Genogramas
LVIII.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (25/05/21).
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1.
Las palabras tienen el significado
que les damos al usarlas en tal o cual
contexto. Son sustancias sonoras,
como un conjunto de vibraciones:
cuasi-impulso, cuasi-algo, cuasi-partículas.
Cuantas mensurables. Son además
simbólicas, y la mayoría tienen múltiples
usos. El otro usa
el mismo registro
de frecuencias sonoras simbólicas;
nos entendemos pues. Cuando los humanos
interaccionamos mediante el lenguaje,
intercambiamos este material simbólico.
Es un material compartido, común, colectivo
(pues esto viene a decir el término ‘simbólico’).
Es, además, “la actividad espiritual de milenios
depositada en el lenguaje” (Nietzsche)
–en el lenguaje y en la cultura, en el mundo
simbólico todo.
Una actividad espiritual
milenaria. Toda nuestra memoria ancestral.
El espacio simbólico. El reino del espíritu.
El cielo, justamente.
2.
El nihilismo niega la voluntad, niega
la acción; niega este mundo. Schopenhauer.
Pero también Buda, y Platón…
Este mundo está negado en todas
las utopías, sean estas religiosas,
filosóficas, o políticas. Siempre hay
otro mundo que ‘corrige’
a este
en el que vivimos, a este mundo nuestro;
sea en el cielo, sea en la tierra (en el futuro):
el mundo que es y el que debería ser,
el mundo aparente y el mundo verdadero…
Es en Schopenhauer donde Nietzsche
detecta el ‘nihilismo’. En su obra,
en su propuesta filosófica fundamental
(la negación de la voluntad), y en los autores
y corrientes religiosas o filosóficas
que trae a colación en apoyo de su propio
discurso –la ‘sabiduría’ nihilista de aquí
y de allá que recoge y difunde en sus textos.
Estamos ante mundos antípodas y sombríos
–lejos de la vida, lejos de la luz. El nihilismo
(la negación) es el fundamento de todo idealismo.
Es la negación de este mundo, implícita en todas
las vías de liberación religiosas, políticas,
o filosóficas que recorren el neolítico
lo que detecta Nietzsche. Son puntos
de
fuga de este mundo. La milenaria
subversión nihilista fue finalmente
descubierta, desvelada. Ésta fue la labor
de Nietzsche –poner de manifiesto,
mostrar la impostura nihilista.
Circulan culturas (creencias, ideologías,
tradiciones…) que niegan la vida
y la voluntad (de poder) implícita
en la misma vida. Estas visiones negativas,
nihilistas, de la sociedad, de la humanidad,
de la vida… no sólo circulan sino que triunfan
–son las predominantes y las más prestigiadas
(la cumbre de la sabiduría, dicen; la sabiduría
perenne). Ésta es la subversión espiritual
que padecemos desde antiguo –todo cabeza abajo.
Difunden la insatisfacción por el ser;
el disgusto por la misma vida. Predican
la huida, la fuga; la muerte, el no-ser.
Como contrapartida a su ominoso discurso
(la auto-represión, la auto-extinción,
la auto-aniquilación), los
nihilistas
(desde Buda, desde Platón…) ofertan
un mundo indoloro, y lleno de delicias.
Un mundo en el que todo lo negativo
ha desaparecido: la enfermedad, la pérdida
de la juventud, la muerte… Se habla
de salud eterna, de eterna juventud,
de vida eterna… La eterna mismidad
de Narciso. Que nada le turbe, que nada
le inquiete, que nada le despierte…
El sueño, el ideal, el ‘paraíso’ nihilista.
Un sueño hermano de la muerte.
La negación de la voluntad, de la pulsión,
del deseo… implícita en estas ‘representaciones’,
en estas ‘visiones’. Lo que nosotros denominamos
‘voluntad’ no es otra cosa que el motor de la célula,
de todo ser viviente –la
vida misma. Se niega
la vida, en resumidas cuentas. “Mejor no haber
nacido” es toda su ‘sabiduría’, y todo su legado
–su cantinela, su ‘slogan’. ¿Qué espíritu, qué genio;
qué individuo, qué pueblo puede cantar así
–proyectar tal ‘representación’, tal mundo
inmundo? Es la canción de la muerte;
el camino de la muerte, de la extinción,
del no-ser. Lo opuesto a la vida, y al ser.
