Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

miércoles, 26 de abril de 2023

282) Genogramas CIV

Genogramas CIV.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (26/04/23).

 

                                                                  *****


1.

La sustancia genética tiene casi cuatro

mil millones de años –casi la edad

del planeta. No es posible ignorar

la experiencia acumulada, e integrada

en el propio ser –en nuestro ser genético.

La epopeya de la vida; las gestas de la vida.

 

La experiencia de la vida, la memoria

de la vida, la sabiduría de la vida…

Es lamentable el que no seamos

conscientes de esta experiencia,

esta memoria y esta sabiduría. El saber

que no se sabe, el saber no consciente.

 

Los fenómenos de consciencia son

necesariamente superficiales.

La conciencia/memoria de los humanos

‘sometida’ al entorno (tempo-espacial)

lingüístico-cultural en el que viene a nacer.

Contenido relativo, histórico, local…

 

El sujeto consciente, simbólico, como

instrumento de nuestro ser genético…

Los pensamientos, los datos

de consciencia/memoria como signos,

como síntomas ya verbalizados y,

por consiguiente, socializados,

del ámbito pulsional –que  proviene

del fondo genouménico (del hologenouma

propio). Los sujetos conscientes, los seres

simbólicos, nos malentendemos

en las interpretaciones y representaciones

que nos hacemos de nuestro ‘mundo interior’

(sensaciones, intenciones, intuiciones,

emociones, valoraciones, voliciones…).

 

El hologenouma propio como fragmento

del pangenoma, de la sustancia

viviente única del planeta.

 

2.

Epigénesis de lo ‘mental’. No es posible

separar lo ‘mental’ de lo lingüístico-cultual.

La formación y el desarrollo de nuestro

cerebro (centro de coordinación y control…)

y el entorno lingüístico-cultural.

 

La epigénesis de la individualidad, de la persona,

del ‘sujeto’, de la vieja alma, del ‘yo’

y de la conciencia/memoria, del ser simbólico…

 

La pedagogía, la formación, la instrucción…

La subjetividad social, colectiva, histórica… 

 

3.

La ‘ley’, las ‘normas’ de conducta sociales;

lo conveniente, lo prudente, la moral social;

lo supra-individual, la conciencia colectiva,

la voz del rebaño. Los conflictos con el ámbito

pulsional del ser simbólico

 

Los conflictos del ser simbólico con las pulsiones

(consideradas brutales, ‘animales’, egoístas

o anti-sociales) en Platón, Schopenhauer

(la negación de la ‘voluntad’), von Hartmann,

Freud o Dawkins (‘los genes son egoístas,

el individuo no’). La guerra de la ‘cultura’

contra la naturaleza.

 

No comprendo cómo los críticos de Dawkins

(Gould, Lewontin y otros) no advierten en la obra

de éste las semejanzas con la ‘psicología’ de Platón,

el judeo-cristianismo, Schopenhauer, von Hartmann

y Freud, y las coincidencias con sus propias tesis.

Dawkins y sus críticos comparten el dualismo

(los ‘genes’ y ‘nosotros’), además

del  antropocentrismo y el fenocentrismo.

 

Por lo demás, no hay conflictos sino entre pulsiones

de dominio, entre voluntades de poder… entre ‘genes’…

 

Podríamos decir que la sustancia genética,

el ser primordial  y la voluntad de poder/pulsión

de dominio son indistinguibles (son uno y lo mismo).


4.

Nuestro sistema nervioso no sólo coordina

y controla la información que le llega

de los sentidos, sino la totalidad del organismo.

Buena parte de su labor nos es inconsciente.

 

¿El querer y el pensar de lo viviente llegan

a la conciencia; están presentes en nuestro

espacio consciente? Habida cuenta que no hay otro

sujeto que el ser genético, no otro es el que habla

o el que se expresa… si bien en nosotros no puede

hacerlo sino al modo humano, tiene necesariamente

que hacer uso de nuestra fisiología, de nuestros

lenguajes… Las constricciones, las limitaciones…

y las confusiones y malentendidos.

