Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

miércoles, 27 de diciembre de 2017

169) Eterna sombra


Eterna sombra.


Manu Rodríguez. Desde Gaiia (27/12/17).

 

*

 

*El triunfo, una vez más, de la mentira. Los políticos independentistas catalanes, los más mentirosos de nuestra reciente historia, han vuelto a ganar las elecciones. La mentira es más rentable que la verdad.
¿Puede una comunidad, una sociedad, un pueblo… fundarse en la mentira? Si, indudablemente. Y la prueba incontestable la tenemos en el pueblo judío. Sus sacerdotes urdieron aquello del pueblo elegido, y el pueblo les siguió. Fue un auto-engaño muy productivo. Y lo fue tanto más cuando consiguieron que otros pueblos así lo creyeran. El cristianismo, una secta judeo-mesiánica creada para difundir semejante cuento entre las naciones, lo consiguió. Los pueblos cristianizados perdieron sus culturas, sus tradiciones, el nexo con sus propios antepasados; adoptaron (o fueron obligados a adoptar) las creencias y tradiciones del pueblo judío –con todas sus consecuencias. Ahora el dios de los judíos ha devenido para tales pueblos el único dios, y el pueblo judío el único pueblo elegido entre todos los pueblos. Mayor triunfo no se podría ni siquiera haber imaginado.
Si, la mentira es más rentable que la verdad.
Hoy a la mentira se la llama posverdad. Hoy es en la política donde triunfa la mentira. Hoy, como ayer, los que urden mentiras ganan, los que juegan a la verdad pierden.
En el juego de la vida los tramposos y los violentos ganan la partida. Es un mundo donde la mentira y la violencia triunfan una y otra vez, y donde los veraces y los pacíficos llevan siempre las de perder.
Toda la historia de los humanos, al menos desde que tenemos memoria, desde comienzos del neolítico histórico (hace unos seis mil años), está plagada de engaños y violencias colectivas. Los engañados y violentados son constantemente usados como fuerza de trabajo, o como brazo armado. Las superestructuras, las ideologías (religiosas, jurídicas, políticas…), son tan sólo instrumentos de alienación y de dominio en manos de los tramposos y los violentos –siempre aliados.
Las oligarquías dominantes, los sistemas de poder –y sus beneficiarios. Las ‘clases’ dominantes, los ‘poderosos’. A los más, a los muchos, se les convierte, a la fuerza o de grado, en mano de obra o carne de cañón.
Los ‘amos’ se suceden y todo sigue igual. No hay cambios, ni perspectiva alguna de cambio. ‘La noche se amontona sin esperanzas de día’. Es siempre la misma historia. De un lado los menos dirigiendo, urdiendo, maquinando, del otro los más (las masas) movilizados, dirigidos, manipulados, instrumentalizados. Los ‘listos’ y los ‘tontos’. Los instrumentos de movilización (los engaños colectivos): ayer la ideología religiosa, o la fe común,  hoy las ideologías políticas ‘liberadoras’ (el comunismo o el socialismo, la democracia…), o la patria o nación. Las muchedumbres, una vez adoctrinadas, se dejan conducir, hacen lo que se les dice que hagan –para conseguir la ‘libertad’, la ‘justicia’, la ‘democracia’, la ‘nación’… En el calor de las movilizaciones no advierten su calidad de instrumentos, de útiles en manos de los menos –los verdaderos amos de la situación. Los únicos responsables son aquellos que siembran la división, el odio, el resentimiento, el enfrentamiento… los únicos que sacan algo de la contienda –los ‘listos’, los poderosos, los menos… 
Los menos y los más, los pocos y los muchos. Entre unos y otros es preciso encontrar un espacio, un lugar donde vivir lejos de unos y de otros; lejos de la mentira y de la violencia destructivas. Lejos de los listos, de los formadores de opiniones colectivas, y de las muchedumbres alienadas, idiotizadas, enloquecidas.
Desviar la vista de la penumbra, de la oscuridad, de la noche. Es una vida absurda las que nos hacen vivir, una vida sumida en la estupidez, en la violencia, en el engaño… Perdemos el tiempo, perdemos la vida. Necesitamos un lugar fuera, un lugar aparte de la locura y del horror. Un lugar lo más cerca posible de la creación, y de la verdad. ¿Dónde ese lugar? Necesitamos luz, claridad, vida.
El espacio ‘entre’. No la interfase, sino lejos, fuera. Otro lugar, otro espacio, otra vida.
Hay un espacio ya construido, ya habitado, donde la verdad y la belleza gobiernan las vidas. Hay una humanidad creativa y luminosa que ama el conocimiento y la sabiduría. Hablo de los aislados, de los solos; de los excluidos de la contienda; de los no vistos, de los no seguidos, de los no escuchados.
Una  sabiduría fundamentada en las ciencias de la vida es el conocimiento que más nos concierne, pues nosotros somos la vida. Es un saber que nos habla del ser que somos, y nos habla de la unidad de la vida. No hay sino una sola vida. Una sola sustancia viviente, una sola esencia; una y la misma en el árbol y en el ave… Es una unidad, es un Uno.
¿Por qué no somos uno? ¿Qué nos divide y nos enfrenta? Ideas y palabras probadamente engañosas nos dividen y nos enfrentan; desgarran nuestra esencial unidad; desgarran el Uno que somos. Así andamos, dentro y fuera, en lo grande y en lo pequeño, divididos y enfrentados. Por nada, por naderías; por cosas inexistentes; por graves ficciones, por mitos, por mentiras.
Camino de la verdad y de la belleza; del conocimiento, del arte, de la creación. El camino de los solos, de los unos. Uno con el cosmos, uno con  la vida. El camino de la unidad. No lejos, ni fuera, sino dentro de la vida, del cosmos, del ser.
*
Hasta la próxima,
Manu

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