Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

viernes, 16 de marzo de 2018

172) Genocentrismo XXIV


Genocentrismo XXIV.


Manu Rodríguez. Desde Gaiia (16/03/18).

 

*

 

*Una visión integral. Pilares de la vida. Gaia (geobiología) + evolución + semiosfera. Tiempo, espacio, y comunicación. Flujos de materia, energía, e información.
Un sistema solar. Un planeta viviente. La luz. Fotótrofos, quimiótrofos, litótrofos… Respiración, nutrición, comunicación. Auto-producción, auto-organización, auto-mantenimiento…
La auto-regulación del planeta. La vida regula los parámetros de habitabilidad: temperatura, clima, atmósfera…
Un planeta transformado por la acción de la vida; adaptado a la vida. Un planeta viviente.
La luz es lo primero. No sólo como fuente de energía. Luz y materia viviente. Fotobiología.
La vida interacciona con el medio no vivo desde su aparición, desde su origen. Un medio que acabó siendo, en buena medida, obra suya.
Mantener la distinción entre la materia viva y la no viva. Un único ecosistema planetario comprende a ambas –la biosfera, Gaia… 
*Genosfera. Genousfera (genoosfera). La esfera de Xenus, la esfera de la materia viviente, de la sustancia genética…
La sustancia genética es forma que informa y orden que ordena. El genotipo es el ‘genoúmeno’ del fenotipo (del fenómeno).  Es, en toda criatura, el ser, la esencia, y el único sujeto de su actividad –lo único vivo en la criatura.
Los ‘cuerpos’ como genóforos.
La sustancia inteligente, volente, sintiente… La sustancia viviente única.
El ‘dominio’ de la vida. Hasta donde la vida alcanza o llega. En las profundidades y en las alturas. La tierra ocupada, dominada, habilitada…
*Sustancia viviente + planeta tierra = biosfera + semiosfera (semiosis (físico-química) universal) + co-evolución (materia viviente/no viviente)…
La biosfera. Geobiología. El sistema geobiológico ‘tierra’ (Earth, Gaia); sistema termodinámico, cibernético… abierto, activo, en evolución…
*La propiocepción y la conciencia de sí; la percepción y la apercepción; la memoria.
Si hay vida, hay percepción, hay cognición, hay comunicación…
*No es la vida la que responde a las agresiones que una especie determinada inflige a la biosfera. Es una parte de la vida la que ha enloquecido –por así decir. Es la misma vida la que se auto-agrede. Es la misma vida la que combate consigo misma. No hay sino una sola sustancia viviente. Es, pues, una parte de la vida –encarnada en una especie determinada–  la causante de los males que aquejan al planeta.
Nuestro ser cariotípico, específico, el humano. Allí donde la vida es consciente de sí. El drama de la vida consigo misma enfrentada se patentiza en una sola especie, la nuestra, la humana. Aquí la magnitud y la importancia de la lucha se hacen conscientes. Lo que la vida se juega. El futuro de la vida.
El freno, el ‘bocado’, el autodominio… La vida que a sí misma se domina.
*La deriva evolutiva de la vida es impredecible. Autonomía, libertad… La creatividad, la sorpresa… la novedad.
Si las ciencias de la vida no pueden predecir futuros acontecimientos en la deriva evolutiva de la vida (nuevos órganos, o nuevas especies, por ejemplo), ¿es la biología una ciencia? Sin embargo la sorpresa o la novedad son las definiciones exactas de la información. La información es, por definición, sorpresa, novedad… (Shannon). Allí donde no hay sorpresa o novedad, hay redundancia –cosa ya vista, ya sabida.
*La sustancia viviente única, el sustrato, el sostén… Lo que no aparece, la cosa en sí de los fenómenos biológicos. El genoúmeno. 
Mi identidad es la identidad de la vida. Yo soy vida; un fragmento de vida. Toda la sustancia genética que albergo –la propia y la ajena.
*Una sola voz, una sola lengua, es lo mejor. El hologenoma ineludiblemente plural. La lucha interior. La jerarquía interior. La emergencia del ‘ich’, o del ‘self’; de un sujeto unificado, en cualquier caso.
Una sola lengua sublime y acordada. M. Hernández.
La vida como sujeto único del sentir, pensar, querer…
*Yo soy, luego pienso, quiero, siento…  “Sum, ergo cogito…” (Nietzsche). Somos, podemos decir, y pensamos, queremos, sentimos… Nos, la sustancia viviente única.
