Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

martes, 21 de julio de 2020

216) Genogramas XXXVIII


Genogramas XXXVIII.

 


Manu Rodríguez. Desde Gaiia (21/07/20).

 

 
                                                                  *****

 
1.

No poca cosa es arraigar en la dura
roca, cual hacen las briofitas.

Cuerpo vegetal de dos, tres milímetros,
talos umbilicales de veinticinco, treinta
milímetros. La cápsula de esporas –ese saco,
esa placenta–, se pierde en las alturas.

Las diferencias, además, entre el diámetro
del tubo (del talo) y el volumen de la cápsula
son también considerables. El diámetro
no alcanza el medio milímetro, es finísimo,
como un cabello, en tanto que la capsula
es un cuerpo elíptico de dos, tres milímetros.
Aparece como una pequeña llama inclinada
por el viento. Piriforme.

Incluso en suelos inclinados (verticales),
el tubo (en algunas especies) se mantiene
perpendicular al suelo, rígido,
sobresaliendo de la masa vegetal.

El extremo afilado y abultado, como
punta de lanza o flecha. O como la llama
de una pequeña y temblorosa vela.
En su momento el saco esporífero,
cuando reseco, crepita, se abre,
y despide a turbiones las esporas,
las dispersa, rocía el entorno.

La fecundación se produce sobre la tierra
(el suelo), en el aire, mediada por el agua.
El esporofito más parece parte de la planta
–como fruto con semillas–, que una manera
de aparecer de la planta.

El esporofito se agarra a la planta madre
como la planta madre se agarra a la tierra.

La cápsula es como el saco vitelino
que contiene  los embriones, las esporas.
Tallo subterráneo, tallo corto, tallo largo
con respecto al cuerpo vegetal. Sobre
el cuerpo vegetal se eleva el esporofito.
En su extremo, la cápsula, el esporífero,
va cargado de esporas, de embriones de seres.

Es como una antorcha, una lámpara.
Un tubo finísimo que transporta
los nutrientes a la cámara del embrión
situada en su parte superior.

Se busca la altura, lejos del suelo.
Sacudidas por el viento, golpeadas
por la lluvia, las cápsulas se abren
y diseminan, esparcen las esporas.
Es la diáspora, la siembra.

Una vez en tierra la espora aprovecha
cualquier grieta  para producir un cuerpo
ramificado, un rizoide, el protonema.
Posteriormente, de alguna de las células
del protonema emerge una suerte de tallo
del que surge la planta, el cuerpo vegetal
–el llamado gametofito, planta sexuada.

La potencia (vital) es extremada.
En primer lugar, la cantidad de esporas,
y en segunda lugar, que cada espora
puede producir o dar lugar a varias
plantas mediante diferentes células
 –el protonema  o cuerpo subterráneo.

La planta no desaparece cuando tiene
lugar el esporofito –unido
al arquegonio por un tubo (el talo).

Las esporas secas, aristadas… para el aire
y el suelo y, una vez asentadas,
prestas a tomar agua, sales… nutrientes.

La fase protonema. La fase planta (gametofito).
La planta muere cuando agota su número
de anteridios y/o arquegonios.

Una planta puede dar lugar a varios esporofitos,
al igual que un protonema varias plantas.

El protonema desaparece cuanto todas
las células a que ha dado lugar,
así como todas las plantas surgidas,
han agotado sus posibilidades productivas
y reproductivas. Pero antes, ha producido
un número considerable de esporas.

El esporofito no es una fase –la asexuada–
de la planta. Es a la planta lo que una manzana
al manzano. Son esporas, son semillas,
son embriones de nuevas plantas.
 
No hay más que esporas-plantas, plantas-esporas.

La fecundación da lugar a un cigoto
que se divide y madura hasta producir esporas.
La espora es el embrión maduro.
Listo para entrar un contacto con el suelo,
con el agua, con el aire, con la luz...

Cuerpo sensible a la gravedad, a la presión,
a la tensión, a la humedad, a la temperatura, a la luz...

La planta comprende el protonema y el gametofito.
La parte bajo el suelo y la parte sobre el suelo.
La planta se alimenta de la tierra y del aire.
Dura lo que dura.

El arquegonio es justamente como la matriz,
el seno de la planta. Femenina. La madre propiamente.
La planta femenina o la rama femenina de la planta.

