Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

miércoles, 30 de enero de 2013

85) De mi correspondencia

De mi correspondencia.

Manu Rodríguez. Desde Europa (Nov., y Dic., del 2012).

                                                                                   *

*Estimado T. (11/11/12). MacDonald sostiene que “la ‘revolución’ comenzará en Europa”. Me gustaría que tuviera razón.

El ‘comodín’ del holocausto se usa contra todos los movimientos nacionalistas europeos. En Alerta Digital me he enterado que los judíos ya se están moviendo para que se prohíba en Grecia el ‘Golden Dawn’. La ‘cuestión judía’ no ha desaparecido. Y aún diría que los judíos son ahora más fuertes que nunca, y a escala planetaria, al menos en el ámbito Occidental blanco, que es el que nos interesa.

La labor que queda es mucha. De momento estamos o perseguidos, o ignorados. Fíjate, por ejemplo, en los webs o blogs más centrados, apenas si tienen seguidores. Somos una inmensa minoría.

Para colmo, las tradiciones semitas minan la pureza de la mayor parte de los grupos anti-inmigracionistas o anti-multiculturalistas, o nacionalistas blancos. La red está llena de cruzados, y de filo-judíos (es lo políticamente correcto incluso en los movimientos nacionalistas); se limitan a ser anti-islamistas.

Alguien debería decirles a los blancos cristianizados que ya están judaizados, que son medio judíos, que tienen como libro sagrado el libro sagrado de los judíos con el suplemento cristiano, que es igualmente judío. ¿Cómo con una ideología semita, judía, combatir a los judíos, o a los mismos musulmanes, que son igualmente semitas? ¿Cómo con el universalismo judeo-mesiánico (el viejo o el nuevo) decir no a la inmigración o al multiculturalismo? Los pablos y los pedros que cristianizaron (judaizaron) a Europa hace dos mil años son equiparables a los Marx, Freud, Boas, Adorno, Derrida y tantos otros que llevan alienando a nuestras generaciones desde hace casi doscientos años (ahora con el internacionalismo socialista, el cosmopolitismo y otras utopías (señuelos) semejantes). Nos han vuelto a engañar.

Por lo demás, estos miserables consiguen siempre llevarnos a su terreno y meternos en sus cuitas y querellas. Nos hacen tomar partido por unos u por otros. El caso es que hace dos mil años que estamos prendidos en sus redes.

Para volver a ver claro en lo que nos interesa tenemos que salir de ahí, de ese mínimo y ridículo laberinto que no contribuye más que a la supervivencia y a la prevalencia del mundo semita (judío, cristiano, o musulmán), y a nuestro olvido. Llevamos cientos de años fuera de casa.

*Estimado Ch. (11/11/12). Gracias por la información. He podido bajarme todos los artículos (en pdf) de T. de E. relacionados con el tema del sionismo y los partidos nacionalistas europeos. Lo difícil en las circunstancias presentes es coger el camino correcto, estar con la gente adecuada. Y no es fácil, dada la cantidad de cantos de sirenas que nos rodean y que no hacen otra cosa que precipitarnos al abismo (ponernos en manos del enemigo).

Comencé a escribir a finales de los setenta. El texto ‘Desde Europa’ es una recopilación de mis cuadernos que van desde el 78 o 79 hasta el 2005. Mi preocupación en este prolongado periodo fue la crítica del cristianismo y la reivindicación de las culturas pre-cristianas europeas (indoeuropeas). En 2008 abrí el blog que tengo (La respuesta de Europa) y comencé a publicar cosas. En este último periodo escribo casi exclusivamente sobre el problema de la inmigración y de la masiva presencia musulmana en Europa, aunque sigo escribiendo desde las tradiciones indoeuropeas –griegas, latinas, celtas, germanas y demás (no me gusta el término pagano).

He de decirte que el primer aforismo del ‘Desde Europa’ se inspira en el mitema creado por Platón (en el Banquete), aunque permuta los elementos (Eros, Poro, y Penia). Algunos, al leerlo, han pensado que yo estaba confundido. Pero no es el caso. Esta permutación me la inspiro a su vez una observación de Nietzsche encontrada en ‘Humano, demasiado humano’, allí decía algo así como que la mística era el resultado del maridaje entre el escepticismo y el anhelo. Platón decía que Eros (amor, deseo, anhelo…) era el hijo de Penia (penuria, escasez, pobreza…) y Poro (salida, recurso…). En mi versión Eros (anhelo –como deseo que ignora su objeto) y Penia (pobreza, desierto, nada…) son los padres de Poro (salida –la salida). Una ‘salida’ me pareció a mí el reencuentro con la profunda espiritualidad arya (griega, romana, celta, o germana); una salida al nihilismo improductivo (desierto) alentada por el amor. Éste es el sentido esencial que inspira el aforismo que abre el ‘Desde Europa’.

