Sobre los falsos
nacionalismos.
Manu Rodríguez. Desde Europa
(11/01/16).
*
*Diré algo en primer lugar sobre
aquellos españoles que sin ser vascos o catalanes combaten a favor del
nacionalismo vasco o catalán. Algunos han llegado incluso a matar, en nombre
del ‘pueblo’ vasco, a ciudadanos gallegos o andaluces.
¿Por qué lo hacen? Son hijos
de emigrantes andaluces, gallegos, extremeños, castellanos… Al parecer no
soportaron que se les mirara con desprecio o que se les llamara txakurras
(perros, en vasco) o charnegos (perros, mestizos, extranjeros… en catalán).
Tenían que demostrar ser más vascos que los vascos, o más catalanes que los
catalanes. Se aliaron entonces con sus verdugos, con aquellos que les
insultaban (o les mataban) por el mero hecho de no ser vascos o catalanes. Y
llegaron incluso a tomar las armas contra sus padres y hermanos gallegos,
castellanos, extremeños, o andaluces (éste es el caso de los etarras no vascos
que mataron en nombre del pueblo vasco).
Una vez posicionados en la
militancia nacionalista nadie les echará en cara sus orígenes zamoranos, o su
padre andaluz o aragonés… Nadie les llamará ‘perros’ (en catalán o en vasco).
Esto es, parece, lo que pensaron. Son cobardes, son descastados, son,
finalmente, sicarios.
Seres indignos que no sólo
reniegan de sus orígenes (o de parte de sus orígenes) sino que usurpan, simulan
una identidad nacional que no les pertenece, que no es la suya.
Vemos engendros semejantes en
los nacionalismos ‘radicales’ vasco y catalán. Defendiendo a ultranza la independencia del País Vasco o de Cataluña.
Descastados, malnacidos,
renegados. Cobardes. Pero también impostores que se arrogan una ‘nacionalidad’
que no es la suya. ¿Cómo creen ellos que
los vascos-vascos, o los catalanes-catalanes ven a estos falsos vascos o
catalanes? Como impostores, sin duda.
Pero esta intromisión de los
‘no nacionales’ en las cosas propias tiene además lamentables consecuencias que
afectan a los nacionalismos. Estos resultan desnaturalizados. Cualquiera,
parece, puede participar en las reivindicaciones nacionalistas de vascos y
catalanes.
El caso es que estos
nacionalismos ya no sólo admiten a gallegos, andaluces, castellanos,
aragoneses… entre sus filas, también encontramos a subsaharianos, magrebíes, o
asiáticos. Aún podríamos comprender la
simpatía que un castellano o un aragonés pudiera tener por el nacionalismo
catalán o vasco, pero la inclusión de africanos, asiáticos, o amerindios en sus
filas me deja completamente estupefacto.
*El nacionalismo étnico ha
desaparecido. Ésta parece ser la conclusión. Ciertamente no se sabría decir qué
idea tienen de la nación estos nacionalismos que encontramos ya por toda
Europa. Contamos con Partidos nacionalistas en Holanda, Alemania, Francia,
España… que cuentan entre sus filas a extra-europeos.
Un movimiento nacionalista no
puede ser no identitario, no étnico. Las naciones étnicas tienen siglos o
milenios tras de sí. Estas identidades no pueden ser adoptadas. Se nace.
Es penoso que los
independentistas catalanes, por ejemplo, busquen el voto emigrante extranjero
(africano, asiático, amerindio…) para lograr sus propósitos. Es penoso verlos
cómo venden su alma (sus señas de identidad) por un puñado de votos. Esta estrategia
sin escrúpulos étnicos debería bastar para advertir su impureza y provocar su
rechazo por los nacionalistas genuinos y consecuentes. Es una estrategia fatal,
peligrosa, y suicida –desde el punto de vista étnico.
Si cualquiera puede ser
catalán o vasco, o alemán, o sueco, o
francés… o chino… ¿Qué sentido tiene ser alemán, catalán, o finlandés…? ¿Es
acaso la identidad nacional una mera idea, una ideología, un partido político
al que cualquiera pudiera apuntarse?
Lo que sucede es que estos
nacionalismos tramposos, para no ser tildados de fascistas o nazis, han
adoptado las consignas ideológicas multiétnicas y multiculturales de los
enemigos de los pueblos. Aquellas que nos vienen impuestas por las
organizaciones internacionales (supranacionales). Temen que se les tilden públicamente
de fascistas o nazis. Con estos términos el enemigo de los pueblos paraliza y
enmudece a los movimientos identitarios. Y los nacionalismos de última hora han
caído en la trampa del chantaje moral; han cedido, se han rendido a las
exigencias del ‘sistema’.
