Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

martes, 25 de mayo de 2021

236) Genogramas LVIII

Genogramas LVIII.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (25/05/21).

 

                                                                  *****


1.

Las palabras tienen el significado

que les damos al usarlas en tal o cual

contexto. Son sustancias sonoras,

como un conjunto de vibraciones:

cuasi-impulso, cuasi-algo, cuasi-partículas.

Cuantas mensurables. Son además

simbólicas, y la mayoría tienen múltiples

usos.  El otro usa el mismo registro

de frecuencias sonoras simbólicas;

nos entendemos pues. Cuando los humanos

interaccionamos mediante el lenguaje,

intercambiamos este material simbólico.

 

Es un material compartido, común, colectivo

(pues esto viene a decir el término ‘simbólico’).

Es, además, “la actividad espiritual de milenios

depositada en el lenguaje” (Nietzsche)

–en el lenguaje y en la cultura, en el mundo

simbólico todo.  Una actividad espiritual

milenaria. Toda nuestra memoria ancestral.

El espacio simbólico. El reino del espíritu.

El cielo, justamente.

 

2. 

El nihilismo niega la voluntad, niega

la acción; niega este mundo. Schopenhauer.

Pero también Buda, y Platón…

Este mundo está negado en todas

las utopías, sean estas religiosas,

filosóficas, o políticas. Siempre hay

otro mundo que ‘corrige’  a este

en el que vivimos, a este mundo nuestro;

sea en el cielo, sea en la tierra (en  el futuro):

el mundo que es y el que debería ser,

el mundo aparente y el mundo verdadero…

 

Es en Schopenhauer donde Nietzsche

detecta el ‘nihilismo’. En su obra,

en su propuesta filosófica fundamental

(la negación de la voluntad), y en los autores

y corrientes religiosas o filosóficas

que trae a colación en apoyo de su propio

discurso –la ‘sabiduría’ nihilista de aquí

y de allá que recoge y difunde en sus textos.

Estamos ante mundos antípodas y sombríos

–lejos de la vida, lejos de la luz. El nihilismo

(la negación) es el fundamento de todo idealismo.

Es la negación de este mundo, implícita en todas

las vías de liberación religiosas, políticas,

o filosóficas que recorren el neolítico

lo que detecta Nietzsche. Son puntos

de fuga de este mundo.  La milenaria

subversión nihilista fue finalmente

descubierta, desvelada. Ésta fue la labor

de Nietzsche –poner de manifiesto,

mostrar la impostura nihilista.

 

Circulan culturas (creencias, ideologías,

tradiciones…) que niegan la vida

y la voluntad (de poder) implícita

en la misma vida. Estas visiones negativas,

nihilistas, de la sociedad, de la humanidad,

de la vida… no sólo circulan sino que triunfan

–son las predominantes y las más prestigiadas

(la cumbre de la sabiduría, dicen; la sabiduría

perenne). Ésta es la subversión espiritual

que padecemos desde antiguo –todo cabeza abajo.

Difunden la insatisfacción por el ser;

el disgusto por la misma vida. Predican

la huida, la fuga; la muerte, el no-ser.

 

Como contrapartida a su ominoso discurso

(la auto-represión, la auto-extinción,

la auto-aniquilación), los nihilistas

(desde Buda, desde Platón…) ofertan

un mundo indoloro, y lleno de delicias.

Un mundo en el que todo lo negativo

ha desaparecido: la enfermedad, la pérdida

de la juventud, la muerte… Se habla

de salud eterna, de eterna juventud,

de vida eterna… La eterna mismidad

de Narciso. Que nada le turbe, que nada

le inquiete, que nada le despierte…

El sueño, el ideal, el ‘paraíso’ nihilista.

Un sueño hermano de la muerte.

 

La negación de la voluntad, de la pulsión,

del deseo… implícita en estas ‘representaciones’,

en estas ‘visiones’. Lo que nosotros denominamos

‘voluntad’ no es otra cosa que el motor de la célula,

de todo ser viviente –la  vida misma. Se niega

la vida, en resumidas cuentas. “Mejor no haber

nacido” es toda su ‘sabiduría’, y todo su legado

–su cantinela, su ‘slogan’. ¿Qué espíritu, qué genio;

qué individuo, qué pueblo puede cantar así

–proyectar tal ‘representación’, tal mundo

inmundo? Es la canción de la muerte;

el camino de la muerte, de la extinción,

del no-ser. Lo opuesto a la vida, y al ser.

 

3.

El abismo de la vida.

Cada instante la vida

se juega el ser.

 

El abismo de la vida.

Asomarse al mundo,

a este cosmos asombroso

que es nuestro hogar.

El asombro, el temblor,

la inquietud, el miedo.

El horror cósmico. Pánico.

Angustia. La magnitud

del enigma. Espíritus

valientes requiere la vida,

que miren de frente

el abismo del ser.

