Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

domingo, 14 de enero de 2018

170) Genocentrismo XXII


Genocentrismo XXII.


Manu Rodríguez. Desde Gaiia (14/01/18).

 

*

 

*Las guerras humanas que padecemos –étnicas, territoriales, económicas, ideológicas (políticas o religiosas)… Miles de años en guerra –en el nombre del poder. Y qué decir de la tecnología armamentística. Tenemos armas capaces de destruir la vida en este planeta. Un camino loco, absurdo, demencial, suicida…
Del otro lado la explotación de las ‘riquezas’ del planeta. La agresiva y nociva  tecnología que aplicamos en la explotación del planeta, sobre todo en los últimos doscientos años, está poniendo en peligro sus condiciones de habitabilidad (suelo, agua, atmósfera, luz…). Los desastres ecológicos se amontonan, apenas si hay rincón del planeta no contaminado. Otro camino loco, irracional, suicida…
Nuestros modos de vivir en general. Todo lo humano contribuye al deterioro de la vida en este planeta. Nuestro antropocentrismo, nuestro egoísmo, nuestro etnocentrismo… Los soportes ideológicos de estos comportamientos –nuestras ideologías, nuestras creencias, nuestras culturas... nuestros ‘mundos’.
No vivimos desde hace milenios. La violencia y el engaño dominan por doquier. Atmósfera tanática, irreal, de pesadilla. Se huele la muerte, la ‘morgue’. Pobreza, miseria, hambrunas… Un planeta doliente, desfalleciente, herido…
La huida hacia delante de los más –de todos. Liderados por los menos (los señores de los medios de producción y consumo, del dinero, de la ‘opinión’ pública…). La nave de los locos, de los necios. ‘Stultifera Navis’. El ‘homo stultus’. Es la necedad, sin duda, el no saber (‘ne scio’), quien gobierna, quien manda. Entre tuertos y ciegos anda el juego.
*Las éticas que nos vienen del ecologismo (Jahr, Leopold, Potter, Naess, Jonas…) resultan demasiado antropocéntricas, aún. Místicas, religiosas, pietistas al viejo estilo (judío, cristiano, musulmán, budista, hinduista…). El último humanismo, quizás. No salimos del neolítico, del pasado antropocéntrico.
Triunfo del nihilismo de Schopenhauer (el sumidero de todos los nihilismos del pasado). El quietismo, la ‘extinción’ (el ‘nirvana’), la negación de la voluntad.
El monismo cósmico en Naess, y otros, recuerda al monismo de Haeckel (del que participó Nietzsche). No había distinción entre lo viviente y lo no viviente. Una suerte de panpsiquismo.  
Las religiones de salvación ‘personal’ ahora se apuntan al ecologismo, al medio ambiente, a la vida… No hay quien se lo crea. Los peores parásitos sociales de todos los tiempos (los astutos, los ‘listos’, los sacerdotes, los ‘pastores’…) se preparan  para seguir parasitando en el futuro. Eso es todo. También los marxistas se reciclan, ahora construyen un marxismo ecologista…
No se parte de la vida (la sustancia viviente única) en estos casos que digo, sino del hombre, del bienestar, o de la autorrealización del hombre (de la especie humana). Obsérvense sus textos programáticos, sus autores fundamentales, sus conexiones ‘espirituales’ con las tradiciones religiosas o espirituales del neolítico… Adviértase su ‘lenguaje’ (humano, demasiado humano). Ni un solo paso adelante, hacia un futuro genocéntrico, hacia un futuro otro.
Sus modelos humanos: Francisco de Asís, Buda, Gandhi… La ‘compasión’; el amor por los ‘animales’. Este lenguaje denota ya un claro extrañamiento del resto de la naturaleza viviente  –los ‘animales’.
El lenguaje ético, filosófico, religioso… del neolítico es claramente antropocéntrico en todas las tradiciones culturales. Los ‘mundos’ del neolítico.
Salir de los laberintos del  neolítico; de los antropocentrismos o humanismos del neolítico. Dejar al hombre atrás.
El saber que ahora nos ilumina arruina, pulveriza todo antropocentrismo del pasado; lo reduce a cenizas. La historia –el pasado– de las nuevas criaturas es la historia de la vida. El pasado humano es el periodo de extrañamiento, de ofuscamiento, de inconsciencia, de ignorancia, de ceguera, de ‘olvido’, de no saber…
Lo que les falta a todos los movimientos ecologistas contemporáneos es el paso al genocentrismo. Aún miran desde el ‘hombre’.
Ya no se trata del bienestar, del futuro del hombre, o de la especie (su supervivencia y demás), sino del bienestar y del futuro de la vida. No avanzar hacia el futuro como hombres (más o menos ‘mejorados’, o ‘autorrealizados’), sino como vida (como sustancia viviente única).
