Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

lunes, 10 de abril de 2023

281) Genogramas CIII

Genogramas CIII.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (10/04/23).

 

                                                                  *****

 

1.

El dualismo de Dawkins en el cual el sujeto

consciente, parlante, simbólico se opone

a las demandas o pulsiones de los ‘genes egoístas’

parece tomado de Platón, Schopenhauer

o von Hartmann (la conciencia emancipada…

capaz de liberarse de la esclavitud que

le imponen los afectos e intereses de la voluntad”

y “en esa emancipación descansa la salvación

del mundo”). La ‘liberación’ o ‘salvación’

consiste para Schopenhauer (y von Hartmann),

justamente, en la ‘autonegación’, en negar (extirpar)

nuestra identidad esencial, nuestra ‘voluntad’

(que compartimos con todos los seres).

La ‘voluntad’ para Schopenhauer es mala,

es el mal, es egoísta… es una voluntad

‘que no debería ser’. Nietzsche ya dio buena

cuenta de este nihilismo que ha logrado

infiltrarse en las ciencias de la vida.

 

La autonomía del ser simbólico con respecto

a su ser natural. De esto se trata en las ‘éticas’

del neolítico (la platónica, la judeo-cristiana…

el budismo, el hinduismo, Schopenhauer…

von Hartmann… Freud… Dawkins). Esa

‘ilusión’. Negar la voluntad o negar nuestra

dotación genética es negar el ser único

que somos –renunciar a la vida que somos.

El carácter patológico de la voluntad

(la ‘vida’) que se niega a sí misma.

La vida/voluntad que a sí misma

se aniquila –la autolisis. El triunfo

de la muerte, del nihilismo, de la nada.

 

2.

“El escepticismo y el relativismo disolventes

y desintegradores…”  de Kant (Nietzsche,

Schopenhauer como educador) tiene más

que ver con el ‘desencantamiento del mundo’

que el racionalismo técnico capitalista del que

nos habla Weber. Podemos verlo en la literatura

rusa del XIX desde Lérmontov, Gógol, Dostoyevski

y otros (su escepticismo y su pesimismo, su ‘nihilismo’

de raíces filosóficas). No sólo la filosofía (Kant),

desde Copérnico…Newton… y tanto más desde

Darwin, el ‘mundo’ en el que vivíamos quedó

herido de muerte. Las ciencias físicas y cosmológicas

y las nuevas ciencias de la vida  no sólo nos

desencantaron o desengañaron de los mundos

antiguos, neolíticos, sino que nos proporcionaron

un mundo nuevo, un mundo renovado. No hay

nada, pues, que lamentar. Sin embargo, los teóricos

e intelectuales  siguen publicando libros acerca

del nihilismo de nuestro tiempo. La ceguera

o encantamiento de estos ‘pensadores’ consiste

en no advertir que al tiempo que se desmoronaban

los viejos mundos un nuevo mundo estaba emergiendo.

 

Por lo demás, no es el mundo/cultura el desencantado

sino nosotros los desencantados, los liberados del hechizo.

¿No éramos acaso víctimas de una suerte de hechizo,

de encantamiento; de una fábula, de un cuento,

de un sinsentido… de un ‘mundo/cultura’ tramposo

y mixtificador? No olvidemos los encantamientos

o hechizos colectivos de carácter religioso o político

que ponen a los individuos en manos de la ambición

de poder de sacerdotes y políticos –en las ‘culturas/mundos’

judeo-cristianas, en la islámica, en la comunista,

en las nacionalistas… ¿Por qué no en buena hora

desencantados/desengañados?

 

3. 

Inercia, pereza, cobardía… indiferencia…

ignorancia… Los últimos hombres. Y ya,

a última hora, viviendo vidas virtuales

en el universo ‘meta’; viviendo en las ‘nubes’.

No lejos ni fuera, por cierto, sino dentro,

muy dentro del nihilismo del neolítico

(la huida hacia lo ‘alto’, hacia el ‘otro’ mundo).

El último avatar, quizás, de los ‘mundos’

del neolítico –ese universo ‘meta’ (más allá…)

de última hora. Triunfo, una vez más, de la cultura

sobre la naturaleza; del ‘orbe simbólico’...

