Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

miércoles, 25 de mayo de 2022

260) Genogramas LXXXII

 

Genogramas LXXXII.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (25/05/22).

 

                                                                  *****

 

1.

Nada humano,

nada divino,

nada mortal…

 

2.

Liberarnos de las culturas antropocéntricas

del neolítico, de la ‘humanidad’, de los múltiples

humanismos –de los ‘hombres’ del pasado.

Son esos hombres culturales, relativos, históricos,

contingentes… los que nos han alejado

de nuestros ser natural, de nuestro único ser.

 

3. 

La vida alberga todos los contrarios.

Una suerte de oxímoron. Frágil y potente,

mutable e inmutable, simple y compleja,

fugaz e imperecedera… La armonía

inaparente de Heráclito. Cándida noche,

sombra clara, alegre tristeza…

La vida y la muerte; el ser y el no-ser;

el amor y el odio. Adapta y se adapta…

Egoísta y altruista… Al mismo tiempo

lo uno y lo otro.

 

4.

Sustancia genética no estática,

sino dinámica, fluida, flexible,

versátil, siempre en devenir.

 

Un permanente flujo de energía,

de información, de comunicación,

de vida…

 

5.

La ficción, la ilusión antropocéntrica.

La des-ilusión, el des-encanto, y la salud,

nos vendrán del conocimiento nuevo

que nos trae las ciencias de la vida.

Éste nos pondrá en el verdadero lugar

que como seres vivos ocupamos

en el planeta, en el sistema solar,

en el cosmos… Aún no somos

el ser que somos. Otros seres

ocupan nuestro lugar. Numerosos

‘homos’ usurpan nuestro lugar.

Y nos destierran, nos sotierran,

nos alienan. Recuperar la voz,

el lugar, el ser… Nos, la vida.

 

6. 

La mónada de las mónadas.

Lo Uno primordial.

 

Mónada de mónadas la sustancia

genética en el planeta, y en mí mismo.

Yo mismo ser complejo, ‘yo’ de ‘yoes’.

Un ‘nos’; un pequeño ‘uno’.

 

La unión misteriosa con el gran Uno.

La experiencia sublime.

 

El viviente. El eterno. La sustancia

viviente única –virtualmente

imperecedera. El Uno. No hay otro.

Él mismo es su otro.

 

Lo Uno escindido, repartido

en sus criaturas. Multiplicado,

extenso. Fragmentos de lo Uno,

esto somos.

 

7.

La historia de la vida.

La escuela de la vida.

La experiencia de la vida.

La sabiduría de la vida.

Sabiduría acumulada.

Son varios miles de millones

de años; varios eones.

 

La sustancia genética es sabiduría

encarnada en su propio ser.

La materia viviente, inteligente,

volente, experimentada, sapiente…

En su propia naturaleza, en su propia

‘carne’, en su propio ser.

 

La materia viviente se expresa

en sus propios términos, extrae de sí…

Su propio ser contiene su saber, su poder...

 

Lo que sabe, lo que puede, lo que es…

Ser-saber-poder… Una sola cosa

inseparable; inescindible.

No es lo uno sin lo otro.

 

8.

Un futuro otro nos espera.

Una humanidad renacida a lo Uno.

Una humanidad ‘una’. Una con

lo viviente, con la biosfera,

con el cosmos… con todo.

 

Un futuro post-humano,

post-antropocéntrico.

Más allá de la especie.

Un futuro centrado en la vida;

que mira desde la vida.

Una perspectiva otra; un mundo otro.

Un mundo por crear, por establecer,

por habitar… Un mundo otro,

un mundo nuevo.

 

Los renacidos a lo Uno, las primicias,

la vanguardia del futuro.

Los creadores del mañana.

 

9. 

Un sujeto universal, y único.

Un único personaje, un único actor.

 

La sustancia viviente única consigo

misma compite y consigo misma coopera.

 

Las especies, los individuos…

máscaras de lo Uno.

 

10.

Lo Uno alberga todos

los comportamientos que

nos es dable contemplar

en lo seres vivos.

El amor y el odio,

el deseo y el temor,

la fuerza y la debilidad,

la alegría y la tristeza,

el egoísmo y el altruismo,

lo abyecto y lo sublime…

 

Es lo Uno en todo momento

quien siente, quien padece,

quien ama y quien odia,

quien sufre y quien goza…

No hay otro.