*El temor, el disgusto, el rechazo de la muerte, de la extinción, del no ser en las unidades contingentes; cómo se aferran a la vida. Quieren seguir siendo lo que son. Pero la vida que somos no deja nunca de ser. La muerte no le afecta. La vida que soy está en todas las criaturas –no hay organismo que no albergue mi ser. La vida es el ser. La vida que somos proseguirá hasta el último de los días. El horizonte de la vida es la eternidad. El tiempo no afecta a la vida. La vida ignora el tiempo. Siempre la misma.
El Uno que es el Ser, que es la Vida. Nos.
La repetición, la replicación, la reproducción, la regeneración… el retorno de lo mismo. La eterna permanencia del ser viviente único.
No conoce la muerte. No conoce el tiempo. Eternamente joven; eternamente el mismo. Se actualiza cada instante; vuelve a ser sin dejar de ser. Nunca deja de ser lo que es.
El ser viviente único no aspira al poder, o a perseverar en el ser. Su perpetua regeneración, su ubicuidad, su potencia… Es el ser que no aspira a nada porque se tiene a sí mismo.
*La vida, la materia viviente, está prevista en el cosmos. La aparición de los nucleótidos es tan natural al cosmos como la aparición de átomos y moléculas. Las moléculas de la vida. La sustancia viviente única.
Las unidades biológicas  y la totalidad del planeta viviente son equiparables –las microesferas (micromundos, microcosmos…) individuales, y la macroesfera (macromundo, macrocosmos) planetaria. Las mónadas y la mónada de mónadas.
Un organismo complejo, múltiple (holobionte), y una dotación genética heterogénea (hologenoma). Esto somos.
La genousfera es la totalidad de la sustancia genética del planeta, el hologenoma del planeta.
*El ambiente físico-químico del planeta cuando la aparición de la vida. La temperatura, la atmósfera… La actual atmósfera, y el actual clima, apenas cuentan con dos mil millones de años. Y es obra de la vida.
Si las condiciones del planeta Tierra eran tan similares a las de Venus y Marte (según Lovelock y otros), ¿por qué la vida no se dio en estos planetas? ¿Por qué en este planeta? Puede que la idea que tenemos acerca de la atmósfera, el clima, la temperatura, las aguas… de los dos primeros eones de la tierra no sean los correctos. Algo tenía nuestro planeta que le hizo favorable para la primera vida. Algo que, al parecer, no posee Marte, por ejemplo. Las condiciones no podían ser tan rigurosas. Tendremos que imaginar otro escenario más favorable a la vida.
Llevar la vida a Marte. Aclimatar, habilitar Marte para la vida. Es un sueño reciente. Pero la vida lo necesitará en el futuro. Cuando las condiciones para la vida en este planeta se tornen insoportables. Dentro de eones, quizás. Iremos de planeta en planeta. Aclimatándonos, y aclimatando. Habituándonos, y habilitando. Esto será en un futuro tan lejano que es más que probable que la especie humana haya desaparecido, otras especies ‘inteligentes’ y parlantes, llevarán a cabo estos cometidos.
El microbioma humano y su metagenoma. Holobionte y hologenoma. En un organismo el holobionte es la suma de toda la biota (la propia y la ajena), y el hologenoma es la suma de todos los genomas (el propio y los ajenos).
La evolución no hubiera dado ni un sólo paso sin la semiosis celular.
Evolución y origen de las especies: mutaciones en la sustancia genética (neutras, adaptativas…), selección natural (y sexual), simbiogénesis (endosimbiosis), epigénesis, cognición, semiosis y comunicación… Un sistema solar, un planeta pre-biótico… Las condiciones físico-químicas: la luz, la geosfera, la hidrosfera, la atmósfera, el clima… Factores evolutivos intrínsecos (a la vida), y factores evolutivos extrínsecos (entorno físico-químico).
El nicho semiótico (Hoffmeyer). El conjunto de signos que circula en un determinado ecosistema. Signos naturales (cosas y sucesos semiotizados), y signos artificiales (emitidos por los organismos –la comunicación propiamente dicha).
La sustancia viviente (los organismos) están constantemente decodificando o interpretando el entorno (viviente y no viviente).
