Genocentrismo XXIV.
Manu Rodríguez. Desde Gaiia
(16/03/18).
*
*Una visión integral. Pilares
de la vida. Gaia (geobiología) + evolución + semiosfera. Tiempo, espacio, y
comunicación. Flujos de materia, energía, e información.
Un sistema solar. Un planeta
viviente. La luz. Fotótrofos, quimiótrofos, litótrofos… Respiración, nutrición,
comunicación. Auto-producción, auto-organización, auto-mantenimiento…
La auto-regulación del
planeta. La vida regula los parámetros de habitabilidad: temperatura, clima,
atmósfera…
Un planeta transformado por
la acción de la vida; adaptado a la vida. Un planeta viviente.
La luz es lo primero. No sólo
como fuente de energía. Luz y materia viviente. Fotobiología.
La vida interacciona con el
medio no vivo desde su aparición, desde su origen. Un medio que acabó siendo,
en buena medida, obra suya.
Mantener la distinción entre
la materia viva y la no viva. Un único ecosistema planetario comprende a ambas
–la biosfera, Gaia…
*Genosfera. Genousfera (genoosfera).
La esfera de Xenus, la esfera de la materia viviente, de la sustancia genética…
La sustancia genética es
forma que informa y orden que ordena. El genotipo es el ‘genoúmeno’ del
fenotipo (del fenómeno). Es, en toda
criatura, el ser, la esencia, y el único sujeto de su actividad –lo único vivo
en la criatura.
Los ‘cuerpos’ como genóforos.
La sustancia inteligente,
volente, sintiente… La sustancia viviente única.
El ‘dominio’ de la vida.
Hasta donde la vida alcanza o llega. En las profundidades y en las alturas. La
tierra ocupada, dominada, habilitada…
*Sustancia viviente + planeta
tierra = biosfera + semiosfera (semiosis (físico-química) universal) + co-evolución
(materia viviente/no viviente)…
La biosfera. Geobiología. El
sistema geobiológico ‘tierra’ (Earth, Gaia); sistema termodinámico,
cibernético… abierto, activo, en evolución…
*La propiocepción y la
conciencia de sí; la percepción y la apercepción; la memoria.
Si hay vida, hay percepción,
hay cognición, hay comunicación…
*No es la vida la que
responde a las agresiones que una especie determinada inflige a la biosfera. Es
una parte de la vida la que ha enloquecido –por así decir. Es la misma vida la
que se auto-agrede. Es la misma vida la que combate consigo misma. No hay sino
una sola sustancia viviente. Es, pues, una parte de la vida –encarnada en una
especie determinada– la causante de los
males que aquejan al planeta.
Nuestro ser cariotípico,
específico, el humano. Allí donde la vida es consciente de sí. El drama de la
vida consigo misma enfrentada se patentiza en una sola especie, la nuestra, la
humana. Aquí la magnitud y la importancia de la lucha se hacen conscientes. Lo
que la vida se juega. El futuro de la vida.
El freno, el ‘bocado’, el
autodominio… La vida que a sí misma se domina.
*La deriva evolutiva de la
vida es impredecible. Autonomía, libertad… La creatividad, la sorpresa… la
novedad.
Si las ciencias de la vida no
pueden predecir futuros acontecimientos en la deriva evolutiva de la vida
(nuevos órganos, o nuevas especies, por ejemplo), ¿es la biología una ciencia?
Sin embargo la sorpresa o la novedad son las definiciones exactas de la
información. La información es, por definición, sorpresa, novedad… (Shannon).
Allí donde no hay sorpresa o novedad, hay redundancia –cosa ya vista, ya
sabida.
*La sustancia viviente única,
el sustrato, el sostén… Lo que no aparece, la cosa en sí de los fenómenos
biológicos. El genoúmeno.
Mi identidad es la identidad
de la vida. Yo soy vida; un fragmento de vida. Toda la sustancia genética que
albergo –la propia y la ajena.
*Una sola voz, una sola
lengua, es lo mejor. El hologenoma ineludiblemente plural. La lucha interior.
La jerarquía interior. La emergencia del ‘ich’, o del ‘self’; de un sujeto
unificado, en cualquier caso.
Una sola lengua sublime y
acordada. M. Hernández.
La vida como sujeto único del
sentir, pensar, querer…
*Yo soy, luego pienso,
quiero, siento… “Sum, ergo cogito…”
(Nietzsche). Somos, podemos decir, y pensamos, queremos, sentimos… Nos, la
sustancia viviente única.
