Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

martes, 28 de marzo de 2023

280) Genogramas CII

 

Genogramas CII.


Manu Rodríguez. Desde Gaiia (28/03/23).

 

                                                                  *****

 

1.

Un ejercicio de imaginación. Los individuos

podemos considerarnos células independientes

(como mónadas) con su sustancia genética,

libre o enucleada, como centro de mando

y coordinación (similar al papel que cumple

el cerebro), y con los receptores de membrana

que equivaldrían a los sentidos. El sistema nervioso,

que lleva la información al cerebro, sería equivalente

a los transductores (que llevan la información

a los ácidos nucleicos). La acción recomendada

(la respuesta) proviene de la sustancia genética/cerebro.

No olvidemos que no es el cerebro-sistema nervioso

o las neuronas los que reciben y emiten información

(las vías aferentes y eferentes), sino la sustancia

genética desde el núcleo de las neuronas.

 

Todo parece indicar que la sustancia genética

siguió el exitoso ‘modelo’ de organización celular

para la ‘creación’ de los ulteriores organismos

pluricelulares (con sus centros de coordinación

y mando supra-celulares). Protozoos y metazoos.

Isomorfismo, transformaciones.

 

Los ‘sujetos’ genéticos siempre protegidos

en el interior de sus somas, pero  no aislados

del mundo entorno. Las mónadas con puertas

y ventanas específicas (la fisiología de los

diferentes organismos). 

2.

 

Adaptación y adaptabilidad. La fisiología

y el comportamiento de los organismos

dan constancia de la voluntad de poder

de la sustancia viviente única, del ser primordial.

 

La impulsión del sistema vital y la voluntad

de poder. La voluntad de poder como

la voluntad/pulsión fundamental.

La pulsión de dominio.

 

3.

El perspectivismo y la voluntad de poder son,

a mi manera de ver, los instrumentos conceptuales

más eficaces para acercarnos a la vida,

a nuestro ser primordial; para ‘conocernos’

a nosotros mismos (como la vida que somos).

 

4.

Nosotros y nuestro mundo entorno.

Pero no olvidemos que nuestra percepción

del mundo entorno está constreñida y limitada

por nuestra fisiología específica. Por más

que hablemos como ‘vida’ nuestro mundo

entorno ‘es’ el mundo entorno de los humanos.

 

La sustancia genética no puede representarse

el mundo sino a través de sus dispositivos somáticos.

Necesita representárselo, y de ahí los receptores

de membrana o los sentidos…

 

En todas las formas vivas (los cariotipos específicos)

el ‘hacerse (o el tener) una idea’ del mundo entorno

es una necesidad. Mejor una representación falsa

que ninguna. Es una cuestión de supervivencia.

El ‘mundo’, pues, como ‘ilusión’ (invención, ficción,

creación), pero es una ilusión/ficción necesaria.

 

Los ‘mundos’ han de ser recordados, y esto

presupone ‘memoria’. El mundo que se tiene

ha de ser tenido constantemente en cuenta

(ha de estar siempre presente). Así pues,

percepción/sensación, interpretación/representación

y conciencia/memoria. Percepción y apercepción.

 

Lo percibido o sentido ha de ser interpretado como

‘información’, si bien es información relativa

a los perceptores o sentidos con los que se cuenta.

 

Con los datos (correctos o incorrectos;

subjetivos y relativos)  que los receptores

de membrana (o los sentidos) llevan al núcleo

o centro de decisiones los ácidos nucleicos

elaboran, construyen un mundo, una realidad…

Y es en este mundo fingido, en esta realidad

supuesta donde vivimos, por donde nos movemos

y caminamos. La vida, la vida que piensa/quiere/siente

es la que ‘crea’ el mundo en el que vive, y todo

lo que éste contiene, incluida ella misma.