Nos alejamos, una vez más, de nosotros

mismos; volvemos a perdernos de vista.

 

4.

El universo ‘meta’, la última distopía.

Los individuos humanos no tendrán

necesidad ni de moverse, ni de interaccionar

físicamente entre ellos. Vida social virtual,

actividades sociales virtuales… viajes virtuales…

aprendizajes virtuales… amistades y amores

virtuales (charlas y coloquios virtuales;

relaciones sexuales virtuales)… y podemos

suponer incluso trabajos virtuales (en la medida

en que se informaticen todas nuestras máquinas

y útiles de trabajo). Los individuos podrán vivir

sus vidas virtuales tumbados tranquilamente

en sus camas o en sus sofás, sin salir de casa.

 

No necesitamos nuestros sentidos, ¿para qué

la vista, el oído, el tacto…? Nos basta con nuestra

imaginación. Vidas virtuales, imaginarias. Nunca

más lejos de la naturaleza, de la vida, de lo real…

 

Los promotores y proyectistas de ese futuro

soñado, de ese universo más allá, de ese mundo

otro, nos lo venden como si fuera una especie

de ‘paraíso’ (una ‘utopía’), pero a lo más que

se aproxima es al universo ‘matrix’, aquella

distópica fantasía que todos conocemos.

Convertirán nuestras vidas en una muerte en vida;

viviremos en estados de semi-somnolencia,

aletargados. Se busca la muerte, se podría decir.

Vida mínima. Como en el más aquilatado

nihilismo. ¿La última distopía del neolítico?

¿Quién puede querer ese futuro? ¿Por qué ese futuro?

 

Los usuarios, los seguidores de estos ‘soñadores’,

los creyentes, los fieles… Nunca más pequeños,

más ridículos, más superfluos… Reducidos a casi nada.

 

Avatares del nihilismo. Los universos ‘meta’ de origen

indoeuropeo y semita, particularmente, porque son estos

los que se han universalizado o globalizado.

 

 En cualquier caso, no es tan nuevo el asunto

como nos lo pintan, no olvidemos que los humanos

llevamos miles de años viviendo en mundos virtuales,

en ‘metaversos’ locales, regionales, nacionales, étnicos,

religiosos, políticos… en burbujas exclusivas y excluyentes…

 

5. 

El nihilismo sobrevenido… La ruina

de los mundos antiguos… El período

de transición cultural que vivimos

desde hace más de cien años… La necesidad

de elaborar nuevas culturas, nuevos mundos…

 

6.

La tarea ahora es la creación de una nueva

cultura, de un nuevo ‘mundo’. Una nueva

cultura/mundo que en buena medida

ya poseemos. Las bases biocéntricas,

genocéntricas de la nueva cultura/mundo,

los nuevos fundamentos –post-neolíticos,

post-nihilistas, post-humanos… Es hora

de establecer nuevas condiciones de existencia.

 

7.

En la película “Ghost in the Shell” (2017), subtitulada

en la versión española “El alma de la máquina”

(pero que mejor podríamos traducir como  “el fantasma

o el espíritu en la cáscara, vaina, o revestimiento”),

el fantasma o espíritu no es la sustancia genética

sino el ser simbólico, con su nombre y apellidos,

con su personalidad social, sus recuerdos y demás,

justamente la cáscara o el revestimiento temporal

y local del ser genético (el ser primordial).

Es un tema recurrente en relatos de ciencia ficción

y otros (la pregunta por el ‘quién soy’):

el ‘protagonista’ va en busca de una identidad

olvidada o perdida, pero que, una vez recuperada,

resulta ser otra identidad social, otro ‘rol’ social

(otro nombre y otros apellidos, otra profesión

y todo lo demás). Seguimos en el neolítico.

 

8.

...El hombre (la criatura) sigue prendido/prendado

en su imagen. Se sigue teniendo como el vértice

de la evolución. Y ahora se complace con la decadente,

mórbida, pálida imagen de su fin; se complace

en la muerte.” Estas palabras mías (escritas en 2017),

pueden valer como comentario de la película

‘Melancholia’, de Lars von Trier (2011).


9.

Los laberintos del neolítico

y sus ‘minotauros’ 

 

*****

 

Saludos,

Manu 

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