*El temor, el disgusto, el
rechazo de la muerte, de la extinción, del no ser en las unidades contingentes;
cómo se aferran a la vida. Quieren seguir siendo lo que son. Pero la vida que
somos no deja nunca de ser. La muerte no le afecta. La vida que soy está en
todas las criaturas –no hay organismo que no albergue mi ser. La vida es el
ser. La vida que somos proseguirá hasta el último de los días. El horizonte de
la vida es la eternidad. El tiempo no afecta a la vida. La vida ignora el
tiempo. Siempre la misma.
El Uno que es el Ser, que es
la Vida. Nos.
La repetición, la
replicación, la reproducción, la regeneración… el retorno de lo mismo. La
eterna permanencia del ser viviente único.
No conoce la muerte. No
conoce el tiempo. Eternamente joven; eternamente el mismo. Se actualiza cada
instante; vuelve a ser sin dejar de ser. Nunca deja de ser lo que es.
El ser viviente único no
aspira al poder, o a perseverar en el ser. Su perpetua regeneración, su
ubicuidad, su potencia… Es el ser que no aspira a nada porque se tiene a sí
mismo.
*La vida, la materia
viviente, está prevista en el cosmos. La aparición de los nucleótidos es tan
natural al cosmos como la aparición de átomos y moléculas. Las moléculas de la
vida. La sustancia viviente única.
Las unidades biológicas y la totalidad del planeta viviente son
equiparables –las microesferas (micromundos, microcosmos…) individuales, y la
macroesfera (macromundo, macrocosmos) planetaria. Las mónadas y la mónada de
mónadas.
Un organismo complejo,
múltiple (holobionte), y una dotación genética heterogénea (hologenoma). Esto
somos.
La genousfera es la totalidad
de la sustancia genética del planeta, el hologenoma del planeta.
*El ambiente físico-químico
del planeta cuando la aparición de la vida. La temperatura, la atmósfera… La
actual atmósfera, y el actual clima, apenas cuentan con dos mil millones de
años. Y es obra de la vida.
Si las condiciones del
planeta Tierra eran tan similares a las de Venus y Marte (según Lovelock y
otros), ¿por qué la vida no se dio en estos planetas? ¿Por qué en este planeta?
Puede que la idea que tenemos acerca de la atmósfera, el clima, la temperatura,
las aguas… de los dos primeros eones de la tierra no sean los correctos. Algo
tenía nuestro planeta que le hizo favorable para la primera vida. Algo que, al
parecer, no posee Marte, por ejemplo. Las condiciones no podían ser tan
rigurosas. Tendremos que imaginar otro escenario más favorable a la vida.
Llevar la vida a Marte.
Aclimatar, habilitar Marte para la vida. Es un sueño reciente. Pero la vida lo
necesitará en el futuro. Cuando las condiciones para la vida en este planeta se
tornen insoportables. Dentro de eones, quizás. Iremos de planeta en planeta.
Aclimatándonos, y aclimatando. Habituándonos, y habilitando. Esto será en un
futuro tan lejano que es más que probable que la especie humana haya
desaparecido, otras especies ‘inteligentes’ y parlantes, llevarán a cabo estos
cometidos.
El microbioma humano y su
metagenoma. Holobionte y hologenoma. En un organismo el holobionte es la suma
de toda la biota (la propia y la ajena), y el hologenoma es la suma de todos
los genomas (el propio y los ajenos).
La evolución no hubiera dado
ni un sólo paso sin la semiosis celular.
Evolución y origen de las
especies: mutaciones en la sustancia genética (neutras, adaptativas…),
selección natural (y sexual), simbiogénesis (endosimbiosis), epigénesis, cognición,
semiosis y comunicación… Un sistema solar, un planeta pre-biótico… Las
condiciones físico-químicas: la luz, la geosfera, la hidrosfera, la atmósfera,
el clima… Factores evolutivos intrínsecos (a la vida), y factores evolutivos extrínsecos
(entorno físico-químico).
El nicho semiótico
(Hoffmeyer). El conjunto de signos que circula en un determinado ecosistema.
Signos naturales (cosas y sucesos semiotizados), y signos artificiales
(emitidos por los organismos –la comunicación propiamente dicha).
La sustancia viviente (los
organismos) están constantemente decodificando o interpretando el entorno
(viviente y no viviente).