La vertiente espiritual o religiosa (autóctona) de los pueblos blancos me parece fundamental. No comparto de ninguna de las maneras la opinión de De Benoist acerca de la espiritualidad (supuestamente indoeuropea) de algunos pensadores cristianos (Pelagio (en el siglo IV), Escoto Eriúgena (siglo IX), el maestro Eckart (siglo XIII), Suso, Böhme…), que el toma por indoeuropeos o aryas por el mero hecho de haber nacido en nuestras tierras y ser blancos. No es el único, por desgracia, en cometer tal torpeza. El primero en difundir esa barbaridad fue Sigrid Hunke, que en su obra “La ‘verdadera’ religión de Europa”, de 1969, incluye la nómina de escritores que menciono más arriba (y aún muchos más), y De Benoist le sigue sin la menor reflexión. Es escandaloso y ultrajante, a mi manera de ver, postular tales cosas. Confunden y desvían gravemente del camino, de nuestro camino. Es como si reivindicáramos como pensadores (y pensamientos) aryas a los conversos y traidores marxistas o freudianos europeos por el mero hecho de que no eran, o no son, judíos. Es de lamentar, desde luego, que durante cientos de años hayamos carecido de pensamiento espiritual genuinamente arya, pero no es motivo para echar mano de tan lamentables e inadecuados ejemplos. Por lo demás, esto no es del todo cierto, tenemos la literatura celta de los siglos XI y XII (Mabinogion), el periodo del amor cortés y la literatura caballeresca desde el siglo XII, los Eddas o las sagas islandesas, algunas bilinas (cantos narrativos) eslavas… la recuperación de los temas greco-latinos (en poesía, pintura, música, arquitectura, política, filosofía…) desde el siglo XIV (Petrarca, Bocaccio…) hasta Hölderlin.

*Estimado Ch. (13/11/12). Sigue sin gustarme el término ‘pagano’ que Vial utiliza cuando se refiere a las tradiciones pre-cristianas (aryas o indoeuropeas). Estos son los términos que a mi manera de ver hay que utilizar: tradiciones o culturas aryas, indoeuropeas, o europeas pre-cristianas.

Sobre el tema indoeuropeo te recomiendo a George Dumézil. No hay mucho en la red, la mayoría de los estudios indoeuropeos son recientes (los últimos cincuenta o sesenta años). Puedes buscar en ‘google’, donde encontrarás artículos independientes (algunos bastante extensos) sobre el origen, tradiciones, estructura social, o lenguas. Siempre tienen bibliografía y algunos pdf descargables. Por ahí puedes comenzar. Te familiarizarás con los temas, las polémicas, los autores y demás. El tema es apasionante por sí mismo. Y habla de nuestros ancestros.

Te recomiendo sobre todo a los autores ‘oficiales’, por decirlo así, a los buenos y sólidos estudiosos de las tradiciones indoeuropeas. Dumézil, como te digo, es el más importante de todos –éste te llevará a otros.

*Estimado Ch. (15/11/12). …El texto ‘Desde Europa’ sobre todo. Los aryas necesitamos textos espirituales, religiosos. Y pienso que este libro merece tal consideración. Además de los argumentos poco usuales, es un libro lleno de espiritualidad arya, patriótica y religiosa. Hay muchas ideas. Es un texto digno de nosotros, y muy útil para nuestra causa. Al menos así lo considero yo.

*Estimado Ch. (19/11/12). Te mando, como te comenté, el texto ‘Desde Europa’ una vez pulido. No encuentro nada parecido en las publicaciones que circulan y que tienen que ver con nuestra causa. Aporta ideas y argumentos para derrotar (intelectualmente, espiritualmente) al ‘enemigo’. Es un libro de guerra, para combatientes, pero también está lleno de espiritualidad y de religiosidad (arya, indoeuropea). Está escrito como verás en forma de aforismos. Si lo lees o repasas me agradaría que me dieses tu opinión.

*Estimado A. (30/11/12). …Estos blogs contribuyen en alertar la conciencia de nuestros conciudadanos europeos. Hasta ahora hemos conseguido bien poco. Un día antes, creo recordar, de celebrarse esta última manifestación en París contra la islamización de Francia (y a la que asistieron, pese a la gravedad del asunto, sólo unos pocos miles de franceses), se celebró en la explanada frente a la torre Eiffel una fiesta para bailar este último baile de moda de un coreano (ya lo conocerás por la tele, sale en los telediarios y en todas partes) y consiguió reunir a decenas de miles de personas. Así están las cosas.

Pero hay que poner remedio cuanto antes. Tenemos que llegar a nuestros hermanos europeos, y despertar su conciencia cultural, su orgullo, su dignidad; su temor también, pues en unos pocos decenios quedaremos reducidos a una minoría entre otras en nuestras propias tierras. En ese momento careceremos de fuerza para oponernos a nuestra derrota y humillación.

Nosotros, las generaciones actuales, que aún contamos con número y fuerza suficientes, somos los únicos que podemos impedirlo. No quiero ni pensar en la vida que llevarán nuestros descendientes dentro de cincuenta o cien años si todo continúa como hasta ahora. Nuestros escasos herederos reprocharán a estas generaciones su indiferencia y su estupidez (¿en qué estaban pensando, se preguntarán; en qué mundo vivían?). Si la actitud actual persiste, en unas pocas generaciones viviremos como parias, como desheredados; acosados, perseguidos, diezmados en nuestras propias tierras. El panorama futuro no puede ser más desalentador.

*Estimado A. (30/11/12). En la situación actual cada uno combate como puede –como Zeus/Dyaus le da a entender. Yo uso el aspecto religioso (vinculante) de nuestras culturas pre-cristianas, y lo hago desde dentro (no hablo de ello, sino desde ello). Nuestros jóvenes necesitan un firme y seguro suelo en donde asentar sus ideas religiosas (vinculantes) relacionadas con nuestras viejas culturas. Un lenguaje seguro y firme. Nada de titubeos, nada de mezclas ni de sincretismos indeseables. Hemos de dejar atrás el período judeo-cristiano-musulmán (su lenguaje, sus mitos, su ideología). Es una revolución cultural necesaria para nuestro pueblo –si queremos renacer.

