IdentitAry@s III.
Manu Rodríguez. Desde Europa
(21/12/14).
*
*La memoria
histórica de los pueblos aryas vive como adormecida desde que bebió del agua
del olvido (desde que recibió el bautismo cristiano). Desde entonces nuestros
pueblos no se reconocen, no se recuerdan; ignoran su ser. Nada, salvo el agua
del recuerdo, puede subsanar aquel fatídico error.
La maldita
madrastra de los pueblos aryas europeos (la ‘ecclesia’, la comunidad cristiana
–judeo-mesiánica) trajo aquella agua maldita. Nuestros emperadores y reyezuelos
se aliaron (se ‘casaron’) con aquella celosa y rencorosa comunidad de origen
extranjero –descuidando a su propio pueblo. Esta ominosa alianza puso la
instrucción de las sucesivas generaciones aryas europeas en manos de los
sacerdotes de divinidades extranjeras. Nos hicieron creer que otros eran
nuestros primeros padres, otras nuestras
tierras sagradas, otro nuestro dios. Consiguieron que nos olvidáramos de
nosotros mismos. Desde aquellos ominosos días duerme el ser nuestro.
Todo aquel que
bebe del agua del recuerdo recupera la memoria,
la conciencia; vuelve a la vida; recupera el ser. Esta salutífera agua
del recuerdo es nuestro santo grial. No hay duda. No busques más.
Es esencial este
despertar, este volver a la vida para enfrentarnos con las armas apropiadas,
con las armas propias, a la situación en que ha devenido el solaz de nuestros
antepasados durante nuestra ‘ausencia’.
Nuestra
situación es hoy mucho más peligrosa de lo que fuera en cualquier otro momento
de nuestra historia. Hoy corremos el peligro de desaparecer como etnia, y como
cultura.
La
respuesta adecuada de Europa. Que Europa se revuelva indignada, airada, al
tomar conciencia del estado en que se encuentra –invadida, asediada, ocupada; pisoteada
y mancillada.
Los que tal discurso sostenemos defendemos nuestra causa, la
defendemos ante los nuestros, y queremos que se unan a nosotros. Es un mecanismo de defensa completamente legítimo y natural,
y un síntoma de salud. Estamos siendo atacados; se busca nuestro debilitamiento
y postración. Se pretende acabar con nosotros.
Otra agua del
olvido circula hoy, igualmente judeo-mesiánica. Hablo de la envenenada palabra
de los predicadores marxistas, multiculturalistas, internacionalistas, progresistas,
de ‘izquierdas’… que han terminado hundiendo a Europa en la miseria étnica y
cultural; en la ruina biosimbólica, espiritual.
*Decadencia y ruina de las
civilizaciones/culturas. Causas y síntomas. Sumeria, Egipto, Persia. Grecia,
Roma… Europa.
Causas externas y causas
internas.
La corrupción generalizada,
el envilecimiento colectivo, es tan sólo un síntoma.
*El completo
mundo mitológico germano resulta un tanto escuálido al compararlo con el griego. No digo que no puedan hacerse
reflexiones al respecto, pero éstas no serían comparables a las reflexiones
filosóficas, literarias, jurídicas, políticas, artísticas o meramente
‘existenciales’ que nos proporcionan el mundo mítico griego. Sólo el mundo mítico romano le sigue en complejidad y
riqueza, y aun así, no se le puede comparar.
*En todo
‘nacimiento’ no puede faltar un nacimiento, claro está, pero se pueden unir
ambas tradiciones (árbol y nacimiento) incluyendo en estos montajes un árbol
específico vinculado a tal o cual
tradición: el fresno (Yggdrasil),
la encina (Dodona), el roble (Zeus), el abedul (Birgit), el olivo (Atenea), el
laurel (Apolo)...
Podemos tener
‘nacimientos’ que plasmen los inicios, los orígenes, los ‘nacimientos’ de los
pueblos aryas (griegos, romanos, germanos…); de las naciones aryas europeas.
Recordemos
también ese ‘re-nacimiento’ que duerme desde la derrota inicial, el que tuvo
lugar en la Alemania del siglo pasado (una aldea alemana o austriaca cubierta
por la nieve –con toda la iconología arya del período). Las estampas navideñas que circularon durante
el período nazi, en los años de guerra, con sus soldados de guardia y a lo
lejos la aldea.
