Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

martes, 18 de febrero de 2014

106) Breve respuesta a un comentario


Breve respuesta a un comentario.


Manu Rodríguez. Desde Europa (18/02/14).

 
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Querido amigo (anónimo), tienes toda la razón. Los blancos cristianizados (judaizados) tendrán que elegir en su momento si seguir al pueblo hebreo (sus claves religioso-culturales, sus mitos, su gente, su historia…), o seguir a su propio pueblo (nuestras claves religioso-culturales, nuestros mitos, nuestra gente, nuestra historia…). Llevo tiempo llamando la atención acerca del judeo-mesianismo de muchos grupos ‘nacionalistas blancos’. Es una tropa inútil, perdida para nuestra causa –su lucha es una parodia, un simulacro. Parecen no advertir que están vencidos de antemano (desde el momento que usan claves simbólicas judías), aún más, que forman parte del enemigo.
Otro asunto son los auto-denominados paganos. Nunca existió el paganismo. Es un disparate hablar de ceremonias paganas, de espiritualidad o religiosidad pagana, de mentalidad pagana, de cultura pagana... Los términos ‘pagano’, ‘paganismo’, y similares lo usaron los cristianos para designar a todos aquellos, individuos o pueblos, que no eran cristianos. Son términos genéricos que no hacen distinción de culturas. Es decir, que tan pagano era un griego, como un egipcio, o un  caldeo –aunque no tuvieran nada en común. Las diferencias entre estas culturas carecían de interés (a los ojos de un cristiano). Términos similares son el de ‘kafir’ musulmán (que designa a todos los no-musulmanes sin distinción) o el de ‘goy’ judío, que hace referencia a todos los no-judíos. Son términos vacíos que no contienen ninguna información cultural acerca de los pueblos así denominados –salvo  la de que son pueblos no judíos, no cristianos, o no musulmanes. Añadiré que tales términos tenían, y tienen, una fuerte carga peyorativa.
Una anécdota. La palabra sueca ‘lapón’, que hace referencia al pueblo de los ‘sami’, viene a significar tonto, estúpido, torpe y términos relacionados. Es obvio que a ningún sami le gusta que le llamen lapón. Lamentablemente, es el término que se ha generalizado.
Nosotros somos indoeuropeos o aryas. No debemos auto-denominarnos paganos (así como ‘kafir’, o ‘goy’). Sería como insultarnos a nosotros mismos. Nosotros somos aryas, y esta palabra es digna, y suficiente. Somos los herederos de tradiciones ancestrales (griegas, romanas, germanas, celtas, eslavas, baltas… y más allá, hititas, védicas, iranias…). No hay pueblo sobre la tierra que tenga un patrimonio espiritual tan rico como el que nosotros poseemos, y este patrimonio alcanza hasta nuestros días –hasta Darwin, Nietzsche, o el período nazi (el nacimiento de nuestra nación).
La cultura de un pueblo es su religión; su propia cultura desde los orígenes (desde que se tiene memoria) –hablo del legado, del patrimonio, de la herencia lingüístico-cultural en su conjunto. Ésta es la genuina religión de los pueblos. La religión arya hace referencia al legado lingüístico-cultural de los pueblos aryas o indoeuropeos (hasta nuestros días, repito).
No podemos reconstruir las ceremonias pre-cristianas de nuestros pueblos. La destrucción, la aniquilación, fue total. La evolución natural de muchas de nuestras tradiciones se cortó bruscamente hace cientos de años (sobre todo aquellas relacionadas con los cultos públicos y privados). Si queremos volver a tener ceremonias o ritos religiosos (simbólicos, vinculantes, comunes), privados o públicos, tendremos que crearlos. Por mi parte estoy de acuerdo con ello. En mi opinión deben ser breves, sencillos, sobrios –espartanos. Y no usar vestimentas, elementos o adornos anacrónicos que muevan a risa. Han de ser contemporáneos.
La conciencia arya es muy reciente. Hasta hace bien poco (un par de siglos atrás) ignorábamos nuestra existencia –la existencia de nuestros pueblos. Hoy sabemos que pertenecemos a un tronco común; que nuestros genes y nuestras lenguas y culturas tienen un origen común. Que somos pueblos hermanos. Este conocimiento, este saber, esta conciencia, suponen un nuevo comienzo, una renovación; un renacimiento que afecta a todos nuestros pueblos. Una llamada. Una aurora. Son tiempos nuevos para los pueblos blancos. Vivimos algo nuevo, inédito en nuestros anales; un nuevo estadio, un nuevo periodo. Algo electrizante, sublime. La invención –de ritos, ceremonias, o festejos– está obligada.
Falta que existan comunidades aryas (municipales, comarcales, provinciales, regionales…). Estas comunidades tendrán sus centros religioso/culturales aryas, y no les faltarán templos y capillas. En su momento se instituirá una ‘ecclesia’ arya –con su consejo de expertos, de sabios. Habrá que elaborar un calendario arya, con su ‘santoral’, sus tradiciones, fiestas, conmemoraciones y demás –establecer el ciclo anual arya.
Ahora somos un pueblo; disponemos de nación, no estamos huérfanos. Somos la nación blanca, la nación arya. Una nación que agrupa, que liga y religa en un haz (en un ‘fascio’) a todos los pueblos blancos de tradición indoeuropea. Esta nación es nuestra madre patria, nuestra fe, y nuestra causa.
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Saludos,
Manu

