Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

viernes, 22 de noviembre de 2019

200) Genogramas XXII


Genogramas XXII.

 

 
Manu Rodríguez. Desde Gaiia (22/11/19).

 

 
                                                                  *****

 
1.

Las auroras. Los comienzos.
El esplendor de los tiempos inaugurales.
El entusiasmo, la alegría del comienzo.

2.

El sujeto ‘quién’, ‘aquel que’, ‘el que’…
habla, dice, escribe, o camina… Desde
sí mismo, desde el espacio íntimo del ser.
La entidad genética, la cifra intemporal,
núcleo inefable. Más acá de todo lenguaje.
Que no se ignora, que no se pierde de vista,
que se tiene en cuenta, que se sabe.
Que a sí mismo se tiene. Que mora en sí,
que descansa en sí. Él mismo su morada.

3.

El laberinto, la red del lenguaje, se diría.
Transparente. Sin pliegues ni oscuridades.

4.

La cifra  genética que somos
nunca antes se ha dado,
y nunca más se dará.
Nacer, venir a ser, vivir…
es un milagro, un prodigioso azar.

5.
El genouma quiere saber
en qué mundo ha venido a ser.
La sustancia viviente
es la inteligencia en el cosmos.
La inteligencia cósmica
forma cuerpo con el cosmos.
Es la potencia noética
y poética del cosmos.
Las moléculas vivientes,
semovientes, inteligentes,
creadoras, activas.

6.

¿La virtud de los humanos –la potencia,
el poder, lo que puede–; de ese cariotipo
específico? No es la virtud de una criatura
determinada, sino del que la ha creado
y la anima. No habla, no piensa el hombre,
sino su genouma. Así pues, ya no quiero
seguir hablando (ni pensando, ni actuando)
como hombre: sujeto a tal cultura, a tal
lengua, a tal momento, a tal lugar…

No hablar, no dirigirse, no amar… sino
al fondo, al fundamento; al núcleo, al genouma,
al ser. Los ingenieros, lo creador, lo único
inteligente; lo único vivo.

Ni a razas, ni a pueblos, ni a naciones
ni a ciudadanos me debo. Sino al espíritu
que subyace, al soporte vivo, al sujeto
único de toda acción, de todo pensamiento,
de toda pasión, de toda volición.

7.

Pensar, y decir, y amar… desde
el genouma; como genouma
–como sustancia viviente única.

No hay cuerpo, no hay soma, sólo
hay genouma –sustancia viviente.
No hay sino esta ‘sustancia’ en el otro,
allí. En el árbol, en el ave, y en el pez;
en mis congéneres todos. Sustantes,
soportes, sub-jectum… allí.

No el cerebro-sistema nervioso
–el dispositivo neuronal–,
sino sus ingenieros, sus creadores.
La sustancia genética.
Nosotros. Xenus. Nos.

8.

Las secuencias sonoras significativas.
Sus ‘efectos’, se diría; su poder.
La potencia semántica de los términos;
su ubicuidad, su polivalencia.
Su carácter de producidos de la nada;
en silencio; en la oscuridad.
En el vacío de la página –la escritura.

La hoja en blanco es el vacío;
el silencioso, tenebroso, y frío vacío.

La palabra aporta luz y calor,
ilumina las tinieblas, el vacío.
Resuena en el silencio.

9.

¿Para quién tiene sentido
la palabra hablada o escrita;
escuchada o vista? Revienta,
irrumpe, estalla, explota
en el vacío. El insoportable
vacío; el insoportable silencio.

10.

Preguntas: ¿Coadyuva?
¿Complementa? ¿Se opone?
¿Produce? El no-ser al ser.

Podría decirse que este no-saber
nos acompañará a lo largo
de toda nuestra existencia.

Entretanto, poblemos el vacío
y el silencio; iluminemos
las tinieblas. La palabra
luce en la hoja en blanco.

La palabra, núcleo luminoso
y sonoro en el vacío.

Silencio y sonido. Tinieblas y luz.
Palabras que resuenan-lucen en el vacío.

