pero esa poca risa que allí se encontraba era desmentida constantemente por los exabruptos del dios de los ejércitos. Y otro tanto sucede en el Corán con el poco sexo o la poca alegría que allí se pudiera encontrar.
*El texto, hay que decir, se enmarca dentro de la ‘yihad’. El esfuerzo, la lucha por expandir, por propagar el Islam. ‘Dawa’, proselitismo pacífico. El discurso de Mahoma se ha de extender por todo el planeta.
La violencia contra Europa y Occidente. La guerra, la yihad. Los atentados suicidas. La reivindicación de los territorios que una vez fueron islámicos. Que la fiebre islámica no descansará hasta la islamización del planeta. Que, para conseguir tal fin, todos los medios son legítimos. Carta libre, pues, a la violencia y al engaño. Todo eso queda sordamente legitimado (‘in boca chiusa’).
*Los musulmanes no comprenden cómo, al conocimiento de su discurso (que Mahoma es el último profeta y todo lo demás), la gente no se hace musulmana de inmediato. Su lógica ‘aplastante’. Se sienten incluso ofendidos. La indiferencia al respecto que encuentran a su alrededor, los confunde. Sucede que la gente hace ya tiempo que vive fuera del discurso judeo-cristiano-musulmán y de sus profetas y profecías. Fuera de toda esa patraña, de la impostura judeo-cristiano-musulmana.
Es el Islam el que ofende con su prédica rancia en el corazón de Europa. Con su particular guerra, fría o caliente, contra el ‘infiel’; contra el otro, cualquiera que éste fuese. Trasnochados. Peligrosos.
*La peligrosa megalomanía islámica –de los creyentes. Véase este fragmento en p. 184: ‘Puede suceder que algunos jóvenes musulmanes vivan en pacíficas ciudades occidentales conmovidos por el sufrimiento afligido (sic) a sus correligionarios en otros lugares por quienes consideran invasores. A esta situación se añade la humillación que sienten por las frecuentes discriminaciones racistas, de modo que el dolor se interioriza. Convencidos de que su fe y su modo de vida es supremo y superior al de sus adversarios, entran en una situación límite. Este cúmulo de conflictos emocionales e idearios se les vuelve demasiado grande como para resolverlos en la intimidad de su reflexión, por lo que algunos deciden partir hacia ‘allá’ para hacer algo grande, impedir lo que para ellos ya adquiere la entidad de ‘aplastante derrota’, y lo hacen con todos los medios a su alcance’. A propósito de atentados suicidas, yihad y demás. Adviértase el lenguaje, cómo se va de las ‘pacíficas ciudades occidentales’ al ‘adversario’. ‘Convencidos de que su fe y su modo de vida es supremo y superior…’ ¡Por favor!
Sólo si jugamos su juego. Sólo si aceptamos la ‘teoría profética’ del propio Mahoma, que se considera a sí mismo el último de una serie de enviados o mensajeros del dios de la tradición judía y la posterior cristiana (Mahoma piensa en Moisés y Jesús, básicamente). Se ignora absolutamente el resto de las tradiciones culturales. Si no están dentro del discurso judeo-cristiano, no valen nada. Su mensaje se dirige, pues, sólo a ‘los pueblos del libro’, como se dice, a los judíos y a los cristianos. (El Corán está lleno de referencias a personajes bíblicos). Sólo dentro de este discurso, de este ‘mundo’, un seguidor de Mahoma, un musulmán, ‘se considera superior a los fieles de otras creencias (en un entorno de judíos y cristianos, no se olvide)’. ‘Y si los musulmanes son intrínsecamente superiores por haber aceptado el Islam…’ (Giorgio Vercellin, Instituciones del mundo musulmán, p. 53-54). Ésa es la lógica.
*Judíos y cristianos, como se sabe, no aceptaron la ‘interpretación’ que hacía Mahoma de sus propias tradiciones religiosas. Esta interpretación las subordinaba a la suya. Estas tradiciones se consideran a sí mismas como cerradas. A la espera, tanto unos como otros, de un Mesías. Mahoma introduce en este discurso de ‘revelaciones’ monoteístas (Moisés, Jesús) la línea profética que a él conduce, y cierra astutamente esta serie de enviados. No habrá más, dice, ‘soy el último’.
