Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

lunes, 3 de junio de 2013

92) Un pueblo sin pasado es un pueblo sin futuro

Un pueblo sin pasado es un pueblo sin  futuro. Respuesta a un comentario de mi último post.

Manu Rodríguez. Desde Europa (03/06/13).


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*El Sr. Farrerons cae en un error, por desgracia, muy generalizado: la distinción entre religión y cultura. Ya respondí a estas cuestiones en el post nº 84 (Carta abierta…) y en el siguiente nº 85 (De mi correspondencia) –éste último con comentarios que le envié directamente por correo electrónico en dos copiosas cartas y que no parece que haya leído o si acaso tan sólo superficialmente (de no ser así no repetiría las mismas cosas como si nada hubiera sido dicho por mi parte). He abundado en ello desde hace años. Ruego a los lectores interesados que repasen algunos de mis antiguos post (el nº 80, por ejemplo). También pueden solicitarme el ‘Desde Europa’ (textos desde el 78 o 79 hasta el 2005).
En su comentario a mi último post (dedicado a Dominique Venner) se ignoran o manipulan mis palabras. Yo no hablo de religión sino de cultura. Mi máxima es “la cultura (total) de un pueblo es su religión” –pues es la cultura la que religa a un pueblo y le hace uno.
La confusión semántica entre religión y cultura fue introducida en nuestra Europa por los sacerdotes de divinidades extranjeras (judeo-mesiánicos), e igualmente el uso del término ‘religión’ aplicado exclusivamente a la tradición semita que se nos impuso. El Sr. Farrerons puede leer los post citados, o los correos que le envié  (que, insisto, no parece que ni siquiera haya leído –en tal caso hubiera cambiado o renovado sus argumentos).
Los griegos, por ejemplo, no tenían religión, tenían cultura. Y otro tanto podemos  decir de los restantes pueblos indoeuropeos, y aún del resto de los pueblos originarios del planeta –no alienados culturalmente (no cristianizados, no islamizados,  no proletarizados, o no globalizados). Pero sobre esto ya hablo en los post más arriba reseñados (y constantemente en lo que escribo, pues ciertos lectores no acaban de enterarse).
*He repetido en mis escritos desde hace años que “la cultura de un pueblo es su religión”. Para el caso europeo (o las tradiciones europeas) tan religantes o simbólicos son personajes como Homero, Hesíodo o Píndaro,  como Euclides, Newton  o Darwin. Son ‘hechos de cultura’ –de la cultura de un pueblo. Es el legado cultural de nuestros pueblos en su conjunto, en su totalidad –desde que tenemos memoria–, de lo que se trata. ¿Por qué prescindir del disfrute y de las enseñanzas que podemos encontrar en Homero, Esquilo… Ovidio… los Eddas, el Mabinogion… o los Vedas (por extenderme al entero ámbito arya o indoeuropeo)?
Al reivindicar la cultura europea yo no me sitúo sino en el comienzo, como debe ser, allí donde nuestra memoria y nuestro conocimiento alcanzan. Y ésta es la memoria que deseo para mi pueblo. No la mermada por la aculturación  e inculturación judeo-mesiánica, o la posterior musulmana, o la actual materialista o marxista; o la que él comentarista propone invocando una ya desusada teoría cultural. 
Nosotros no tuvimos religiones sino culturas. La visión acerca del ‘estadio religioso superado’ o que estas ‘religiones conducían a la verdad racional’ es un tanto tópica y decimonónica; vale decir, obsoleta: se supone que hay un primer estadio ‘religioso’ y un posterior estadio ‘científico o racional’ de la ‘humanidad’. No hay ya antropólogos culturales que sostengan tan errada  visión acerca de nuestro pasado. Los que así pensaban o piensan no parece que le hayan dedicado más que unos minutos a la cuestión del verdadero valor de una cultura, al hecho lingüístico-cultural en su conjunto y a su multiforme variedad.
Los valores (estéticos, éticos, políticos, filosóficos…) de un pueblo no sólo se encuentran en sus discursos más ‘racionales’ (signifique lo que signifique a estas alturas esta palabra). No por estar más ‘racionalizados’ tales valores son más verdaderos o reales. Visión tópica y decimonónica donde las haya, repito (y muy marxiana, muy semita, hay que decir). ¿No valen para nada Píndaro o Esopo? ¿Cómo se puede estar tan seguro de que no hay valores o nada que aprender en nuestras fábulas o en nuestros mitos? ¿Por qué alejar a nuestros hombres y mujeres de esa parte esencial de su propia existencia biocultural? Tales creaciones culturales forman parte de las señas de identidad de los pueblos, y marcan sus pautas axiológicas desde el principio.
