Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

lunes, 25 de abril de 2022

258) Genogramas LXXX

 

Genogramas LXXX.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (25/04/22).

 

                                                                  *****

 

1.

El nuevo ‘éthos’. La nueva con-ducta;

el nuevo morar, con-vivir, co-habitar,

com-portarse… Los nuevos usos

y costumbres por venir.

 

Lo primero es la conciencia de sí

genética. Es preciso allegarse

a la perspectiva genocéntrica

–a la mirada de la vida. Con ello

la vida que somos cobra conciencia

de sí, se re-cupera. Esta conciencia

(este saber) es el punto de partida,

la puerta, el acceso, la condición

necesaria para un futuro otro.

Es una conciencia que ilumina,

ilustra, instruye… guía, conduce.

Una conciencia (y un saber)

providencial que ya nunca

nos abandonará.

 

Sólo la identificación con la sustancia

viviente única puede traernos otra vida,

otra existencia, otro mundo. La conciencia

genética. Y hablo a nivel colectivo.

 

2. 

Regenerar la existencia. Establecer

unas condiciones ‘simbólicas’

de existencia acordes con nuestro

ser (viejo y nuevo; descubierto,

reencontrado); crear un nuevo

‘mundo’, un mundo genocéntrico,

una cultura (y una conciencia)

genocéntrica planetaria.

Más allá del hombre, de la criatura…

 

3.

Ser de aquellos que regeneran

la vida (la existencia, el mundo…).

La nueva vanguardia.

 

Este periodo de transición

que iniciamos es el ‘puente

de la separación’, y el ‘hombre’

no pasará este puente. En la otra

orilla está el nuevo mundo,

la nueva vida…

 

El ‘puente de la separación’

es extraordinariamente ligero.

Deshacernos, des-anudarnos,

des-ligarnos, purgarnos

de lo humano… del viejo

camino antropocéntrico,

egocéntrico, etnocéntrico…

Abandonar, dejar atrás.

Sin equipaje.

La vida desnuda.

 

Elegir el camino de la vida.

Este camino conduce

directamente a la otra orilla.

 

Ya no nos queda otro camino

hacia el futuro que el de la vida

–si queremos seguir siendo.

Y aquí no se habla de la

supervivencia de la ‘especie’,

sino de la vida.

 

La vida se juega la vida.

 

4.

Un arte y un pensamiento dignos

de la vida, a la altura de la vida.

Es Xenus/Nexus quien ahora,

conscientemente, a sabiendas, piensa,

habla, hace… El único sujeto,

el único protagonista, el único creador.

 

A tal vida, a tal ‘sujeto’, no le satisfacen

ya los modos humanos, sus obras,

o su sabiduría. Tal ‘sujeto’ necesita

otras palabras, otras obras, otra sabiduría…


5. 

Seamos de aquellos

que regeneran la existencia…

 

6.

Las guerras humanas que padecemos

–étnicas, territoriales, económicas,

ideológicas (políticas o religiosas)…

Miles de años en guerra –en el nombre

del poder. Y la tecnología armamentística.

Tenemos armas capaces de destruir

la vida en este planeta. Un camino

loco, absurdo, demencial, suicida…

 

Del otro lado la explotación de las ‘riquezas’

del planeta. La agresiva y nociva  tecnología

que aplicamos en la explotación del planeta

está poniendo en peligro sus condiciones

de habitabilidad (suelo, agua, atmósfera, luz…).

Los desastres ecológicos se amontonan,

apenas si hay rincón del planeta no contaminado.

Otro camino loco, irracional, suicida…

 

Nuestros modos de vivir en general.

Todo lo humano contribuye al deterioro

de la vida en este planeta. Nuestro

antropocentrismo, nuestro egoísmo,

nuestro etnocentrismo… Los soportes

ideológicos de estos comportamientos

–nuestras ideologías, nuestras creencias,

nuestras culturas... nuestros ‘mundos’.

 

No vivimos desde hace milenios.

La violencia y el engaño dominan

por doquier. Atmósfera tanática,

irreal, de pesadilla. Se huele la muerte,

la ‘morgue’. Pobreza, miseria, hambrunas…

Un planeta doliente, desfalleciente, herido…

 

La huida hacia delante de los más –de todos.

Liderados por los menos (los señores

de los medios de producción y consumo,

de la riqueza, de la ‘opinión’ pública…).

La nave de los locos, de los necios.

‘Stultifera Navis’. El ‘homo stultus’.

Es la necedad, sin duda, el no saber

(‘ne scio’), quien gobierna, quien manda.