Los judíos tampoco aceptaron, en su momento, la ‘revelación’ cristiana, que consideraba a su Jesús como el Mesías que los judíos esperaban; los subordinaba al discurso cristiano.
Los respectivos Mesías que esperan tanto judíos como cristianos, cumplirán las promesas de dominio que, sobre todos los pueblos, les hizo su dios. También a los musulmanes (a Mahoma) les prometió su dios que reinarían sobre todos los pueblos. Cada una de estas tradiciones se considera la única ‘revelación’ verdadera.
*La loca y criminal querella que sostienen entre sí judíos, cristianos y musulmanes por el dominio del mundo. ¿Cómo terminará esta historia maldita?
Entretanto, lo que sí han conseguido es que las tres cuartas partes del planeta estén dominadas, e implicadas, comprometidas, por el discurso judeo-cristiano-musulmán.
Han universalizado una historia étnica y local. Ese mundo, y ese conflicto, ¡ay!, se han extendido por todo el planeta.
*Los que no reconocen al último y definitivo enviado son ‘infieles’ que no merecen consideración alguna. Se les respeta, ciertamente, -bajo ciertas condiciones: en un medio donde domine el Islam, judíos y cristianos (como ‘gentes del libro’), han de reconocer la ‘superioridad’ del Islam y ‘acatar una serie de restricciones que los sitúa en inferioridad jurídica, fiscal y política frente a los musulmanes’ (Luz Gómez García, Diccionario de Islam e islamismo, art. ‘dimmi’). El resto de las culturas no tienen nada que decir en este asunto. Es básicamente, un conflicto de intereses entre judíos, cristianos, y musulmanes.
El resto de las culturas son paganas, sin más. Pertenecen a la era de la ignorancia (‘yahiliya’, en árabe). No cabe comparación alguna. O pertenecen a la línea profética que conduce a Mahoma, o son nada, o como nada. Esta actitud hacia las otras culturas es algo que los musulmanes tienen en común con judíos y cristianos.
A los pueblos paganos, pues, no les queda sino la sumisión (la islamización), o la muerte. Desaparecer. Éste ha sido el destino de innumerables culturas en el proceso de cristianización o islamización de buena parte del planeta. Comenzando por la cultura egipcia, la griega, la romana, la persa… La religión/cultura de estos pueblos puede ser destruida. Sus templos, sus santuarios, sus conocimientos, su sabiduría… Nada tienen que ver con el único discurso verdadero; con el dios único, y con la línea de profetas que conduce a Mahoma.
Hay que decir que la actitud ofensiva y hostil hacia el resto de las culturas comienza con la tradición judía. En la Biblia puede leerse sobre la violencia y la crueldad infligida a otros pueblos, incluso de su destrucción a sangre y fuego (en el nombre del dios, por supuesto). Esa actitud la heredaron sus ‘hijos’, los cristianos y los musulmanes (Jesús y Mahoma). Véanse las historias ‘criminales’ de sus respectivas expansiones. En África, Europa, Asia. Las culturas desaparecidas o inutilizadas. El genocidio cultural.
*Se diría que los creyentes son incapaces de salir del discurso lingüístico-cultural que, en su momento, les alienó. El uso de otras fuentes, de otros espacios. El texto se mueve, casi exclusivamente, en el ámbito de ‘los pueblos del libro’ (judíos y cristianos en primer lugar, a los que luego se añadieron los zoroastrianos).
*El zoroastrismo (o mazdeísmo) no tiene nada que ver con el discurso profético que sostiene Mahoma, queda fuera de sus márgenes. Otros serían los motivos que terminaron integrándolos en ‘la gente del libro’. También, y una vez en la India, el Islam extendió este concepto a budistas e hinduistas.
*Cuando, en el texto, se reivindica para el ámbito islámico la paternidad del heliocentrismo, o de la evolución. ¿Para qué? El heliocentrismo (desde Copérnico) y la evolución (desde Darwin) fueron para nosotros, los europeos, hitos en el camino hacia la liberación del tenebroso período de dominio de los sacerdotes cristianos en Europa, hacia la salida del laberinto judeo-cristiano-musulmán.
Pasemos por alto los insidiosos comentarios o las insidiosas comparaciones con el resto de las religiones de salvación (judaísmo y cristianismo, fundamentalmente); o incluso con otras ramas del Islam (los suníes). Contra la competencia. Es muy común en los textos apologéticos de estos creyentes. Así, desde el principio; cristianos contra judíos, musulmanes contra cristianos y judíos; pero también, cristianos contra cristianos, musulmanes contra musulmanes, y todos contra todos.