Necesitamos una visión
integral de la vida. El entorno físico-químico en el que se originó la vida, la
interacción con este entorno, su adaptación y transformación, la co-evolución
de ambos (geobiología)… La evolución y la aparición de nuevas especies (nuevos
cariotipos). Características de la vida –cómo se comporta, qué hace; sus
numerosas actividades. Las relaciones que la vida tiene consigo misma –la que
se da entre las numerosas especies. Los ecosistemas. La comunicación que la
vida establece consigo misma (inter, e intraespecífica).
Cómo la vida ‘entiende’ y
vive el entorno…
Un organismo pluricelular no
podría estar sincronizado si no mediara un sistema de señales.
*Triunfo
del gusto sobre la nutrición. Triunfo del goce erótico sobre el sexo
reproductivo. Esto denota cuán lejos están los ‘humanos’ de las fuentes de la
vida.
*No se trata de que la
sustancia genética sea responsable de nuestros actos, sino de que todos
nuestros actos están protagonizados por la sustancia genética. No hay otro
sujeto. ¿Quién metaboliza; quién se reproduce; quién se comunica…?
No se niega el papel de la
epigenética, por ejemplo. No se trata de la plasticidad del fenotipo, sino de
la plasticidad, y la acomodación, en los procesos de expresión (desarrollo) –en
la construcción del soma en función del entorno.
La sustancia genética, las
biomoléculas, las moléculas de la vida son la clave de la vida y de su
evolución.
Ningún conocimiento nuevo en
biología molecular niega el papel central de la sustancia genética.
Cito a
Máximo Sandín (Teoría Sintética: Crisis y revolución, 1997): “…observaciones contemporáneas
provenientes del campo de la Embriología, sumaban nuevas discrepancias entre
los datos observados y el Modelo Teórico (la Teoría Sintética). Esta
discrepancia ha llegado a su punto máximo a partir de los descubrimientos de la
Genética Molecular, y especialmente de la Genética del Desarrollo. La
implicación de elementos móviles, virus endógenos, secuencias repetidas, genes
homeóticos... en la transmisión de información genética, y la complejidad de su
actuación durante el desarrollo embrionario…” Yo añadiría la simbiogénesis (la
adquisición de genomas (o de material genético), en Margulis). ¿Esto es lo que se supone que
pone en entredicho la primacía de la sustancia genética? Adviértase que todo está
referido a la sustancia genética. Cuanto más conocemos acerca del
comportamiento de la sustancia genética más nos sorprende su potencia, su
complejidad, y su versatilidad.
La
Teoría Sintética está por completarse, aún no tenemos una teoría integral de
todos los aspectos de la evolución.
Una
teoría integral debería incluir la biogénesis (el origen de la vida), la
co-evolución de sustancia genética-entorno (Vernadsky-Lovelock-Westbroek), la
selección natural, las mutaciones adaptativas, la epigenética (Waddington), la
simbiogénesis (Wallin-Merezhkovsky… Margulis), la comunicación (la semiosis,
von Uexhull)…
Quizás
el error de la primera Teoría Sintética consistió en reducir todos los
fenómenos biológicos a la selección y a
Mendel, básicamente, y considerar cerrada la materia. Pero los ulteriores
descubrimientos han de integrarse a su vez en una gran teoría que incluya todos
los aspectos más arriba mencionados (y los que vengan).
El neo-darwinismo (la teoría
sintética) no es que haya quedado obsoleto sino que ha resultado insuficiente.
A los aspectos ya aceptados (selección natural, adaptación, mutaciones,
genética de poblaciones, gradualismo…) hay que añadirles otros como la
epigenética, o la simbiogénesis, simplemente.
El papel central del plasma
germinal (Mendel, Weismann, Johannsen, de Vries, Bateson…, Watson&Crick)
queda intacto. Todo gira alrededor de los procesos de replicación,
reproducción, expresión o plasmación y demás de la sustancia genética. Los
fenotipos son siempre el resultado de procesos que se realizan desde la
sustancia genética. Tales procesos han resultado más complejos de los que en un
principio se pensaron. Todas las sustancias implicadas tienen que ver con la
sustancia genética (genes homeóticos, los múltiples RNA, y otros). En la
transferencia horizontal de material genético, o en la adquisición de genomas
nuevos sigue siendo el plasma germinal
el único sujeto de los fenómenos biológicos. Y lo mismo sucede con los procesos
del desarrollo (epigénesis) y la co-evolución o coexistencia con el entorno
(biótico o abiótico).