3.
El abismo de la vida.
Cada instante la vida
se juega el ser.
El abismo de la vida.
Asomarse al mundo,
a este cosmos asombroso
que es nuestro hogar.
El asombro, el temblor,
la inquietud, el miedo.
El horror cósmico. Pánico.
Angustia. La magnitud
del enigma. Espíritus
valientes requiere la vida,
que miren de frente
el abismo del ser.
No volverá a repetirse
este ser biosimbólico
nuestro –el de cada uno
de nosotros. Como seres
contingentes que somos.
Diremos adiós para
siempre jamás.
Apostad por la ‘bella
muerte’; dejad un bello
y digno recuerdo.
4.
La afirmación y la negación de este
mundo nuestro –el mundo en el que
venimos a ser. La vida que afirma,
la vida que niega. Diversas actitudes,
diversas naturalezas, diversos mundos.
La afirmación de unos y la negación
de otros se oponen entre sí como el valor
a la cobardía, o el enfrentamiento a la huida.
Es preciso reconocer, sin embargo, que no
conoceríamos lo uno sin lo otro.
Es una ‘armonía inaparente’
(una complementariedad), en palabras
de Heráclito. Es un dilema también;
una disyunción, un doble camino.
Una elección.
5.
La vida como riesgo, como esfuerzo,
como lucha. Desde su remoto origen;
desde que se origina en el vientre materno.
En un principio todo le era contrario.
Desde sus comienzos tuvo que esforzarse,
luchar, vencer, dominar. Transformar
el entorno físico-químico. Garantizarse
el futuro; conquistar, crear ese futuro.
6.
Es
el ser genético el que hereda
al
ser simbólico (el complejo ‘yo’
cultural),
y no al contrario (como
hasta
ahora se piensa). El ser genético
es
el único que deja en herencia,
y
el único heredero. La sustancia
viviente
única –virtualmente
imperecedera.
7.
Algunos
dicen que las nuevas especies
o
subespecies que aparecen son el resultado
de
micro-mutaciones puntuales (en la sustancia
genética)
en un principio neutras o sin inmediatas
consecuencias.
Un acumulo de estos pequeños
cambios
en la línea genética de la especie
(en
el cariotipo) es lo que produciría
a
la larga las variaciones o las nuevas
sub-especies.
Son partidarios de una deriva
genética
carente de intencionalidad,
sin finalidad… a la deriva, justamente.
Yo
digo, por el contrario, que hay
inteligencia
y previsión en la sustancia
viviente
única; que hay voluntad
e
intencionalidad en cada uno
de
sus actos. Que hay causa final
en
lo que concierne a las formas vivas.
No
es casualidad el ojo, o el oído.
No
son casuales los órganos o los sentidos.
(Aquí
también hay un dilema.
¿Por
qué elegir el callejón sin salida;
el
camino menos constructivo,
el
menos fructífero?)
Cabe
hablar de causas internas
(intencionales)
y causas externas
(las
mutaciones puntuales aleatorias)
en
la evolución de las formas vivas.
No
son excluyentes.
8.
Ahora
viene la renovación, la nueva
primavera…
un nuevo comienzo.
La
aurora tiene que ver con esto.
Cada
renacimiento es una nueva aurora,
una
nueva mañana, un nuevo día.
Nuevo
período, nuevo ciclo.
Nuevos
horizontes. Ver novum.
Las
generaciones de la aurora avanzarán
revestidas
y armadas de luz, y a su paso
el
mundo despertará, reverdecerá.
Las
primicias están por venir.
Nueva
religiosidad, nueva espiritualidad,
nueva
devoción… Un renovado fuego.
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Saludos,
Manu