 

No volverá a repetirse

este ser biosimbólico

nuestro –el de cada uno

de nosotros. Como seres

contingentes que somos.

Diremos adiós para

siempre jamás.

 

Apostad por la ‘bella

muerte’; dejad un bello

y digno recuerdo.

 

4.

La afirmación y la negación de este

mundo nuestro –el mundo en el que

venimos a ser. La vida que afirma,

la vida que niega. Diversas actitudes,

diversas naturalezas, diversos mundos.

La afirmación de unos y la negación

de otros se oponen entre sí como el valor

a la cobardía, o el enfrentamiento a la huida.

Es preciso reconocer, sin embargo, que no

conoceríamos lo uno sin lo otro.

Es una ‘armonía inaparente’

(una complementariedad), en palabras

de Heráclito. Es un dilema también;

una disyunción, un doble camino.

Una elección.

 

5.

La vida como riesgo, como esfuerzo,

como lucha. Desde su remoto origen;

desde que se origina en el vientre materno.

En un principio todo le era contrario.

Desde sus comienzos tuvo que esforzarse,

luchar, vencer, dominar. Transformar

el entorno físico-químico. Garantizarse

el futuro; conquistar, crear ese futuro.

 

6.

Es el ser genético el que hereda

al ser simbólico (el complejo ‘yo’

cultural), y no al contrario (como

hasta ahora se piensa). El ser genético

es el único que deja en herencia,

y el único heredero. La sustancia

viviente única –virtualmente

imperecedera.

 

7.

Algunos dicen que las nuevas especies

o subespecies que aparecen son el resultado

de micro-mutaciones puntuales (en la sustancia

genética) en un principio neutras o sin inmediatas

consecuencias. Un acumulo de estos pequeños

cambios en la línea genética de la especie

(en el cariotipo) es lo que produciría 

a la larga las variaciones o las nuevas

sub-especies. Son partidarios de una deriva

genética carente de intencionalidad,

sin finalidad… a la deriva, justamente.  

 

Yo digo, por el contrario, que hay

inteligencia y previsión en la sustancia

viviente única; que hay voluntad

e intencionalidad en cada uno

de sus actos. Que hay causa final

en lo que concierne a las formas vivas.

No es casualidad el ojo, o el oído.

No son casuales los órganos o los sentidos.

 

(Aquí también hay un dilema.

¿Por qué elegir el callejón sin salida;

el camino menos constructivo,

el menos fructífero?)

 

Cabe hablar de causas internas

(intencionales) y causas externas

(las mutaciones puntuales aleatorias)

en la evolución de las formas vivas.

No son excluyentes.

 

8.

Ahora viene la renovación, la nueva

primavera… un nuevo comienzo.

 

La aurora tiene que ver con esto.

Cada renacimiento es una nueva aurora,

una nueva mañana, un nuevo día.

Nuevo período, nuevo ciclo.

Nuevos horizontes. Ver novum.

 

Las generaciones de la aurora avanzarán

revestidas y armadas de luz, y a su paso

el mundo despertará, reverdecerá.

Las primicias están por venir.

 

Nueva religiosidad, nueva espiritualidad,

nueva devoción… Un renovado fuego.

 

*****


Saludos,

Manu 

domingo, 9 de mayo de 2021

235) Genogramas LVII

Genogramas LVII.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (09/05/21).

 

                                                                  *****

 

1.

La comunidad de la aurora.

Nosotros cultivamos las auroras,

los renacimientos. Amamos el alba,

la mañana, las primeras luces del día.

 

Hay obstáculos que vencer, y amenazas.

No regeneraremos la mañana sin esfuerzo:

no bastará invocarla con palabras sinceras.

La arrebatada luz habrá que conquistarla .

 

Ya suenan los vientos favorables.

Se aprestan los combatientes.

Toda la atmósfera está revuelta.

Viene la tormenta, la tempestad;

viene la acción. Volveremos

a conocer la alegría de la victoria.

 

Recuperada la voluntad de futuro;

el espíritu auroral. Recuperada

la juventud; las aguas

de la eterna juventud.

 

Vendrá una nueva mañana;

tendremos nuevo día.

 

2.

Liberarnos, recuperarnos,

purgarnos. Deshacernos

de los fantasmas del neolítico.

De esto se trata. Sudarlos como

una mala fiebre. Expulsarlos,

arrojarlos fuera de nosotros;

de nuestras tierras, de nuestras

vidas. Purificarnos. Librarnos

de nuestro mal. Sanar.

 

3.

Amigo mío, en el combate

se encuentran la luz y la libertad.

Claridad, vigor, y entusiasmo te deseo.

Que el ser que desata y libera

esté con todos nosotros.

 

4.

Hemos de ser más fuertes

que la enfermedad, más vigorosos

que el mal que nos invade.

 

Clarividencia y coraje les deseo

a los futuros ‘nexus’ para salir

de los laberintos del neolítico,

para derribar esos muros;

para recuperar la luz,

para respirar aire puro.