Las constantes comparaciones con la Europa ‘cristiana’… Amigas, esa Europa cristiana no existe. Hace tiempo que los europeos pasamos página de judíos, cristianos y musulmanes. Hace tiempo que salimos de la Edad media. Entretanto hemos tenido un Renacimiento, un siglo ilustrado, una Revolución francesa, un siglo XIX, una Revolución comunista… un siglo XX…
Asco de Edad media judeo-cristiano-musulmana.
*Esas tradiciones que se citan, y que son anteriores a la islamización de los pueblos, se han conservado no gracias, sino a pesar del Islam (el Nouruz, por ejemplo); es un disparate, a mi manera de ver, el convertirlas en su corona, precisamente, o en muestras de su ‘liberalidad’ y de su ‘pluralidad’.
Un Renacimiento entre vosotros, que no fuera un retorno a períodos islámicos, no puede ser otro que el renacimiento de vuestras culturas pre-islámicas (egipcia, persa…); sería el renacimiento de los ámbitos lingüístico-culturales dominados, sofocados por el Islam; como en nuestro caso lo fue el Renacimiento del mundo greco-romano con respecto al dominio ideológico de los sacerdotes cristianos. Tendríais que liberaros del dominio espiritual islámico, de la sumisión. Primero, un retorno a los verdaderos ancestros.
El salafismo (palabra que hace alusión a los ancestros) musulmán, por ejemplo, de Indonesia a Marruecos, no va más allá de los ancestros del tiempo de Mahoma, los primeros musulmanes (hasta el cuarto califa). En cuanto a los antepasados verdaderos, es como si nunca hubieran existido. Esto es algo terrible, pues son negados y borrados del árbol de la vida cientos de generaciones y siglos o milenios de historia (piénsese en Egipto).
*Hay que advertir que los pueblos cristianizados o islamizados son pueblos colonizados por culturas ajenas. Son globalizaciones, colonizaciones antiguos. Las generaciones presentes hemos olvidado estos sucesos. La alienación cultural viene de antiguo. Comenzando por el momento en que fuimos cristianizados o islamizados, rompiendo el nexo (involuntariamente las más de las veces) con las tradiciones ancestrales de nuestros pueblos y el vínculo con nuestros verdaderos antepasados. A partir de ese momento otros eran los antepasados sagrados, y otras las tierras sagradas, las lenguas sagradas, las tradiciones sagradas, los textos sagrados y demás.
Culturas europeas, africanas, asiáticas, americanas pre-colombinas… Extinguidas. Ramas del árbol de la vida, del árbol de los pueblos y culturas del mundo, arrancadas y echadas a la muerte y al olvido como si nunca hubieran sido.
*El germen religioso judío ha destruido todas las culturas de su entorno, a través del cristianismo primero, y a través del islamismo después. Culturas africanas, asiáticas, y europeas. Egipcios, fenicios, persas… griegos, romanos… El vórtice judeo-cristiano-musulmán amenaza con destruir todas las culturas autóctonas del planeta. ¿Cuántas han sobrevivido? Sin mencionar las culturas de pueblos cazadores-recolectores supervivientes, y remitiéndonos a las civilizaciones del neolítico (hasta la Revolución francesa), quedan tan sólo la India, China, y Japón; contaminadas, empero, por ideologías ya musulmanas, ya hinduistas, ya budistas.
La India también exportó ideologías religiosas universalistas sumamente destructivas (hinduismo y budismo), sus respectivas áreas de dominio afectan a numerosos pueblos (Tíbet, el sudeste asiático…) que perdieron sus tradiciones autóctonas y las vieron sustituidas por tradiciones hinduistas y/o budistas.
El área de dominio de la tradición judeo-cristiano-musulmana, así como de la hinduista y la budista, que ocupan casi la totalidad del planeta, son pueblos y culturas sofocadas, espiritualmente alienadas. Hombres y mujeres sin raíces, o con raíces espurias. Usados, instrumentalizados, enfrentados.