Dawkins y sus ‘genes
egoístas’ han hecho un daño terrible a la comprensión de la materia viviente,
de la sustancia genética. Mal-comprendió, desde un principio, el papel de la
sustancia genética en las cosas de la vida.
Debemos partir del hecho de
que lo único vivo en los organismos es, precisamente, la sustancia genética. La
sustancia genética, el plasma germinal, es la única materia viviente.
No hay
sino materia viviente, y la materia inerte está animada, movida,
instrumentalizada por la materia viviente. Los somas tienen que ser explicados
por la sustancia viviente y por las interacciones de ésta con el entorno
abiótico (aire, agua, luz, temperatura, presión, alcalinidad o acidez…).
La
modificación o adaptación del medio (Vernadsky, Lovelock…) no puede ser
explicada sino a través de procesos metabólicos llevados a cabo por la
sustancia genética. Las variaciones interespecíficas, así como la aparición de
especies nuevas (la biodiversidad) tienen que contemplarse a través de los
procesos epigenéticos o la adquisición de genomas o de sustancia genética nueva
(plásmidos, virus…). Como se ve, todo gira alrededor de la sustancia genética,
de modificaciones, de intercambios, o de adquisiciones de sustancia genética.
Son procesos vividos, experimentados… llevados a cabo por la sustancia
genética.
Las
variaciones fenotípicas, inter e intraespecíficas, son variaciones genotípicas,
independientemente de la importancia que puedan tener los procesos
epigenéticos.
Los
cambios en el material genético son debidos a metaplasmos por adjunción,
supresión, permutación y sus combinaciones. Los genes son como unidades de
expresión. Podemos usar términos como sinonimia y polisemia.
Se puede
criticar a la primera teoría sintética por su insuficiencia no por su
invalidez. Necesita ser completada, nada más.
Por
supuesto que las ciencias de la vida, la biología, están centradas en la
sustancia genética, como que es la única sustancia viviente.
Si
minimizamos o marginamos el papel de la sustancia genética en las cosas de la
vida volveremos al pasado, quedaríamos detenidos, privados de evolución, reducidos a visiones ‘holísticas’, o
meramente ‘materialistas’. Habría que preguntarse qué interés tienen todos
aquellos que abogan por minimizar, o marginar, el papel de la sustancia
genética en las cosas de la vida. ¿Por qué?
El
descubrimiento de la sustancia genética, primero a ciegas (Mendel, Weismann…),
y posteriormente a plena luz (Crick…),
no tiene parangón en nuestra historia. Es un antes y un después como nunca
antes lo hubo. Ningunos de nuestros ‘descubrimientos’ es comparable a éste.
Este conocimiento cambiará nuestras vidas de manera radical.
Nada en
las ciencias de la vida tiene sentido sin la sustancia viviente única. Ni la
evolución de las formas vivas, ni la historia de nuestro planeta.
Todos
los fenómenos biológicos (y geobiológicos) giran alrededor de la sustancia
viviente única, ciertamente, y nosotros somos la misma sustancia viviente
única. No hay otra materia viviente, no hay otra vida.
Sí en
los genes, hay que decir. Porque no hay otra sustancia viviente que la
sustancia genética.
La
sustancia genética no es que determine nuestra conducta (este dualismo es ya
impracticable e inexplicable), sino que es la única que se conduce o se
comporta. No hay otro sujeto.
El
dualismo mente-cuerpo, o genes-conciencia (el de Dawkins), ya no se puede
sostener. Cuanto antes lleguemos al sujeto único antes llegaremos a nuestra
verdad, a la verdad en lo que concierne a nuestra esencia.
Por
supuesto que hay que tener en cuenta el entorno tanto natural como cultural
(social, económico…). Estos entornos condicionan nuestra existencia –pueden
potenciarla, pueden dificultarla, pueden malearla…
La
adopción de la perspectiva genocéntrica aún no ha sido llevada a cabo. Aún
seguimos mirando, contemplando, reflexionando como ‘hombres’. Hasta ahora
vencen las ideas antropocéntricas, culturales (políticas, filosóficas,
‘psicológicas’…), humanas, demasiado humanas. Éstas son las que ponen trabas al
triunfo de la vida.
El genocentrismo es a las
ciencias de la vida lo que el heliocentrismo fue a las ciencias astronómicas.
No la
noosfera (Vernadsky) es el futuro, sino la genousfera.
Monismo
biológico, pues. Biocéntrico. Genocéntrico.
*
Hasta la próxima,
Manu
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