Para vencer, al fin.

 

5.

Nuestro espacio. Nuestro aire,

y nuestra luz. Allí donde

nos instruimos; allí donde

bebemos de las fuentes

de nuestro saber.

 

Una dulce tormenta.

Un murmullo, un clamor,

un fervor colectivo,

luminoso, radiante;

como una aurora.

Nuestro despertar,

nuestro renacer,

nuestra victoria.

 

6.

La sustancia genética, único sujeto

de toda actividad biológica,

es el ser de todo ente vivo.

El ser del árbol, y el del ave

–aquello que les hacer ser

lo que son–, es uno y el mismo.

 

La vida es el ser que nos importa

en primer lugar, pues nosotros

somos la vida. La interrogación

por el ser propio conduce

a la sustancia viviente única.

Todo cuanto podamos saber

acerca de la sustancia genética

(desde el nivel vírico y microbiano

al humano), sobre nosotros

lo sabemos.

 

Hablamos de los ácidos nucléicos

que conforman nuestro ser genético;

de la sustancia genética; de nuestro

ser primordial y único. De la sustancia

creadora de los diversas formas vivas,

de los innumerables cariotipos

que pueblan el planeta. Parafraseando

a Aristóteles podemos decir de tal

sustancia que “es orden que ordena,

y forma que informa”. Orden y forma.

Es el alma, sin duda, de toda criatura

–su particular genouma, su genotipo específico.

 

Los genotipos son variaciones

de un cariotipo específico.

La sustancia genética aparece

siempre encarnada, provista

de soma. El genotipo se hace carne,

se despliega en su fenotipo.

El soma –el fenotipo–  es para

el genouma protección, defensa,

vehículo, transporte, puente

hacia el futuro (mediante

la reproducción)… Un medio,

un instrumento.

 

El ser genético o natural (orden y forma)

subyace al ser simbólico o cultural

en todo momento y lugar. Es primero

y único. La sustancia genética,

siempre una y la misma, es el origen

absoluto –el centro único de la vida

en este planeta. El ser simbólico

no es otro que el ser genético instruido

según una determinada cultura

–el  momento y el lugar en el que

viene a ser le dotará de un determinado

ser lingüístico-cultural, social, e histórico.

 

El fenotipo, pues, responde al genotipo,

el genotipo al cariotipo, y el cariotipo,

a su vez, a la sustancia viviente única.

Todo lo que podamos decir acerca

del comportamiento (de los modos

y maneras de ser) de los seres vivos,

de la sustancia viviente única lo decimos.

 

Lo Uno primordial, la voluntad, la fuerza…

la voluntad de poder. Las intuiciones

de Schopenhauer y Nietzsche hay que

trasladarlas al lenguaje biocéntrico,

o genocéntrico. En todo lugar se habla

de la sustancia genética, de la sustancia

viviente única, del único ser vivo,

del único que subyace a toda actividad,

a todo fenómeno viviente; del único sujeto.

 

Ese ser único que se multiplica,

que se escinde, que se fragmenta…

El ingeniero, el creador, el generador.

Lo Uno primordial; la sustancia

viviente única. Nos.

 

7.

La ‘representación’ del mundo

(cualquiera que ésta sea, se diría)

es esencial para todos los seres vivos.

Los éxitos evolutivos de estos dependen

de la bondad de sus ‘representaciones’,

de cuan pertinente y necesaria es su

información –el mundo creado.

La ‘representación’ lograda

es aquella que mejor sirve a nuestra

supervivencia. La ‘representación’ es cosa

de la sustancia genética. Es la misma vida

la que genera el mundo en el ha de moverse.

 

Los receptores de información

son fundamentales en la célula.

Son varios los parámetros a tener

en cuenta: información química,

mecánica, luminosa, eléctrica…

Dominar el medio. Ésta es la interacción

que los seres vivos tienen con su entorno.

 

Dominar aquí es moverse con pericia

y soltura en un mundo fluyente,

en perpetuo devenir; con cambios

súbitos e inesperados ya favorables,

ya adversos. La información aquí

es vital. Con esa información

la sustancia genética que subyace

en los diversos seres vivos se construye

el mundo exterior (a la medida de cada

cariotipo). Es una ‘representación’

de ese mundo que está más allá

de la membrana plasmática, de la piel;

es en esa ‘representación’ del mundo

por donde voy, por donde vamos

–por donde nos movemos y somos.

 

El mundo como ‘representación’ ha de estar

ya incluso en las más simples de las criaturas

(en los monocelulares desprovistos de núcleo).

Cada instante se pondera el medio, se recaba

información. Los genoumas se hacen una ‘idea’

del entorno mediante la información que de él

le traen los receptores. Para poder responder

en consecuencia se ha de controlar o dominar

el medio. Es esencial para la supervivencia

el adelantarse, el saber por dónde se va.

En lo grande y en lo pequeño.

 

*****

 

Saludos,

Manu