Los nuevos nacionalismos europeos
se desviven por los refugiados o los emigrantes que inundan nuestras naciones. El
‘sistema’ incentiva, ‘paga’ estos gestos de ‘humanidad’ tan contrarios, por lo
demás, a los propios intereses étnicos y culturales.
En España, los extranjeros asiáticos,
africanos, o amerindios reciben de los independentistas vascos y catalanes más consideración
y respeto que el que recibieron nunca los emigrantes españoles en las
Vascongadas o en Cataluña. E incluso, estos nacionalistas, no dudan en acusar
de fascistas o nazis las (escasas) declaraciones nacionalistas o identitarias de
los españoles no vascos o no catalanes. No sabría decir si éste es un caso de
hipocresía, de cobardía, o de ambas cosas.
Pero, ¿cuál será el futuro de
estas nuevas ‘naciones’? En realidad en nada diferirán de las naciones mestizas
a que nos obliga el globalismo judeo-demo-liberal. ¿Para qué la independencia
entonces? ¿Qué las diferenciará del resto de las naciones multiétnicas y
multiculturales del futuro?
Estamos ante nacionalismos, y
nacionalistas, insensatos, falsos, aberrantes; ante nacionalismos engañosos,
tramposos, fraudulentos.
Ciertamente, cabe preguntarse
qué hay detrás de estos falsos movimientos identitarios o nacionalistas que
recorren Europa. Parecen movimientos organizados para destruir o desvirtuar
desde el interior a las mismas naciones ancestrales –las naciones aryas
europeas, la nación vasca…
Nacionalismos internacionalistas,
universalistas –multiétnicos y multiculturales. Necesariamente
incoherentes. Una contradicción en sus
términos. Una aberración, una monstruosidad.
La difusión de estos
nacionalismos, en Europa, tiene todo el aspecto de una estrategia de
destrucción de las naciones ancestrales europeas. Y la adopción, por parte de
los políticos, de estos espurios nacionalismos, es una traición a los
catalanes, a los vascos, a los gallegos… a los holandeses, a los franceses, a
los italianos…
*Lo que hoy peligra es
Europa, la milenaria Europa; la Europa de los pueblos ancestrales (de las
patrias ‘carnales’). Perdemos el tiempo y la energía con estos separatismos que
destrozarán a nuestras naciones y que, en último término, favorecen la
estrategia de dominio del ‘sistema’. El resultado será multitud de pequeñas
naciones débiles, aisladas, y enfrentadas con sus hermanos de toda la vida. Es una manera de
dinamitar a España, a Francia, a Alemania, a Italia… A Europa, en definitiva.
Hay toda una estrategia detrás de estos movimientos nacionalistas de última
hora.
El éxito de estos movimientos separatistas dará como
resultado numerosas pequeñas naciones enfrentadas. Pero además, pequeñas
naciones multiétnicas y multiculturales. Téngase en cuenta que las poblaciones
extranjeras aumentan cada día en Europa. Estas pequeñas naciones caerán, una
tras otra, en manos extranjeras (extranjeras de verdad); en manos de
subsaharianos, de magrebíes, de asiáticos… en virtud de nuestros regímenes
democráticos.
Se da el caso que las fuerzas
izquierdistas, progresistas, anti-sistema, internacionalistas y demás, se
denominen como se denominen, están contribuyendo a la difusión de la
destructiva globalización que estamos padeciendo los pueblos todos del planeta
desde hace decenios (desde finales de la IIGM). Está claro que las consignas
ideológicas de todos estos movimientos son las de la globalización en curso.
Son como fuerzas del ‘sistema’; fuerzas destructivas con las que el ‘sistema’
cuenta. De ningún modo contradicen la ‘ideología’ del ‘sistema’. En cualquier
caso, están colaborando en la destrucción de las naciones étnicas ancestrales
europeas.
El ‘sistema’ es ahora un
conglomerado de fuerzas destructivas que incluye a judíos, cristianos,
musulmanes, comunistas, demócratas, anti-sistema, anti-fascistas… Ideologías
básicamente internacionalistas, universalistas. Son los enemigos de los pueblos
ancestrales. Que no nos engañen cuando dicen abogar por el derecho de los
pueblos a decidir su destino. Estos pueblos ya están desvirtuados,
desnaturalizados, y en manos ideológicamente del ‘sistema’; suscriben sin
reservas las destructivas consignas multiétnicas y multiculturales del
‘sistema’. Y, por ello mismo, son pueblos o naciones que carecen por completo
de futuro.