El calor, la fuerza, la luz, el clamor…
lo aporta el ser, que brama, arde,
y resplandece en el no-ser.

11.

El estío abrasador y el invierno
helado nos hacen apreciar la bondad
de la primavera y del otoño.
¿Qué sabríamos de la sobriedad
y de la calma sin la embriaguez
y la tormenta?

12.

Copias sexuadas de lo mismo.
Copias ejemplares sexuadas.
De lo mismo.
Compañeros y compañeras.
‘Genousse’ y ‘Genoussin’.

13.

Se enuclea el espíritu, el genouma.
Se hace uno. Se centra.
Se reconoce, se ve, se ‘nace’.

La aparición del ‘sentido’.
Lo disperso cobra sentido,
orden, dirección.

La comprensión nos une o unifica;
nos hace al mismo tiempo uno.

El discurso cobra sentido;
‘yo' cobro sentido.

14.

El movimiento, el metabolismo,
la re-producción… La percepción,
la ponderación del medio físico,
químico, viviente… No hay más
que ver cómo se mueve una criatura
cualquiera. Cómo va olisqueando,
lamiendo, curioseándolo todo.
Detectando, decodificando, ‘leyendo’…
Signos químicos, ópticos, sonoros...

Los genoumas leen, descifran
esos textos que son los somas.
Ese sonido, ese aroma, ese color…

15.

La materia viva se conoce, y pone
los medios para conocerse. Desde
el  nivel de las criaturas. Con órganos
creados ad hoc. Con instrumentos,
con medios. A sí misma, en sí misma
inquiere. Por sí misma, para sí misma.

Desde el nivel de la lengua el genouma
se aproxima a sí mismo. La materia
viva a sí misma se analiza.
Tiene acceso a sí misma, a su ser.

16.

No como criaturas debemos enfrentarnos
con los manipuladores de la sustancia genética.
Sino como sustancia genética, justamente.

Un riesgo, una apuesta… el particular
cariotipo que somos. El humano. El más
poderoso. El que puede poner en riesgo,
incluso, la continuidad de la vida en este
planeta, la vida de todos nosotros.

Es importante que el clímax físico-químico
del planeta no se rompa, pues entonces
la sustancia viva –nosotros– desaparecería,
o se vería reducida a las condiciones
del principio, hace cientos de millones
de años. Se perdería lo ganado.

 
*****

Hasta la próxima,

Manu

sábado, 9 de noviembre de 2019

199) Genogramas XXI


Genogramas XXI.

 


Manu Rodríguez. Desde Gaiia (09/11/19).

 

 
                                                                  *****


1.

Se eleva hasta el cielo,
y desde lo alto llueve.
Agua, tierra, bosques,
seres vivos… nubes…
Rayos que hienden
las nubes y vientos
que expanden las lluvias…

2.

La luz liga las cosas entre sí,
las envuelve. La luz diurna,
e igualmente la nocturna.
Nos sitúan.

3.
Tanto más que un mapa,
por cuanto es la clave
que nos abre el mapa.

Dondequiera que vayas,
con tu luz busca la luz.
Busca la articulación
y el orden de la cosa.

Que en todo hay orden
es la clave; es la llave
que nos abre el mundo.

Es un mundo
que comprender,
no que dominar.

4.

La fugaz, la breve
aurora, da lugar al día.
La plenitud solar.

La comunidad joven,
nueva… que empieza.

5.

Un dios que dicta leyes,
y unos sacerdotes.

Una ley que usurpa
aquí y allá el lugar
del orden, que es
justamente
la ley no escrita.

6.

El ‘orden’ no es el deber,
no es la ley, no son mandamientos.
El ‘orden’ es realidad, es verdad.
Es la ligazón de todas las cosas.
Nada ni nadie está fuera.
El ‘orden’ es interno.

7.

No hay equilibrio, no hay reposo.
La naturaleza, el mundo,
no conoce el reposo.

8.

La aurora es siempre
la misma, y siempre otra.
Esta aurora que vivimos
es la aurora de siempre.
El entusiasmo de los comienzos.
Todo por hacer. Se comienza,
comenzamos de nuevo.
Se comienza un ciclo.