Tenemos entonces mitos, fábulas, apotegmas, enigmas, oráculos... Estos, sin solución de continuidad, enlazan con los tratados científicos (Euclides, Arquímedes, Ptolomeo, Hiparco), o políticos (Aristóteles…), y otros. Y no uno después del otro, sino al mismo tiempo, y probablemente desde el origen (según nos muestra la antropología cultural contemporánea). Digamos que tenemos el lenguaje alegórico (mito, fábula, oráculos o enigmas), que permite diversas lecturas –por su deliberada ambigüedad u oscuridad–, y un lenguaje llano y directo (logos). En ningún momento se abandonó el lenguaje alegórico, que siguieron usando los poetas y artistas en general. No sé bajo qué visión o filosofía una sabiduría (o un recurso lingüístico) excluye a la otra. Son áreas no comparables, y no excluyentes, dentro de una misma cultura; cada cual con su esfera de uso o aplicación. Son maneras de hablar, o formas de representación. Es la potencia del lenguaje (y de nuestra mente). Es riqueza simbólica a nuestro alcance.
Mitos, fábulas y demás tenían un uso en la vida cotidiana de nuestros antiguos pueblos. Diré además que estos recursos lingüísticos tienen más que ver con el espacio que con el tiempo –son, en cierta medida, intemporales. Son espacios de configuración, micro-estructuras donde los elementos tienen un valor abstracto. El uso que se hacía de estos relatos (y que aún se hace o se puede hacer) es el que actualmente hacemos con los refranes. Decimos, por ejemplo, “tanto va el cántaro a la fuente…”, y aquí los términos ‘cántaro’ o ‘fuente’ son meros signos abstractos. Nosotros usamos estas estructuras cuando vienen a cuento, y no precisamente para hablar de cántaros y fuentes. Estamos ante coincidencias o analogías estructurales. Es un arte, me atrevería a decir, el aplicarlas correctamente en tales o cuales circunstancias.
El lenguaje es más complejo, rico, y plurívoco de lo que se suele pensar. Y esto lo sabían nuestros antepasados y nos dejaron una buena muestra de ello en sus variadas formas y en sus numerosos relatos. No hay, pues, ni dioses ni monstruos ni héroes,  sino signos, figuras, símbolos de la lengua.
Esto que digo acerca de los pueblos neolíticos o históricos sucede igualmente en los pueblos cazadores-recolectores supervivientes. Nuestros antropólogos nos muestran que en tales pueblos lo mismo se usa el mitos que el logos (uso estos términos para simplificar). Esto es, no son pueblos ‘atrasados’ o atrapados en un ‘periodo superado de la humanidad’. Saben en todo momento lo que dicen y cómo lo dicen. Dominan todos los recursos del lenguaje.
Yo no reivindico, pues, la religión de mis antepasados, sino las culturas de mis antepasados; mis genuinas raíces, en pocas palabras. Ese desarraigo, esa tachadura o borradura que el Sr. Farrerons, y otros, proponen, en nombre de cierta modernidad (superficial o interesada), deja a los pueblos sin pasado, simplemente (y un pueblo sin pasado es un pueblo sin futuro). Es, por lo demás, el arma usada habitualmente para desarraigar a los pueblos y someterlos a diversas homogeneizaciones (religiosas o políticas): el menospreciar o censurar, bajo pretextos espirituales o racionales, su pasado pre-cristiano, pre-musulmán, o pre-marxista.
Siguiendo esta lógica pseudo-materialista y pseudo-racionalista Mao arremetió contra la ancestral tradición china, la de su propio pueblo. El pasado pre-marxista o pre-comunista chino estaba ya, según tal perspectiva, superado. De haberse prolongado su revolución ‘cultural’ lo hubieran conseguido, hubieran destruido la memoria colectiva ancestral de su propio pueblo. ¿Por qué; en nombre de quién o de qué; con qué finalidad; con qué derecho?
(¿No estamos ante el  mismo caso que con los cristianos y musulmanes cuando definen el periodo pre-cristiano o pre-musulmán de los pueblos como ‘era del pecado’ o ‘era de la ignorancia’ respectivamente? ¿O la destructiva globalización (el universalismo) demo-liberal que hoy se impone a velocidad de vértigo en todos los rincones del planeta?).
Es una actitud ciertamente procrustiana, propia de autócratas. Cortar  la raíz de los pueblos, desarraigarlos, privarlos de su memoria histórica. Un nuevo comienzo desde ‘mí’ (‘moi’). Éste es el pensamiento de los judíos, de los cristianos, de los musulmanes, de los comunistas, y de otras ideologías ‘revolucionarias’ (religiosas o políticas).
Lo mismo da destruir, o enterrar, a tales períodos culturales tildándolos de ‘paganos’ o de ‘estadios irracionales superados’. Dicho sea de paso, lo de acusar a estas muestras culturales de irracionales denota ignorancia o incomprensión de sus temas y recursos. Aún más, yo no dudaría en llamar irracionales e inconsecuentes a los partidarios de mandar a la muerte y al olvido  siglos o milenios de cultura, y de su propio pasado. No saben ni lo que dicen, ni lo que hacen.
