Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

lunes, 13 de enero de 2020

203) Genogramas XXV


Genogramas XXV.

 


Manu Rodríguez. Desde Gaiia (13/01/20).

 

 
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1.

La auto-protección, el encapsulamiento,
la construcción del soma. Como sistema
abierto. Es una nave, un vehículo inmenso.
Dadas las proporciones atómicas
y moleculares (de la sustancia genética).

La intelección, la asimilación,
los diversos metabolismos. La motricidad.
La replicación, las reproducciones diversas.

La relativa autonomía de los sistemas
vivientes, de los ácidos nucléicos.
Su fragilidad. Su necesidad de protección,
de auto-protección. La constante ponderación
del medio físico y químico que le rodea.

El caos de sustancias que envuelve
y atraviesa el soma. En las eucariotas,
el retículo endoplasmático, auténtico
laberinto tridimensional. El material
disperso en la duplicación. La duplicación
de la sustancia genética y, a su vez, del soma.

Los modos más simples de auto-protección.
La envoltura vírica, la cápside. El microsistema
nucléico se envuelve en una capa de proteínas.
Sin puertas ni ventanas. Tan sólo la vía de salida.

La envoltura bacteriana con los ácidos nucleicos
dispersos por el citoplasma. Las células procariotas.

La enucleación de los sistemas de genes.
Cromosomas. Las eucariotas.

Hasta nosotros, con envolturas somáticas
complejas –gigantescas, en comparación
con los microscópicos genes.

2.

Las figuras de la lengua. La plenitud
gramatical. La completitud gramatical.
Su articulación, su forma corriente,
y, por otro lado, su significado, su sentido.

Las figuras aisladas plantean problemas.
Las interpretaciones tienen un límite.

La expresión o figura no esconde,
no alude, no engaña; no es alegoría.
Tampoco muestra u oculta a las claras.

El problema reside en la prisa, en la rapidez
con que interpretamos una figura de la lengua.
De manera unívoca, por lo general.
La interpretación rápida y unívoca.
La más corriente o al uso. La más a mano.

La figura no es un decir sobre el mundo.
Es un decir en el mundo. La lengua
es un mundo, un mundo de mundos.
Es en el interior de ese mundo
donde la figura cobra sentido.

La figura es un acontecimiento en el mundo.
Es una figura de lenguaje en el mundo.

No una figura esclaviza, sino el espacio
al que la teníamos encadenada. Espacio
que no nos permite verla sino como tautológica
o contradictoria. El espacio lógico.

Las figuras aisladas nos retan, nos desafían.
Remiten al mundo de la lengua y con ello
a nuestra vida. Cómo nos movemos en el mundo.

Gruñidos simbólicos. Eco-localización.

¿Pero qué tiene todo esto que ver con el mundo? 
¿Acaso ya no nos interesa el mundo?
¿Qué nos aporta el mundo del lenguaje?
¿Es cómo mundo en el mundo que nos instruye?

Quiero comprender. Quiero el sentido.

3.

El lenguaje es metafísica,
es como un meta-mundo,
o trans-mundo. No sé si
su función es decir el mundo.

El lenguaje surge de nosotros,
y nosotros somos la vida,
o lo viviente en el mundo.
Los vivientes-hablantes,
las criaturas parlantes,
los seres de palabra.

La palabra viva. Evanescente.
La escritura logra fijar
su forma al menos.

4.

La lengua y la cultura
no sofocan la naturaleza
que somos, sino que 
la naturaleza particular
que somos genera
la lengua y la cultura.

5.

El espacio se adelanta a las palabras
que lo dirán. La actividad. La idea.
Una idea no aparece de súbito
revestida de palabras. Es un ovillo
que hay que desenredar. Una idea
es una visión tridimensional.
Se ‘ve’, se capta. No se acierta
a decir –de momento–, pero está
ahí para ser dicha.

Las ideas bien pudieran provenir
del acervo de información genética.
Tiene miles de millones de años.
Ésta pasa a la palabra por mediación
de nosotros. Es saber. Son ideas.
Subyace al genouma. El genouma sabe.
La idea o el contenido adquieren forma
en la palabra, en los signos de la lengua.
En las formas o figuras orales o escritas.

El soma (un soma) ya es una idea
expresada (mediante aminoácidos).
Un diseño corporal es una idea expresada.
Órganos y  miembros son ideas,
y resuelven problemas de motricidad,
de asimilación, de re-producción,
y no de manera unívoca.
La exuberancia de formas, de ideas.

La idea o diseño o proyecto parte
del genouma. Así como el soma ‘supera’
el medio físico y físico-químico, esto es,
lo tiene en cuenta, lo asume, lo integra…
El saber o poder eidético parte del genouma.
El genouma es una fuente de ideas,
de contenidos que buscan expresión.

6.

La forma es lo dado, lo concreto.
Las palabras, los términos
de la lengua. Lo manifiesto.

El sentido o contenido es lo latente,
lo virtual, lo posible. Está sujeto
a interpretación. Es relativo al uso,
al caso, al discurso…

También nosotros, como elementos
bioculturales. Nuestro sentido
es relativo al discurso.

Llenar de contenido, llenar
de sentido nuestra(s) vida(s).
Llevarla a ciertos cometidos…

También el sentido de nuestra vida
está sometido al discurso. Desde dónde
se habla, quién habla, quién nos usa
y define, quién nos cataloga, quién
nos interpreta… Desde dónde se habla
de la vida, de hombres y mujeres…

Nuestro significado, nuestro valor.
El espacio desde el cual se determina
nuestro significado y nuestro valor.

La perspectiva biocéntrica o genocéntrica.
Ese espacio, ese lugar. Nuestro significado
y valor ahí. La perspectiva sublime.
Es importante que los espacios
de (auto) definición dominantes
–aquellos que confieren significado
a nuestras vidas– sean puros y verdaderos.
De ello depende nuestra salud espiritual,
nuestra dignidad, la auto-consideración,
el respeto que nos debemos. El valor que
a nosotros mismos nos concedemos.

Parece ignorarse que disponemos
de nuevos espacios, de nuevos modos.
Que estamos, por así decir, en otro lugar,
que todo ha cambiado, que la problemática,
el panorama, ha cambiado por completo.
Que habitamos un mundo nuevo.
Que nosotros, incluso, ya no somos
los mismos –el mismo hombre de antaño.
Cien años apenas han bastado para renovar
por completo el mundo o los mundos.

La espiritualidad que subyace a los nuevos
espacios. Lo sublime. La nueva sublimidad
aún no es vivida ni compartida. Los viejos
modos parasitan, mancillan, lastran el vuelo,
la salida. Estamos detenidos. No nos decidimos
a partir, a alzar el vuelo, a dejar definitivamente atrás.


*****
 
Saludos.

Manu

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