Necesitamos una visión integral de la vida. El entorno físico-químico en el que se originó la vida, la interacción con este entorno, su adaptación y transformación, la co-evolución de ambos (geobiología)… La evolución y la aparición de nuevas especies (nuevos cariotipos). Características de la vida –cómo se comporta, qué hace; sus numerosas actividades. Las relaciones que la vida tiene consigo misma –la que se da entre las numerosas especies. Los ecosistemas. La comunicación que la vida establece consigo misma (inter, e intraespecífica).
Cómo la vida ‘entiende’ y vive el entorno…
Un organismo pluricelular no podría estar sincronizado si no mediara un sistema de señales.
*Triunfo del gusto sobre la nutrición. Triunfo del goce erótico sobre el sexo reproductivo. Esto denota cuán lejos están los ‘humanos’ de las fuentes de la vida.
*No se trata de que la sustancia genética sea responsable de nuestros actos, sino de que todos nuestros actos están protagonizados por la sustancia genética. No hay otro sujeto. ¿Quién metaboliza; quién se reproduce; quién se comunica…?
No se niega el papel de la epigenética, por ejemplo. No se trata de la plasticidad del fenotipo, sino de la plasticidad, y la acomodación, en los procesos de expresión (desarrollo) –en la construcción del soma en función del entorno.
La sustancia genética, las biomoléculas, las moléculas de la vida son la clave de la vida y de su evolución.
Ningún conocimiento nuevo en biología molecular niega el papel central de la sustancia genética.
Cito a Máximo Sandín (Teoría Sintética: Crisis y revolución, 1997): “…observaciones contemporáneas provenientes del campo de la Embriología, sumaban nuevas discrepancias entre los datos observados y el Modelo Teórico (la Teoría Sintética). Esta discrepancia ha llegado a su punto máximo a partir de los descubrimientos de la Genética Molecular, y especialmente de la Genética del Desarrollo. La implicación de elementos móviles, virus endógenos, secuencias repetidas, genes homeóticos... en la transmisión de información genética, y la complejidad de su actuación durante el desarrollo embrionario…” Yo añadiría la simbiogénesis (la adquisición de genomas (o de material genético), en Margulis). ¿Esto es lo que se supone que pone en entredicho la primacía de la sustancia genética? Adviértase que todo está referido a la sustancia genética. Cuanto más conocemos acerca del comportamiento de la sustancia genética más nos sorprende su potencia, su complejidad, y su versatilidad.
La Teoría Sintética está por completarse, aún no tenemos una teoría integral de todos los aspectos de la evolución.
Una teoría integral debería incluir la biogénesis (el origen de la vida), la co-evolución de sustancia genética-entorno (Vernadsky-Lovelock-Westbroek), la selección natural, las mutaciones adaptativas, la epigenética (Waddington), la simbiogénesis (Wallin-Merezhkovsky… Margulis), la comunicación (la semiosis, von Uexhull)…
Quizás el error de la primera Teoría Sintética consistió en reducir todos los fenómenos biológicos a la selección  y a Mendel, básicamente, y considerar cerrada la materia. Pero los ulteriores descubrimientos han de integrarse a su vez en una gran teoría que incluya todos los aspectos más arriba mencionados (y los que vengan).
El neo-darwinismo (la teoría sintética) no es que haya quedado obsoleto sino que ha resultado insuficiente. A los aspectos ya aceptados (selección natural, adaptación, mutaciones, genética de poblaciones, gradualismo…) hay que añadirles otros como la epigenética, o la simbiogénesis, simplemente.
El papel central del plasma germinal (Mendel, Weismann, Johannsen, de Vries, Bateson…, Watson&Crick) queda intacto. Todo gira alrededor de los procesos de replicación, reproducción, expresión o plasmación y demás de la sustancia genética. Los fenotipos son siempre el resultado de procesos que se realizan desde la sustancia genética. Tales procesos han resultado más complejos de los que en un principio se pensaron. Todas las sustancias implicadas tienen que ver con la sustancia genética (genes homeóticos, los múltiples RNA, y otros). En la transferencia horizontal de material genético, o en la adquisición de genomas nuevos  sigue siendo el plasma germinal el único sujeto de los fenómenos biológicos. Y lo mismo sucede con los procesos del desarrollo (epigénesis) y la co-evolución o coexistencia con el entorno (biótico o abiótico).
