Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

165) Genocentrismo XIX


Genocentrismo XIX.


Manu Rodríguez. Desde Gaiia (08/11/17).

 

*

 

*Si fuéramos educados e instruidos desde la sustancia viviente única, como sustancia viviente única, y no como miembros de tal etnia, tal nación, o tal cultura…
Todas las estupideces en las que viven, aún, los grupos humanos. Las discordias entre etnias, entre culturas, entre naciones… Las consecuencias letales. La locura y el horror. La pérdida de tiempo, de vidas, de luz…
El planeta está lleno de tales estupideces. La alienación étnica, nacional, cultural, religiosa, política… de las masas. Colectivos poseídos, dirigidos, instrumentalizados…
Las múltiples alienaciones a las que se ve sometida la vida en el cariotipo humano en función de su etnia, de su lugar de nacimiento, de su status, o de su entorno político o cultural.
La vida alienada, extrañada de sí; detenida, paralizada.
El desvío, el extravío. El olvido, el soterramiento del ser único que somos.
Viene esto a cuento por los recientes conflictos que estamos padeciendo en nuestros territorios, en este rincón de la vieja Europa. Individuos que cifran su dignidad y su contento en ser de aquí o de allá, y sólo de aquí o de allá. En este planeta viviente.
Patrias, naciones… ideologías… cosas muertas, idas… Residuos del neolítico; fantasmas del pasado, de los tiempos más sombríos. Que siguen moviendo, agitando a los colectivos humanos, desviándolos de sí, apartándolos de su íntima naturaleza, de su ser y de su sentido.
Retardan, obstruyen la salida del neolítico estos movimientos colectivos. Lastran, dificultan el destino de la especie humana, de la especie elegida.
No hay otra salida de este desnortado periodo, que se resiste a desaparecer, que el genocentrismo. Necesitamos una nueva ‘paideia’, una nueva instrucción para los recién llegados que les inicie, desde que nacen, en su ser genético único; un nuevo comienzo o principio (‘arkhé’), un nuevo ‘éthos’, y una nueva excelencia (‘areté’).
*En nuestros ‘inocentes’ informativos (para todos los públicos) se minimiza la importancia que para la vida tiene la sexualidad natural, la primitiva y originaria, la sexualidad reproductiva, y se ensalza y promociona la ‘sexualidad’ contranatural, alternativa, o transgénero (véanse los ‘persuasivos’ reportajes y documentales al respecto que circulan por nuestros mass media).  
*La explotación, la contaminación… Mundo inmundo.
Los malos caminos para la vida se unen. El insaciable, el ciego deseo de oro, de poder, de placer. Todo contribuye a su degradación. Las aguas, la atmósfera, el suelo productivo… la flora y la fauna… los colectivos humanos… Todo contaminado, mancillado, impuro.
Todo para en manos del ‘malo’ –de las malas intenciones, de los malos discursos, de las malas prácticas… Desde que tenemos memoria.
Ésta es la civilización que vivimos. La corona de las prácticas depredadoras y destructivas del entorno físico-químico y del mundo nuestro viviente; la corona del neolítico. Destruimos un mundo cuyas condiciones físico-químicas (atmósfera, temperatura, salinidad de los océanos…) la vida ha ido modificado hasta hacerlo cada vez más habitable. El ecosistema planetario es obra también de la vida. La misma vida ha colaborado en sus propias condiciones de existencia.
¿Quién es el sujeto de tales pésimas actuaciones; en nombre de quién…? Es el ‘hombre’, es la ‘humanidad’… El ‘hombre’ o la ‘humanidad’ son el fetiche o la coartada, la excusa…
O la vida alienada en una de sus criaturas, sin voz… (inconsciencia, olvido del ser…). O el uso mixtificador de lo ‘humano’ o la ‘humanidad’: en el nombre de la ‘humanidad’, o del progreso de la ‘humanidad’. Primero lo humano, en cualquier caso.
Es una dictadura, una tiranía, lo que ejerce el ‘hombre’ sobre este planeta viviente. No el hombre, en verdad, sino la misma vida. Es vida contra vida.
El hombre ha tiempo que ha desaparecido –desde Darwin, desde la revelación de la sustancia genética. Lo nuestro ahora, en el periodo genocéntrico, es la vida, no lo que concierne a los ‘humanos’ –al individuo,  a la especie, o a tal etnia o grupo social…
*La vida alienada, esclavizada… subordinada a una especie determinada, a una etnia, a una cultura… No gira alrededor de sí misma. No piensa en sí. Se ignora. La ignorancia fatal.