 

No se trata tanto de conocer como de tener una idea

del mundo entorno. La duda o incertidumbre acerca

de la veracidad o la falsedad de la representación

del entorno no se planteaba en los primeros momentos 

(‘esto’ es lo que percibo, ‘esto’ es lo que hay). La duda

paralizaría la acción. El origen de la ‘ilusión’. Podemos

incluso decir que más que interpretación/representación

del mundo entorno hay invención o creación

–un mundo fingido, imaginado, supuesto…

 

El dominio del medio. La representación del mundo

entorno no tiene otra finalidad que su dominio.

 

Podemos imaginar a los ácidos nucleicos

(a los primeros replicadores) encerrados y aislados

en el interior de burbujas (los ‘coacervados’)

y sin ninguna información del exterior.

La percepción/sensación tuvo que ser ‘creada’

para poder tener una idea del mundo entorno.

La percepción/sensación no sería, pues, un hecho

originario. ¿Quién ‘quería’ o necesitaba tener

una idea de lo que había más allá de la burbuja

protectora? ¿Tenían estos primeros replicadores

conciencia de sí? Convendría distinguir el complejo

percepción/apercepción, de la conciencia de sí.

¿Primero, entonces, la conciencia de sí?

 

5.

La atracción-repulsión como ‘pasiones’

originarias. Lo que nos viene (o hace) bien

y lo que nos viene (o hace) mal. Lo que nos debilita

y lo que nos fortalece… Lo que nos beneficia

y lo que nos daña… Lo beneficioso, lo nocivo,

lo inocuo… Lo bueno y lo malo… En los grupos

humanos, las primitivas experiencias (actividades,

comportamientos, alimentos…) y el origen de la ética.

 

6.

Experiencias y memoria en la sustancia genética

desde su origen. Lo que se experimenta, lo que se vive.

Necesidad vital de la memoria, del recuerdo.

La duda o desconfianza acerca de lo vivido

o experimentado, así como de su recuerdo,

irían en perjuicio de la propia vida. Más allá…

 

La percepción y la apercepción, la conciencia

de sí, la memoria, la pulsión de dominio…

Lo consustancial a la misma vida.

 

7.

El pensar en el querer y el sentir;

el querer el sentir y en el pensar;

el sentir en el pensar y el querer…

Todo en uno.

 

8. 

Al ámbito pulsional se le malentiende.

Es ‘la fuerza que por el verde tallo impulsa la flor’…

Es la fuerza motriz, la impulsión del sistema vital…

 

Hay que atender a la voluntad/pulsión fundamental,

la voluntad de poder/pulsión de dominio…

De ahí se deriva todo, de ahí se derivan los ‘mundos’…

 

La sustancia genética, el ser primordial, lo Uno primordial…

siente, quiere, piensa y recuerda desde su origen.

 

La percepción, el sentir, y el juzgar o ponderar

lo que hay más allá de la ‘piel’. La atracción-repulsión.

 

La percepción físico-química en los primeros

organismos creados (los quimio-receptores).

La evolución de los organismos (los dispositivos

somáticos) y la ‘invención’ de los sentidos

(mecano-receptores, foto-receptores, termo-receptores,

electro-receptores...). De ahí las ‘representaciones’.

 

9. 

La biocomunicacion estrictamente

físico-química en los primeros organismos.

 

También en los microorganismos

encontramos la subjetividad colectiva

(la biocomunicacion entre bacterias

con un ‘lenguaje’ bioquímico ‘universal’). 

  

10. 

“La fuerza que por el verde tallo impulsa la flor…”

El ‘espíritu’ (el piloto) en la máquina…

La expresión perceptible… El ser primordial.

 

11. 

El retrogrado, el reaccionario, el obsoleto…

el incomprensible narcisismo identitario

(individual y colectivo) en estos tiempos

post-darwinianos y post-einstenianos…

El envanecimiento, el orgullo nacional,

religioso, político (de clase), étnico…

Sus lamentables consecuencias (guerras, odios…). 

 

El narcisismo identitario (nacionalista, étnico,

religioso, político…) y la conciencia gregaria…

 

*****

 

Saludos,

Manu

jueves, 9 de marzo de 2023

279) Genogramas CI

Genogramas CI.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (09/03/23).

