Carta abierta a los miembros de ‘Europa Laica’.
Manu Rodríguez. Desde Europa (24/08/11).
*
*Perdéis el tiempo en vuestra querella con el Papado. Os enfrentáis a una institución caduca, a un tigre de papel. Erráis completamente el tiro y el objetivo. Prestad atención más bien al avance del islam en tierras europeas. Ahí está el verdadero peligro, aquí y ahora, para toda nuestra cultura –y no sólo para la tradición política. Nuestras instituciones laicas (jurídicas, políticas o sociales) y sus conceptos fundamentales (libertad, igualdad, democracia…) no están amenazadas por la iglesia católica o cualquiera de las sectas cristianas, que hace tiempo que perdieron su poder sobre nuestras mentes y nuestros corazones, sino por la actual expansión demográfica e ideológica del Islam en nuestros pueblos, ciudades, y naciones. Consultad las estadísticas sobre población musulmana extranjera en Europa; consultad acerca de sus demandas políticas, jurídicas o sociales, y sus logros (sus conquistas) aquí y allá (la ‘no-go’ áreas pululan). Perdemos tierra y cielo (ideología, cultura) europeos; perdemos también ciudadanos que se islamizan.
Ya está bien de considerar ultraderechistas a los que se oponen al islam y progresistas a los que se oponen a cualquiera de las sectas cristianas. Informaos. Despertad. Acercaos a los grupos republicanos y laicos franceses anti-islamistas, pongamos por caso, que hace tiempo que se oponen a la degradación de sus instituciones (os recomiendo ‘Riposte Laïque’, o ‘Bivouac’: http://ripostelaique.com/; http://www.bivouac-id.com/).
Conoced la situación europea al respecto. Los laicos tenemos que liderar (teórica y prácticamente) esta oposición, tenemos que impedir el progreso del islam en Europa; y la más que posible destrucción de nuestro patrimonio (si nada hacemos).
La mayor parte de la población europea le está dando la espalda a este gravísimo problema que pone en peligro todo lo conseguido por nuestros inmediatos antepasados, y aún la misma identidad europea; sea por indiferencia, ignorancia, inconsciencia, complicidad o, simplemente, cobardía (los creyentes musulmanes no tienen nada que ver con los santurrones cristianos, y nosotros, en Europa, ya tenemos experiencia de esto; ya conocemos su respuesta a nuestras críticas –la amenaza, la violencia, y la muerte). Tenéis que cobrar conciencia acerca de esto; tenéis que mirar de frente la angustiosa situación en la que nos encontramos.
Nuestros herederos lamentarán nuestra torpeza, nuestra confusión, y nuestra cobardía. Estamos perdiendo el tiempo; un tiempo precioso, vital. Cada día aumenta su poder e influencia (la absurda ‘alianza de civilizaciones’ es un ejemplo), y su número. En un par de generaciones no podremos hacer nada.
Hoy por hoy se atenta contra la libertad y contra la igualdad en nuestras tierras (la condición de la mujer, por ejemplo, en los colectivos musulmanes); se intimida y aterroriza a nuestros ciudadanos; se roba, se insulta, se golpea… se mata; y no veo que los ciudadanos se manifiesten por estos abusos. Tampoco veo que los europeos se solidaricen con los movimientos pro-democráticos en países dominados por el islam. Nadie mueve un dedo contra las masacres diarias de los musulmanes en Paquistán sobre su propia gente; o contra las guerrillas musulmanas que impiden la llegada de ayuda humanitaria a los necesitados en Somalia (esto, entre cientos de casos atroces que recorren el área islamizada).
Mientras tanto nosotros perdemos el tiempo con vanas sutilezas acerca de nuestras democracias, o arremetiendo contra fantasmas del pasado.
Un monstruo devorador nos ronda ahora, un viejo fantasma que se ha despertado con hambre de pueblos y naciones. ¿Seguiremos mirando hacia otro lado?