Liberar a la vida, a la sustancia viviente única, de toda servidumbre. A Líf, a Gaiia…
*Nosotros somos mortales, pero la sustancia genética es virtualmente imperecedera; es el/la/lo viviente indestructible, inmortal.  La sustancia viviente se eterna, se prolonga en las generaciones.
Las biomoléculas. La materia viviente cósmica. Tan eterna como el mismo cosmos. Consustancial.
*Tiempos finales. Decisivos. Batalla final. Las catástrofes de todo tipo (humanas y medioambientales) que nos envuelven; que ponen en peligro a la misma vida. Nunca tan cerca del final.
Las buenas intenciones. Querer, pensar lo mejor para la vida. Actuar en consecuencia.
El dualismo etológico (ético, moral). Con la buena elección no se salva el hombre, sino la vida. La libertad de elección, y la elección de lo mejor para la vida, no conduce a la liberación o salvación ‘personal’. No es la liberación o salvación del ‘hombre’ (individual) la meta, sino la liberación o salvación de la vida. La vida elige la vida. Por último, no es una ‘doctrina’, o una ‘fe’. Es un saber.
Las buenas intenciones, carentes de fuerza, se ven arrastradas por el poder y la fuerza de las malas intenciones. El buen espíritu nada puede. El resultado es un planeta devastado. Estamos destruyendo el hábitat, la morada, la labor de millones y millones de años. Un futuro terrible nos aguarda si continuamos por este camino. ¿Qué hacer?
El caos, la destrucción como nunca antes. En todo el planeta. La ciega violencia, la ciega explotación… Las malas prácticas –el mal hacer. Todo el planeta afectado –no hay rincón que se libre de la presencia del mal espíritu y de sus obras.
La vida se lamenta. Los ‘videntes’. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? El mal espíritu hace lo que quiere sin control alguno. La obra de nuestros ancestros arruinada, deshecha.
Sujetar, vencer, dominar… Es la vida la que ha de poner freno a la vida. La vida que se lamenta, la vida que ‘ve’, ha de proyectar luz sobre nuestras acciones.
Corregir el rumbo. Cambiar de camino –de costumbres, de hábitos. Habitar, morar de otro modo.
Autoconocimiento y autodominio. No basta con mandarse, hay que obedecerse (Nietzsche). La interna jerarquía.
¿Cómo, conoces lo mejor y eliges lo peor? ¿Has perdido el juicio?
Hoy no cabe alegar ignorancia.
Los enemigos de la vida. Los codiciosos, los belicosos, los mixtificadores…  Los enemigos de la verdad y de la vida. Sembrando muerte y miseria en el planeta entero.  Un planeta viviente que se duele y se lamenta. Apenas si tiene valedores, y estos carecen de fuerza, de poder. ¿Cómo regenerar la vida?
La vida que a sí misma se explota, se agrede, se destruye, se arruina… La vida mala, la vida enferma…
Son unos pocos los que gobiernan el mundo, los que se imponen. Es el poder de unos pocos. Imponen su mundo, su ley, su orden… por las buenas o por las malas.  Lo vemos cada día. Las masas, las inmensas multitudes alienadas, manipuladas, engañadas… instrumentalizadas. La eterna guerra, la eterna miseria. El caos, el desorden endémico en este planeta.
La vida buena arrinconada. No hay espacio, no hay lugar para la vida buena. Todo contaminado, mancillado, maldito.
La buena fe y la mala fe son estados de conciencia. A sabiendas se hace el mal. Con malas artes, con mala fe se imponen los pocos sobre los muchos. La buena fe nada puede. Es el eterno, el constante triunfo de los ‘malos’. Las ficciones que el ‘sistema’ pone en circulación (cinematográficas, literarias, religiosas, políticas…) nos engañan, nos ciegan, el bien jamás triunfa.
No se puede, no se podrá contra los sistemas de poder y sus beneficiarios. De hegemonía en hegemonía, de sistema en sistema, de poder en poder… Así vamos. De manipulación en manipulación. La lucha entre los diversos sistemas de poder.  Las fuerzas aliadas del ‘sistema’ de poder dominante actual. Y este sistema de explotación, de agresión, de poder… ¿cuánto durará? Y el próximo. De ‘amo’ en ‘amo’ vamos.
La buena fe, las buenas intenciones, la buena conciencia… nada pueden contra esta turbia lucha por la hegemonía entre los diversos sistemas de poder. Omnipresente. Ubicua. No hay rincón del planeta libre de la querella por el poder entre los codiciosos. Las banderas, las facciones enfrentadas (las masas manipuladas, instrumentalizadas… la carne de cañón).