El paso a la otra orilla, al otro continente, al otro mundo, al otro espacio –el espacio genocéntrico.
La ‘realidad’ que viene. El futuro genocéntrico sobrevendrá sobre toda la humanidad. Es el futuro ineludible, inexorable.
No se trata de crímenes contra la naturaleza viviente, o contra la completa ecoesfera o biosfera, sino de crímenes contra la vida…
Del ecocentrismo o del biocentrismo (fenocéntricos ambos) al genocentrismo.
Únicamente el ‘hombre’ puede hacer posible un futuro genocéntrico. Éste es el problema. Que en manos del cariotipo más problemático esté también la solución. Únicamente la elección del camino bueno para la vida, que sólo pueden llevar a cabo los miembros del cariotipo humano, puede garantizar el futuro… El ‘hombre’ es imprescindible. La única criatura capaz de poner fin a su propio extrañamiento de la vida, a su comportamiento errático y (auto)destructivo…
El ‘hombre’ debe despertar a la vida que él mismo es. Ésta es la ‘revolución’, la transformación, el giro, el vuelco… el paso que hay que dar. La conciencia no ya ecológica o biocéntrica, sino específicamente genocéntrica.
Que la vida ocupe su lugar en el cariotipo específico humano. Esto es lo que queda. La desaparición del ‘hombre’ (del antropocentrismo, de los ‘humanismos’). La mirada, la perspectiva genocéntrica.
Los despiertos, los renacidos a la vida, esta es la ‘humanidad’ que hará posible la regeneración de la existencia. La vanguardia de la vida; los adelantados.
La desnudez de los renacidos, la pobreza… Aún sin ‘mundo’. Todo por hacer.
El sujeto vida. ‘Yo’, la vida (la sustancia viviente única), hablo. Y hablo en nombre de la vida. Nosotros somos la vida, el ser viviente único. No hay otro/otra vida, sino que es una y la misma en todas las criaturas. El único sujeto, el único agonista.
Esto que digo es lo que ha de asumir todo miembro de la especie humana. El camino por el que ha de entrar. La transformación que ha de experimentar.
El cariotipo humano es el ‘lugar’ donde la vida adquiere conciencia de sí. El lugar del reencuentro (de la vida consigo misma), de la autognosis, de la anamnesis… Nos, la vida.
El comienzo de una era interminable, radicalmente nueva. Novedad absoluta del nuevo periodo. El nuevo ‘éthos’. La nueva vida. La vida plena.
Co-existencia. Co-existir. Co-evolución.
*Es gracias a su inteligencia natural y a su voluntad de conocimiento y de verdad que el ser simbólico (lingüístico-cultural) ha podido acceder a su ser genético. Gracias a las ‘potencias’ que proceden de su propio ser genético.
Nuestro ser simbólico es un epifenómeno contingente y relativo. En todo momento nuestro ser genético (nuestro ser único, en verdad) se buscaba a sí mismo. Nuestra inteligencia y nuestro tesón son las de la sustancia viviente única.
En busca de la verdad acerca de nosotros mismos. No el ‘hombre’, sino la vida se buscaba a sí misma. No el soma, sino el genoma; no la criatura, sino el creador.
*Nuestro genoma, o mejor, nuestro hologenoma. La totalidad de sustancia genética que nos constituye (la propia y la ajena). En cualquier caso, la sustancia viviente única de/en un organismo.
La comunicación interna, la semiosis química. El lenguaje universal de la vida.
La comunidad de los vivientes. La unidad de la vida (de la sustancia viviente).
*La conquista del agua, de la tierra, del aire… del espacio –el futuro, más allá de la Tierra. Es la vida, la sustancia viviente única, la que se prodiga. No hay otro sujeto.
*Se puede ver la vida desde la competencia, pero también desde la cooperación o colaboración. Las relaciones entre los individuos y las especies son muy variadas, y no se limitan a la lucha, la depredación, el parasitismo o la explotación, piénsese en la simbiosis, el mutualismo, o el comensalismo. Generalmente se nos ofrecen visiones de la vida exclusivamente basadas en la lucha –véanse nuestros documentales al respecto, o nuestros libros divulgativos sobre la evolución de la vida. Es la imagen prevalente. Pero es también una visión sesgada, parcial, incompleta… incluso engañosa. Si, es una visión que miente –que nos miente–, que nos oculta la verdad. Es, indudablemente, una visión interesada, ‘política’. Una visión de la vida acorde con los depredadores, con los parásitos, con los explotadores… Se nos presenta como la verdad cruda, desnuda, como la realidad (la vida es así). Se pretende legitimar y eternizar el estado de cosas social, político y económico que padecemos desde hace milenios (guerra, explotación, parasitismo…). No nos deja otro horizonte que la violencia y el engaño.