No podemos amputar, al gusto de tal o cual criterio pseudo-espiritual o pseudo-filosófico, nuestras señas de identidad. Negar un pasado que forma parte de nuestra psique colectiva. Pretender comenzar en un año cero cualquiera. Bien al contrario. Tenemos miles de años de historia y de experiencia. Hemos de tener presente en todo momento nuestra milenaria existencia.
Por los demás, el resultado de tal afán destructivo, cultural y espiritualmente hablando, no ha podido ser más desastroso. La reconstrucción del árbol de los pueblos y culturas del mundo, después de la aniquilación llevada a cabo por estas ideologías ‘revolucionarias’, se hace completamente imposible. El árbol de los pueblos y culturas del mundo, que es también el árbol de la vida, ha quedado desmochado, descabalado, roto. Lo que padecimos los pueblos privados de nuestras raíces culturales fue un etnocidio, un crimen biocultural.
Pues bien, a pesar de su evidente monstruosidad, los seguidores de tales visiones persisten en su idea de que hay que negar, ignorar, o destruir tal legado para dar a luz a esos nuevos hombres que nos proponen desde el universalismo cristiano, o el musulmán, o el comunista, o el de la nueva era demo-liberal.
Si estas propuestas lograran finalmente materializarse algún día, no quedarán en el planeta ni pueblos, ni razas, ni naciones, ni culturas (salvo las semitas y pocas más). Ése es el futuro que nos espera. Individuos desarraigados, sin saber, sin cultura, sin origen, sin identidad… Individuos sin pasado, sin presente, y sin futuro. Clones, zombis, almas muertas. Instrumentos fáciles de manejar. Esclavos. Esto es lo que, en último término,  se pretende.
*El Sr. Farrerons me recuerda a los ultra-ortodoxos de cualquiera de estas ideologías ‘revolucionarias’ de las que hablo –su actitud ante otras posiciones afines, digo. No parece que exista otro camino que el suyo. Son estas actitudes intransigentes y estas discordias vanas en las propias filas lo que engorda al enemigo común, y no la defensa y reivindicación de nuestras culturas pre-cristianas.
En uno de los correos que le envié puede leerse lo siguiente –lo incluí en el post nº 85 (en los dos últimos parágrafos): “Pienso que ‘disparamos’ hacia el mismo lugar, y que valoramos y potenciamos lo mismo; que estamos en la misma línea de combate aunque en diferentes posiciones. Estas diferentes posiciones, si bien situadas, se complementan, no hay que cambiar ni convencer al otro para que cambie de posición; cuanto desde más lugares se ‘dispare’,  tanto mejor. Los resultados que esperamos de nuestra labor son los mismos, la caída de un muro que nos impide (que impide a nuestros pueblos desde hace cientos de años) llegar a ser lo que somos.” Esperaba comprensión y respeto por mi lucha. Pero está claro que me equivoqué.
Por último, ha creado un foro (http://adecafcom.puntoforo.com/viewtopic.php?t=2210) pensando en mí, dice,  y en el que no participaré porque lo considero errado desde el principio por su mismo enunciado (“¿Es necesario recuperar las religiones arias”?), y porque, como antes dije, tergiversa o manipula mis tesis. No se trata de religión, se trata de cultura…
Bastó el silencio por mi parte para que hicieran su aparición la prepotencia, la jactancia, y la arrogancia del Sr. Farrerons y sus (exiguos) seguidores. Los lectores, también exiguos, de este blog mío, pueden consultarlo en el enlace que arribo incluyo.
A Balder, que participó como claque del Sr. Farrerons en el antedicho foro, le sugiero que lea las páginas finales del post nº 85.
                                                             *
Postdata para alciones. Lo primero que tenemos que hacer con estos aspectos difíciles, o ‘esotéricos’ (podríamos decir), de nuestro legado es intentar comprender su sentido, su uso, y su valor para nuestros antepasados.
No creo que exista ningún tipo de ‘amusia’ (interpretemos aquí este término como ‘incapacidad para el lenguaje de las Musas’) innata para estos relatos. Tal vez prejuicios o perspectivas no adecuadas. Basta con dedicarles tiempo, esfuerzo, y algo más. Stendhal, al hablar del enamoramiento, usaba el término ‘cristalización’. Comparaba tal experiencia con el fenómeno que se advierte cuando dejamos una rama seca en el interior de las minas de sal de Salzburgo, al cabo de cierto tiempo ésta aparece recubierta de cristales de sal. Se refería, claro está, al recuerdo de la imagen de la persona amada en nuestra mente y a su creciente enriquecimiento y sublimación. La aproximación a estos aspectos de nuestro legado no está muy lejos de la experiencia amorosa. Se requieren igualmente la devoción y el fervor del enamorado.
Yo rogaría a estos alciones a los que me dirijo, a estos buenos lectores de signos, que acometan esta empresa. Les aseguro que no les defraudarán sus frutos.
*
Hasta la próxima,

