Genogramas
XXI.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (09/11/19).
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1.
Se eleva
hasta el cielo,
y desde
lo alto llueve.
Agua,
tierra, bosques,
seres
vivos… nubes…
Rayos
que hienden
las
nubes y vientos
que
expanden las lluvias…
2.
La luz
liga las cosas entre sí,
las
envuelve. La luz diurna,
e
igualmente la nocturna.
Nos
sitúan.
3.
Tanto
más que un mapa,
por
cuanto es la clave
que nos
abre el mapa.
Dondequiera
que vayas,
con tu
luz busca la luz.
Busca la
articulación
y el
orden de la cosa.
Que en
todo hay orden
es la
clave; es la llave
que nos
abre el mundo.
Es un
mundo
que
comprender,
no que
dominar.
4.
La
fugaz, la breve
aurora,
da lugar al día.
La
plenitud solar.
La
comunidad joven,
nueva…
que empieza.
5.
Un dios
que dicta leyes,
y unos
sacerdotes.
Una ley
que usurpa
aquí y
allá el lugar
del
orden, que es
justamente
la ley
no escrita.
6.
El
‘orden’ no es el deber,
no es la
ley, no son mandamientos.
El
‘orden’ es realidad, es verdad.
Es la
ligazón de todas las cosas.
Nada ni
nadie está fuera.
El ‘orden’
es interno.
7.
No hay
equilibrio, no hay reposo.
La
naturaleza, el mundo,
no
conoce el reposo.
8.
La
aurora es siempre
la
misma, y siempre otra.
Esta
aurora que vivimos
es la
aurora de siempre.
El
entusiasmo de los comienzos.
Todo por
hacer. Se comienza,
comenzamos
de nuevo.
Se
comienza un ciclo.
9.
La
auto-organización.
Son los
modos propios del ciclo.
Los
modos y maneras del ‘orden’.
Que es
el ciclo, que es la recurrencia,
que es
el retorno.
10.
No hay
elementos opuestos
o
antagónicos. Nada se opone
a nada.
Los elementos proceden
unos de
otros. Mutuamente se
recrean
para ser; para llegar a ser.
11.
El árbol
de la vida. Árbol
cuyas
ramas se elevan
ávidas de
aire, y de luz.
Raíces
que prenden
y se despliegan
en pos
de la sustanciosa
y húmeda
tierra.
Árbol
bien asentado,
bien
agarrado, bien erguido;
frondoso,
floreciente, frutal;
aromático,
resinoso.
12.
La nueva
era. Los nuevos modos
traen
nuevas visiones; nuevo cielo,
nueva
tierra, nuevo hombre. La mirada
sobre el
mundo cambia. Hay que renovar
y
perfeccionar la visión que se tiene.
Lo
primero a considerar
es nuestra
naturaleza común
con el
resto de las formas vivas.
13.
Las
religiones de ‘salvación’ (siempre
‘personal’)
son el producto típico de esa
Edad
Media generalizada que fue
(y sigue
siendo) el neolítico. Período
aniquilador
y explotador. Antropocéntrico
y contra
el ‘orden’; contra el ‘fuego’;
contra
la evidencia, la verdad, y la luz;
contra
la misma vida.
14.
Los
términos refractan espacios
simbólicos.
Las expresiones refractan
mundos.
El lenguaje.
La lectura,
que es la luz incidente.
El rayo
incidente que atraviesa
la
muestra –la palabra, el texto.
Términos
y expresiones que refractan
mundos;
ordenes. Capaces de trasladar
a esos
mundos. Lectura total. Texto
absoluto.
Son las ruedas, los mundos
ortogonales.
La ordenación de los símbolos.
Los
símbolos ‘sol’, ‘aurora’, ‘agua’, ‘cielo’…
Capaces
de entrar con sentido
en
varios espacios referenciales.
Uso y
lectura. Uso múltiple, lectura
múltiple.
Capacidad de términos
y
expresiones de refractar varios mundos.
No el
transporte o la metáfora.
No es
que aludan. No es la alusión
o el
arte de la alusión. Es la polivalencia.
Es una
suerte de lenguaje absoluto
que
atraviesa todos los mundos,
todos
los círculos, todas las anillas.
Como la
flecha de Ulises.
15.
Sólo por
los pelos, forzadamente, un poeta
contemporáneo
entra o puede entrar
en un
contexto plural, cultural en amplio
sentido.
El lenguaje de un poeta ya no es
multi-referencial,
ya no es capaz de operar
en
varios espacios. Cada poeta un mundo,
no ya
cada cultura. Rotos todos los nexos.
Cuando
cada poeta requiere tanto tiempo
como
requiere una cultura. No es posible.
Las
claves de un poeta ya no valen para otro.
Las
claves no se comparten. No son universales.
No son
simbólicas (salvo para uno).
Cuando
la lírica monódica (la obra
cualquiera
de cada uno) ya no prosigue,
no
complementa, no se integra en la coral.
Cuando
se desespera de que haya
cultura
coral, pública, social, compartida.
La
insatisfacción, la desesperación, la nausea…
La
soledad, el desarraigo, el exilio, el nomadeo
sin
objeto, sin fin, sin sentido.
16.
La
fluyente, la cantarina, la aurea voz
de las
Madres. Ese rumor oceánico
que nos
acuna. Aguas primordiales
próximas,
cercanas. Rumor de voces
femeninas
alrededor de las crías.
Atmósfera.
La atmósfera que respiran.
Lengua
materna. La lengua de las Madres.
Las Madres
convierten la infancia
en un
mundo maravilloso, lleno
de
signos, de ideales; de ideales
de
pureza, hay que decir.
El mundo
de los Padres es el mundo
riguroso
de los adultos masculinos.
Los Padres
nos inician en el orden
social
riguroso, construido.
Ambos
mundos son inagotables,
se
extienden en todas direcciones.
Nos
cubren, nos envuelven, nos sostienen.
Por
igual las Madres y los Padres.
*****
Saludos,
Manu
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