*El
prerrafaelismo y posterior modernismo (‘arts and crafts’, ‘art nouveau’,
‘jugendstile’, ‘sezession’, ‘liberty’…) son los últimos estilos artísticos
propiamente europeos. El último gran arte europeo.
*El caso
de los numerosos personajes ‘famosos’ del pasado siglo (y del presente),
pertenecientes al mundo del ‘arte’ (actores, pintores, músicos, escritores…),
de la política, o la economía, medio judíos y medio polacos, medio húngaros,
medio rusos, o medio alemanes. En Europa y USA. La mayoría de estos personajes
que digo tienen una apariencia
completamente europea (caucásica). Nadie diría que tienen sangre judía (semita).
Probablemente la parte judía ya era también mestiza.
Hay que
decir que los judíos genuinos desprecian y odian todo lo ‘goy’ (lo otro, lo no judío), tanto los rasgos
étnicos como los culturales (tanto las razas como las tradiciones y
costumbres). Y que en determinados ámbitos judíos, a estos medio-judíos de
aspecto tan europeo (tan caucásicos), no se les acaba de reconocer como tales
por considerarlos extraños, ajenos, una mancha en el linaje ancestral.
Si es cierto que
el ADN mitocondrial de la mayoría de judíos askenazíes procede de Europa, esto
es, de madres europeas no judías, podemos concluir, siguiendo las leyes judías
al respecto (que dicen que sólo los nacidos de madres judías deben ser
considerados judíos), que tales askenazíes no son judíos.
*Las estrategias frías
blandas (como el camuflaje o el pasar desapercibido) son más propias de
comunidades pequeñas e inseguras (los judíos de la diáspora) que temen
desaparecer. Son medidas de urgencia, de supervivencia.
*Los semitas y
las clases improductivas y parásitas. Los sacerdotes (Moisés) y los políticos,
sindicalistas y demás (Marx). No me olvido de los intermediarios –de comerciantes,
banqueros, usureros…
*La ambición
de dominio en las ideologías universales –religiosas o políticas. Los
correligionarios no dudan en matarse entre sí (lo vimos incluso entre los
judeo-bolcheviques –las ‘purgas’). Hay guerra eterna entre ‘ortodoxos’ y
‘heterodoxos’; entre sectas. Un espíritu sectario, intolerante, y criminal les
anima desde que nacen.
El
enemigo de los pueblos no se detiene ante nada, ni ante ellos mismos. No ha
lugar para pactos, treguas, o tibiezas. Destrucción, destrucción, destrucción.
*El
enemigo ha conseguido que cedamos, que abandonemos la preeminencia que ocupamos
de manera natural en nuestras propias tierras; que optemos por el otro; que nos
‘abramos’... Esto sucede en nuestras ‘hechizadas’ sociedades. Es la estrategia
habitual. Provocan la auto-destrucción, la auto-extinción del otro (cualquiera
éste sea).
*Europa,
la Europa europea, está en trance de desaparecer. Va camino de su extinción.
Otra Europa vendrá que ya no será la nuestra, la que heredamos de nuestros
antepasados. Si todo sigue como hasta ahora, no duraremos mucho, uno o dos
siglos. En unas pocas generaciones quedaremos reducidos a minoría en nuestras
propias tierras. Sobrepasados por multitud de pueblos africanos, asiáticos, y
amerindios. Adiós naciones, Estados, pueblos europeos milenarios. Es el fin. De
nada habrá servido el esfuerzo de nuestros antepasados; su obra –aquella que
aspiraba a la eternidad. Todo quedará en nada.
Pero
no quiero hablar sobre nuestra extinción, yo lo que quiero hablar es de nuestro
renacimiento. Casi extinguido nuestro espíritu tras la experiencia nazi, sólo
nos queda renacer. Hacer posible este renacimiento; traer de nuevo a la luz a
este pueblo nuestro. Ésta es nuestra labor.
*Aquellos
que sufran persecución, maltrato, o muerte por causa de su pueblo, serán
salvados; nunca perecerán; nadie les arrebatará la gloria; gozarán de perpetua
memoria.