 

El cariotipo específico

humano, el (de momento)

vértice de la evolución, 

es una muestra del carácter

contradictorio, ambiguo,

ambivalente… de lo Uno.

Es un fragmento

del ser viviente único.

 

La guerra y la paz; la concordia

y la discordia…

 

Nosotros somos

fragmentos de lo Uno.

 

11. 

El acervo génico del planeta,

el ‘pool’ génico único.

El hologenouma del planeta;

el metagenouma, el pan-genouma.

Sustancia genética recibida,

transferida, compartida…

por todos los seres vivos

del planeta. Sustancia viviente

virtualmente imperecedera.

 

Un único ser. El ser viviente único.

En todos y cada uno de nosotros.

 

El genouma de cada uno de los vivientes

es un mosaico de material genético

que  compartimos con todas las criaturas

de la tierra. Virus, bacterias, protistas,

plantas, hongos, animales…

Las máscaras, los vehículos…

de la sustancia viviente única.

 

No hay interactores,

no hay sino un único actor.

 

12.

Una única obra –la obra de la vida;

y un único actor. Los organismos,

los somas, los diferentes fenotipos,

como obras, como creaciones

de la sustancia viviente única.

 

Este planeta que habitamos,

y el entero cosmos, son el escenario

en el que se despliega la obra de la vida.

 

13. 

La unidad originaria de la vida,

el fundamento, el ser…

 

La vida única que somos;

el ser único que somos.

 

Nos, la vida. Nos, el ser.

Nos, lo Uno primordial.

 

*****

 

Hasta la próxima,

Manu

lunes, 9 de mayo de 2022

259) Genogramas LXXXI

Genogramas LXXXI.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (09/05/22).

 

                                                                  *****

 

1.

Es la misma vida la que subyace

en las agresiones que una especie

determinada inflige a la biosfera.

Es una parte de la vida la que ha

enloquecido –por así decir.

Es la misma vida la que se auto-agrede.

Es la misma vida la que combate

consigo misma. No hay sino una sola

sustancia viviente. Es, pues, una parte

de la vida –encarnada en una especie

determinada–  la causante de los males

que aquejan al planeta.

 

Nuestro ser cariotípico, específico, el humano.

Allí donde la vida es consciente de sí.

El drama de la vida consigo misma

enfrentada se patentiza en una sola especie,

la nuestra, la humana. Aquí la magnitud

y la importancia de la lucha se hacen

conscientes. Lo que la vida se juega.

El futuro de la vida.

 

El freno, el ‘bocado’, el autodominio…

La vida que a sí misma se domina.

 

2. 

La sustancia viviente única, el sustrato,

el sostén… Lo que no aparece,

la cosa en sí de los fenómenos

biológicos. El genoúmeno. 

 

Mi identidad es la identidad de la vida.

Yo soy vida; un fragmento de vida.

Toda la sustancia genética que albergo

–la propia y la ajena.

 

3.

Una sola voz, una sola lengua, es lo mejor.

El hologenoma ineludiblemente plural.

La lucha interior. La jerarquía interior.

La emergencia del ‘ich’, o del ‘self’;

de un sujeto unificado, en cualquier caso.

 

“Una sola lengua sublime y acordada.”

 

4.

El temor, el disgusto, el rechazo

de la muerte, de la extinción,

del no ser en las unidades

contingentes; cómo se aferran

a la vida. Quieren seguir siendo

lo que son. Pero la vida que somos

no deja nunca de ser. La muerte

no le afecta. La vida que soy está

en todas las criaturas –no hay organismo

que no albergue mi ser. La vida es el ser.

 

La vida que somos proseguirá hasta

el último de los días. El horizonte

de la vida es la eternidad. El tiempo

no afecta a la vida. La vida ignora

el tiempo. Siempre la misma.

 

Lo Uno que es el Ser,

que es la Vida. Nos.

 

La repetición, la replicación,

la reproducción, la regeneración…

el retorno de lo mismo. La eterna

permanencia del ser viviente único.

 

No conoce la muerte. No conoce el tiempo.

Eternamente joven; eternamente el mismo.

Se actualiza cada instante; vuelve a ser

sin dejar de ser. Nunca deja de ser lo que es.

 

El ser viviente único no aspira

al poder, o a perseverar en el ser.

Su perpetua regeneración,

su ubicuidad, su potencia…

Es el ser que no aspira a nada

porque se tiene a sí mismo.


5.

Triunfo del gusto sobre la nutrición.