 

No podemos decir que la parte no consciente

de nuestro sistema nervioso no ejerza ninguna

influencia en nuestra parte consciente (sistema

nervioso central…). Por lo demás, nuestro

sistema nervioso está en permanente contacto

con el sistema inmunitario y el sistema endocrino

(sistemas inter-relacionados que afectan

a nuestro desarrollo y a nuestra conducta).

 

La unidad, en cualquier caso, de nuestro

organismo viene comandada por la sustancia

genética. La sustancia genética está presente

y activa en todas y cada una de las células

de nuestro organismo, controlando y coordinado

todos y cada uno de los órganos y sistemas…

No hay otro sujeto, no hay otro agente, no hay

otro actor… Está presente y activa, por consiguiente,

en nuestra conciencia/memoria… en nuestro ‘yo’.

 

La sustancia genética (la propia y la ajena)

de nuestro organismo afecta necesariamente

a nuestro ‘yo’ (múltiple y complejo), que es

reflejo de la complejidad y multiplicidad

genética (pulsional…) de nuestro organismo.

 

La conciencia/memoria como escenario y campo

de batalla. Es el entorno lingüístico-cultural

quien aquí pone orden, por así decir, quien impone

las demandas y prioridades ‘lícitas’ (permitidas).

 

El orden y la preeminencia de lo colectivo,

de lo social frente a lo individual. Los individuos

devienen miembros, partes del organismo

y de la organización social; devienen

sujetos (naturales, genéticos) domesticados.

La instrucción, la formación, la educación…

La formación del espíritu nacional, étnico,

religioso, político (de clase), económico…

el ‘llegar a ser lo que se es’ (uno de los ‘nuestros’),

acaba sofocando, soterrando, reprimiendo…

a nuestro ser primordial. Hay que decir

que en cualquiera de estas formaciones

del espíritu están presentes todas

las voliciones o pulsiones ‘malas’

o indeseables, pero veladas, encubiertas,

disimuladas, y canalizadas hacia el exterior.

El engaño, la simulación, la violencia…

están permitidas contra los ‘otros’.

 

La ignorancia radical acerca de nuestro

ser primordial. La malinterpretaciones,

las demonizaciones…

 

La sustancia genética es omnipresente.

Y toda nuestra conducta la revela.

 

No hay nada en el comportamiento del resto

de las formas vivas que nos resulte ajeno.

Nuestro comportamiento es más sofisticado,

simplemente. En el resto de las formas vivas

vemos el comportamiento (la voluntad

de poder/pulsión de dominio) de la vida

en estado puro, por así decir,

sin manipulaciones, sin tergiversaciones…

Es el espejo donde nos tenemos que mirar

–si queremos conocernos en profundidad.

Nosotros, la vida, somos eso.

 

Demos, pues, por supuesto, que en el sujeto

consciente, parlante, instruido… (en el ‘yo’)

también habla y se expresa la sustancia genética,

el ser primordial. No necesitamos recurrir

a ninguna psicología de las ‘profundidades’.

 

5.

Escribo fragmentos, más o menos

monotemáticos; fragmentos

que son diferencias, variaciones,

tientos, recercadas, fugas…

sobre unos pocos temas comunes.

 

*****

 

Saludos,

Manu 

lunes, 10 de abril de 2023

281) Genogramas CIII

Genogramas CIII.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (10/04/23).

 

                                                                  *****

 

1.

El dualismo de Dawkins en el cual el sujeto

consciente, parlante, simbólico se opone

a las demandas o pulsiones de los ‘genes egoístas’

parece tomado de Platón, Schopenhauer

o von Hartmann (la conciencia emancipada…

capaz de liberarse de la esclavitud que

le imponen los afectos e intereses de la voluntad”

y “en esa emancipación descansa la salvación

del mundo”). La ‘liberación’ o ‘salvación’

consiste para Schopenhauer (y von Hartmann),

justamente, en la ‘autonegación’, en negar (extirpar)

nuestra identidad esencial, nuestra ‘voluntad’

(que compartimos con todos los seres).

