Genogramas I.
Manu Rodríguez. Desde Gaiia
(13/01/19).
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1.
La caza
–digna de ser así llamada–
ha de ser
incierta, dificultosa,
y escasa
(escuchado en tv.).
Ni
segura, ni fácil, ni abundante.
2.
El
cuido, la guarda,
la
defensa del ser.
Siempre
en vela.
3.
El mensaje de los futuros –los portadores
del
mensaje nuevo; del nuevo fuego.
Los futuros traen noticias de Xenus,
de la vida –acerca de nosotros mismos.
4.
Tras la autognosis el alma conoce
en todo momento si aquello que hace,
piensa o dice conviene o contraviene
a la sustancia viviente única; esto es,
a sí misma.
5.
El alma múltiple, compleja,
bulliciosa; colmada de pulsiones
y voluntades insatisfechas.
La interna lucha;
la jerarquía interior.
El íntimo orden.
El fuero propio.
El alma contradictoria,
paradójica, ambigua;
al mismo tiempo
consigo y contra sí.
Cada uno de nosotros
es un fragmento de vida,
de la vida única.
Por consiguiente…
6.
Lo que no cesa en lo Uno primordial,
en la sustancia viviente única:
la geminación, la fragmentación,
la diseminación… y la incierta
errancia de las unidades escindidas.
El nacimiento de nuestra cifra
genética conlleva la separación,
el extrañamiento de lo Uno.
Hablo de la individuación.
En la autognosis el alma
consigo misma enlaza.
Deviene alma auto-contenida,
auto-poseída. Propia. Suya.
Deviene una con lo Uno.
7.
El alma se viste de oruga,
el alma se viste de mariposa…
¿es la misma alma
la que cambia de traje?
Las transformaciones del soma
las realiza la sustancia viviente única
en todo momento, en toda ocasión.
8.
La red de redes, la red genética.
El hologenouma del planeta.
Fluye por los aires, por las aguas,
por los cuerpos, por
los suelos…
Se eterna… Nosotros mismos.
9.
Estamos vivos en todo lo viviente
–estamos, estuvimos, y estaremos.
Vivimos y viviremos.
Y vivimos dentro y fuera.
La vida que somos no cesa
de ser. Somos la viva imagen
de la inmortalidad.
10.
El alma está en el cuerpo:
se mueve el alma – se mueve
el cuerpo. Los movimientos
del cuerpo son movimientos
del alma; movimientos transferidos.
Los movimientos del ser que somos
“se escriben en el alma,
pero se leen en el cuerpo.”
El alma desplegada, difundida…
–hasta los últimos rincones
de los innumerables
y variados cuerpos.
Siempre una y la misma.
Es lo único vivo en la criatura.
11.
Los somas del alma son, entre
otras cosas, semas, señales.
Allí donde hay vida los coloquios
se multiplican, los signos pululan…
las lenguas, los dialectos. La biosfera
contiene de suyo la semiosfera
–en lo grande y en lo pequeño.
Señales táctiles, sonoras, visuales,
térmicas, eléctricas… Es un mundo
de signos y señales. El fluido semiótico.
La interpretación del mundo entorno
–su semiotización. Todo al alcance
de nuestros sentidos… Cosas y sucesos.
Todo es transmutado en signo.
La transducción. El transporte.
Nuestro vivir, nuestro ser en el mundo,
es una comunión mediada por la palabra,
por el lenguaje, por los signos.
Algo misterioso, y sublime.
12.
Un organismo es una ‘obra en
progreso’,
una obra siempre inacabada,
siempre
en construcción; siempre en
marcha,
siempre en camino. Siempre en
devenir.
El nunca llegar a ser una obra
acabada, siempre algo por hacer.
La ontogenia imposible.
El devenir, la evolución,
afecta a todas las formas vivas.
El desarrollo, el despliegue del
ser.
La vida no se detiene jamás.
13.
El alma (la ‘psykhé’) de lo
viviente
es lo viviente mismo. El alma,
lo viviente, el ser en devenir…
14.
No hay soma, sino genouma
–sustancia genética;
no hay cuerpo, sino alma
(‘psykhé);
no hay carne, sino espíritu…
No hay plantas, ni animales, ni
bacterias…
Definitivamente, no hay dos
sustancias.
Tan solo Xenus, la sustancia
viviente única,
en todas y cada una de las
criaturas,
de los fenotipos, de lo que
aparece…
Xenus: lo único viviente, el
único sujeto;
actor y espectador… Lo Uno
primordial.
Nos, la vida.
No cabe considerar el cuerpo, el
fenotipo,
como ente o como existente.
Ver en cada fenómeno biológico
el noúmeno, el genoúmeno;
en cada soma, su (holo)genouma.
No hay aves, ni insectos, ni
reptiles…
No hay plantas, ni árboles, ni
flores…
Ser intemporal. No hay genes
ancestrales. Es siempre la misma
sustancia. Tenemos casi cuatro
mil millones de años.
La perspectiva genocéntrica.
La perfecta contemplación.
Estamos en todas y cada una
de las formas vivas. Libando,
pastando, devorando…
enraizando, floreciendo…
Contemplo y me contemplo.
La coexistencia sublime.
15.
La sustancia viviente única.
La sustancia que a sí misma
se tiene, que a sí misma se
posee.
Se cumple el círculo; se cierra
en sí misma, consigo misma
–es el anillo; son las bodas.
La experiencia misteriosa;
la experiencia sublime.
Autognosis.
16.
No hay ‘tú’, no hay otro, sólo
‘yo’.
Siempre habla la vida,
siempre es la voz
de lo Uno primordial.
En todo momento
y en todo lugar.
No hay sino ‘uno’.
Allí donde ames,
allí donde odies,
a ti mismo te amas,
a ti mismo te odias.
En lo grande y en lo pequeño;
dentro y fuera.
17.
Nos, la vida;
Nos, la luz.
18.
Un buen día me di cuenta
de que a mis escritos
les faltaba aire, espacio
–les faltaba respirar.
*****
Hasta la próxima,
Manu
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