*El
período nazi, el nazismo –desde su origen hasta su cuasi-destrucción, sin
olvidar los años que siguieron a la guerra–
debe ser tenido como santo, sagrado. El destino de los pueblos
germanos, el destino de la primera nación
arya. Lo que padeció aquel pueblo.
Millones de héroes, y de mártires.
Nosotros
contamos nuestra propia historia que es, ciertamente, la historia de los
vencidos. Pero es veraz. Porque nosotros
amamos la verdad. Somos cultores de la verdad. Aunque ésta testimonie en contra
nuestra. “Decir siempre la verdad y disparar bien con flechas”, es un viejo
adagio nuestro. Nosotros estamos comprometidos con la verdad desde antiguo.
Nosotros
entendemos que la verdad es el ser; que una y la misma cosa son la verdad y el
ser. Traicionar a la verdad es traicionarnos a nosotros mismos –el ser que
somos.
Nosotros
cultivamos el ser propio, que es la verdad propia. El ser propio es el ser
colectivo nuestro, el ser arya.
La
nación arya es la comunidad de los nacidos aryas. La identidad arya es la
identidad étnica y lingüístico-cultural (simbólica) arya.
*El
alma de los pueblos. La entera memoria colectiva de un pueblo, que es fruto de
incontables generaciones, es la que proporciona el ser lingüístico-cultural (simbólico)
a los sucesivos miembros, a las sucesivas generaciones. En su origen, la etnia
y la cultura son inseparables. En las comunidades étnicas puras, su cultura es
su religión –aquello que les religa y les hace uno.
Esta
relación etnia/cultura no se debería alterar; esta armonía. Pero lo cierto es
que se ha hecho algo más que alterar estas singularidades biosimbólicas, se han
destruido cientos, miles de etnias/culturas. Somos muchos los pueblos que hemos
contribuido a ello. Y es un daño irreparable al árbol de la humanidad nuestro,
que es también el árbol de la vida.
La
religión para estos pueblos paradigmáticos era su completa cultura. Su cultura
les proporcionaba las claves de su identidad simbólica, de su ser (colectivo).
La cultura era su mundo; el mundo en el que habitaban. Porque los grupos humanos
habitamos en mundos lingüístico-culturales. Y estos mundos lo contienen ‘todo’.
El
recién nacido recibe el saber de su pueblo; recibe su mundo. Ese mundo, y ese
saber, serán la cuna de su ser simbólico; de su alma social. Las palabras de la
tribu.
Las
identidades étnicas y culturales hacen a los pueblos.
El
ser de los pueblos es, además, histórico. Está el pasado, el presente, y el
futuro. Y está la historia común. La historia requiere memoria. La historia
común de un pueblo y su memoria colectiva están correlacionadas.
Un
pueblo que tiene pasado, que no olvida su pasado. Que no duda en reconocer los
aciertos y los errores. Que no retrocede ante sí mismo. Que se conoce; que se
estima. Que no se abandona. Un pueblo digno.
*El caso de
aquellos australianos (aborígenes) que fueron devueltos a la tribu (ya
ancianos), o que volvieron, o se reencontraron con ella. Abrieron una demanda
contra el Estado y la Iglesia (no sé qué secta cristiana), por haber sido separados
de su comunidad, siendo niños, y privados de las tradiciones de sus
antepasados. Fueron secuestrados, separados a la fuerza de sus padres y
hermanos, de los suyos. Caso ejemplar, y primero, que se sepa, que deberíamos
tomar en consideración; un precedente jurídico.
La extinción de
culturas sólo se produce bajo las ideologías universalistas (religiosas o
políticas). Hasta ayer mismo. El secuestro de niños en Australia. La educación
cristiana obligatoria (¿qué secta?) en Estados Unidos (el decreto de 1890), el
secuestro de niños –los niños (indígenas) eran arrancados a la fuerza de sus
familias y educados en escuelas del gobierno (en MacGregor). La entrega (obligatoria) de un niño (varón)
por cada familia en el budismo tibetano.
