Genogramas
XLV.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (10/11/20).
*****
1.
El
aire, la tierra, el agua,
la
luz puras de nuestros días.
La
radiante mañana.
El
ocio creador.
2.
El
orden sublime
es
forma sin forma.
El
cosmos es un juguete
bien construido.
3.
Toda
práctica cultural es una práctica
religiosa,
religante. Reúne en un todo
a sus
usuarios, a sus practicantes,
a sus
fieles. Las normas establecidas,
por
ejemplo, son escrupulosamente
respetadas.
Se cuenta con lo que hay.
Se
añaden poemas y matemas.
Se
sigue, se prosigue, se continúa.
Son
prácticas comunes, que se comparten,
que se
respetan (se hacen bien), que
producen
variaciones de sí mismas,
ramas,
variantes. De manera espontanea
surgen,
brotan, se abren paso.
4.
El
Kapinjala atraviesa las nubes y hunde
su pico
en los manantiales del cielo.
Cualquier
humano, en cualquier actividad,
hace lo
mismo.
Un
puente al cielo la escritura.
Un
camino que recorre el cielo.
Aguas
puras provenientes del cielo.
Hundo el
cálamo en aguas celestiales.
Un arco
iris la escritura, un puente
restaurado
hacia la otra orilla.
6.
La
deriva actual. El nuevo hombre universal.
Homogéneo,
anodino, neutralizado, vacío,
átono,
monocromo. Individuos fríos, bosonizados.
Individuos
desvinculados entre sí. No hay pueblo,
no hay
comunidad. No hay cultura común. Indiferencia.
Mundo
oscuro y frío. Húmedo. Incómodo.
Superpoblado.
Híbrido. Colectivos atomizados
y que no
se comunican entre sí.
Pueblos
fragmentados, atomizados.
Espacio
simbólico aniquilado.
Nada
vale. Todo vale.
En un
mundo así, ¿qué filosofía; qué arte?
En un
mundo donde sólo la ciencia tiene
valor
universal –sus espacios, sus enunciados.
Todo el
resto de la cultura es relativo:
leyes,
artes, tradiciones… La fragmentación,
la
escisión en los colectivos afecta, cómo no,
al
individuo, también estos rotos, fragmentados.
Nada
une. Nada nos une.
Soledad,
nostalgia, melancolía. Nostalgia
de
futuro, de luz. Tanta sombra.
Nuestro
hoy es infecundo y sombrío.
Individuos,
sí, pero dóciles a la publicidad,
a los
medios de comunicación…
No hay
juicio, crítica, selección….
Todo es
efímero, todo ‘déjà vu’.
Todo
está quemado de antemano.
Materia
fungible. Efímera.
Nuestra
condición dolorosa, trágica,
absurda, irrisoria. Nuestras metrópolis.
Nuestras vidas.
Sólo
tenemos nuestras pobres vidas.
Un
puñado de recuerdos, de lecturas,
de
vivencias, de fotografías…
No es
posible usar el plural, pues,
¿en
nombre de quién hablo?
Sólo en
mi nombre. ‘Qué quiero’,
y no ya
‘qué queremos’.
Una
población totalmente atomizada.
Cada
cual con su quimera.
Con su
‘mundo propio’.
Una
civilización sin rumbo, sin norte.
E
igualmente los individuos.
*
Sólo los
‘nexus’ quieren más.
Quieren
más vivir, quieren más vida.
Quieren
más. Quieren otra cosa.
Sólo
ellos hablan en plural,
y dicen
nosotros. Nos, Nexus.
Luz y
futuro.
Las
unidades efímeras. Los ‘nexus’.
Los
‘nexus’ en busca de Xenus.
El señor
de la vida, el creador.
Se
interroga al señor de la vida,
a Xenus.
Su orden, su lógica,
sus
modos y maneras. Su ser.
Su
identidad. Su razón (su sentido).
Operación
‘nexus’. Homo ‘nexus’.
Los
‘nexus’. Nexo, nudo, unión, vínculo.
Ligar,
conectar, reanudar.
Nodópolis.
7.
La
lógica subyace al lenguaje.
Llena el
lenguaje. No el mundo,
sino el
lenguaje sobre el mundo.