Como curiosidad te mando un alfabeto neoRúniko inspirado en el código genético que se me ocurrió hace algunos años (debió ser inspiración de Odín). Lo hice pensando en la renovación espiritual de Europa, en su renacimiento, en el retorno de los dioses jóvenes (germanos, griegos, celtas y demás); como un signo de que el ‘invierno supremo’ había terminado.

*Estimado J. (13/12/12). Me referiré lo más brevemente que pueda a mi uso del término ‘anti-semita’. Lo cierto es que las razas existen, y nadie confunde a un chino con un europeo caucásico, o con un africano masai. Negar las razas me parece un disparate. (Por cierto, esta reciente ‘teoría’ que niega las razas parte de un antropólogo judío, Franz Boas).

Por mi edad y por mi experiencia algo me consta: si hay un pueblo, o grupo étnico, o cultura, que sea racista es el judío. Y esto puede verse en sus mismos textos (bíblicos y extra-bíblicos). Los recientes estudios estadounidenses apuntan a que el anti-judaísmo alemán fue justamente una reacción al etnocentrismo judío, cuyos textos ‘identitarios’ circulaban ya abiertamente desde finales del XIX. Eran textos arrogantes y muy ofensivos, y en particular para los germanos. Te mando dos cosas al respecto por si no las conoces. Una es un artículo de Sanderson (publicado en ‘The Occidental Observer’) que es recensión de un trabajo publicado por Hart (que recoge textos judíos desde 1880 hasta 1940) –ya lo verás en el ‘pdf’ que te mando. El otro es el capítulo 5 de la segunda obra (Separation and its discontents) de la trilogía de Kevin MacDonald relacionada con el tema del etnocentrismo judío (y el correspondiente anti-judaísmo europeo). No es extraño que Streicher dijera lo que dijera en el juicio de Núremberg –aludiendo a la normativa racial de los mismos judíos que el nazismo se limitaba, al parecer, a recoger y aplicar al pueblo alemán.

El islam adopta una actitud semejante, de exclusión y odio, contra los no-musulmanes, como también se puede verificar en la misma red donde abundan los textos coránicos y extra-coránicos (suna y hadices) que se relacionan con esto. Se diría que calcan los textos judíos, pues siguen al pie de la letra idéntica ‘política’ acerca de la exclusión y el trato que le merecen los otros, solo que ahora el judío está metido en esos ‘otros’. Y otro tanto podemos decir del universalismo cristiano (al judeo-mesianismo habría que decir) y su ‘pueblo de dios’, y su relación, igualmente negativa, con los otros –con los judíos, con los musulmanes, con los no-cristianos (paganos, gentiles y demás).

A la sombra del árbol judío no crecen más que el rencor, la envidia, la enemistad, la venganza, el odio, y la muerte.

Hay, quizás, razones en la actualidad para preferir el término ‘anti-sionismo’, pero este asunto no es de ayer, ni de antes de ayer, ni probablemente de mañana o de pasado mañana, y no afecta estrictamente a los judíos. Son siglos, llevamos dos milenios sobrellevando las estrategias de poder de unos y de otros y las hemos padecido muy directamente (y los costos han sido excesivos: la pérdida de nuestras culturas). Cada uno de ellos tira para sí obligándonos a tomar partido: la Roma cristianizada (judaizada), profanada, La Meca árabe, y el Jerusalén hebreo.

Judíos (o hebreos) y árabes son pueblos semitas, pueblos hermanos que pertenecen al mismo grupo etno-lingüístico, de la misma manera que eslavos, latinos, germanos o celtas pertenecemos al mismo grupo caucásico indoeuropeo. ¿Qué término usar para referirnos al origen bio-cultural del judaísmo, el judeo-mesianismo y el islamismo? ¿Cómo nombramos, pues, el expansionismo y el imperialismo islámico; o el expansionismo judeo-mesiánico –cristiano? Étnicamente hablando son de origen semita, están relacionadas en primer lugar con el etnocentrismo judío (el pueblo elegido), de carácter ‘religioso’, y las contestaciones que, en su propio ámbito etno-lingüístico, ha tenido tal discurso.

La cuestión es que judíos, cristianos, o musulmanes predican al unísono, y cada uno a su manera, el universalismo. Predican ideologías transnacionales y transculturales. Pero nos engañan con tal universalismo, pues lo que expanden son sus propias religiones-culturas étnicas. Si todo continúa como hasta ahora sólo quedarán estas tradiciones religioso-culturales de origen semita en toda la tierra.

Rivalizan entre ellos por la preeminencia (la supremacía) y el poder, y a nivel mundial. La tierra entera, y los pueblos diversos de la tierra, son su escenario, su campo de batalla. Contra chinos, contra europeos, contra los pueblos africanos, contra la India, contra el resto de los pueblos asiáticos (Indonesia, Malasia, Filipinas…). ¿Es una guerra etno-cultural milenaria lo que padecemos los diversos pueblos del planeta? Ciertamente, es una lucha por el dominio a escala planetaria llevada desde hace siglos, y por diversos medios, por pueblos e ideologías de origen semita. En último término será una ideología semita la que triunfará (judía, cristiana, o musulmana). Y todos los pueblos tendremos que recorrer una y otra vez ese mínimo y ridículo laberinto etno-cultural en detrimento de nuestras propias culturas, que, no lo olvidemos, tienen un origen ancestral y autóctono, vale decir, étnico.