La judeo-bolchevización de la URSS, la democratización…
*Hay
que decir que en la reciente bolchevización (la URSS, China, Corea, Vietnam…),
en la globalización demo-liberal de los tiempos que corren, e igualmente en la
cristianización de medio mundo en el pasado, nosotros, los pueblos blancos, no
hemos sido otra cosa que armas, instrumentos, vectores. La llamada
‘occidentalización’ del planeta no impondrá otra cosa a los pueblos que el ‘mundo’
judío (sus engendros religiosos,
políticos, económicos, o jurídicos). Es
el triunfo de lo judío, una vez más. Inauguramos, tras el cristianismo y el
islamismo, el tercer milenio de ‘orden’ judío.
El enemigo ha
logrado, con sus ‘artes’, que se le abran todas las puertas de nuestro ser.
Ahora estamos en sus manos. Gobiernan (‘in praesentia’ o ‘in absentia’) en la
economía, en la política, en la moral, en la cultura de masas… En todas partes.
Es una impostura, una usurpación. No recibimos otra cosa que su discurso, su
palabra, su voz.
Aprended de
nosotros, pueblos, mirad como se nos destruye desde el interior. Chinos,
japoneses… los pocos pueblos puros, ancestrales, que sobreviven. Contemplad
nuestra ruina, y aprended. No les permitáis la entrada en vuestras tierras a
esta peste, a este mal, porque será vuestro fin.
La Europa blanca,
arya, y la Magna Europa, es un barco que zozobra, que se hunde sin remedio. No
reacciona, no se despierta, no hace nada. Paralizada, hechizada, confundida,
engañada. Mirando hacia otro lugar. Alucinada. Viendo visiones, ‘películas’,
mientras tanto.
*Destruir
la psicología colectiva, el alma social. Destruir las identidades colectivas;
el ser simbólico. Deshacer un pueblo. Integrar a sus miembros ya deshechos, ya
desintegrados y desarraigados, en una cultura otra, en un mundo otro (global,
universal, cosmopolita; trans-étnico, trans-cultural –en un ‘imperio’); dotarlo
de nuevas señas de identidad… Esto fue lo que sucedió cuando la
cristianización, la islamización, o la reciente bolchevización… Esto mismo es
lo que hace hoy la ingeniería social de los señores de la tierra en el seno de
nuestros pueblos desde sus poderosos medios de comunicación de masas.
Se
elabora y reelabora el ser de esas masas desarraigadas. Su volátil ser. No va a
la deriva ese ser; alguien lo maneja, alguien lo configura. La ingeniería
social es cosa del ‘amo’. ¿Quién es el ‘amo’? Ésta es la pregunta. Quién
gobierna, quién manda aquí.
En
nuestras sociedades desarraigadas nos tienen entre Matrix y la Nueva Sión. Por
aquí podemos ver quién es el ‘amo’: a través del mundo que se nos impone, y
la salida que se nos ofrece. ¿De dónde
proceden; cuál es la raíz de ambos? El mundo falso, mentiroso, deforme en el
que vivimos, y el mundo futuro que nos ofrecen como perfecto y verdadero son
frutos del mismo árbol; vienen de la misma raíz. Es el mismo ‘amo’ quien los
diseña e impone. Ambas, la ‘realidad’ y la ‘utopía’, proceden del mismo lugar.
El enemigo, el
sistema, nos impone la banalidad de la mentira, de la corrupción, de la
impostura, de la injusticia… del mal. Vivimos en una pesadilla; en un mundo
falso, corrupto, injusto, impostado… malo (para nuestros pueblos). Vivimos
alucinados –encantados, hechizados. Y no veo el despertar.
Los
pueblos han de luchar por su genuina realidad; por sus mundos ancestrales. En
el nombre de los pasados, de los presentes y de los futuros. En el nombre de
los nuestros presentes o ausentes.
*En cuanto a las
razas, cuyos nacimientos pueden datarse, incluso, dado que el término ‘racismo’
implica algún tipo de supremacismo con relación a las otras razas, es preferible
usar términos como ‘racialismo’ o ‘etnicismo’. En el racialismo o etnicismo se
reconoce la existencia de razas o etnias, simplemente, y se busca su
consolidación y su preservación. Se trata de las identidades étnicas o raciales
de los individuos y los pueblos; de identidades milenarias.