La ‘voluntad’ para Schopenhauer es mala,

es el mal, es egoísta… es una voluntad

‘que no debería ser’. Nietzsche ya dio buena

cuenta de este nihilismo que ha logrado

infiltrarse en las ciencias de la vida.

 

La autonomía del ser simbólico con respecto

a su ser natural. De esto se trata en las ‘éticas’

del neolítico (la platónica, la judeo-cristiana…

el budismo, el hinduismo, Schopenhauer…

von Hartmann… Freud… Dawkins). Esa

‘ilusión’. Negar la voluntad o negar nuestra

dotación genética es negar el ser único

que somos –renunciar a la vida que somos.

El carácter patológico de la voluntad

(la ‘vida’) que se niega a sí misma.

La vida/voluntad que a sí misma

se aniquila –la autolisis. El triunfo

de la muerte, del nihilismo, de la nada.

 

2.

“El escepticismo y el relativismo disolventes

y desintegradores…”  de Kant (Nietzsche,

Schopenhauer como educador) tiene más

que ver con el ‘desencantamiento del mundo’

que el racionalismo técnico capitalista del que

nos habla Weber. Podemos verlo en la literatura

rusa del XIX desde Lérmontov, Gógol, Dostoyevski

y otros (su escepticismo y su pesimismo, su ‘nihilismo’

de raíces filosóficas). No sólo la filosofía (Kant),

desde Copérnico…Newton… y tanto más desde

Darwin, el ‘mundo’ en el que vivíamos quedó

herido de muerte. Las ciencias físicas y cosmológicas

y las nuevas ciencias de la vida  no sólo nos

desencantaron o desengañaron de los mundos

antiguos, neolíticos, sino que nos proporcionaron

un mundo nuevo, un mundo renovado. No hay

nada, pues, que lamentar. Sin embargo, los teóricos

e intelectuales  siguen publicando libros acerca

del nihilismo de nuestro tiempo. La ceguera

o encantamiento de estos ‘pensadores’ consiste

en no advertir que al tiempo que se desmoronaban

los viejos mundos un nuevo mundo estaba emergiendo.

 

Por lo demás, no es el mundo/cultura el desencantado

sino nosotros los desencantados, los liberados del hechizo.

¿No éramos acaso víctimas de una suerte de hechizo,

de encantamiento; de una fábula, de un cuento,

de un sinsentido… de un ‘mundo/cultura’ tramposo

y mixtificador? No olvidemos los encantamientos

o hechizos colectivos de carácter religioso o político

que ponen a los individuos en manos de la ambición

de poder de sacerdotes y políticos –en las ‘culturas/mundos’

judeo-cristianas, en la islámica, en la comunista,

en las nacionalistas… ¿Por qué no en buena hora

desencantados/desengañados?

 

3. 

Inercia, pereza, cobardía… indiferencia…

ignorancia… Los últimos hombres. Y ya,

a última hora, viviendo vidas virtuales

en el universo ‘meta’; viviendo en las ‘nubes’.

No lejos ni fuera, por cierto, sino dentro,

muy dentro del nihilismo del neolítico

(la huida hacia lo ‘alto’, hacia el ‘otro’ mundo).

El último avatar, quizás, de los ‘mundos’

del neolítico –ese universo ‘meta’ (más allá…)

de última hora. Triunfo, una vez más, de la cultura

sobre la naturaleza; del ‘orbe simbólico’...

Nos alejamos, una vez más, de nosotros

mismos; volvemos a perdernos de vista.

 

4.

El universo ‘meta’, la última distopía.