La elevación del talo (tallo) y de la masa vegetal,
y la simplificación del esporofito, del porta-semillas,
del esporífero, o bien, el sistema del talo alargado
del esporofito, así como la naturaleza aérea
de la diseminación, se toman como modelo.
Es toda la planta la que se eleva.
Aparece el tallo-tronco de pteridofitos.
El protonema se convierte en raíz,
y la masa vegetal –hojas, ramas, frutos…–
aparece al final del tallo/tronco.
Los órganos sexuales siguen donde antes.
Los esporofitos son ya pequeños en comparación
con la planta. Aparece la vascularización.

Lo que la planta madre produce son semillas,
embriones de plantas. La espora se agarra
a las paredes del suelo. Establece una red
para la asimilación de sustancias, de entradas.
De esta radícula surge el tallo y la ‘hoja’.

La tierra –el entorno abiótico– opera
como madre, como fuente de nutrientes
para la espora recién nacida. Como matriz.

La relación que tiene la planta con la tierra
es la relación que tiene el esporofito con el gametofito.

El medio líquido, acuático, que se requiere
para la fecundación. El puente químico,
la llamada, el estímulo que llega  a los anteridios
desde los arquegonios maduros…
el cuello que se reblandece…
Es como el cuello del útero.
Al fondo, el ovocito, el óvulo en la matriz.

La sustancia que llega a los anteridios.
Su difusión por el aire, por el agua.
Los espermatocitos nadan hasta el  ovocito.
En medio de las aguas, en un medio acuático.

La reproducción por esporas.
La planta con rama masculina
y rama femenina. La fecundación.
La cariogamia. Siempre en presencia
de agua, de líquido, de medio líquido.
Del propio óvulo fecundado surge un talo,
una rama, un filamento largo y fino
como un cabello que porta en su extremo
una cápsula que contiene esporas.
Estas esporas son semillas, ya dobles,
ya simples. Masculinas y/o femeninas.

Cuando maduran las esporas la cápsula
se abre y las deja caer, las deposita
en la brisa, en el fluido aéreo.
Una vez en el suelo la espora produce
la planta sexual. Las esporas que porta
el talo son individuos completos.
La segunda fase es la que corresponde
a la producción del esporífero. Ligado
a la planta  madre se eleva el talo.
Es como un cordón umbilical.
El talo crece, las esporas maduran.

El fluido aéreo se encarga de su dispersión
–diseminación. El viento sacude,
agita el seco envoltorio.
La cápsula se abre, las esporas salen…

El esporofito se eleva como una antorcha.
Las esporas son como chispas portadoras
del embrión del fuego. Es como el hijo
de la fuerza; como el hijo de las aguas.

El esporífero, el esporofito. Piriforme.

 
*****
 
Hasta la próxima.

Manu

jueves, 9 de julio de 2020

215) Genogramas XXXVII


Genogramas XXXVII.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (09/07/20).

 

                                                                  *****


1.

Se reviste de un ojo,
luego de otro;
de un pie
y de otro pie;
de alas...
El poeta.

2.

La nave va.
El sol va –la heliosfera.
La galaxia va.

Y sobre la tierra, el embrión,
el germen de los seres,
de las criaturas todas.
El ingeniero, el creador,
el señor de las criaturas.
El que mora en todas las criaturas.
La única cosa viva en el planeta.
El único poeta, el único creador.
El único espectador.
No hay otro. No somos otro.
El poeta, el teórico, el escriba.
El padre y la madre de las criaturas.
Los que son en sus criaturas.

3.

Con las nuevas palabras, con las nuevas,
a nosotros hemos nacido. Hemos dado
con el origen, con nosotros.
Inauguramos un nuevo ciclo, un nuevo
comienzo que afecta a todos
los grupos humanos. Todos los miembros
del cariotipo humano se verán
arrastrados al nuevo ciclo.
Ya estamos en su mañana.
Ya lo vivimos.
Ya lo somos.

Nueva mirada, nueva palabra,
nuevo mundo, nuevo ser.
Hemos renacido. Somos nuevos.
Ya no hombres, ya no criaturas,
ya no fenotipos, sino el ‘ser’.
La misma vida.

Llegados a este punto del viaje
ya no hay marcha atrás. No cabe
desaprender, ignorar lo sabido.
Cabe, por el contrario, llevar
a su plenitud a estas nuevas criaturas,
a estas afortunadas generaciones
primeras. Hay que construir, pues,
hay que hacer, hay que crear.