No puedo estar ni con unos ni con otros. No hay que tomar partido por ninguno de ellos. Los judíos nos azuzan contra los musulmanes, los musulmanes contra los judíos… Y esto se advierte en multitud de webs y blogs que ‘trabajan’ (conscientes o inconscientemente) ya para unos, ya para otros: ya pro-sionistas y/o contra los musulmanes (ignorando o minimizando el peligro sionista), ya pro-islamistas y/o contra el sionismo o los judíos (ignorando o minimizando el riesgo musulmán). El caso es que nos tienen enredados en sus absurdas y criminales querellas ‘fratricidas’, en su terreno. De este modo tienen la partida medio ganada. Todo el mundo discutiendo que si judíos que si musulmanes; girando alrededor de sus ‘causas’, de sus mitos, de sus mundos, de sus pretensiones. Y descuidando la propia casa.

Las culturas o religiones universalistas se oponen, mediante la astucia o la violencia, a las culturas y religiones étnicas (en defensa de éstas (que debido, en buena parte, al globalismo actual están en vías de extinción) surgió en su momento el Congreso de las así llamadas religiones étnicas, que opera a nivel mundial, y que no tiene nada de racista). Las ideologías universalistas (claramente expansionistas e imperialistas) no son exclusivas del ámbito semita, también las tenemos en el ámbito indoeuropeo (hinduismo y budismo). Ya sabemos cuál es el área de dominio de la rama judeo-cristiano-musulmana (casi el planeta entero), pero también el hinduismo y el budismo se han expandido por buena parte de Asia interfiriendo, deformando, y usurpando en algunos casos el lugar de las culturas autóctonas. Conocida es la influencia que el hinduismo ha tenido y tiene en el Sudeste asiático (llegaron hasta Vietnam), y la que el budismo tiene en Tíbet, China, Corea y Japón.

La cultura china, o la japonesa, o la inui, o la(s) nuestra(s), están indisolublemente ligadas a los grupos étnicos que les dieron origen. Eso, en la aurora de los tiempos. Esta relación entre tal etnia y tal cultura es algo que no podemos negar. Nosotros, los europeos caucásicos (o indoeuropeos o aryas) creamos las culturas (y los valores) que creamos y con los cuales el resto de los pueblos nos identifican: la arquitectura, la escultura, la música, la literatura, las lenguas… Al mero nombre de China se me vienen a la cabeza su escritura, su arquitectura, su música, sus costumbres… su gente.

El término ‘étnico’, tal como yo lo uso, y es usado también por el citado Congreso Mundial, no tiene nada de racista (segregacionista, exclusionista…); es un término ‘técnico’, podríamos decir. Se refiere simplemente a las culturas no universalistas (se les puede aplicar perfectamente a todas nuestras culturas pre-cristianas), y, en los momentos actuales, a las culturas supervivientes que no han tenido la desgracia de haberse tropezado con el judeo-mesianismo, el islamismo, el hinduismo, o el budismo (aunque ahora peligren con el globalismo demo-liberal). Son pueblos que conservan, milagrosamente, se diría, sus tradiciones ancestrales; que no han recibido la visita de algunos de estos ominosos predicadores universalistas. Muy pocos pueblos se han librado, a decir verdad.

Finalmente, no tiene para mi ningún sentido peyorativo el término ‘semita’ aplicado a ciertos pueblos etno-lingüísticamente emparentados (hebreos y árabes). Pertenece a la misma categoría que los términos que usamos para nombrar a nuestros pueblos, también étnica y lingüísticamente emparentados: caucásicos, indoeuropeos, o aryas. Son las circunstancias y la conducta ofensiva y agresiva de estos pueblos hacia los demás, lo que nos hace oponernos a ellos (el anti-). Hay muchos grupos étnicos en el planeta: en África (los negros, término genérico, están subdivididos a su vez), entre los amerindios, entre los siberianos, entre los extremo-orientales (chinos, japoneses…). No encuentro nada ofensivo en los términos raciales. Las razas y los pueblos originarios forman parte del árbol de la vida, al igual que las culturas generadas por estos pueblos.

Cambiando un poco de tema. La fecha que uso pertenece a la era de la escritura (hace unos seis mil años en Sumer y que yo redondeo); esto es un capricho si quieres, no tienes por qué prestarle atención. Aunque es una ofensa la cronología judeo-mesiánica que usamos. Es la cronología de un fracaso, de nuestro fracaso, y de nuestra derrota, de la derrota de Atenas y Roma, y la de todos nuestros pueblos.

Pienso que ‘disparamos’ hacia el mismo lugar, y que valoramos y potenciamos lo mismo; que estamos en la misma línea de combate aunque en diferentes posiciones (estas diferentes posiciones, si bien situadas, se complementan, no hay que cambiar ni convencer al otro para que cambie de posición; cuanto desde más lugares se ‘dispare’, tanto mejor). Los resultados que esperamos de nuestra labor son los mismos, la caída de un muro que nos impide (que impide a nuestros pueblos desde hace cientos de años) llegar a ser lo que somos.

