Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

sábado, 11 de septiembre de 2010

47) En el nombre de nuestros antepasados

En memoria de nuestros antepasados.

Manu Rodríguez. Desde Europa (04/09/10).


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Las mezquitas o centros culturales islámicos en países no musulmanes son centros políticos, centros de adiestramiento ideológico, centros de propaganda y proselitismo… y una cuenca de atracción para todos los apátridas, descastados, e infieles (a su propia gente, a su propia cultura, a sus propias raíces) del país anfitrión. Son, en último término, instrumentos para desintegrar las diversas culturas autóctonas.
Las ideologías religiosas universales van contra las culturas particulares de los pueblos. La expansión de estas ideologías en el planeta ha supuesto la pérdida de numerosas culturas en Asia, en Europa, en África, en las Américas… Hablo del hinduismo, del budismo, del cristianismo, y del islamismo, fundamentalmente. Adviértase sus respectivas áreas de dominio.
Les recuerdo a todos la deformación o semi-destrucción de la cultura tibetana pre-budista, la destrucción de la antigua cultura egipcia, de la persa pre-islámica, de la griega, de la romana; de las culturas germanas, celtas, eslavas…; de las culturas africanas ‘animistas’, de las culturas amerindias… La alienación espiritual y cultural en el planeta es absolutamente general. Apenas si hay pueblos que conserven sus culturas autóctonas y ancestrales, así como el vínculo con sus propios antepasados. Y todo esto lo han conseguido las castas sacerdotales cristianas, musulmanas, budistas y demás, y en el nombre de la justicia, de la libertad, o del amor, de la manera más insidiosa y descarada, abusando de las prerrogativas concedidas a estos huéspedes indeseables por sus nobles anfitriones.
Estas ideologías se denominan a sí mismas religiones universales de ‘liberación’ o ‘salvación’, lo cual es cinismo y crueldad, pues no vienen sino a destruir o aniquilar lo propio, e imponer lo ajeno; y para que las diferentes castas sacerdotales, en un principio extranjeras, alcancen el poder; y estos son, lamentablemente, los resultados finales de todo este horrible asunto.
La destrucción de la memoria es esencial en estas ideologías. El ‘mensaje’ ‘universal’ abole las culturas y tradiciones particulares, que son ancestrales y autóctonas. Es obvio que en este ‘juego de manos’ desaparecen de la memoria de los pueblos sus propios antepasados y sus propias culturas, a los cuales, además, se les ‘sataniza’ o maligniza. Ésta es la alienación espiritual de la que hablo.
Los individuos y pueblos cristianizados, islamizados y demás, podrían mirar hacia atrás en sus entornos étnicos, culturales, y geográficos. ¿Qué saben de sus ancestros pre-budistas, pre-hinduistas, pre-cristianos, o pre-islámicos? Los musulmanes, por ejemplo, cuando piensan en los antepasados se refieren al período de los primeros califas (árabes), y esto sucede en Indonesia, en Egipto, en la India, o en cualquier lugar del planeta islamizado. Ésta es una muestra de destrucción de la memoria. Y esto que digo acerca de los pueblos islamizados podemos decirlo igualmente de los pueblos cristianizados.
Así pues, el tema del proselitismo cristiano, budista, o islamista, en las diferentes naciones y culturas, es más grave de lo que a primera vista pudiera parecer. De hecho, se debería prohibir el proselitismo de cualquier ideología universal en los diferentes pueblos. No hay que olvidar que a la postre es una cultura étnica la que se expande (judía (en el cristianismo), árabe islámica, o india) en detrimento de las demás.
Lamentablemente no se puede recuperar lo destruido por estas ideologías a lo largo del tiempo en los diferentes pueblos; no se puede enmendar tal desastre bio-cultural debido a la masiva destrucción de documentos, de monumentos y demás, en nombre del dios judeo-cristiano, del dios de Mahoma, o de los principios ‘espirituales’ hinduistas o budistas. Analícese el panorama mundial; el caos, la confusión (espiritual, cultural), la destrucción irreparable; el funesto legado de estas ideologías.
La mayor parte de los pueblos del planeta hemos perdido el nexo con nuestros antepasados, con nuestro genio, con nuestras culturas ancestrales. Los cristianos piensan en Abraham o Moisés, los musulmanes en Mahoma y los primeros califas (y no sólo los salafistas), y asimismo los hinduistas y los budistas con sus respectivos ‘patriarcas’. Prevalecen, pues, los ancestros judíos, cristianos, árabes, o indios, sobre los autóctonos. Esto supone que multitud de individuos, pueblos, y culturas, han sido borrados del árbol de la vida como si nunca hubieran sido. Éste es el crimen bio-cultural que han cometido estas ideologías desde su aparición, y el que continúan cometiendo impunemente; lo suyo es el genocidio cultural.
Desde un punto de vista antropológico y filosófico, pero igualmente biológico, toda esta aniquilación ha supuesto la imposible reconstrucción del árbol de los pueblos y culturas del mundo, que es también el árbol de la vida, el árbol más puro.
Este tema me entristece y enfurece. Basta ya. No son sólo ideologías regresivas o involutivas; son también alienantes, peligrosas, y destructivas.
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En memoria de Heráclito, Demócrito, Aristóteles… en memoria de Hume, Locke, D´Alembert, Kant, Marx (el filósofo), Darwin, Nietzsche, Wittgenstein, Heidegger, Lévi-Strauss… En memoria de nuestros antepasados todos. En el nombre de nuestra cultura, nuestra verdad, y nuestra libertad.
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Hasta la próxima,
Manu

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