3 comentarios:

  1. Querido amigo Manu, gracias por responder a mi anterior mensaje. He optado por ponerme un seudónimo.
    Referente a lo que comentas, estoy muy de acuerdo, pienso que habría que ponerse manos a la obra aquí en la hispania romana, crear un grupo, este grupo sería un "bosquejo" de la incipiente comunidad arya hispánica, primero ver cuántos somos, de que zonas diferentes, y fijar un lugar de encuentro. La palabra ecclesia es del latin y, como bien sabes, significa asamblea, y siempre que se pueda, organizar todo al margen de internet, puesto que este medio es un método muy efectivo de control social por parte de los que ya sabemos.
    Un cordial saludo.

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    1. Querido amigo, la reunión que comentas la considero prematura (¿con quién contamos?). Necesitamos más número, más promoción. La idea de una iglesia/nación arya ha de penetrar en los grupos nacionalistas e identitarios, e incluso en aquellos que se auto-denominan paganos. O en los grupos odinistas (Asatru), o los relacionados con la tradición celta… Nuestra comunidad está muy fragmentada.
      Ahora se trata de la ‘aryanidad’, no de la ‘germanidad’, la ‘celtidad’, o la ‘romanidad’, y aún menos de lo francés, lo italiano, lo ruso, o lo inglés. La iglesia/nación arya abraza a todas las tradiciones lingüístico-culturales aryas. (Decir nación arya es decir ecclesia o comunidad arya.)
      Ahora la identidad es la arya, la nación/comunidad es la arya, y la religión es la arya –entendiendo por religión arya el legado étnico y lingüístico-cultural (o biosimbólico) de nuestros pueblos.
      Lo que hace de nosotros una comunidad o nación es justamente nuestra común identidad biosimbólica. Y esta identidad es también nuestra religión (aquello que nos religa y hace de nosotros uno).
      Los grupos que se formen tendrán que partir de estas premisas. En su momento contaremos con agrupaciones que irán desde lo municipal, provincial, regional, nacional… a la Liga de Naciones Romanas, o la Liga de Naciones Celtas, o Germanas, o Eslavas, y demás. Las respectivas ‘cabezas’ de estas ligas conformarán la asamblea o el consejo general de la ecclesia/nación arya.
      Cuando hablo de la iglesia/nación arya, con su religión arya, estoy hablando también de fieles. Todos los individuos y pueblos blancos de tradición arya o indoeuropea son los reales o potenciales fieles de esta religión/comunidad/nación.
      En fin, difundamos más entre nuestra gente esta iglesia/nación arya, con su religión arya; anunciémosle este hermoso futuro. No debemos ser impacientes. Si persistimos, ya vendrán los frutos.
      De todos modos, ¿conoces a alguien más que conozca o que esté de acuerdo con la idea de la iglesia/nación arya? Creo que has sido tú el único que se ha interesado por esto que comento en mis post desde hace tiempo. Tienes mi dirección e-mail arriba, puedes escribirme directamente. Estudiaremos la forma de difundir estas ideas de forma más efectiva.
      Saludos,
      Manu

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    2. Querido amigo Manu,
      Pensaba que éramos más, yo tampoco conozco a nadie más por ahora. De todas formas es una buena noticia que hayamos coincidido, desde luego queda mucho por hacer y mucho camino por recorrer, muchos muros que derribar y barreras que eliminar, hasta que los diferentes pueblos blancos estén decididos a realizar un acercamiento. Por cierto, te he enviado un e-mail.
      Saludos.

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