*
Hasta la próxima,
Manu
Manu Rodríguez. Desde Europa (24/08/11).
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*Perdéis el tiempo en vuestra querella con el Papado. Os enfrentáis a una institución caduca, a un tigre de papel. Erráis completamente el tiro y el objetivo. Prestad atención más bien al avance del islam en tierras europeas. Ahí está el verdadero peligro, aquí y ahora, para toda nuestra cultura –y no sólo para la tradición política. Nuestras instituciones laicas (jurídicas, políticas o sociales) y sus conceptos fundamentales (libertad, igualdad, democracia…) no están amenazadas por la iglesia católica o cualquiera de las sectas cristianas, que hace tiempo que perdieron su poder sobre nuestras mentes y nuestros corazones, sino por la actual expansión demográfica e ideológica del Islam en nuestros pueblos, ciudades, y naciones. Consultad las estadísticas sobre población musulmana extranjera en Europa; consultad acerca de sus demandas políticas, jurídicas o sociales, y sus logros (sus conquistas) aquí y allá (la ‘no-go’ áreas pululan). Perdemos tierra y cielo (ideología, cultura) europeos; perdemos también ciudadanos que se islamizan.
Ya está bien de considerar ultraderechistas a los que se oponen al islam y progresistas a los que se oponen a cualquiera de las sectas cristianas. Informaos. Despertad. Acercaos a los grupos republicanos y laicos franceses anti-islamistas, pongamos por caso, que hace tiempo que se oponen a la degradación de sus instituciones (os recomiendo ‘Riposte Laïque’, o ‘Bivouac’: http://ripostelaique.com/; http://www.bivouac-id.com/).
Conoced la situación europea al respecto. Los laicos tenemos que liderar (teórica y prácticamente) esta oposición, tenemos que impedir el progreso del islam en Europa; y la más que posible destrucción de nuestro patrimonio (si nada hacemos).
La mayor parte de la población europea le está dando la espalda a este gravísimo problema que pone en peligro todo lo conseguido por nuestros inmediatos antepasados, y aún la misma identidad europea; sea por indiferencia, ignorancia, inconsciencia, complicidad o, simplemente, cobardía (los creyentes musulmanes no tienen nada que ver con los santurrones cristianos, y nosotros, en Europa, ya tenemos experiencia de esto; ya conocemos su respuesta a nuestras críticas –la amenaza, la violencia, y la muerte). Tenéis que cobrar conciencia acerca de esto; tenéis que mirar de frente la angustiosa situación en la que nos encontramos.
Nuestros herederos lamentarán nuestra torpeza, nuestra confusión, y nuestra cobardía. Estamos perdiendo el tiempo; un tiempo precioso, vital. Cada día aumenta su poder e influencia (la absurda ‘alianza de civilizaciones’ es un ejemplo), y su número. En un par de generaciones no podremos hacer nada.
Hoy por hoy se atenta contra la libertad y contra la igualdad en nuestras tierras (la condición de la mujer, por ejemplo, en los colectivos musulmanes); se intimida y aterroriza a nuestros ciudadanos; se roba, se insulta, se golpea… se mata; y no veo que los ciudadanos se manifiesten por estos abusos. Tampoco veo que los europeos se solidaricen con los movimientos pro-democráticos en países dominados por el islam. Nadie mueve un dedo contra las masacres diarias de los musulmanes en Paquistán sobre su propia gente; o contra las guerrillas musulmanas que impiden la llegada de ayuda humanitaria a los necesitados en Somalia (esto, entre cientos de casos atroces que recorren el área islamizada).
Mientras tanto nosotros perdemos el tiempo con vanas sutilezas acerca de nuestras democracias, o arremetiendo contra fantasmas del pasado.
Un monstruo devorador nos ronda ahora, un viejo fantasma que se ha despertado con hambre de pueblos y naciones. ¿Seguiremos mirando hacia otro lado?
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Hasta la próxima,
Manu
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