Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

sábado, 26 de junio de 2010

33) Tiempos de guerra

Tiempos de guerra.

Manu Rodríguez. Desde Europa (23/06/10).


*


*Los musulmanes mienten cuando nos dicen que no hay guerra entre ‘occidente’ (el mundo libre) y el islam (el mundo sometido), sino algunos frentes (Afganistán, Irak…) ligados al terrorismo y el fundamentalismo islámicos. Este discurso (esta estrategia) les permite avanzar y crecer demográfica, política, culturalmente… en nuestras tierras y ciudades. Les permite invadirnos sin que nada ni nadie les detenga (ni leyes ni hombres), en otras palabras.
En cuanto a los atentados, las agresiones, o las amenazas que padecemos, nos dicen, los ya instalados, que la violencia es cosa de los extremistas o de los terroristas, y que es debido, además, a la presencia militar de ‘occidente’ en tierras del islam, y bastaría que esas tropas desaparecieran de allí para que todo volviese a la normalidad, pues ‘el islam es paz’. Esto es cinismo, chantaje, intimidación, desfachatez…
Lamentablemente no disponemos sino de una clase política débil, confusa, cómplice, o cobarde. Y una población no preparada, no informada. Que no se entera, que no sabe lo que pasa. Que no sabe que el islam (el mundo sometido) está en guerra contra nosotros, el mundo libre, y que nosotros estamos en guerra contra el islam. Que son tiempos de guerra.
El tiempo, en estas circunstancias, juega a su favor. Cada día devienen más fuertes, más poderosos, más numerosos. ¿A qué se espera? Si no se les frena acabarán con el mundo libre. Simplemente.
*Este rebrote agónico y violento del islam está perturbando y poniendo en peligro el incipiente nuevo período, así como el status ancestral de numerosos pueblos y naciones. Languidecían las tradiciones religiosas universalistas del neolítico (cristianismo, islamismo, hinduismo, budismo). Cosas del pasado rancias, absurdas, criminales en más de un caso. Prácticas y modos de vida que nos repugnan, incluso. Todo lo pasado, lo ido, lo superado, lo dejado atrás; todo lo muerto y lo podrido –para buena parte de los europeos.
Europa (y el mundo libre) se creía fuera ya de ese laberinto, de ese sombrío pasado. Pero es el retorno de toda esa miseria y de toda esa locura lo que vivimos. Aquello horrible, aunque remoto en el tiempo o en el espacio, lo tenemos aquí y ahora circulando de nuevo por nuestras tierras. Es el mal; nuestro mal.
Lo tenemos dentro, en casa. Bolsas de población musulmana extranjera, millones; por toda Europa. Y los que siguen llegando. Como intrusos. En una ‘pacífica’ ofensiva. ¿Cómo, cuándo acometerán este problema nuestros gobernantes?
Está claro que no estábamos preparados culturalmente para esta amenaza, este peligro. Es una ocupación, una invasión. Impensable que tal cosa nos sucediera. Pero nos está sucediendo. Es una pésima mañana, un mal despertar; el de las presentes y próximas generaciones. Las que tendrán que enfrentarse a este grave problema.
Es preciso prepararlas, pues. Y prepararlas para lo que viene; para lo que ya es. Guerra –fría y caliente. Dentro y fuera. La heterogénea población del mundo libre tiene que estar preparada y armada psicológicamente, culturalmente, simbólicamente; hay que dotarlas de conceptos y argumentos, de armas conceptuales.
Es esencial fortalecer los vínculos espirituales (y ancestrales) que unen a los individuos con sus respectivos pueblos, tierras, y culturas. Ese nexo, esa conciencia, ese espíritu. Es lo primero. Y es suficiente para resistir y repeler las múltiples agresiones a que estamos siendo sometidos por el islam (los musulmanes) en esta su tercera oleada, como dicen. En nuestras tierras.
*El mundo libre no ha apostado aún por el futuro. Se diría que no quiere durar, prolongarse en el tiempo. No lucha por ello. El islam sí –los musulmanes. Estos tienen voluntad de futuro; tienen la intención de prolongarse y de extenderse en el tiempo y en el espacio. Tienen trabajo que hacer. Se proyectan hacia el futuro. Quieren dominar en el futuro. No meramente sobrevivir. Esa voluntad es su fuerza. Sólo una fuerza semejante podrá, en principio, frenar su empuje.
Pero al mundo libre le falta, aún, esa voluntad de futuro. Esa fuerza. Ese espíritu. Esa decisión, esa firmeza. Esa claridad. También le falta tener clara conciencia de la situación en la que nos encontramos. A punto de perder nuestra tierra, nuestra libertad, nuestro ser ancestral; nuestras culturas, nuestras tradiciones políticas, jurídicas, científicas... A punto de perderlo todo. Nuestro pasado, nuestro presente, y nuestro futuro. A punto de desaparecer (como pueblos, como culturas).
Un enfrentamiento masivo es lo que se requiere aquí. Un levantamiento del mundo libre. Una oposición firme y decidida. La repulsa, el rechazo masivo. Un clamor universal. Sólo ese espíritu podrá hacerles frente. El auto-convencimiento del mundo libre; la conciencia de que estamos en nuestro derecho. Que hacemos lo que debemos hacer en estos casos, cuidarnos; espantar los peligros que nos salen al paso. Y el islam es ahora nuestro máximo peligro; un terrible y poderoso enemigo para todo el mundo libre. Sólo una voluntad espiritualmente contraria y superior podrá derrotarle.
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Os espero en el futuro que ya es. Hasta la próxima,
Manu

3 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con todo lo que dices y creo que lo tenemos mal debido a la ceguera general de nuestros conciudadanos,no obstante soy optimista y creo que con la lucha venceremos al invasor.

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  2. Estoy de acuerdo en todo lo que dices,espero se den cuenta nuestros conciudadanos de lo que se nos avecina y el resto que somos los que estamos vigilando, estaremos preparados para la lucha final.

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  3. Soy latinoamericano, consciente de que la cultura judeo-cristiana, es nuestra médula espiritual y consigna de lucha por la supervivencia. Consciente además de que dicha cultura se encuentra en peligro inminente de extinción y apoptosis. Consciente de que las clases dirigentes europeas son culpables por omisión y comisión del crimen perpetrado. ¡Mejor no seguir hablando....!

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