 

                                                                  *****

 

1.

Cuando lo que se pretende es marcar

la diferencia (‘ser’ diferente) en el juego

de lo social, en la representación del gran

teatro del mundo –los roles simbólicos,

los ‘personajes’. Para mayor gloria del ‘ego’

simbólico. El triunfo de la apariencia,

del aparecer, de la imagen que se proyecta,

de la máscara, de las ‘personas’… Ignoran

que en su vida cotidiana ya se comportan

como personajes sin necesidad de ‘aparentar’.

 

2. 

Las relaciones que los seres humanos

sostienen entre sí son necesariamente

superficiales, periféricas… se relacionan

como personajes, como ‘personas’,

desde el espacio de representación social.

Hablan y se comunican los ‘roles’,

los seres simbólicos (la edad, el género,

la profesión, el estatus, la etnia,

la nacionalidad...). En ningún momento

son conscientes los humanos de su ser

genético, de su unidad esencial,

de su co-pertenencia a lo Uno primordial.

 

La alienación, el extrañamiento natural

y el cultural. Vivimos ciertamente un sueño,

una representación… una ilusión… Nuestras

culturas, nuestros ‘mundos’ nos alejan

de nuestro centro vital, de nuestro ser

primordial. La instrucción que recibimos

desde que nacemos, nuestra formación,

nos destruye –nuestro llegar a ser lo que somos

en el espacio de representación.

 

Nuestro fenotipo o nuestro ser simbólico

no deben confundirnos. Nuestro cuerpo responde

a un cariotipo específico, nuestro ser simbólico

responde al momento y al lugar en el que venimos

a nacer. Lo único real y verdadero en nosotros

es nuestro ser genético. Lo demás es ilusión,

apariencia, fenómeno, representación…  

 

Uno sólo es el que piensa, siente y quiere…

pese a las apariencias, y nosotros no somos

“la cáscara que envuelve ese núcleo inmortal”,

sino el elemento nuclear mismo de lo viviente,

virtualmente imperecedero.

 

3. 

Nos concebimos como animales, o como

humanos’, pero nunca como ‘vida’.

Es el resultado de la individuación

somática y la cultural. Esa ‘ceguera’.

 

Las criaturas son la obra del ser viviente

único y primordial. La vida es siempre

una y la misma en cada una de sus criaturas

(no una en el árbol y otra en el ave).

Es la misma vida en la presa y en el depredador.

 

El delicado y frágil ser de la sustancia viviente

única. Podemos ver a las criaturas (los organismos)

como superestructuras protectoras del ser primordial

–como vehículos, máquinas, dispositivos…

de supervivencia y dominio. Las apariencias.

 

Los organismos creados le permiten a la sustancia

viviente volar, trepar, correr, nadar… Y el cariotipo

humano, en particular, le ha permitido conocerse

a sí misma, llegar a sí misma, tener conciencia de sí.

 

Los organismos nos engañan, nos ciegan,

nos confunden… Nos impiden ver su ‘esencia’.

No perder de vista al piloto en cada movimiento

de la ‘maquina’, al actor en cada gesto, acto

o palabra del personaje. No debe cegarnos

las innumerables criaturas o los innumerables

personajes. Uno sólo el piloto, uno sólo el actor.

Los cuerpos, los organismos, las máscaras,

las personas… Y, tras estos, lo Uno primordial.


4.

Es la misma vida, la sustancia viviente

única, la que está detrás de todo movimiento,

de toda actividad… de todo lo que advertimos

en los organismos. No podemos ignorar

al piloto en la máquina. El soma es al genoma

lo que el automóvil o el avión

al conductor o al piloto.

 

En cualquier antagonismo es la misma

vida la que consigo misma combate.

La vida contiene todos los opuestos.

A sí misma se combate, a sí misma

se desgarra, de sí misma se nutre…

A sí misma se ama, a sí misma se odia…

Consigo misma discute, habla, se comunica…

 

5.