*“La biosfera se transformará, de una manera u otra, tarde o temprano, en la noosfera” (Vernadsky). Es obvio que la noosfera está relacionada con la aparición de la inteligencia humana. No salimos del antropocentrismo.
Lo próximo es la genosfera –o mejor, la genousfera. La vida, la sustancia genética, la sustancia viviente única, es inteligente en sí. No se manifiesta exclusivamente en el cariotipo específico humano. La unidad de la vida.
Pensamientos fenocéntricos, aún.
Otra reflexión de Vernadsky: “en la interacción entre la materia viviente y la no viviente o inerte, la materia viviente tiene el papel principal”. Pero la única materia viviente que existe es la sustancia genética. Luego la sustancia genética tiene la primacía en la acción (cualquiera ésta sea).
La vida interviene y modifica el entorno abiótico desde su aparición. Y estas alteraciones inciden a su vez en la vida, que vuelve a intervenir. Y así sucesivamente. Es un ciclo a dos. Es un dialogo eterno en el que se intercambia información (materia y energía). Co-evolución. Mutua influencia. La vida es la respuesta inteligente (‘genial’, inesperada, nueva, innovadora…). La materia inerte responde mecánicamente, ‘inercialmente’, podríamos decir.  
La biosfera, o ‘gaiia’, es la esfera donde la vida establece sus condiciones de existencia.
La vida siempre responde a los cambios en el entorno no-viviente. No se limita a adaptarse, sino que busca paliar o eliminar las dificultades que le salen al paso. Habilita el entorno abiótico, lo modifica, lo transforma, lo adapta… lo hace apto para la vida –para sí misma.
La vida (la materia viviente) es la iniciativa, el primer movimiento, la acción… la libertad. Pese a las constricciones físico-químicas alberga su propia ley, su propio orden. Autonomía.
*Coordinación. Sincronía.  Tales procesos serian impensables sin un intercambio de información, sin ‘lenguaje’. Endosemiosis/exosemiosis. En las células individuales, en los organismos…
*Nuestra edad es la edad de la vida (3.500 millones de años).
Se trata de la historia del planeta, y de la historia de la vida en este planeta. De las interacciones de la vida (materia viviente) con la materia no viva (inerte). De la co-evolución de ambas, de la mutua influencia… De la configuración de la biosfera… Del papel de la vida en esta configuración…
Darwin, Haeckel… Weismann, Morgan… Merezhkovsky/Wallin, Vernadsky, von Uexhull… Sobre la biogénesis en el planeta (coacervados, quimiosíntesis… Morowitz, Smith…), sobre la simbiogénesis (fundamental en la aparición y en la evolución de las especies… Margulis…), sobre la biosfera (Gaia, Lovelock…), sobre la comunicación en las formas vidas  (la semiosis, la biosemiótica…). La ecología, la termodinámica de la biosfera…
La regulación del clima, la salinidad y la alcalinidad de las aguas, la modificación de los suelos (rocas incluidas…). La luz, la temperatura, la atmósfera, el agua, la tierra (el manto fértil)… Un planeta adaptado a la vida, transformado, habilitado…
Las fuerzas condicionantes: la gravedad, la presión, el electro-magnetismo…
*El genocentrismo dice que la única sustancia viva es la sustancia genética. La unidad y continuidad de la vida desde su aparición en este planeta. Una y la misma sustancia viviente  a través del tiempo y del espacio.
*Cierto que la sustancia genética cuando aislada es como sustancia inerte. Necesita del entorno biótico y abiótico para reproducirse y demás. Es preciso ver la vida en su contexto. El origen de los diferentes somas está en los coacervados de Oparin/Haldane. La sustancia genética se protege desde su nacimiento. La evolución de los genomas y de sus somas. El aumento de la complejidad genotípica y fenotípica (morfológica y fisiológica). La especiación. Las diferentes formas vivas. Biogénesis, simbiogénesis…
Universalidad de las rutas metabólicas. El ‘protolenguaje’ de la vida (químico). La semiosis celular (en procariotas y eucariotas). La semiosis universal.
La aprehensión del medio (biótico y abiótico), la ‘representación’ (el ‘umwelt’), la memoria…