*Hay
un viento ceniciento que arranca ramas del árbol de la vida. Un espíritu, un
genio… un pueblo letal. Pone en peligro la vida, el futuro de los pueblos, con
sus maquinaciones. Entrometido, insidioso, sedicioso, instigador, cizañero. Muchos de los nuestros
lo han visto, y nos lo han advertido. Pero nosotros no acabamos de hacerles
caso. ¿Es debido a nuestra inexperiencia, quizás; a nuestra juventud?
Juventud,
sí, pero ya no tanta. Mucho hemos aprendido acerca de aquellos que quieren
nuestro mal. De su poder casi absoluto. De sus tretas, de sus trucos, de sus
estrategias. De su poder de infiltración, de su mimesis, de sus disfraces… De
sus medios, de sus instrumentos, de sus armas.
*El enemigo
actúa siempre a la ofensiva. Ataca siempre. Todo movimiento hacia nosotros
dirigido ha de ser considerado, en todo momento, como un ataque. Piénsese que
los flancos son muchos (economía, derecho, cultura, moral, política…), que las
armas son variadas, y que el ataque nos puede venir por cualquier lado
*La
experiencia nazi fue dura, muy dura. No sólo la guerra, la derrota, y la
postguerra. Aún vivimos tiempos duros, difíciles. Vivimos tiempos de
hostigamiento, de persecución, de clandestinidad. Hoy leo en las noticias que
se quiere prohibir la reedición del ‘Mein Kampf’ de Hitler –la lucha de Hitler, que es ahora nuestra lucha.
El enemigo es consciente del riesgo que se corre editando esta obra. La obra,
tras la prescripción de los derechos de autor (o editor), pasa a ser de dominio
público. No sé qué editorial (en Alemania) prepara una edición especial anotada
con la intención de debilitar o exorcizar los comentarios antisemitas –una
edición controlada, vale decir. Pero ni eso. Un grupo judío alemán (un consejo
con autoridad) exige al Estado alemán que tal libro no se reedite bajo ningún
concepto. Se le tiene miedo, no cabe duda. Es la fuerza del nacionalismo
étnico. Del irreductible, del inquebrantable, del invencible, del inmortal
nazismo.
La
conciencia étnica y cultural. Esto trajo el nacionalismo arya germano al mundo.
Renacerá, sin duda, el nacionalismo étnico, y con más bríos. Los pueblos no
perecerán. El árbol de los pueblos se recuperará.
La
conciencia étnica, racial. El ser que somos. En el nuevo período genocéntrico,
biocéntrico, que vivimos. Nueva espiritualidad, nuevo arte, nueva sabiduría. Un
verdadero nuevo inicio.
Contra
todo globalismo, contra toda universalización –religiosa o política. Queremos
que los pueblos sobrevivan, que perduren. Una multitud de pueblos netamente
diferenciados. Las etnias/culturas, las singularidades biosimbólicas, son
santas, sagradas. El orden étnico. La sociedad de naciones étnicas. En el
futuro.
*El
nacionalismo étnico arya era el único obstáculo que se interponía entre el
enemigo de los pueblos y el poder absoluto; le cerraba el paso. Ponía en
evidencia el porqué de sus ‘ideales’ universales, su finalidad oculta –su
codicia de oro y de poder, pura y simplemente. No fue sólo la abierta resistencia
que le opuso desde el principio, su ejemplo (sus triunfos) podía estimular a
otros pueblos. Su éxito (su victoria) cabal hubiera supuesto (conllevaba) la definitiva
derrota del enemigo. Había que detenerlo, pues. Tenía que ser combatido y
vencido; tenía que ser destruido.
El
enemigo destruyó nuestra salvación, nuestra salida, nuestro movimiento, nuestra
revolución. La frustró –de momento. Ya sólo quedaba la deslegitimación moral,
política, jurídica, social, intelectual… espiritual, en suma, del nacionalismo
étnico en todos los rincones del planeta. Su ‘demonización’ universal. Hacerlo
imposible o inviable en el futuro. En esto está desde entonces el enemigo de
los pueblos.
Hoy día
casi nadie se le enfrenta (no hay suficiente conciencia étnica, no hay fuerza,
no hay número… no hay valor). Hoy ya
puede decirse que el enemigo casi saborea la dulzura del triunfo final. A punto
está, al alcance lo tiene, a la mano.