Nuestra educación, instrucción, formación…

nos proporciona una suerte de segunda

naturaleza, podríamos decir, nuestra naturaleza

o ser simbólico. Nuestra humanización,

nuestro ‘llegar a ser lo que se es’ en el interior

de un grupo humano, en un ‘mundo’

lingüístico-cultural determinado.

La individuación simbólica.

 

6. 

Inteligencia, astucia, voluntad de poder/pulsión

de dominio, memoria… Las potencias de la vida…

Organismos jerarquizados (en protozoos y en metazoos),

con órganos y sistemas coordinados y subordinados…

Rección jerárquica desde la sustancia genética.

La sustancia genética como jerárquicamente

organizada. La sustancia genética manda y obedece,

emite y recibe órdenes… La sustancia genética

como centro de control, coordinación, decisión…

 

Grafos, diagramas, organigramas… algoritmos…

 

7.

El perspectivismo específico.

El fenocentrismo antropocéntrico

de los humanos; el fenocentrismo gatuno,

el perruno, el vacuno, el equino…

 

Los organismos atrapados por su forma

específica… atrapados en la ‘superficie’,

en lo que aparece a la vista, al oído, al tacto…

No más allá.  El papel de la ‘percepción

consciente’ en los organismos complejos

(metazoos): un horizonte determinado, fijo,

un freno, un límite… La percepción consciente,

necesariamente superficial.

 

8.

Con el fenocentrismo giramos alrededor

de los cuerpos, de los somas, de los fenotipos...,

alrededor de los ‘animales’ (las superestructuras

orgánicas diseñadas por la sustancia genética);

con el antropocentrismo giramos alrededor del ser

humano (su cariotipo específico). El fenocentrismo

y el antropocentrismo son los obstáculos que hay

que superar para acercarnos a la sustancia

viviente única, a lo Uno primordial.

 

9.

Son las perspectivas fenocéntrica y antropocéntrica

las que están detrás de las culturas (los ‘mundos’)

elaboradas por los humanos en los últimos milenios

(paleolítico y neolítico), y son las responsables

de las confusiones y malentendidos que los seres humanos

mantienen acerca de su entorno (viviente y no viviente)

y acerca de sí mismos (de su naturaleza primordial) –aún hoy.

 

De lo superficial a lo profundo; de la periferia

al centro; de la ‘apariencia’ a la realidad.

Del fenómeno al noúmeno–en lo que concierne

a las formas vivas. El centro de lo viviente

es la sustancia viviente única, la sustancia

genética. No hay otro sujeto, no hay otra

alma, no hay otro ‘espíritu’…

 

La perspectiva genocéntrica.  El paso del fenocentrismo

(y antropocentrismo) al genocentrismo cambiará

nuestras vidas. El otrora paso dado del geocentrismo

al heliocentrismo apenas si influyó en nuestra conducta.  

 

La evolución cultural y el próximo ‘salto evolutivo’.

La perspectiva genocéntrica y las culturas/mundos

por venir (por crear). Lo que queda por hacer.

 

10.

Lo Uno primordial (el ser primordial) y el devenir…

¿Evolución del ser primordial? Lo que evoluciona

son los dispositivos de supervivencia y dominio

del ser primordial (los cariotipos específicos,

los organismos…). La ‘voluntad de poder’

 como motor de la evolución…

 

11.

No es la ‘humanidad’ o el ‘hombre’ el que conquista,

consigue o logra, como se suele decir ante cualquier

gesta o hito de los seres humanos, sino la vida. 

Es la vida la que ha llegado a la Luna, y es la vida

la que llegará a Marte y explorará el Sistema

Solar… El fenocentrismo y el antropocentrismo

llenan nuestro lenguaje.

 

No es que la vida (la sustancia genética) consiga

algo por medio de ‘nosotros’, sino que nosotros,

antes que nada, somos la ‘vida’. El ‘nosotros’

humano, simbólico, nos desvía de nuestro ser

primordial y único. La vida es el único sujeto,

el único agente en cualquiera

de los organismos que pueblan la tierra.

 

*****

 

Saludos,

Manu