*Estimado J. (16/12/12). En primer lugar, una precisión relacionada con tus post sobre los germanos: los pueblos originarios o primitivos no tienen religión, tienen cultura. En este estadio, y hasta la aparición de las llamadas religiones de salvación universalistas (algunas de origen semita, y otras de origen indoeuropeo), la cultura de un pueblo es su religión.

Sabido es que el concepto ‘religión’, latino, en su origen indicaba el grado de religación (vínculo) y de cuido que un ciudadano tenía con sus propias tradiciones. Se era más o menos religioso, esto es, se estaba más o menos vinculado, ligado, a las propias tradiciones. El concepto ‘negligencia’ tiene que ver justamente con el descuido absoluto de tales tradiciones, con el des-ligarse de tales tradiciones (Ortega, si mal no recuerdo, hizo en su momento algunas observaciones sobre estos conceptos).

Los sacerdotes cristianos se apropiaron y distorsionaron este término, y lo aplicaron a su sola tradición. Se era más o menos religioso si se era más o menos ‘cristiano’, y las manifestaciones religiosas (de respeto) hacia las propias tradiciones fueron prohibidas y penadas, como se sabe. La ‘religión’ como una parte de la cultura o como independiente del resto de la cultura, surge, pues, cuando la cristianización de los pueblos europeos. La tradición extranjera que se nos impuso absorbió, atrajo hacia sí toda la religiosidad de que éramos capaces; se convirtió en el único ‘objeto’ religioso para nuestros pueblos, en la única tradición hacia la que, legalmente, podíamos tener sentimientos ‘religiosos’ o vinculantes. Se convirtió además en la única tradición vinculante, o simbólica, para los diversos pueblos europeos. Siguiendo esta lógica, el concepto ‘sagrado’ fue relacionado exclusivamente con lo judeo-mesiánico, y todo lo otro (lo que no pudo ser eliminado, los restos de las antiguas tradiciones), fue considerado como ‘profano’. Se apropiaron de estos términos y los reinterpretaron, simplemente. El nuevo orden, los nuevos señores.

Se puede usar sin temor el concepto ‘étnico’, en vez de ‘originario’, y así lo hace el Congreso Mundial de ‘Religiones’ Étnicas. Por desgracia el término ‘religión’ es ya de uso internacional. En su lugar podrían haber usado los términos ‘cultura’ o ‘tradición’, que no son nada confusos ni parciales. Tendríamos entonces un “Congreso Mundial de Tradiciones o Culturas Étnicas”. Este apelativo, ‘étnicas’, tiene que ver con los pueblos que conservan sus propias tradiciones ancestrales y con el hecho de que estas no se exportan, no se universalizan, o no se le imponen o se difunden a otros pueblos, como es el caso de las conocidas tradiciones religiosas de ‘salvación personal’ cristianas y musulmanas (de origen semita), o la hinduista y la budista (relacionadas con tradiciones indoeuropeas). Estas tradiciones ‘universales’ están excluidas del citado Congreso (salvo el hinduismo –por razones que no vienen ahora al caso). Éstas, aunque tengan su origen en un grupo étnico determinado, no se limitan a ser ‘religiones’ o tradiciones ‘étnicas’, esto es, de un solo pueblo, el que la generó, sino que se crearon para todos los hombres; son universales, transculturales.

Todas las tradiciones o culturas del planeta, incluidas las ‘universales’ de ‘salvación’, son étnicas. Culturas, y valores implícitos tienen, pues, un origen étnico, privativo, y perteneciente exclusivamente a un determinado pueblo.

En mi opinión la acusación de ‘racista’ tiene mucho que ver con la acusación de ‘fascista’. En los EEUU se tiene bien claro que el único racismo que se está padeciendo en estos momentos es el racismo anti-blanco. Sólo a los blancos les está negado el preservar su tierra, su etnia y su cultura. Cualquier intento de reivindicación de las mismas es tildado de ‘racista’ y de ‘fascista’. Allí el término ‘holocausto’ y sus correlatos se usan a discreción. Así están las cosas. Ya estamos comenzando a verlo también en Europa. Son los ‘argumentos’ que usan las poblaciones extra-europeas aquí, en nuestra propia tierra, en la tierra de nuestros ancestros. Nos atenazan, nos paralizan con estos conceptos. El comportamiento de los musulmanes en la Europa actual imita el comportamiento que tuvieron los judíos desde su aparición en nuestras tierras.

Pienso que sí, que se trata de una cuestión racial, e indoeuropeos o aryas y semitas no son ‘meras etiquetas que distinguen lenguas y culturas’. Sólo en tiempos muy recientes los judíos han perdido algo de su ancestral homogeneidad racial (semita), y otro tanto podemos decir de los pueblos indoeuropeos (en las Américas, por ejemplo). La conexión entre raza y cultura nos debería resultar coherente. Sólo prejuicios nos impiden ver tal conexión. Las lenguas y culturas están en su origen indisolublemente ligadas a determinadas razas.

Tú dices que, de existir tal conexión entre raza y cultura (y valores) “anularía el concepto mismo de libertad, valor irrenunciable de la cosmovisión arya” (esto, en los post que tienes sobre los germanos). De todos modos, no sé cómo ese ‘valor irrenunciable de la cosmovisión arya’ puede, sin contradicción, casar con las citas sobre el destino que a continuación mencionas: “…se manifiesta (en la mitología germánica) la omnipresencia del conflicto y la sobre-determinación del destino”… y más allá (en la misma cita) nos habla de “un tinte destinal y una coherencia trágica que se sobreponen a la voluntad y al mérito”. Poco más adelante, en otra cita: “el pueblo germano… vivía la existencia terrenal… en la que el ser humano está inexorablemente expuesto a un destino contra el que no es posible luchar…” Más propio es relacionar la cosmovisión germánica sobre el destino con la ‘predestinación’ de calvinistas y otros (cristianos), que con el concepto ‘libertad”. Las citas, la verdad, no son muy adecuadas para defender la tesis de la libertad intrínseca en la tradición arya germánica. O hay libertad, o hay destino. Ésta es una vieja polémica que ya conocerás.