Los individuos humanos no tendrán

necesidad ni de moverse, ni de interaccionar

físicamente entre ellos. Vida social virtual,

actividades sociales virtuales… viajes virtuales…

aprendizajes virtuales… amistades y amores

virtuales (charlas y coloquios virtuales;

relaciones sexuales virtuales)… y podemos

suponer incluso trabajos virtuales (en la medida

en que se informaticen todas nuestras máquinas

y útiles de trabajo). Los individuos podrán vivir

sus vidas virtuales tumbados tranquilamente

en sus camas o en sus sofás, sin salir de casa.

 

No necesitamos nuestros sentidos, ¿para qué

la vista, el oído, el tacto…? Nos basta con nuestra

imaginación. Vidas virtuales, imaginarias. Nunca

más lejos de la naturaleza, de la vida, de lo real…

 

Los promotores y proyectistas de ese futuro

soñado, de ese universo más allá, de ese mundo

otro, nos lo venden como si fuera una especie

de ‘paraíso’ (una ‘utopía’), pero a lo más que

se aproxima es al universo ‘matrix’, aquella

distópica fantasía que todos conocemos.

Convertirán nuestras vidas en una muerte en vida;

viviremos en estados de semi-somnolencia,

aletargados. Se busca la muerte, se podría decir.

Vida mínima. Como en el más aquilatado

nihilismo. ¿La última distopía del neolítico?

¿Quién puede querer ese futuro? ¿Por qué ese futuro?

 

Los usuarios, los seguidores de estos ‘soñadores’,

los creyentes, los fieles… Nunca más pequeños,

más ridículos, más superfluos… Reducidos a casi nada.

 

Avatares del nihilismo. Los universos ‘meta’ de origen

indoeuropeo y semita, particularmente, porque son estos

los que se han universalizado o globalizado.

 

 En cualquier caso, no es tan nuevo el asunto

como nos lo pintan, no olvidemos que los humanos

llevamos miles de años viviendo en mundos virtuales,

en ‘metaversos’ locales, regionales, nacionales, étnicos,

religiosos, políticos… en burbujas exclusivas y excluyentes…

 

5. 

El nihilismo sobrevenido… La ruina

de los mundos antiguos… El período

de transición cultural que vivimos

desde hace más de cien años… La necesidad

de elaborar nuevas culturas, nuevos mundos…

 

6.

La tarea ahora es la creación de una nueva

cultura, de un nuevo ‘mundo’. Una nueva

cultura/mundo que en buena medida

ya poseemos. Las bases biocéntricas,

genocéntricas de la nueva cultura/mundo,

los nuevos fundamentos –post-neolíticos,

post-nihilistas, post-humanos… Es hora

de establecer nuevas condiciones de existencia.

 

7.

En la película “Ghost in the Shell” (2017), subtitulada

en la versión española “El alma de la máquina”

(pero que mejor podríamos traducir como  “el fantasma

o el espíritu en la cáscara, vaina, o revestimiento”),

el fantasma o espíritu no es la sustancia genética

sino el ser simbólico, con su nombre y apellidos,

con su personalidad social, sus recuerdos y demás,

justamente la cáscara o el revestimiento temporal

y local del ser genético (el ser primordial).

Es un tema recurrente en relatos de ciencia ficción

y otros (la pregunta por el ‘quién soy’):

el ‘protagonista’ va en busca de una identidad

olvidada o perdida, pero que, una vez recuperada,

resulta ser otra identidad social, otro ‘rol’ social

(otro nombre y otros apellidos, otra profesión

y todo lo demás). Seguimos en el neolítico.

 

8.

...El hombre (la criatura) sigue prendido/prendado

en su imagen. Se sigue teniendo como el vértice

de la evolución. Y ahora se complace con la decadente,

mórbida, pálida imagen de su fin; se complace

en la muerte.” Estas palabras mías (escritas en 2017),

pueden valer como comentario de la película

‘Melancholia’, de Lars von Trier (2011).


9.

Los laberintos del neolítico

y sus ‘minotauros’ 

 

*****

 

Saludos,

Manu