No es la célula la que hace uso de su repertorio genético (Albers… Shapiro) para responder al entorno, es la sustancia genética (el genoma) la que responde una vez que ha recibido la información del exterior (o del interior) –que  le llega transducida por sus perceptores de membrana u otros. Es el complejo o sistema genético y epigenético el que recibe y emite información, el que hace uso de su memoria, de sus conocimientos, de su experiencia… para responder en consecuencia.
La sustancia genética, la sustancia viviente única. No hay otro piloto, otro sujeto, otro ente viviente. La raíz, el centro de la unidad de la vida. Lo que subyace en todo organismo. El plasma germinal que perdura a través de las generaciones. En lo horizontal (el espacio) y en lo vertical (el tiempo). La sustancia viviente eterna –virtualmente imperecedera.
La unidad esencial de todos los seres vivos. La unidad genética. Todos los seres vivos comparten el mismo ser; son el mismo ser. Este saber es el que cambiará el ‘éthos’ de los humanos sobre el planeta. Todo cambiará. Es una sabiduría para el futuro de la vida en este planeta. Es el futuro.
El mundo nuevo, por venir. El mundo genocéntrico. No fenocéntrico, no cariocéntrico, no antropocéntrico… El homo Xenus/Nexus. Las nuevas criaturas humanas. Lo nuevo. Lo por venir.
Diacronía y sincronía en la co-evolución de la biosfera (ecosistema planetario –elementos bióticos y abióticos conjuntamente). Tiempo (devenir, Darwin) y espacio (el aquí y el ahora, Vernadsky).  Esta  fecunda visión se la debemos a Lynn Margulis. La conjunción necesaria.
Las bases, los fundamentos, los pilares... Biogénesis. Genómica. Microbiología. Simbiogénesis. Ecología. Evolución. Biosfera (Gaia). Biosemiótica.
Evolución de los somas, de los cuerpos, de los fenotipos, de las criaturas… En tanto la sustancia viviente única, la sustancia genética (el plasma germinal),  permanece inalterable y una desde su origen. Esto ha de tenerse en cuenta.
El ser (único) que somos. La sustancia viviente única. El plasma germinal virtualmente imperecedero.
*La luz y la materia viviente. La luz parece ser el único elemento ajeno al planeta que interviene en la generación de vida. La luz es esencial para la vida. No sólo la luz, también el agua. El agua, la luz, el aire, la temperatura… electrones, determinados átomos, determinadas moléculas… La gravedad, la presión… Los factores abióticos.
Un planeta que alberga vida es un planeta vivo. Un planeta que vive y evoluciona como un todo (lo biótico y lo abiótico).  No es autosuficiente, empero, necesita de una fuente de luz.
Relativa autonomía e independencia de la vida en el cosmos. Necesita cierto ambiente, cierto entorno… La materia viviente necesita de la materia no viviente para ser. Esto es así. No sólo su mismo ser esta constituido de materia no viviente (átomos y moléculas), sino que no podría mantenerse, o reproducirse, sin ciertas sustancias a su alrededor.
No es un proceso autopoiético puro. La vida no ‘es’ independiente de su entorno –al margen o a pesar del entorno. La naturaleza físico-química de la materia viviente está unida inextricablemente a su entorno (físico-químico también).
La sustancia viviente aislada de fuentes de ‘alimentación’, o de un entorno abiótico adecuado, es como sustancia inerte. Esto debería resultarnos obvio. Pero esta dependencia no borra la distinción de la materia viviente de la materia no viviente, ni la primacía de ésta en lo que concierne a las cosas de la vida.
Un cosmos biótico, viviente también. Una materia viviente consciente de sí.
Decir vida es decir materia viviente, es decir sustancia genética, es decir plasma germinal, es decir sustancia viviente única.
*Necesitamos una ‘teoría’ sintética, integral, acerca de la vida en el cosmos; acerca de su identidad también (qué cosa sea; las sustancia implicadas). Cómo y dónde se origina o puede originarse (las condiciones primarias, necesarias), cómo se mantiene y se perpetua, cómo se prodiga, cómo se relaciona consigo misma, cómo se comunica consigo misma, cómo evoluciona, cómo aparecen los ‘filum’, las especies… La interacción con el medio –las ‘biosferas’, las ‘gaiias’ posibles. En definitiva, necesitamos una historia de la vida; necesitamos tener clara nuestra propia historia; necesitamos una autobiografía desde nuestros orígenes.
*
Hasta la próxima,
Manu