Lógica,
y lenguaje, y vida. La lógica,
la
heurística es inherente. Ser es pensar,
entre
otras cosas. Es nuestro lenguaje.
Es
nuestro lenguaje el lógico, el ordenado.
Aplicamos
su luz sobre el mundo.
Es un
logos que ilumina, que ordena,
que
interpreta, que introduce un sentido.
El mundo
por el que caminamos
es un
mundo ordenado por el lenguaje.
El
lenguaje es nuestra luz.
8.
Aquello
de lo que no podemos hablar
no es
por ello trascendente.
No
podemos decir la naturaleza
de
aquello que nos reduce al silencio.
No
podemos nombrar. No hay nada para decir.
No hay
nada de qué hablar. Todo nos ciñe
a un
punto inextenso de nada
–de
ignorancia, de silencio, de abismo.
No
podemos decir si el sentido
es uno o
múltiple. Si es parcial
o
global. Si es interno o externo.
Y del
cosmos, igualmente. Si es uno
o
múltiple, si limitado o ilimitado,
si
abierto o cerrado, si finito o eterno…
Un
sistema físico-matemático
podría
‘mostrarnos’ un cosmos cerrado,
pero
también uno abierto.
Ambos
igualmente inverificables.
Esta
posibilidad del lenguaje de afirmar
y negar
la misma cosa neutraliza a ambas.
El
lenguaje sería un sistema en el que tienen
cabida
expresiones tales como ‘p’, y ‘no-p’.
Es un
sistema que, para hablar del mundo,
se invalida
o neutraliza a sí mismo.
Produce
enunciados contradictorios entre sí.
No
alcanza el estatuto de un sistema lógico,
uno de
cuyos principios es el de no contradicción.
El
sistema de la lengua alberga enunciados
que se
contradicen entre sí, que se invalidan
y
neutralizan mutuamente. Toda antinomia,
se
diría, invalida a sus pares constituyentes.
Hemos de
decir en el vacío.
Volver a
decir. Metabolizar, sintetizar;
volver a
crear mundos, caminos.
9.
La
novedad en arte y pensamiento.
Se crea
a la manera del demiurgo,
partiendo
de una ‘materia’ previa, existente.
No es
una creación ex-nihilo.
La
‘creación’, en cualquier rama o actividad,
está
impregnada de verdad, de bondad, de belleza.
El
compromiso es con la verdad,
con la
bondad-bella-de-ver.
Compromiso,
intimidad, amor…
hacia la
cosa o el asunto. La materia.
No es
una materia informe.
Se parte
de lo dado, en arte y pensamiento.
Es la
pasión, la entrega, el fervor… el cuidado.
Es la
honestidad, el decoro, el pudor.
Es la delicadeza
con el asunto. La responsabilidad.
Nada de
esto se enseña o se puede transmitir.
La
honestidad –en arte y pensamiento– es luz.
Los
valores espirituales aducidos son la guía,
la luz
de los poetas, de los demiurgos.
La
capacidad inventiva ha sido esclarecida
por esos
propios valores. Estos valores facilitan,
esclarecen,
conducen… la acción.
Ver
claro. Es claridad relativa al discurso.
Toda
verdad y toda claridad es, siempre,
relativa
al discurso. Es desde el interior.
Hay que
entrar, acceder. El poeta opera
desde el
interior. La intimidad supone
fidelidad,
entrega, fervor incluso.
Toda
rama, toda actividad, exige entrega,
dedicación.
Una dedicación pura, genuina,
sincera.
No se pueden descuidar estos valores
espirituales
si se quiere ‘crear’. Éste es el camino
del
poeta, del demiurgo, del creador.
Si se
descuidan estas claves espirituales que digo,
no se
llega a ver claro. Estos valores son pilares,
fundamentos,
elementos sustentantes.
La
creación exige este vínculo con la ‘materia’,
con la
cosa. En cualquier rama o actividad.
Lo
excelente, en arte y pensamiento,
es
efecto de amor. Sin esta pasión
no hay
ni criatura ni creador.
Estos
valores que digo no garantizan
la
creación, pero ésta los exige.
*****
Saludos,
Manu
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