*¡Ay, pueblos dominados por el Islam, liberaos! Alguien, algo que os redima de vuestro ‘redentor’. Desprendeos del Corán, de Mahoma. De ese loco y criminal discurso en el que estáis metidos a vuestro pesar. Retornad a las fuentes ancestrales, a las autóctonas, a los espacios sagrados elaborados por vuestros verdaderos antepasados. Situaos primero en vuestro contexto ancestral. Retomad el hilo de vuestra propia historia. Egipcios, persas, indios, turcos, mongoles, indonesios, pueblos del Cáucaso, africanos… Retornad a las fuentes antiguas. Liberaos. Renaced.
Pero ¿qué tenéis que ver vosotros con la querella milenaria entre árabes y judíos? Es una querella fraternal, entre pueblos semitas. Han internacionalizado, han universalizado sus discursos mediante sus ‘exitosas’ ficciones religiosas; su encono mutuo, su odio y su rencor lo han extendido por todo el planeta. Shelley dijo en cierta ocasión, refiriéndose a los sacerdotes cristianos, que uno solo se bastaba para poner a la mitad del mundo en contra de la otra mitad. Pues bien, los sacerdotes de la tradición musulmana lo han conseguido. Han dividido y enfrentado al planeta. Los pueblos han sido obligados a tomar parte en esta monstruosa y demencial querella. El área islámica se opone a una supuesta área judeo-cristiana occidental.
Hay que decir que la iniciativa de este enfrentamiento y de esta hostilidad, en los momentos presentes, parte del ámbito islámico. Es el Islam el que habla de ‘aplastante derrota’, y de ‘adversarios’, y de ‘infieles’, y de ‘dawa’ o ‘yihad’.
Por lo demás, el área islámica y ese supuesto área judeo-cristiana, son pueblos extrañados de sus orígenes. Son pueblos alienados, culturalmente alienados, que padecieron en su momento un proceso de aculturación y enculturación ya cristiana, ya musulmana. Por encima de estos pueblos, a pesar de estos pueblos, esta querella, pues; se trata del predominio de lo judeo-cristiano (lo ‘occidental’ es una excusa), o de lo árabe.
*O el dios de los hebreos, o el de los árabes. O la verdad de Moisés, o la de Jesús, o la de Mahoma. Para los musulmanes se trata de la verdad de Mahoma. Porque la verdad de Mahoma es su verdad. Porque si Mahoma es nada, ellos son nada. Se juegan su sentido y su ser. Pero son un ser y un sentido espurios.
Los pueblos cristianizados o islamizados podrían recuperar su sentido y su ser ancestral. No tienen nada que perder, bien al contrario. Salir de la pesadilla judeo-cristiano-musulmana.
*No quisiera terminar estas observaciones sin agradecerle vivamente a Nazanin Amiriam todos los datos que sobre el ámbito persa pre-islámico nos proporciona. Ciertamente, el mundo persa no necesitaba el Islam. Nadie, ninguna cultura, ningún pueblo, en verdad, necesitaba el paranoico mundo judeo-cristiano-musulmán.
¿Cómo es que subordina, y aún más, sacrifica, la extraordinaria cultura ancestral de su pueblo a un pueblo otro, al pueblo árabe; a la ficción religiosa de un pueblo otro? ¿Por qué? ¿Por qué lleva la espada cuando habla del chiismo, de los suníes, de los cristianos, de los judíos? ¿Qué le va en ello a un/una persa? Cuando habla del Irán pre-islámico, sin embargo, es la devoción, el entusiasmo, el fervor incluso. Y éste es el camino. Hacia la liberación. Hacia la salida. Otros espacios, otras fuentes. Otros discursos, otros juegos de lenguaje. Otros mundos. Los autóctonos, para empezar.
Sé que se os educa para considerar como traición el abandono del Islam. Que para un musulmán el abandono del Islam es un fuerte trauma psicológico. Porque les desarraiga absolutamente; porque pone a prueba su fidelidad. Por múltiples razones. No es mi intención ofenderla. Pero traición fue el abandono de lo propio y la adopción de lo ajeno. Le hablo desde Europa, desde un ámbito cultural que también sufrió un proceso de aculturación y enculturación; desde una Europa recuperada, desde una Europa gentil, me gustaría decir. No hay otra fidelidad que la que le debemos a las propias tradiciones, a los propios antepasados. Ése es el nexo sagrado.
Permítame que le sugiera una obra, y un título: ‘El Irán a pesar del Islam’.

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Desde Europa,
Manu Rodríguez
mannus000@hotmail.com

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