Triunfo del goce erótico sobre el sexo

reproductivo. Esto denota cuán lejos

están los ‘humanos’ de las fuentes de la vida.

 

6.

La adopción de la perspectiva genocéntrica

aún no ha sido llevada a cabo. Aún seguimos

mirando, contemplando, reflexionando

como ‘hombres’. Hasta ahora vencen

las ideas antropocéntricas, culturales,

históricas, neolíticas, (religiosas, políticas,

filosóficas, ‘psicológicas’…), humanas,

demasiado humanas. Éstas son las que

ponen trabas al triunfo de la vida.

 

7.

Hablando de reducionismo, de lo que se trata

ahora (con Gould, Lewontin et al.) es de reducir

las ciencias de la vida al marxismo, como otrora

al judaísmo (al ‘génesis’ bíblico) o al cristianismo.

 

La ridícula dialéctica marxista aplicada

a las ciencias de la vida. El reduccionismo

ideológico marxista se está imponiendo

en nuestra comprensión de los fenómenos

biológicos. La rejilla (la ‘grille’) marxista.

Los grilletes. ¿Qué se pretende? ¿Qué se consigue?

 

Ahora se quiere una biología proletaria,

o, como mínimo, democrática. Dado

que la anterior era capitalista, o burguesa…

Es el colmo de la estupidez.

 

Lo peor que le ha podido suceder

a las ciencias de la vida es la intrusión

de estos reventadores profesionales.

 

¿Qué se pretende? Introducir la discordia,

la división y el enfrentamiento entre los biólogos;

introducir la censura, la inquisición, la policía política…

De un lado los ‘dialécticos’, del otro…

A los biólogos no dialécticos (no marxistas)

se les tildará de fascistas, reaccionarios,

conservadores… se les arrinconará,

se les hará la vida imposible. Ese es el futuro.

No habrá verdad, ni ciencia, ni conocimiento…

Será ‘1984’ cumplido, como cuando

la cristianización, la islamización,

o la bolchevización. Será el fin

de las ciencias de la vida.

 

Aquí no hay ciencia, sino ideología;

no hay voluntad de conocimiento

y de verdad, sino de poder.

 

Ahora se trata de juzgar (políticamente)

todas las ramas de las ciencias de la vida

a través de los axiomas o premisas

(cualesquiera éstas sean) del materialismo

dialéctico, y de reducirlas a éste.

A lo que no coincida se le considerará

como pensamiento conservador, reaccionario,

o de ‘derecha’ (ya se está haciendo).

Pronto veremos cómo se califica de fascistas

a los partidarios de la evolución centrada

en los genes (en la sustancia genética, mejor).

 

Triunfa Stalin, Lysenko, el materialismo

dialéctico; cae Darwin, Mendel, Morgan,

Vavilov, Dobzhansky…, y el propio Haldane,

marxista él, que tanto contribuyó

al neodarwinismo, ha caído en desgracia.

Cae finalmente la ciencia burguesa,

triunfa la ciencia proletaria.

 

Vavilov, mártir de la verdad genética.

La verdad genética arruina al materialismo

dialéctico, como la evolución arruinaba

a los creacionistas judíos, cristianos y musulmanes. 

 

Enemigo del pueblo, enemigo de clase…

enemigo del ‘diamat’… burgués, idealista,

mecanicista, reduccionista, reaccionario,

fascista… Estos son los apelativos

que los marxistas prodigan a los no marxistas.

Llevan más de un siglo haciéndolo.

Debemos acostumbrarnos a ellos.

 

“We shall go to the pyre, we shall burn,

but we shall not retreat from our convictions.” 

Nikolai Vavilov, 1939.

 

El ‘diamat’, hostil (anti-pathetic) a la verdad.

 

Una biología marxista resulta tan estúpida,

delirante y peligrosa como una biología

cristiana, judía, musulmana, budista,

hinduista… democrática…

 

Las ciencias de la vida no necesitan

de ninguna ideología (religiosa o política)

para llevar a cabo su cometido.

Se bastan a sí mismas.

 

Estas ideologías quieren apropiarse

o destruir el mensaje que las ciencias

de la vida vienen a traernos. Manipular,

distorsionar, podar… los ‘lechos de Procrustes’.

 

8.

El pasado humano apenas si tiene algo

que enseñar a la sustancia viviente única;

apenas si tiene algo que enseñarnos.

No nos vale. No alcanza la realidad,

y nos aleja de nuestra realidad,

de nuestra verdad.

 

*****

 

Saludos,

Manu