Lo que tengo claro es que los valores que nosotros defendemos los ‘generó’ mi pueblo, el pueblo al que pertenezco. No surgieron en China, o en Japón. Estos pueblos generaron otra cultura, otros valores, que pueden o no coincidir con los nuestros, pero que son suyos, expresados a su manera (mediante su lengua y su cultura), y generados a través de las generaciones (de sus generaciones, no de las nuestras).

Espero que me creas cuando te digo que ésta mi idea de raza o etnia y su conexión ‘necesaria’ y no ‘contingente’, diría yo, con las variadas y múltiples culturas, no tiene nada de segregacionista o supremacista –me refiero tanto al pedestre y un tanto arcaico racismo darwiniano del siglo XIX, como a la gente del ‘poder blanco’, a las que verdaderamente detesto. Fueron los judíos de los primeros seguidores de esta visión social-racista del darwinismo, y esto me lo ratificó el artículo de Sanderson que te envié. Es en el etnocentrismo judío donde única y casi exclusivamente encuentro ese segregacionismo y supremacismo racial ‘ad litteram’. Por lo demás, pienso que esta megalomanía es muy propia de pueblos pequeños y mezquinos. Los pueblos indoeuropeos o aryas no necesitamos de tales ‘estímulos’ auto-complacientes o auto-ensalzatorios (del tipo ‘nosotros somos los mejores’ y similares).

No me parece que esta conexión ‘necesaria’ entre etnias y culturas anule nuestra libertad –creativa, en este caso. Si los seres humanos estuviéramos genéticamente programados al respecto no hubiéramos creado sino una sola lengua y una sola cultura; en tal caso ni siquiera podríamos hablar de inexorabilidad y de constricción, o de falta de libertad al respecto. Lo cierto es que las lenguas y culturas son virtualmente infinitas –y en muchos casos ni siquiera comparables (sus gramáticas, sus léxicos…). Está tal vez programada la creación de mundos simbólicos lingüístico-culturales (tienen una función social y de socialización de las nuevas crías) pero no de tal lengua, o de tal estructura gramatical. La muestra la tenemos en la multitud de ellas, en su pasmosa variedad.

Las lenguas y culturas dotan de ser y de mundo a las nuevas generaciones. Nos son absolutamente necesarias. No somos arrojados sin más a la vida, nacemos en un mundo lingüístico-cultural; en mundos ya hechos, ya estructurados.

Los valores tienen que ver con la supervivencia del grupo. Los valores son aquellas actitudes (siempre sociales) que favorecen, no al individuo, sino al grupo. Estamos aquí ante virtudes, y ante virtudes sociales: el heroísmo, el altruismo, o la libertad al servicio del grupo. Hasta la aparición de las ideologías de salvación personal (religiosas o filosóficas), ferozmente individualistas, no había otra moral ni otros valores que los sociales. Parafraseando a Nietzsche podemos decir: No había individuos, sino celtas, germanos, helenos, romanos...

En mi opinión, fueron los grandes imperios multiculturales del pasado los que dieron lugar a las nuevas éticas individuales (y universales). Las religiones de salvación personal (individualistas) no nacen en culturas relativamente aisladas y estables (no se encuentra tal fenómeno en las culturas étnicas supervivientes, o en las recogidas por etnólogos y antropólogos desde el siglo XIX). Fue el caso en la India: hinduismo, jainismo, y budismo surgieron en los momentos de mayor expansión de los imperios creados por los monarcas indios, en los momentos de mayor caos cultural, cuando se integraron pueblos, lenguas, y culturas diversas. El monoteísmo de Akhnatón y su heredero, el judaísmo mosaico, nacieron ambos en similares circunstancias. Centrándonos en Europa, tenemos el caso de Grecia y Roma. La pérdida de la moral social y de la identidad colectiva en ambas culturas fue pareja con el crecimiento de sus imperios: cuanto más estos crecían e incluían a diversos y contrarios pueblos y culturas, tanto más se degradaban. El éxito de filosofías éticas individualistas, y universales (trans-nacionales, trans-culturales), fue total desde el periodo alejandrino (principios de la decadencia griega) hasta la caída del imperio romano. Roma enfermó casi al principio, al menos desde los tiempos de Cesar.

En todas estas sociedades se produjo la atomización de las poblaciones; los nexos culturales ancestrales se rompieron. Lo que dio lugar a individuos aislados y en busca de su propia ‘salvación’ (económica o espiritual). Las mismas religiones de salvación personal son un efecto, un síntoma de una descomposición ya previa. En esta situación, en este caos, el grupo se revelaba como imposible, y había que salvar (dar una respuesta trans-cultural) siquiera fuera a los individuos.