9.

La auto-organización.
Son los modos propios del ciclo.
Los modos y maneras del ‘orden’.
Que es el ciclo, que es la recurrencia,
que es el retorno.

10.

No hay elementos opuestos
o antagónicos. Nada se opone
a nada. Los elementos proceden
unos de otros. Mutuamente se
recrean para ser; para llegar a ser.

11.

El árbol de la vida. Árbol
cuyas ramas se elevan
ávidas de aire, y de luz.
Raíces que prenden
y se despliegan en pos
de la sustanciosa
y húmeda tierra.

Árbol bien asentado,
bien agarrado, bien erguido;
frondoso, floreciente, frutal;
aromático, resinoso.

12.

La nueva era. Los nuevos modos
traen nuevas visiones; nuevo cielo,
nueva tierra, nuevo hombre. La mirada
sobre el mundo cambia. Hay que renovar
y perfeccionar la visión que se tiene.

Lo primero a considerar
es nuestra naturaleza común
con el resto de las formas vivas.

13.

Las religiones de ‘salvación’ (siempre
‘personal’) son el producto típico de esa
Edad Media generalizada que fue
(y sigue siendo) el neolítico. Período
aniquilador y explotador. Antropocéntrico
y contra el ‘orden’; contra el ‘fuego’;
contra la evidencia, la verdad,  y la luz;
contra la misma vida.

14.

Los términos refractan espacios
simbólicos. Las expresiones refractan
mundos. El lenguaje.

La lectura, que es la luz incidente.
El rayo incidente que atraviesa
la muestra –la palabra, el texto.

Términos y expresiones que refractan
mundos; ordenes. Capaces de trasladar
a esos mundos. Lectura total. Texto
absoluto. Son las ruedas, los mundos
ortogonales. La ordenación de los símbolos.
Los símbolos ‘sol’, ‘aurora’, ‘agua’, ‘cielo’…
Capaces de entrar con sentido
en varios espacios referenciales.

Uso y lectura. Uso múltiple, lectura
múltiple. Capacidad de términos
y expresiones de refractar varios mundos.

No el transporte o la metáfora.
No es que aludan. No es la alusión
o el arte de la alusión. Es la polivalencia.
Es una suerte de lenguaje absoluto
que atraviesa todos los mundos,
todos los círculos, todas las anillas.
Como la flecha de Ulises.

15.

Sólo por los pelos, forzadamente, un poeta
contemporáneo entra o puede entrar
en un contexto plural, cultural en amplio
sentido. El lenguaje de un poeta ya no es
multi-referencial, ya no es capaz de operar
en varios espacios. Cada poeta un mundo,
no ya cada cultura. Rotos todos los nexos.

Cuando cada poeta requiere tanto tiempo
como requiere una cultura. No es posible.
Las claves de un poeta ya no valen para otro.
Las claves no se comparten. No son universales.
No son simbólicas (salvo para uno).

Cuando la lírica monódica (la obra
cualquiera de cada uno) ya no prosigue,
no complementa, no se integra en la coral.
Cuando se desespera de que haya
cultura coral, pública, social, compartida.

La insatisfacción, la desesperación, la nausea…
La soledad, el desarraigo, el exilio, el nomadeo
sin objeto, sin fin, sin sentido.

16.

La fluyente, la cantarina, la aurea voz
de las Madres. Ese rumor oceánico
que nos acuna. Aguas primordiales
próximas, cercanas. Rumor de voces
femeninas alrededor de las crías.
Atmósfera. La atmósfera que respiran.
Lengua materna. La lengua de las Madres.

Las Madres convierten la infancia
en un mundo maravilloso, lleno
de signos, de ideales; de ideales
de pureza, hay que decir.

El mundo de los Padres es el mundo
riguroso de los adultos masculinos.
Los Padres nos inician en el orden
social riguroso, construido.

Ambos mundos son inagotables,
se extienden en todas direcciones.
Nos cubren, nos envuelven, nos sostienen.
Por igual las Madres y los Padres.

 
*****

Saludos,

Manu