Entre tuertos y ciegos anda el juego.


7. 

El saber que ahora nos ilumina arruina,

pulveriza todo antropocentrismo del pasado;

lo reduce a cenizas. La historia –el pasado–

de las nuevas criaturas es la historia de la vida.

El pasado humano es el periodo de extrañamiento,

de ofuscamiento, de inconsciencia, de ignorancia,

de ceguera, de ‘olvido’, de no saber…

 

Ya no se trata del bienestar, del futuro

del hombre, o de la especie (su supervivencia

y demás), sino del bienestar y del futuro

de la vida. No avanzar hacia el futuro

como hombres (más o menos ‘mejorados’,

o ‘auto-realizados’), sino como vida

(como sustancia viviente única).

 

El paso a la otra orilla, al otro continente,

al otro mundo, al otro espacio

–el espacio genocéntrico.

 

8. 

El ‘hombre’ es imprescindible.

La única criatura capaz de poner fin

a su propio extrañamiento de la vida,

a su comportamiento errático

y (auto)destructivo…

 

El ‘hombre’ debe despertar a la vida

que él mismo es. Ésta es la ‘revolución’,

la transformación, el giro, el vuelco…

el paso que hay que dar. La conciencia

no ya ecológica o biocéntrica,

sino específicamente genocéntrica.

 

9. 

Los despiertos, los renacidos

a la vida, esta es la ‘humanidad’

que hará posible la regeneración

de la existencia. La vanguardia

de la vida; los adelantados.

 

10.

La desnudez de los renacidos,

la pobreza… Aún sin ‘mundo’.

Todo por hacer.


11. 

El sujeto vida. ‘Yo’, la vida, hablo.

Y hablo en nombre de la vida.

 

Esto que digo es lo que ha de asumir

todo miembro de la especie humana.

El camino que ha de transitar.

La transformación que ha de experimentar.

 

12. 

La vida es la iniciativa,

el primer movimiento,

la acción… la libertad.

Pese a las constricciones

físico-químicas alberga

su propia ley, su propio

orden. Autonomía.

 

13. 

La biosfera conlleva la semiosfera.

La vida consigo mismo se comunica.

 

14.

El murmullo de la vida. El flujo

de mensajes. La comunicación

universal a nivel celular. Un planeta

viviente que se comunica

consigo mismo, que se informa,

que se mantiene al día.

 

Nada le pasa desapercibido

a la sustancia viviente única.

 

*****

 

Hasta la próxima,

Manu

domingo, 10 de abril de 2022

257) Genogramas LXXIX

Genogramas LXXIX.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (10/04/22).

 

                                                                  *****

 

1. 

Xenus/Nexus es la vida

en el cariotipo humano

–la vida consciente de sí.

Recuperada la conciencia,

la memoria, el ser…

Reavivada, renacida.

 

Creador, artífice, demiurgo,

señor de las criaturas…

La materia viviente.

La sustancia viviente única.

Nos. Genousse  y Genoussin.

 

La vida que cuida de sí;

que se protege,

que se prodiga,

que se ama.

 

2. 

El ‘éthos’ biocéntrico, genocéntrico.

Es la vida la que ha de gestionar

este planeta viviente, y gestionarlo

en su provecho. Pensando en sí,

en lo que es bueno o malo

para la vida (para sí).

 

3.

Los renacidos a la vida apenas

si contamos con algo que llevarnos

a la boca. Algo que satisfaga nuestro

gusto nuevo. Una vez probado el nuevo

‘sabor’, poco, muy poco del pasado

humano nos satisface en lo tocante

a palabras, a cultura… Artistas

del hambre consumados parecemos.


Los renacidos crearán culturas

nuevas, nuevas palabras y nuevas

obras dignas de la vida.

Es todo un reto para los futuros.

 

4.

Un inesperado saber, una autognosis

que no fue anunciada, predicha

o profetizada. Los colectivos

humanos aún no han asimilado

este conocimiento cierto; esta

llegada al núcleo de los seres

vivos, a lo viviente mismo.

La llegada a lo Uno, al ser

viviente único que somos.

 

El nuevo saber esclarece

nuestra posición, y nos abre

un camino nuevo, ignoto,

inesperado, luminoso, fecundo…

 

La transformación, el paso

a la otra orilla, el puente

que nos separa…

 

El conocimiento cierto acerca

de nuestro ser es el transporte,

la nave que nos conduce

a la otra orilla. Basta poner

el pie en esta nave…

 

No es un credo

esto que digo,

es un saber.

 

4.