Dawkins y sus ‘genes egoístas’ han hecho un daño terrible a la comprensión de la materia viviente, de la sustancia genética. Mal-comprendió, desde un principio, el papel de la sustancia genética en las cosas de la vida.
Debemos partir del hecho de que lo único vivo en los organismos es, precisamente, la sustancia genética. La sustancia genética, el plasma germinal, es la única materia viviente.
No hay sino materia viviente, y la materia inerte está animada, movida, instrumentalizada por la materia viviente. Los somas tienen que ser explicados por la sustancia viviente y por las interacciones de ésta con el entorno abiótico (aire, agua, luz, temperatura, presión, alcalinidad o acidez…).
La modificación o adaptación del medio (Vernadsky, Lovelock…) no puede ser explicada sino a través de procesos metabólicos llevados a cabo por la sustancia genética. Las variaciones interespecíficas, así como la aparición de especies nuevas (la biodiversidad) tienen que contemplarse a través de los procesos epigenéticos o la adquisición de genomas o de sustancia genética nueva (plásmidos, virus…). Como se ve, todo gira alrededor de la sustancia genética, de modificaciones, de intercambios, o de adquisiciones de sustancia genética. Son procesos vividos, experimentados… llevados a cabo por la sustancia genética.
Las variaciones fenotípicas, inter e intraespecíficas, son variaciones genotípicas, independientemente de la importancia que puedan tener los procesos epigenéticos.
Los cambios en el material genético son debidos a metaplasmos por adjunción, supresión, permutación y sus combinaciones. Los genes son como unidades de expresión. Podemos usar términos como sinonimia y polisemia.
Se puede criticar a la primera teoría sintética por su insuficiencia no por su invalidez. Necesita ser completada, nada más.
Por supuesto que las ciencias de la vida, la biología, están centradas en la sustancia genética, como que es la única sustancia viviente.
Si minimizamos o marginamos el papel de la sustancia genética en las cosas de la vida volveremos al pasado, quedaríamos detenidos, privados de evolución,   reducidos a visiones ‘holísticas’, o meramente ‘materialistas’. Habría que preguntarse qué interés tienen todos aquellos que abogan por minimizar, o marginar, el papel de la sustancia genética en las cosas de la vida. ¿Por qué?
El descubrimiento de la sustancia genética, primero a ciegas (Mendel, Weismann…), y posteriormente a plena luz  (Crick…), no tiene parangón en nuestra historia. Es un antes y un después como nunca antes lo hubo. Ningunos de nuestros ‘descubrimientos’ es comparable a éste. Este conocimiento cambiará nuestras vidas de manera radical.
Nada en las ciencias de la vida tiene sentido sin la sustancia viviente única. Ni la evolución de las formas vivas, ni la historia de nuestro planeta.
Todos los fenómenos biológicos (y geobiológicos) giran alrededor de la sustancia viviente única, ciertamente, y nosotros somos la misma sustancia viviente única. No hay otra materia viviente, no hay otra vida.
Sí en los genes, hay que decir. Porque no hay otra sustancia viviente que la sustancia genética.
La sustancia genética no es que determine nuestra conducta (este dualismo es ya impracticable e inexplicable), sino que es la única que se conduce o se comporta. No hay otro sujeto.
El dualismo mente-cuerpo, o genes-conciencia (el de Dawkins), ya no se puede sostener. Cuanto antes lleguemos al sujeto único antes llegaremos a nuestra verdad, a la verdad en lo que concierne a nuestra esencia.
Por supuesto que hay que tener en cuenta el entorno tanto natural como cultural (social, económico…). Estos entornos condicionan nuestra existencia –pueden potenciarla, pueden dificultarla, pueden malearla…
La adopción de la perspectiva genocéntrica aún no ha sido llevada a cabo. Aún seguimos mirando, contemplando, reflexionando como ‘hombres’. Hasta ahora vencen las ideas antropocéntricas, culturales (políticas, filosóficas, ‘psicológicas’…), humanas, demasiado humanas. Éstas son las que ponen trabas al triunfo de la vida.
El genocentrismo es a las ciencias de la vida lo que el heliocentrismo fue a las ciencias astronómicas.
No la noosfera (Vernadsky) es el futuro, sino la genousfera.
Monismo biológico, pues. Biocéntrico. Genocéntrico.
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Hasta la próxima,
Manu