Manu

6 comentarios:

  1. Saludos cordiales, le reproduzco aquí mi comentario, en lo que refiere a sus posiciones, realizado en el blog Comunidad de Diálogo: http://adecafcom.puntoforo.com/viewtopic.php?p=10254#10254

    "La posición de Manu es muy interesante... muchas de sus entradas tienen una base muy movilizadora. Pero por otra parte hay cosas importantes por discutir; y no me gustaría que se cierre el diálogo. Al menos, sería bueno resguardar el debido margen de respeto por los que elegimos distintas formas de pensar contra la corriente.

    Lo que no me cierra en primer lugar son sus concepciones algo vagas de corte racista-biologicista, por ejemplo con términos como "hombre blanco". De allí supongo también vendrá su rescate de Darwin a la par de Nietzsche, que me sorprendió un poco. ¿Tiene una base científica todo esto para él, como desliza, o más bien es sólo una utilización política al estilo nacional-socialista, un "mito" soreliano?. ¿Tiene un fin táctico a la vista su utilización hoy día?, a las claras que no. Si hubiera entonces, una base científica o filosófica para el racismo biologicista, me gustaría conocerla. Su identificación de indoeuropeísmo y nacionalsocialismo, poco ayuda, teniendo en cuenta el poco lugar que tienen dichos estudios en el mundo de la cultura hoy día, como para que encima haya que confirmar la tesis del enemigo, de que después de Auschwitz no podemos volver a pensar los clásicos, pues hay que renunciar a la ilustración y el romanticismo, o en términos más vagos, al "humanismo" ya que devino en fascismo y campos de concentración. Dicho simplemente, hoy la academia forma intelectuales con este razonamiento implícito. Y no se puede hacer mella en las filas enemigas con la carta de Adolf y el racismo, esto es algo por lo menos torpe... excepto que Manu simplemente quiera ilustrar nacionalsocialistas. Y aquí viene el otro punto que confunde en Manu que es su tono profético. No contribuye, me parece, a la claridad de su mensaje. Más allá de esto que puede ser una mera cuestión de estilo... ¿Para quién escribe Manu?.

    Su última respuesta echa algo de luz a su planteo, dice que habla de la religión como una suerte de memoria colectiva, como cultura. Aunque desde ese punto de vista no se entiende porqué esa cultura habría de tener 'textos canónicos' y 'sacerdotes'. Es decir, ¿porque debemos usar no sólo terminología de segunda mano sino echar mano también a una 'unidad de criterio' religiosa para referirnos al rescate de la memoria y la cultura de nuestros pueblos?.

    Si de lo que se trata es de recrear una "religión" única de los pueblos indo-europeos como "memoria colectiva" estandarizada en una suerte de ecumenismo de base racista y NS, parece a mi entender más bien desvirtuar en mucho la noble intención de mantener vivas las raíces, y la cultura en general, sea la racional o la mítica, de los pueblos indoeuropeos, para encontrarnos a nosotros mismos.

    Lo que me parece válido de la respuesta del día de Manu frente a la argumentación aquí vertida es la importancia destacada de las concepciones religiosas griegas para el nacimiento de la filosofía (sugiero remitirse a: Giorgio Colli, "El nacimiento de la Filosofía"; J.P. Vernant, "Mito y pensamiento en la grecia antigua", "Los orígenes del pensamiento griego"; y tantos otros trabajos más sobre la temática) y aún más, para el pensamiento filosófico en general. Lo peculiar de aquel mundo simbólico, mítico, tiene su propio lógos aunque claro que este mismo no es "racional" en el sentido dado por Farrerons al término. Coincido con él que hay que ganarle al enemigo la discusión en el terreno de la racionalidad."