La ‘tierra’, es la morada de la vida.

Es una morada construida, o mejor,

optimizada –la atmósfera que ‘hoy’

respiramos es en buena medida

obra nuestra. El comportamiento

ciego, irracional, de nuestra especie

está poniendo en peligro

este ‘paraíso’ nuestro.


5.

La caricaturización, la deformación,

la estigmatización del otro

 

La siembra del odio; del odio

que ciega, que aturde,

que confunde, que embrutece.  

 

En el juego de la vida los tramposos

y los violentos ganan la partida.

Es un mundo (el de los humanos)

donde la mentira y la violencia

triunfan una y otra vez, y donde

los veraces y los pacíficos

llevan siempre las de perder.

 

Toda la historia de los humanos,

al menos desde que tenemos memoria,

desde comienzos del neolítico histórico

(hace unos seis mil años), está plagada

de engaños y violencias colectivas.

Los engañados y violentados son

constantemente usados como fuerza

de trabajo, o como brazo armado.

 

Los ‘amos’ se suceden y todo sigue igual.

No hay cambios, ni perspectiva alguna

de cambio. ‘La noche se amontona

sin esperanzas de día’. Es siempre

la misma historia. De un lado los menos

dirigiendo, urdiendo, maquinando,

del otro los más (las masas) movilizados,

dirigidos, manipulados, instrumentalizados.

Los ‘listos’ y los ‘tontos’. Los instrumentos

de movilización (los engaños colectivos):

ayer la ideología religiosa, o la fe común, 

hoy las ideologías políticas ‘liberadoras’

(el comunismo o el socialismo, la democracia…),

o la patria o nación. Las muchedumbres,

una vez adoctrinadas, se dejan conducir,

hacen lo que se les dice que hagan

–para conseguir la ‘libertad’, la ‘justicia’,

la ‘democracia’, la ‘nación’… En el calor

de las movilizaciones no advierten su calidad

de instrumentos, de útiles en manos

de los menos –los verdaderos amos

de la situación. Los únicos responsables

son aquellos que siembran la división, el odio,

el resentimiento, el enfrentamiento…

los únicos que sacan algo de la contienda

–los ‘listos’, los poderosos, los menos… 

 

Los menos y los más, los pocos

y los muchos. Entre unos y otros

es preciso encontrar un espacio,

un lugar otro donde vivir, lejos

de la mentira y de la violencia.

 

Lejos de los listos, de los formadores

de opiniones colectivas, y de las masas

alienadas, idiotizadas, enloquecidas.

 

Desviar la vista de la penumbra,

de la oscuridad, de la noche.

Es una vida absurda la que nos

hacen vivir, una vida sumida

en la estupidez, en la violencia,

en el engaño… Perdemos el tiempo,

perdemos la vida. Necesitamos

un lugar fuera, un lugar aparte

de la locura y del horror.

Un lugar lo más cerca posible

de la creación, y de la verdad.

¿Dónde ese lugar? Necesitamos

luz, claridad, vida.

 

No la interface, sino lejos, fuera.

Otro lugar, otro espacio, otra vida.

 

Hay un espacio ya construido,

ya habitado, donde la verdad

y la belleza gobiernan las vidas.

Hay una humanidad creativa

y luminosa que ama el conocimiento

y la sabiduría. Hablo de los aislados,

de los solos; de los excluidos

de la contienda; de los no vistos,

de los no seguidos,

de los no escuchados.

 

Una  sabiduría fundamentada

en las ciencias de la vida

es el conocimiento que más

nos concierne, pues nosotros

somos la vida. Es un saber

que nos habla del ser que somos,

y nos habla de la unidad de la vida.

No hay sino una sola vida. Una sola

sustancia viviente, una sola esencia;

una y la misma en el árbol

y en el ave… Es una unidad,

es un Uno.

 

¿Por qué no somos uno?

¿Qué nos divide y nos enfrenta?

Ideas y palabras probadamente

engañosas nos dividen y nos enfrentan;

desgarran nuestra esencial unidad;

desgarran lo Uno que somos.

Así andamos, dentro y fuera,

en lo grande y en lo pequeño,

divididos y enfrentados.

Por nada, por naderías;

por cosas inexistentes;

por graves ficciones,

por mitos, por mentiras.

 

Camino de la verdad y de la belleza;

del conocimiento, del arte, de la creación.

El camino de los solos, de los unos.

Unos con el cosmos, unos con la vida.

El camino de la unidad. No lejos, ni fuera,

sino dentro de la vida, del cosmos, del ser.

 

*****

 

Saludos,

Manu