(Las
ideologías universales (religiosas o políticas), las instituciones
internacionales (económicas, jurídicas, militares…), la democracia
parlamentaria, los partidos de ‘izquierda’, los movimientos ‘anti-fascistas’… Éstas
son algunas de las fuerzas que el sistema usa contra el nacionalismo étnico. Son
instrumentos del sistema.)
Un
triunfo total de las tesis del enemigo de los pueblos (los diversos
universalismos religiosos o políticos que circulan por el occidente judaizado;
las diversas globalizaciones (de origen judío) que se enfrentan entre sí por
‘ese’ poder) podría tornar en irreversible la destrucción de las etnias y
culturas del planeta. Los pueblos seríamos irrecuperables. El árbol de los pueblos,
de las etnias/culturas, se extinguiría; quedaría reducido a la sola rama
‘victoriosa’ –que hoy por hoy es la rama del enemigo de los pueblos, del pueblo
hostil.
*El nazismo (el nacionalismo étnico) es
el único que verdaderamente lucha contra el enemigo de los pueblos y su obra
–ese mundo que nos impone mediante violencia o engaño. La única actitud vital que
se opone radicalmente –en esencia,
espiritualmente– al enemigo (al ‘sistema’). La solución, la salida para todos
los pueblos (el nacionalismo étnico).
*“Prohibidos, pero no muertos”. Goebbels.
*Se nos miente. Acerca de nosotros
mismos, y acerca de nuestra historia. Y esas mentiras tienen finalidades políticas, económicas, jurídicas, sociales,
espirituales… Se nos miente para dominarnos mejor. Cuando la mentira falla,
aparece la violencia.
Fueron los nazis los únicos perseguidos y
aniquilados. Y lo seguimos siendo. Fue (y es) la lucha de las tinieblas contra
la luz. De los opacos y tenebrosos contra la claridad y la transparencia. De lo
oculto contra lo manifiesto. De la noche contra el día. De la mentira contra la
verdad. De la muerte contra la vida. Del no-ser contra el ser.
Fue (y es) la derrota de la luz, de la
verdad, de la nobleza, de la justicia, del ser… A la Alemania nazi se le hizo
la guerra desde su nacimiento. El enemigo reunió ejércitos de todos los
rincones de la tierra para destruir aquella esperanza. Fue una proporción 10:1.
No, no fueron los judíos las víctimas de
la última guerra europea, sino los pueblos blancos: germanos, eslavos, baltos,
finougrios (húngaros, estonios, fineses), helenos, pueblos neolatinos… Sobre
todo los germanos alemanes: millones de soldados murieron en los frentes;
millones de civiles ancianos, mujeres, niños, refugiados… fueron asesinados en
los devastadores bombardeos anglo-estadounidenses de las indefensas ciudades;
millones de soldados y civiles fueron entregados a la muerte por desnutrición o
enfermedad en los primeros años de la posguerra. Los crímenes atribuidos a los
alemanes (y la ‘estampa’ que desde entonces se nos ofrece del nazismo) no tenían
otra intención que ocultar tales masacres a manos de los ejércitos aliados.
Desviar la atención. Ocultar la verdad. Ocultar los crímenes propios.
*Hay
que rendirle culto al periodo nazi. A su rutilante carrera y a su trágico
final. A sus millones de héroes y de mártires. Tal grandeza y sublimidad requieren
capillas, santuarios, templos, catedrales… aryas.
*Somos miembros de un pueblo, y debemos
responder de ello. Debemos ser lo que somos, simplemente. Nosotros
representamos a nuestro pueblo. Somos su imagen. Esta imagen se lleva con orgullo
y dignidad. Si nos deshonramos a nosotros mismos, deshonramos a nuestro pueblo.
Si deshonras a tu pueblo te deshonras a ti mismo. Una sola cosa tu pueblo y tú.
Yo soy mi pueblo, esto debes decir. Que quien te vea, vea a tu pueblo. Dignos
representantes del ser arya; esto debemos ser. Aspecto arya. Conducta arya.
Clara, limpia, transparente; veraz.
Adagios de la Orden Arya –la Orden de los nacidos aryas.
*
Saludos, y hasta
la próxima
Manu
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