La unificación ideológica del imperio intentaba resolver el problema del caos cultural (la multitud de lenguas y discursos). Tanto en la India como en Roma. Se necesitaba una sola ‘lengua’, un solo discurso. En la India surgieron dos grandes movimientos ‘universales’ o integradores. Al budismo le tocó perder a la larga. Venció el hinduismo, aunque el budismo tuvo un breve periodo de éxito cuando Asoka lo convirtió en la religión oficial de su fugaz imperio. Ambos, hinduismo y budismo, se impusieron desde arriba, desde el poder establecido. E igualmente sucedió en Roma con el cristianismo. La multitud de sectas y tradiciones desgarraban al imperio. La unificación ideológica fue una ‘solución’.

Quiero decir que estos imperios o civilizaciones multiculturales, cuyo inmediato fruto es la fragmentación y enfrentamiento de las poblaciones (por su misma composición heteróclita), carecen de futuro, y suelen terminar con la completa desarticulación y desmembración, o con la unificación forzada. Y no importa en este caso la tradición, la cultura o la ‘religión’ que se use para unificar o integrar a las diversas poblaciones. La corriente con más seguidores acaba imponiéndose, o es instrumentalizada por las clases poderosas. Éste puede ser el futuro de la Europa actual, si no hay contra-movimientos nacionalistas europeos. Piensa en la masiva presencia de africanos y asiáticos musulmanes en estos momentos en nuestro continente.

La superación de las éticas universales (transnacionales, transculturales) e individualistas, filosóficas o religiosas, me parece fundamental. Se trata de recuperar la moral social o de grupo, y esto pasa por la distinción y la diferenciación de las diversas formas culturales y la conexión que estas tienen en su origen con las etnias que la crearon o la hicieron posible. Se requiere una reflexión a nivel europeo acerca de nuestras propias tradiciones ancestrales, acerca de nuestra historia. Un proceso de autognosis a nivel europeo. Necesitamos hacer valer nuestra idiosincrasia, nuestra peculiaridad, nuestra diferencia –tanto étnica, como cultural.

Ésta es mi convicción. Desde ahí soy nacionalista europeo, desde ahí defiendo a mi tierra, a mi gente y a mi cultura.

*Volviendo de nuevo al tema germánico, una matización para terminar. El Rägnarok (y temas conexos) fue ampliamente estudiado por Dumézil (y otros) en “Los dioses de los germanos” (y en otros textos –es un tema recurrente en él), y la correlación que establece entre este conjunto de mitos y el relato del Mahabharata (no fue el primero en relacionarlos), así como con algunos relatos iranios muy primitivos, lo identifica con un tema indoeuropeo muy antiguo, anterior a la separación de estos pueblos. No sólo la catástrofe, también el retorno (la renovación) del propio mundo se encuentran en las tres tradiciones (la vuelta de Balder, el retorno de los Pandava y en ciertos relatos iranios –que no recuerdo ahora mismo). Todo parece indicar que el fondo de estos relatos es realmente arcaico. Lo que muere y resurge es otra cosa que un dios.

Antes que nada hay que decir que los mitos son relatos alegóricos. Son alegorías. Es una manera de hablar, por así decir, una forma de representación. Detrás de estos relatos estamos nosotros y nuestras circunstancias históricas, sociales y demás, sólo que transfigurados o sublimados. Así, Balder no es un dios, sino una figura que nos representa o que representa una actitud en la sociedad, al igual que Apolo (relacionado con las Musas o las artes todas) y otros. Son símbolos, esto es, términos de la lengua y la cultura, y, como sucede con todo término, sus significados son sus usos. Ya sabes el uso que Nietzsche hizo de Apolo y Dioniso (y no digamos el que hicieron griegos y romanos).

Continuando con Balder, tenemos su muerte; esta muerte indica la muerte de cierto ‘espíritu’ con el que se identificaban los germanos; éste muere a manos de Holder, su hermano ciego (aquí la ceguera que elimina a Balder, a ese ‘espíritu’, denota la conducta social ‘inconsciente’ (valga el anacronismo) que contribuyó a su desaparición). Luego está Loki, que sí sabe lo que hace, y maquina contra ese ‘espíritu’ a conciencia (deliberada y voluntariamente). Es movido o instrumentalizado por Loki que Holder arrojará la fatal rama de muérdago que acabará con la vida de su hermano. La muerte de ese ‘espíritu’ precipita el Rägnarok, esto es, la desaparición del entero mundo cultural y espiritual de los germanos, que quedó sumido en el invierno supremo. Pero el invierno supremo pasará y el ‘espíritu’ de Balder retornará (así como retornaron los Pandava). Surt es un elemento que viene del exterior y que contó con la colaboración de Loki (uno de los ‘nuestros’).

Este mitema no tiene tiempo, puede ser aplicado en cualquier circunstancia histórica, siempre que los elementos del mitema coincidan con las figuras que se puedan dar en la historia (estamos ante analogías estructurales). Es un mitema válido para todo tiempo y todo lugar. Yo lo aplico a la cristianización de Europa: Surt no puede ser otro que el cristianismo (el elemento ‘exterior’ que contó con ayuda del interior –el deleznable comportamiento de Constantino, Teodosio… godos, longobardos y demás y su cristianización ‘voluntaria’ o meramente estratégica; Carlomagno, Olaf, Vladimir…).

Aquí no hay dioses sino ‘figuras’, símbolos, términos de la lengua. Y de estos mitemas alegóricos están llenas nuestras tradiciones (griegas, romanas, celtas…), como por ejemplo, en Grecia, los intentos de asalto al Olimpo, o el secuestro de Zeus por Tifón. Nos avisan a su manera. Son armas.

