Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

viernes, 12 de julio de 2019

191) Genogramas XIII


Genogramas XIII.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (12/07/19).

 

                                                                  *****

1.

Cuando el lenguaje no nos confunde;
no nos aliena, no nos extraña
de nosotros mismos, del genouma,
del sub-jectum; no ‘habla’ por nosotros.
No tiene tanto poder. Es un nudo
que podemos desatar. 

El sujeto cultural, meramente simbólico.
El sujeto antropocéntrico, fenocéntrico.
Los ‘yoes’ meramente culturales. Frente
a este sujeto, sí verdaderamente alienado
por la cultura, se eleva la figura de Xenus/Nexus.

Posición paradójica. Paso.
Angostura. Desfiladero.

El grado de autonomía, de respuesta,
que nos cabe. Aun dentro del troquelado
simbólico. La reflexión acerca del ámbito
donde somos. La re-flexión. La especulación.

El sujeto innominado, ignorado, enseñado,
instruido; portador de ‘personas’, de ‘yoes’
culturales. El que subyace. Éste sólo es el que
puede situarse en la angostura. Equidistante
tanto al extrañamiento como a la confusión
o alienación que el mismo lenguaje provoca.

Por el lenguaje se nos personaliza,
se nos totemiza (vale decir).
Se nos aliena. Se nos enmascara.
El sujeto es hablado. Personalizado.
Des-subjetivado. Hablan las personas
y no los sujetos que soportan
o sostienen a esas personas.

2.

Por fuera cortante, aristado, frio.
Por dentro suave, fluido, liso.

3.

La ‘revelación’ de la sustancia
genética es esencial.
El paso del fenocentrismo
al genocentrismo.
Todo ha cambiado.

Nuevo mundo, nueva era.
Más allá del hombre, en verdad.

4.

Fragmentos de la sustancia
viviente única somos.
Una sustancia que se piensa;
que a sí misma se tiene;
que de sí misma habla.

5.

Cuando el sujeto
es uno con aquello
que le constituye.

Cuando se tienen entre sí.
Cuando son una sola cosa.

Cuando el que dice ‘yo’
es el que hace ‘yo’.

6.

Si hay (algo) que decir,
hay cómo decir,
o modo de decirlo.

El sentido puede ser
recogido en términos,
la cosa puede ser dicha.

7.

El hábitat espiritual. Aire, atmósfera,
alimentos simbólicos. Metabolismo.
Selección de alimentos.

No se espera que el medio proporcione
el ambiente cultural apropiado. Se va
en busca de ese ambiente, o se le crea.

Formas de vivir, de pensar, de hablar…
Grados de independencia, de dominio,
de señorío.

La naturaleza cultural de los humanos.
El condicionamiento imposible.

La recreación del material recibido.
La imposible repetición. La mirada
propia surge, acaba por surgir.
El genio propio. Reelaboración,
adaptación del material simbólico
a nuestra medida.

La selección del material cultural.
Esto y no aquello. Lo que apetece.
La tendencia alimenticia, selectiva:
lo que viene bien, lo que fortalece,
lo que sana, lo que enriquece;
lo que viene mal, lo que debilita,
lo que enferma, lo que empobrece.

La naturaleza subyace. El genouma,
Xenus, el ‘sistema vital’.
La sustancia viviente única.

8.

Un viento sin norte, un vector nulo.
Agua estancada, podredumbre, veneno.
El nihilismo extremo, ese círculo vicioso.

9.

Una dirección, un sentido nosotros mismos.
Nos transformamos en ese sentido,
en esa dirección que apunta al futuro.
Preñados de futuro aparecemos. Llenos de sentido.
Ser el sentido, la cosa misma enunciada.
Un viento matinal. Nuncio, mensajero. Nexus.

10.

La mirada valiente, impávida; animada,
curiosa de porvenir, ávida de futuro.
Preñada de futuro. Homo Nexus.
Tiempos de transición vivimos.

Nuevo ciclo. Nuevo período.
Afectará al planeta entero.
Milenario. Desde ya.

Nada ni nadie podrá evitarlo.
Nada ni nadie lo impedirá.

Se requiere un esfuerzo.
Mirar desde la otra orilla.
Como llegados, situados
ya en la otra orilla.
Como en otro lugar,
en otra tierra, en otra nave;
otras estrellas, otro cielo.

Ya estamos en el nuevo ciclo,
en el nuevo período. El período
medio quedó atrás. Nuevos signos,
nuevos relatos nos alumbran,
nos orientan en el camino.

11.

Lo que espera a los recién nacidos.
Un momento histórico determinado.
Unas coordenadas, unos parámetros
lingüístico-culturales que le dotan
de conciencia, de lengua, de ‘yo’.
El origen del extrañamiento.

El actor desaparece en el personaje,
el sub-jectum en la persona.
Hablan las personas, las máscaras,
las funciones; relaciones funcionales.

12.

Normalidad. Paz democrática. Rutina.
Calma otoñal. Quedan por venir la lluvia,
la nevada, el frío; la noche, el silencio.
El zureo de las palomas en la madrugada.

El mirlo, aquí y allá. Y su piadoso trino
en la alborada. Esa oración. Fraseo único,
monótono, reiterativo, siempre el mismo.
Con su pico dorado.

Tedio. Hastío. Ni brisa, ni aire. Todo cae.
Verticalmente, a plomada, con fuerza.
Como queriendo hundirse y desaparecer.
Ese trino habrá sido. Hasta la hoja más leve
se hunde sin  remedio en este polvo quieto.
Bajo, remoto, oscuro. Sombra del ser.
Polvo inerte, estancado. Mudo.

Entrada la noche resuenan más los pasos.
Lucen más las estrellas. La atmósfera
misma desciende. El espacio se transparenta,
clarea. Se respira el nocturno frío. El sol nada
sabe de todo esto; centro de luz, nada sabe
de la luz. Puntos de luz en la noche somos.
Soles de un día. Prevalecen la nada
y las tinieblas. ¡Dormid! ¡Despertad!
El mismo fraseo. La tarde y la mañana sueñan.
Las ciudades son como soles. Negros soles.
Opacos. Murmurantes.

Para otro lo que hacemos. No en el vacío.
No es por nada el trino. Se anuncia.
Se hace saber. Hace saber a la amada
y al rival. Hace saber su presencia,
su llegada, sus anhelos, su disponibilidad.
El radio territorial.


*****


Hasta la próxima,

Manu

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