El futuro previsto, y deseado,
es una masa salarial universal desarraigada y apátrida; un ‘proletariado’
carente de patria, como quería Marx, y como quiere la oligarquía financiera
internacional. Libre flujo de capitales y mano de obra, de esto se trata.
Las patrias son un estorbo
para todos los universalismos, sean religiosos, políticos, o económicos. El fin
es la destrucción de las patrias ancestrales (carnales). La descomposición de
las naciones-Estados actuales, en Europa y fuera de Europa, es el primer paso.
Que no nos engañen.
Primero debilitar a las
grandes naciones, destruirlas, dividirlas y enfrentarlas. El resultado será
multitud de pequeñas naciones sin fuerza para resistir. Pero además, mezcladas,
mixtas, mestizas; étnicas y culturalmente heterogéneas, sin una identidad (étnica
y cultural) determinada.
Esto que digo es lo esencial
en las estrategias de dominio del ‘sistema’.
En el futuro no habrá patrias
ni naciones. Finalmente un mundo sin fronteras; un mundo a la medida de los
deseos del ‘sistema’.
*Lo teníamos todo, el método
y el camino –el nacional-socialismo étnico. Pero no era bueno para el ‘sistema’
(para los judíos). Por esto lo destruyeron.
Ahora no podemos defender
nuestra identidad étnica abiertamente. No podemos seguir siendo lo que somos. Los
movimientos identitarios y étnicos están proscritos y perseguidos –los
auténticos, los genuinos. Ésta es la piedra de toque de su pureza. Siguen
siendo peligrosos para el ‘sistema’. Son los únicos que ponen el peligro al
‘sistema’.
Nosotros queremos que Europa
siga siendo europea. No queremos mezclas étnicas y culturales en nuestras
tierras milenarias.
Necesitamos un nacionalismo
europeo de raíces étnicas que incluya a las naciones milenarias europeas. No
nacionalismos ‘ideológicos’ falsos e incongruentes que parecen diseñados para
destruirnos.
Lo que necesitamos ahora es
unidad; unidad y pureza, homogeneidad. Las claves son la etnia y la cultura.
Que no nos engañen.
Exceptuando a vascos y
finougrios, los pueblos aryas europeos deberíamos trascender nuestras pequeñas
patrias y agruparnos en grandes bloques o ligas. Tendríamos las ligas de las
naciones celtas, de las germánicas, de las eslavas, de las bálticas, de las
neolatinas… más los helenos y los albaneses.
Cabe una liga de naciones
étnicas europeas que incluya a las naciones aryas, a las vascas, y a las
finougrias (finlandeses, húngaros, estonios y samis).
Recuperemos la sensatez.
Volvamos a los orígenes. Seamos coherentes y puros. Cada cual con los suyos.
*Las autoridades y los
representantes de los partidos políticos (de izquierda y de derecha), ante
cualquier agresión de la población emigrante extranjera sobre la población
europea (las recientes masivas violaciones y robos a mujeres en Alemania, Suiza,
Austria, Finlandia…), no pierden tiempo en alertarnos acerca del peligro de las
reacciones nacionalistas o identitarias. Es una constante. No importa, en ningún
caso, la categoría del delito –intimidaciones, robos, violaciones, o asesinatos
(recordemos las horribles masacres llevadas a cabo por musulmanes en nuestras
ciudades, la última en París en noviembre del año pasado –con 130 muertos y
multitud de heridos). Una y otra vez, el problema no es la numerosa población
musulmana, extranjera, y hostil, residente en Europa, sino los movimientos
nacionalistas europeos. Estos políticos e intelectuales bastardos, estos
traidores, estos siervos del ‘sistema’, no pierden oportunidad para arremeter
contra los patriotas europeos, para seguir demonizándonos, para seguir
cerrándonos la única salida, el único camino que nos queda.
En Francia, tras la masacre,
se puso en circulación el ridículo
slogan “Reza por París” (“Pray for Paris”). Yo propongo este otro: “Lucha por
Europa” (“Fight for Europe”).
Urge la revolución de los
nativos, de los pueblos indígenas europeos aryas y no-aryas (finougrios,
vascos); de los europeos milenarios. Un combate por Europa; por la Europa
europea.
*
Hasta la próxima,
Manu