Genogramas
XIII.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (12/07/19).
*****
1.
Cuando
el lenguaje no nos confunde;
no
nos aliena, no nos extraña
de
nosotros mismos, del genouma,
del
sub-jectum; no ‘habla’ por nosotros.
No tiene tanto poder. Es un nudo
que
podemos desatar.
El
sujeto cultural, meramente simbólico.
El
sujeto antropocéntrico, fenocéntrico.
Los
‘yoes’ meramente culturales. Frente
a
este sujeto, sí verdaderamente alienado
por
la cultura, se eleva la figura de Xenus/Nexus.
Posición
paradójica. Paso.
Angostura.
Desfiladero.
El
grado de autonomía, de respuesta,
que
nos cabe. Aun dentro del troquelado
simbólico.
La reflexión acerca del ámbito
donde
somos. La re-flexión. La especulación.
El
sujeto innominado, ignorado, enseñado,
instruido;
portador de ‘personas’, de ‘yoes’
culturales.
El que subyace. Éste sólo es el que
puede
situarse en la angostura. Equidistante
tanto
al extrañamiento como a la confusión
o
alienación que el mismo lenguaje provoca.
Por
el lenguaje se nos personaliza,
se
nos totemiza (vale decir).
Se
nos aliena. Se nos enmascara.
El
sujeto es hablado. Personalizado.
Des-subjetivado.
Hablan las personas
y
no los sujetos que soportan
o
sostienen a esas personas.
2.
Por
fuera cortante, aristado, frio.
Por
dentro suave, fluido, liso.
3.
La
‘revelación’ de la sustancia
genética
es esencial.
El
paso del fenocentrismo
al
genocentrismo.
Todo
ha cambiado.
Nuevo
mundo, nueva era.
Más
allá del hombre, en verdad.
4.
Fragmentos
de la sustancia
viviente
única somos.
Una
sustancia que se piensa;
que
a sí misma se tiene;
que
de sí misma habla.
5.
Cuando
el sujeto
es
uno con aquello
que
le constituye.
Cuando
se tienen entre sí.
Cuando
son una sola cosa.
Cuando
el que dice ‘yo’
es
el que hace ‘yo’.
6.
Si
hay (algo) que decir,
hay
cómo decir,
o
modo de decirlo.
El
sentido puede ser
recogido
en términos,
la
cosa puede ser dicha.
7.
El
hábitat espiritual. Aire, atmósfera,
alimentos
simbólicos. Metabolismo.
Selección
de alimentos.
No
se espera que el medio proporcione
el
ambiente cultural apropiado. Se va
en
busca de ese ambiente, o se le crea.
Formas
de vivir, de pensar, de hablar…
Grados
de independencia, de dominio,
de
señorío.
La
naturaleza cultural de los humanos.
El
condicionamiento imposible.
La
recreación del material recibido.
La
imposible repetición. La mirada
propia
surge, acaba por surgir.
El
genio propio. Reelaboración,
adaptación
del material simbólico
a
nuestra medida.
La
selección del material cultural.
Esto
y no aquello. Lo que apetece.
La
tendencia alimenticia, selectiva:
lo
que viene bien, lo que fortalece,
lo
que sana, lo que enriquece;
lo
que viene mal, lo que debilita,
lo
que enferma, lo que empobrece.
La
naturaleza subyace. El genouma,
Xenus,
el ‘sistema vital’.
La
sustancia viviente única.
8.
Un
viento sin norte, un vector nulo.
Agua
estancada, podredumbre, veneno.
El
nihilismo extremo, ese círculo vicioso.
9.
Una
dirección, un sentido nosotros mismos.
Nos
transformamos en ese sentido,
en
esa dirección que apunta al futuro.
Preñados
de futuro aparecemos. Llenos de sentido.
Ser
el sentido, la cosa misma enunciada.
Un
viento matinal. Nuncio, mensajero. Nexus.
10.
La
mirada valiente, impávida; animada,
curiosa
de porvenir, ávida de futuro.
Preñada
de futuro. Homo Nexus.
Tiempos
de transición vivimos.
Nuevo
ciclo. Nuevo período.
Afectará
al planeta entero.
Milenario.
Desde ya.
Nada
ni nadie podrá evitarlo.
Nada
ni nadie lo impedirá.
Se
requiere un esfuerzo.
Mirar
desde la otra orilla.
Como
llegados, situados
ya
en la otra orilla.
Como
en otro lugar,
en
otra tierra, en otra nave;
otras
estrellas, otro cielo.
Ya
estamos en el nuevo ciclo,
en
el nuevo período. El período
medio
quedó atrás. Nuevos signos,
nuevos
relatos nos alumbran,
nos
orientan en el camino.
11.
Lo que espera a los recién nacidos.
Un momento histórico determinado.
Unas coordenadas, unos parámetros
lingüístico-culturales que le
dotan
de conciencia, de lengua, de
‘yo’.
El origen del extrañamiento.
El
actor desaparece en el personaje,
el
sub-jectum en la persona.
Hablan
las personas, las máscaras,
las
funciones; relaciones funcionales.
12.
Normalidad.
Paz democrática. Rutina.
Calma
otoñal. Quedan por venir la lluvia,
la
nevada, el frío; la noche, el silencio.
El
zureo de las palomas en la madrugada.
El
mirlo, aquí y allá. Y su piadoso trino
en
la alborada. Esa oración. Fraseo único,
monótono,
reiterativo, siempre el mismo.
Con
su pico dorado.
Tedio.
Hastío. Ni brisa, ni aire. Todo cae.
Verticalmente,
a plomada, con fuerza.
Como
queriendo hundirse y desaparecer.
Ese
trino habrá sido. Hasta la hoja más leve
se
hunde sin remedio en este polvo quieto.
Bajo,
remoto, oscuro. Sombra del ser.
Polvo
inerte, estancado. Mudo.
Entrada
la noche resuenan más los pasos.
Lucen
más las estrellas. La atmósfera
misma
desciende. El espacio se transparenta,
clarea.
Se respira el nocturno frío. El sol nada
sabe
de todo esto; centro de luz, nada sabe
de
la luz. Puntos de luz en la noche somos.
Soles
de un día. Prevalecen la nada
y
las tinieblas. ¡Dormid! ¡Despertad!
El
mismo fraseo. La tarde y la mañana sueñan.
Las
ciudades son como soles. Negros soles.
Opacos.
Murmurantes.
Para
otro lo que hacemos. No en el vacío.
No
es por nada el trino. Se anuncia.
Se
hace saber. Hace saber a la amada
y
al rival. Hace saber su presencia,
su
llegada, sus anhelos, su disponibilidad.
El
radio territorial.
*****
Hasta
la próxima,
Manu
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