Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

miércoles, 25 de agosto de 2010

44) Esta somnolienta y decadente Europa

Esta somnolienta y decadente Europa. Carta a un amigo.

Manu Rodríguez. Desde Europa (22/08/10).


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*Querido J. P. Antes que nada, disculparme por no responder a tus peticiones para participar en el debate que me propones (sobre economía y crisis económica en Europa). El tema me desborda, y yo estoy completamente entregado a mi lucha contra el islam. Es el peligro de los peligros en los momentos presentes, y para todo el mundo libre. Sigo páginas y blogs internacionales sobre este asunto. Y sigo escribiendo artículos para mi blog. No tengo ni tiempo, ni ánimo, ni cabeza para otra cosa.
Por cierto, también económicamente la numerosa población musulmana extranjera en nuestras tierras nos está perjudicando. Me refiero a su excesivo costo económico. ¿Por qué no estudiáis este problema en vuestro debate?
En fin, ¿qué te voy a decir sobre esto que no te haya dicho o que no haya dicho ya en aquellos debates de ‘emagister’? Por lo demás, todo va de mal en peor. No hay manera de despertar a esta somnolienta y decadente Europa. Estamos en fase terminal, parece. Esta dejadez de nuestros conciudadanos en lo que respecta a sus responsabilidades generacionales y culturales me entristece cada día más; esta indiferencia. Y son deberes, deudas que tenemos para con nuestros antepasados, y con los que vendrán después de nosotros.
Estamos permitiendo (por omisión, por dejación de responsabilidades, y de soberanía) que estos extranjeros se adueñen espiritual y materialmente de nuestra Europa. Sobre todo nuestra clase política, que es la que, en países democráticos, debe tener la iniciativa. Pero son la estupidez, la debilidad, y la cobardía las que nos gobiernan. No hay políticos de talla (con muy pocas excepciones) que se enfrenten con claridad, valor, y vigor al avance del islam en nuestras tierras. Los ciudadanos estamos solos y desprotegidos.
Como se sigue sin tomar medidas contundentes y efectivas, hay que esperar, lamentablemente, lo peor; la pérdida de Europa. Perderemos Europa, nosotros los europeos milenarios.
Lo que más me preocupa es el carácter involutivo y regresivo de lo que viene. El fascismo, la intolerancia, y el terror intrínseco a la ideología islámica. Su odio, sacralizado, hacia todo lo que no es islam. Su afán destructivo. Acabarán con lo poco que quede del genio europeo. Lo lamento por las generaciones futuras. Nos maldecirán, de eso estoy seguro.
¿Qué será de nuestro arte, de nuestra literatura, de nuestra filosofía, de nuestro derecho, de nuestra cocina… de nuestras costumbres todas? ¿Qué será de nuestra gente? Se verán alterados no sólo nuestros modos de vida seculares, también nuestra geografía, nuestras ciudades, nuestros pueblos. Desaparecerán nuestras lenguas. Nuestra memoria colectiva ancestral desaparecerá. Piensa en todos los grandes hombres y mujeres de nuestro pasado. Piensa en nosotros mismos, en nuestra labor. Seremos barridos de la faz de la tierra, no quedará memoria de nosotros. Como lágrimas en la lluvia.
No hay para mí otro debate, ni otro frente, que éste que te digo. Si hoy no somos europeos mañana seremos musulmanes (nuestros hijos y herederos); extranjeros, de nuevo, en nuestra propia tierra. Ése es el futuro.
De nuevo vuelvo a recordarte los primeros siglos cristianos. La quema de libros, de documentos; la destrucción o deformación de monumentos, de nuestro arte (el Partenón, entre miles otros). De todo el legado pre-cristiano (en el ámbito europeo) no nos quedan sino restos, fragmentos, ruinas. Los textos que anunciaban o censuraban el ascenso del poder de los cristianos han desaparecido (Celso, por ejemplo).
Pero, ¿cómo vamos a encontrar un paralelismo entre nuestra antigua cristianización y la islamización que viene si todavía no hemos superado la alienación cristiana que sufrimos? Dilucidar este genocidio cultural padecido por nuestros antepasados, esta alienación espiritual ya casi olvidada, forma parte también de mis preocupaciones, y sobre ello abundan mis escritos.
Esta primitiva alienación incide en nuestra confusión espiritual actual, pues el debate no está entre la ideología cristiana (o su supuesta influencia en nuestras constituciones democráticas actuales) y la musulmana, ya que ambas son ajenas a nuestro genio; y ambas nos extrañan de nosotros mismos. La democracia, la igualdad ante la ley (isonomía), y otros valores, tienen su origen en Grecia, Roma, y nuestros pueblos autóctonos (celtas, germanos…). El cristianismo pretende usurpar este legado. Es su impostura habitual.
Lo primero es que el europeo se conozca a sí mismo, que conozca su historia milenaria en esta tierra sagrada nuestra (desde nuestra llegada en el paleolítico); que recupere su identidad, su genio, su ser. Que no quiera perder, bajo ningún concepto, este nexo con sus antepasados y con su tierra; nexo natural, y cultural, espiritual. Que luche por todo ello con su vida, si fuera necesario.
Bueno, J. P. Ya ves que sigo igual que siempre. Combatiendo contra estas quimeras ideológicas violentas, mixtificadoras, y destructivas. No descansaré hasta el final (mi final); que no será, por desgracia, el final de éstas.
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Saludos, y hasta la próxima.
Manu

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