Así pues, esta parece ser la enseñanza: entre la ceguera (la inconsciencias, el no ver, el no saber lo que se hace) y la maldad perdimos lo que perdimos –las patrias europeas (Grecia, Roma, la Germania, la Celtia…). Entre la ignorancia de unos y la maldad de otros.

Los momentos actuales no son muy diferentes de aquellos de Roma que acabaron propiciando su caída, y la de toda Europa. También, aquí y ahora, tenemos nuestros Holder y nuestros Loki. Podemos también hablar acerca de las generaciones nihilistas, decadentes, hedonistas, débiles, ciegas, estúpidas… así como del cinismo y la indiferencia de los poderosos. Estas palabras dan también cuenta del caso, de nuestro caso europeo –el de ahora, y el de entonces (no parece que hayamos cambiado mucho).

Estos mitemas son, pues, ‘matemas’: saberes, enseñanzas. Y es por esto que no podemos jugar, ni en esta ni en ninguna circunstancia, al ateísmo o a la negación ‘tout court’ de esos ‘mundos’. Tal actitud no resulta ni prudente ni sabia. Atentamos contra el cielo, contra el mundo simbólico, contra la memoria y la identidad colectivas y ancestrales… Contra nuestra defensa, contra nuestro orgullo. Contra nuestro ser (simbólico, cultural). Contra nosotros mismos. E insisto que en estos mitos no se trata ni de dioses ni de héroes, sino de figuras representativas. Estamos ante un ‘lenguaje’, y un lenguaje que tiene un gran valor para nosotros, pues a nosotros se refiere –de nosotros se habla.

Decir Zeus y Hera es como decir toda la cultura griega, el ser simbólico griego. El símbolo supremo. Las señas de identidad de muchos. La consigna en la cual muchos se reconocían. Todo lo griego estaba dicho allí, en aquellas sencillas palabras –Zeus y Hera. Lo contenía todo: cielo y tierra, mortales e inmortales. Todo lo nuestro.

De la metafísica, o del lenguaje y la cultura, tendríamos que decir. No hay otra metafísica que el lenguaje y la cultura, el espacio simbólico.

No podemos jugar a la carta de ese ateísmo, de esa negación que digo; nos jugamos mucho –nos lo jugamos todo. En este asunto tenemos que ser más sabios todavía. Mientras nosotros abatimos o dejamos caer nuestros mundos pre-cristianos, judíos, cristianos, musulmanes, pero también hinduistas, budistas y todas las religiones universalistas de ‘salvación’ habidas y por haber, medran a su favor; y es que tienen bien claro su estrategia, que consiste en guardar firmemente sus mundos frente a la ligereza y a la volatilidad de los otros (la frivolidad, la irresponsabilidad, la ‘ceguera’, o la maldad, de sus legatarios). Por ello son las únicas tradiciones que sobreviven –las más perniciosas y destructivas, hay que decir. En la serie de post que has dedicado a la usurpación del ‘nacionalismo revolucionario’ en España y que resulta un buen repaso por el fascismo español, y aludiendo al muy lamentable Evola –sobre las tradiciones pre-modernas–, reconoces que la única tradición pre-moderna que tenemos en Europa es, precisamente, la judía (habría que añadir la judeo-mesiánica y la musulmana). Ésta es la cuestión. La actitud auto-destructiva nuestra, consciente o inconsciente, con respecto a nuestras propias tradiciones, sólo favorece y da vida al ‘enemigo’.

Insisto que no se trata de repetir, como pretenden los tristes neo-paganos. Hasta el término resulta incorrecto e insultante, pues no se trata de paganismo (nunca hubo tal cosa), sino de culturas indoeuropeas pre-cristianas: germanas, celtas, griegas, romanas y demás. El término pagano, como sabes, tiene que ver con los cultos campesinos (aquí sí viene bien tal término) romanos. Fue usado peyorativamente por los sacerdotes de ‘divinidades extranjeras’; viene a decir salvaje o silvestre (‘heide’, creo recordar, en alemán), inculto, pueblerino y ‘semas’ relacionados. Es una recuperación ‘in memoriam’ lo que yo pretendo; un tener en cuenta nuestras ancestrales tradiciones, y un anteponerlas a otras. Se trata de reivindicar las culturas europeas pre-cristianas, o las culturas indoeuropeas, o las culturas aryas, simplemente, y usarlas en la educación ‘religiosa’ (religante, vinculante) de nuestros infantes (extraer de ese fondo los ejemplos éticos colectivos). Una ‘paideia’ basada e inspirada en nuestras propias culturas ancestrales, y no en culturas ajenas (como es el caso desde hace casi dos mil años). Así como los griegos usaron a Homero. Esto puede ser un principio; el principio del retorno.

En términos nietzscheanos se trata también de volver a jugar, de volver a decir sí. De superar al ‘león’ en nosotros (aquél que dice no). Ni el ‘camello’, ni el ‘león’ hacen posible ningún renacimiento, ningún retorno, ninguna renovación.

Yo hablo de nacionalismo europeo. Y de un nacionalismo que no es de ayer ni de antes de ayer, sino que tiene miles de años. Es un grave error menospreciar o ignorar ese múltiple y valioso legado –y trae malas, tristes, pésimas consecuencias.

                                                                                      *

Saludos y hasta la próxima,

Manu