No hay salida, tal vez. Esto es lo que hay. La realidad. El ser. Lo que fue y lo que será. No hay otro camino; no hay alternativa. Eterna sombra.
La salida que el ‘sistema’ (los diversos sistemas de poder) nos ofrece es la salida individual, la salvación personal. Los muy zorros.
La alternativa ha de ser global. Aquí o nos salvamos todos, o no se salva nada ni nadie.
El ‘hombre’ es tanto el problema como la solución. Quiero decir la vida en el cariotipo específico humano. Es la vida en todo momento. Es la vida el problema, y es la vida la solución. Es vida contra vida. Y es vida pro vida.
La lucha, absurda, incongruente, por el dominio del ‘mundo’ de unos contra otros. Un dominio que ya la vida ejerce. Porque  la vida es poderosa en sí misma. Y la vida en el cariotipo humano tanto más. ¿A qué buscar y codiciar un poder que ya se tiene?
Justamente un paraíso podría ser la vida de todos en este planeta. Un mundo regenerado. Pacíficos trabajadores, pacíficos investigadores, pacíficos exploradores… Una vida en progreso y en paz.
Un mundo centrado en la vida y en lo que es bueno para la vida. La gestión ecológica del planeta. El cuidado del medio (biótico y abiótico).
La revolución genocéntrica es lo que está por venir. La salida global a miles de años de locura y de horror; de ceguera, de inconsciencia, de no saber... La única salida. No como hombres hemos de luchar por este futuro, sino como vida.
¿Cómo podrá ser esto? ¿Cómo se alcanzará este nivel? ¿Cuándo? El tiempo apremia. Hay procesos irreversibles. Perdida de flora y fauna. Contaminación del suelo, del aire, de las aguas… La hambruna, la miseria, la violencia, la guerra… –endémicas, enquistadas, eternas. Dolor, dolor, dolor… ¿Cómo saldremos de ésta? Son los últimos tiempos, sin duda. Como nunca antes. Nunca más necesitados de una salida.
Nosotros, la vida, somos el problema y la solución. Únicamente nosotros, los miembros del cariotipo específico humano, podemos frenar o detener la autodestructiva marcha que llevamos. En nuestra mano está el cambiar de rumbo, el cambiar el modo y manera de estar, de ser, de vivir… en este planeta.
Actuar con inteligencia, con cordura, con verdad… El bien hacer. Un ‘éthos’ nuevo centrado en la vida. La vida es ahora la medida –no el hombre, no la criatura. Lo que es bueno o malo para la vida. Éste es el criterio que ha de guiar la acción. Éste ha de ser nuestro morar, nuestro con-vivir, nuestro co-habitar en este planeta. El proceder ajustado es nuestra única garantía de futuro.
*Las palabras pueden ser engañosas, tramposas, dia-bólicas… Lo dia-bólico es la doble intención, el doble consejo, la doble lengua… la doble fe –la lengua bí-fida. Si las palabras no son suficientes para ‘cautivar’, doblegar, o dominar, se aplica la disciplina del terror (Isidoro de Sevilla)… Los violentos y los astutos son los que mandan en nuestro mundo viviente. De ellos es el poder, y la gloria.
Lo contrario de lo dia-bólico es lo sim-bólico. Lo sim-bólico es el sentir común, el con-senso, el querer común… El pensamiento común –el pensar en todo y en todos. Lo sim-bólico es la concordia, la armonía, el orden (asha, rtá) deseable.
La conducta integral –el pensamiento, la palabra, y las obras. Una sola lengua sublime y acordada.
La conducta de los individuos humanos es generalmente egoísta. No se piensa en el otro, en el beneficio común, sino en el propio provecho. La conducta de la ‘humanidad’, en este planeta, es la suma de todos esos pequeños egoísmos, de todas esas pequeñas voluntades. Todo humano mira y tira para sí. Es un universo ‘tenso’, un mundo tensado de egoísmos. No hay nada común, nada que una, que haga ‘uno’.
Lo simbólico es lo común. Lo que concierne a todos. La conciencia colectiva, una.
*ZHN, el viviente. Gaiia, la viviente. Ahu, el existente. Líf, la vida… Xenus. Genouss y Genoussin.
Xenus/Nexus es la vida en el cariotipo humano –la vida consciente de sí. Recuperada la conciencia, la memoria, el ser… Reavivada, renacida.
*Creador, artífice, demiurgo, señor de las criaturas… Dhatr, Tvashtr, Prajapati… La materia viviente. El plasma germinal. La sustancia viviente única. Xenus. Nos. Genouss y Genoussin.
La vida que cuida de sí; que se protege, que se prodiga, que se ama. Lífthrasir.
*
Hasta la próxima,
Manu

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