Genogramas
XXII.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (22/11/19).
*****
1.
Las
auroras. Los comienzos.
El
esplendor de los tiempos inaugurales.
El
entusiasmo, la alegría del comienzo.
2.
El
sujeto ‘quién’, ‘aquel que’, ‘el que’…
habla,
dice, escribe, o camina… Desde
sí
mismo, desde el espacio íntimo del ser.
La
entidad genética, la cifra intemporal,
núcleo
inefable. Más acá de todo lenguaje.
Que
no se ignora, que no se pierde de vista,
que
se tiene en cuenta, que se sabe.
Que
a sí mismo se tiene. Que mora en sí,
que
descansa en sí. Él mismo su morada.
3.
El
laberinto, la red del lenguaje, se diría.
Transparente.
Sin pliegues ni oscuridades.
4.
La
cifra genética que somos
nunca
antes se ha dado,
y
nunca más se dará.
Nacer,
venir a ser, vivir…
es
un milagro, un prodigioso azar.
5.
El
genouma quiere saber
en
qué mundo ha venido a ser.
La
sustancia viviente
es
la inteligencia en el cosmos.
La
inteligencia cósmica
forma
cuerpo con el cosmos.
Es
la potencia noética
y
poética del cosmos.
Las
moléculas vivientes,
semovientes,
inteligentes,
creadoras,
activas.
6.
¿La
virtud de los humanos –la potencia,
el
poder, lo que puede–; de ese cariotipo
específico?
No es la virtud de una criatura
determinada,
sino del que la ha creado
y
la anima. No habla, no piensa el hombre,
sino
su genouma. Así pues, ya no quiero
seguir
hablando (ni pensando, ni actuando)
como
hombre: sujeto a tal cultura, a tal
lengua,
a tal momento, a tal lugar…
No
hablar, no dirigirse, no amar… sino
al
fondo, al fundamento; al núcleo, al genouma,
al
ser. Los ingenieros, lo creador, lo único
inteligente;
lo único vivo.
Ni
a razas, ni a pueblos, ni a naciones
ni
a ciudadanos me debo. Sino al espíritu
que
subyace, al soporte vivo, al sujeto
único
de toda acción, de todo pensamiento,
de
toda pasión, de toda volición.
7.
Pensar,
y decir, y amar… desde
el
genouma; como genouma
–como
sustancia viviente única.
No
hay cuerpo, no hay soma, sólo
hay
genouma –sustancia viviente.
No
hay sino esta ‘sustancia’ en el otro,
allí.
En el árbol, en el ave, y en el pez;
en
mis congéneres todos. Sustantes,
soportes,
sub-jectum… allí.
No
el cerebro-sistema nervioso
–el
dispositivo neuronal–,
sino
sus ingenieros, sus creadores.
La
sustancia genética.
Nosotros.
Xenus. Nos.
8.
Las
secuencias sonoras significativas.
Sus
‘efectos’, se diría; su poder.
La
potencia semántica de los términos;
su
ubicuidad, su polivalencia.
Su
carácter de producidos de la nada;
en
silencio; en la oscuridad.
En
el vacío de la página –la escritura.
La
hoja en blanco es el vacío;
el
silencioso, tenebroso, y frío vacío.
La
palabra aporta luz y calor,
ilumina
las tinieblas, el vacío.
Resuena
en el silencio.
9.
¿Para
quién tiene sentido
la
palabra hablada o escrita;
escuchada
o vista? Revienta,
irrumpe,
estalla, explota
en
el vacío. El insoportable
vacío;
el insoportable silencio.
10.
Preguntas:
¿Coadyuva?
¿Complementa?
¿Se opone?
¿Produce?
El no-ser al ser.
Podría
decirse que este no-saber
nos
acompañará a lo largo
de
toda nuestra existencia.
Entretanto,
poblemos el vacío
y
el silencio; iluminemos
las
tinieblas. La palabra
luce
en la hoja en blanco.
La
palabra, núcleo luminoso
y
sonoro en el vacío.
Silencio
y sonido. Tinieblas y luz.
Palabras
que resuenan-lucen en el vacío.
El
calor, la fuerza, la luz, el clamor…
lo
aporta el ser, que brama, arde,
y resplandece
en el no-ser.
11.
El
estío abrasador y el invierno
helado
nos hacen apreciar la bondad
de
la primavera y del otoño.
¿Qué
sabríamos de la sobriedad
y
de la calma sin la embriaguez
y
la tormenta?
12.
Copias
sexuadas de lo mismo.
Copias
ejemplares sexuadas.
De
lo mismo.
Compañeros
y compañeras.
‘Genousse’
y ‘Genoussin’.
13.
Se
enuclea el espíritu, el genouma.
Se
hace uno. Se centra.
Se
reconoce, se ve, se ‘nace’.
La
aparición del ‘sentido’.
Lo
disperso cobra sentido,
orden,
dirección.
La
comprensión nos une o unifica;
nos
hace al mismo tiempo uno.
El
discurso cobra sentido;
‘yo' cobro sentido.
14.
El
movimiento, el metabolismo,
la
re-producción… La percepción,
la
ponderación del medio físico,
químico,
viviente… No hay más
que
ver cómo se mueve una criatura
cualquiera.
Cómo va olisqueando,
lamiendo,
curioseándolo todo.
Detectando,
decodificando, ‘leyendo’…
Signos
químicos, ópticos, sonoros...
Los
genoumas leen, descifran
esos
textos que son los somas.
Ese
sonido, ese aroma, ese color…
15.
La
materia viva se conoce, y pone
los
medios para conocerse. Desde
el nivel de las criaturas. Con órganos
creados
ad hoc. Con instrumentos,
con
medios. A sí misma, en sí misma
inquiere.
Por sí misma, para sí misma.
Desde
el nivel de la lengua el genouma
se
aproxima a sí mismo. La materia
viva
a sí misma se analiza.
Tiene
acceso a sí misma, a su ser.
16.
No
como criaturas debemos enfrentarnos
con
los manipuladores de la sustancia genética.
Sino
como sustancia genética, justamente.
Un
riesgo, una apuesta… el particular
cariotipo que somos. El humano. El más
poderoso.
El que puede poner en riesgo,
incluso,
la continuidad de la vida en este
planeta,
la vida de todos nosotros.
Es
importante que el clímax físico-químico
del
planeta no se rompa, pues entonces
la
sustancia viva –nosotros– desaparecería,
o
se vería reducida a las condiciones
del
principio, hace cientos de millones
de
años. Se perdería lo ganado.
*****
Hasta
la próxima,
Manu
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