4.

La combustión, la evaporación,
la emisión de gases. El estado gaseoso,
aéreo, del agua. La humedad del aire.

Los factores abióticos. La luz,
la temperatura, el aire, el agua,
el suelo, los vientos, las nubes…
Su vínculo con la vegetación,
con la vida en general.

Toda la poética de la luz,
de la atmósfera, de las aguas,
de los vientos…

5.

Un planeta encapsulado. Todas las capas
atmosféricas –capas protectoras.
La vida se protege. En buena medida
las capas atmosféricas son obra suya.
Como membranas de gases, moleculares,
aislantes. Como redes, mallas…
velos sutiles que filtran los rayos,
la luz, creando unas capas bajas,
con suelo óptimo, un aire respirable.
Energía dosificada, apta
–la que dejan pasar las mallas.

El suelo, en la troposfera baja.
Las zonas de la vida.
En la interfase cielo-suelo.
El aire, el agua,
el suelo, la luz…
 
6.

Anamnesis. Rememoración.
Redescubrimos la épica de la vida.
Mediante la palabra nos decimos.
La épica de los orígenes. ¿Cómo?
Las conquistas, los obstáculos,
las soluciones. La marcha
de la vida sobre la tierra.
En el agua, en el aire,
en el suelo…

7.

La física y la química
del planeta. La luz.
La radiación solar.
Intervenir. Interaccionar.
Modificar. Proteger,
envolver. La sede de la vida.
Es nuestra historia.
Es lo ya vivido.

8.

Mundo claro, transparente.
Diurno o nocturno,
nublado o despejado.

9.

Si nos referimos a la sustancia
genética, ésta siente, percibe
el mundo desde su origen
o surgimiento. Es una interacción
directa, sin intermediarios,
con el inmediato
entorno físico-químico.

Un ojo para el mundo…
Un ojo, un oído…
Unos senso-perceptores
para este mundo.

10.

Dadas la universalidad de este nuevo
periodo es posible que se termine usando
un solo mundo simbólico. Las lenguas
pueden ser diferentes, pero el medio
simbólico tiende a ser uno. El medio
simbólico. El medio para decir el mundo,
y para decirnos en el mundo. Ese fluido.

El metabolismo del material simbólico.
Las síntesis de información simbólica.
Simbolemas y culturemas.
No propios, sino colectivos.

Aunque elabores un mundo imaginario,
privado, es con material colectivo que lo realizas.
 
11.

Las peculiaridades de un medio
pueden transferirse a otro.
El agua, el suelo, el aire, la luz…
Se puede llegar quizás a un lenguaje
unificado en lo que a medios abióticos,
bióticos, simbólicos… se refiere.
Lo que nos envuelve, todos los entornos
–los naturales y los culturales.

El cosmos (el ente en su totalidad).
La heliosfera. La atmósfera terrestre.
La biosfera. La semiosfera (la esfera
simbólica). Correspondencias. Analogías.
Un medio simbólico universal, o al menos
como gran corriente o flujo. Como
el aire que nos rodea por doquier.
La atmósfera simbólica de los genoumas,
de las unidades biosimbólicas.
Dondequiera que vayan. El aura simbólica
que los envuelve. Irradian.

El substrato –el suelo–, el aire, el agua…
La materia simbólica que envuelve
a las unidades, que las conforma.
Trabajados por los vientos, por las corrientes,
por los calores, por las mareas… simbólicas.
Dando fe, testimonio. Dando expresión también.
Apostados frente a huracanes y tormentas.
Modelados por los vientos y las aguas

La morada simbólica de los futuros.
El aura, la luz del planeta.
Su envoltura gaseosa, aérea.
Como una cápsula aérea. Cámara de aire
en movimiento, de corrientes.
En esto tiene que ver la luz,
la temperatura, la evaporación, los vientos…
La capa de aire, su dinámica,
sus diversas temperaturas, movimientos,
densidades, grados de humedad…

Cámara, asiento, sede de la vida,
del embrión de los seres,
de la aurea sustancia,
de los vivientes.

Nos, los vivientes.
Nos, la vida. Nos, los ingenieros.
Nos, los creadores. Nos, la luz.
Los vivientes, los activos,
los pensantes, los volentes…

 
*****

Hasta la próxima,

Manu