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    1. Augusto dijo arriba:

      “…de corte racista-biologicista, por ejemplo con términos como "hombre blanco"… el racismo biologicista… hay que renunciar a la ilustración y el romanticismo, o en términos más vagos, al humanismo ya que devino en fascismo y campos de concentración…” Etc.

      No debe de extrañarle que Manu no quiera contestarle. Yo en lo personal no le respondo a nadie que use nuevahabla orwelliana (“Newspeak”). Vea Vd. lo que realmente significa la palabra “racista” en mi blog:

      http://nacionalismocriollo.wordpress.com/

      Respecto al fascismo y a los campos de concentración nazis, Vd. habla de ello como si hubiera sido algo malo. En mi blog enlazado arriba se recogen algunos pasajes que traduje al castellano de un libro de 2010 que demuestra que los crímenes aliados fueron mucho más graves de los que se les atribuyen a los nazis. El sistema parece haberle lavado el cerebro a Vd. y a millones de otros que no pueden ver algo tan obvio.

      Haría Vd. bien en ponderar lo que digo en el enlace de arriba antes de continuar discutiendo en este blog de Manu, en tanto que me da la impresión que, como millones de occidentales en la actualidad, está Vd. viendo todo en negativo fotográfico (lo negro lo ve blanco y viceversa; lo gris oscuro lo ve gris claro y viceversa también).

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  2. Usted mismo reconoce que: “la cultura de un pueblo es su religión". Pero añade que no habla de religión, sino de cultura. Esto es incoherente, si la cultura de un pueblo es su religión, entonces C=R, cultura=religión. Y la afirmación, "yo no hablo de religión, sino de cultura", se convierte en un mero malabarismo verbal. Me parece que respondí a sus cartas y me reafirmo en los argumentos utilizados. Esto no es prepotencia, la prepotencia es creer que con argumentos como los suyos, donde no responde a las réplicas, el otro tiene que variar su posición debido a la extensión de sus escritos. Las cartas podrán ser muy largas, pero todo su discurso pende de unos pocos hilos. Me remito a lo dicho.

    Además, añado: que la cultura=religión es un POSTULADO. La cultura no tiene por qué ser religión.

    Y en tercer lugar: usted no va a resucitar las religiones arias que los propios arios abandonaron cuando entraron en la etapa del pensamiento racional.

    Dice usted: "Yo no reivindico, pues, la religión de mis antepasados, sino las culturas de mis antepasados; mis genuinas raíces". Pero usyed mismo ha dicho que cultura=religión. Entonces, si C=R y usted reivindica C, entonces reivindica R. Se trata de un razonamiento bastante elemental. ¿Propone que volvamos a adorar a Zeus u Odín en lugar de Yahvé? Usted mismo se da cuenta del ridículo de lo que dice y por eso encubre las consecuencias de sus propuestas con colocando encima de la palabra religión la etiqueta "cultura", aunque luego aclara que para usted esas palabras vienen a significar lo mismo.

    Y ahora dirá que le tergiverso.

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    1. No creo que hayas entendido la postura de Manu. En caso que leas inglés, sugeriría que leyeras los artículos enlazados arriba, al margen de la derecha, de mi blog. Son el ABC de una postura que se está desarrollando en Norteamérica análoga a la de Manu:

      http://chechar.wordpress.com/

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  3. Se ha respondido también en el hilo del foro en el que el autor de este blog se negó a participar:

    http://adecafcom.puntoforo.com/viewtopic.php?t=2210

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  4. Nosotros no hemos dicho en ningún sitio, como pretende el autor de este blog, que se deba ignorar el pasado religioso de los pueblos arios, esto es simplemente MENTIRA:

    http://nacional-revolucionario.blogspot.com.es/2009/01/la-religin-germnica.html

    http://nacional-revolucionario.blogspot.com.es/2011/01/la-religion-germanica-y-el-ocaso-de-los.html

    También hemos anunciado una interpretación filosófica de la religión germánica, en la que llevamos trabajando muchos años.

    Las afirmaciones de Manu Rodríguez no se sostienen, pero hemos tenido la "buena educación" de contestar allí donde se nos requirió dejando al menos un mensaje con un enlace, cosa que no ha hecho él en el foro COMUNIDAD DE DIÁLOGO 13 DE FEBRERO.

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