Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

martes, 9 de febrero de 2021

229) Genogramas LI

 

Genogramas LI.


Manu Rodríguez. Desde Gaiia (09/02/21).


                                                                  *****


1.

Ya se adivinaba la mañana,

el sol, el nuevo día;

parecía que aclaraba.

Pero no, vuelve la noche.

Todavía de madrugada.

Algo retiene a la aurora.

 

Esta mañana turbia, y ruidosa.

Ocupada, invadida. Mancillada.

Este futuro, esta posibilidad,

este recién nacido amenazado.

Niños retenidos en la sombra.

 

Las dificultades del nuevo período,

de la nueva era; de los nuevos

conocimientos, de la nueva

humanidad, de la nueva luz.

Las fuerzas hostiles que tratan

de apropiarse o de destruir

este nuevo mundo.

 

Avanza y crece el enemigo;

los tenebrosos, las fuerzas oscuras.

Cada vez más arrogantes y confiados.

Ya se jactan de sus victorias.

 

Nuestra situación no puede ser

más angustiosa. Todo parece indicar

la derrota del nuevo día; la derrota de la luz.

 

¿Para cuándo la respuesta;

para cuándo los futuros;

para cuándo la batalla final?

Al alba dará comienzo la batalla.

Y el alba es ahora. ¿A qué esperamos?

¿Qué tememos? El nuevo día tiene

garantizada la victoria.


2.

Alba, Aurora, despierta

a los hermanos; despabila

a los futuros. Acudid

a vuestra labor.

Vosotros sois la mañana,

y la luz. Aclarad el nuevo

día, disipad las tinieblas.

Daos prisa.

Os espero en el futuro

que ya es.

 

3.

Este rebrote agónico y violento

está perturbando y poniendo

en peligro el incipiente nuevo

período. Languidecían los mundos

del neolítico. Cosas del pasado

rancias, absurdas, criminales

en más de un caso. Prácticas

y modos de vida que nos repugnan,

incluso. Todo lo pasado, lo ido,

lo superado, lo dejado atrás;

todo lo muerto y lo podrido. 

 

Nos creíamos fuera ya

de ese laberinto, de ese

sombrío pasado.

 

Es una pésima mañana, un mal

despertar; el de las presentes

y próximas generaciones.

No hemos apostado aún

por el futuro. No luchamos

por ello. Nos falta la voluntad

de futuro. Esa fuerza. Ese espíritu.

Esa determinación, esa firmeza.

Esa claridad. La situación

en la que nos encontramos.

A punto de perderlo todo.

 

4.

Una nueva criatura nos ha nacido,

un nuevo ser. Es un ser biosimbólico

otro, renovado. Hace tiempo

que abandonamos el antropocentrismo

y el antropomorfismo del neolítico.

Nuestra biología y nuestra antropología

son otras. De otro modo concebimos

la naturaleza y la vida; de otro modo

nos pensamos y concebimos.

 

5.

Tenemos suficientes razones,

nosotros los seres renovados,

para enfrentarnos y luchar

contra los restos ideológicos

del neolítico, contra las tradiciones

religiosas, filosóficas o políticas

supervivientes. Estas ideologías surgen

y se extienden como patologías sociales;

minan, corroen, destruyen. Como

un tumor, como un cáncer social.

Un lastre, un obstáculo, un peligro

allí donde aparecen.

 

Hay ideologías ofensivas; culturas,

ideologías que consideran a toda otra

cultura o ideología como enemigas;

para las cuales es vital la destrucción,

la aniquilación del otro,

de cualquier otro. ¿Por qué?

 

Ya no creemos que esa voluntad,

ese hálito destructivo, provenga

de ningún dios, o de alguna buena

voluntad, o de algún anhelo de justicia.

Y no se debe a que tengamos una idea

equivocada acerca de lo que pueda ser.

o lo que pueda querer, o de que puedan

darse o no dioses o principios celosos

y destructivos. No, se trata, simplemente,

de que ya no aceptamos discursos

tan arbitrarios, estúpidos, criminales,

y mezquinos. Porque vemos al hombre

detrás del dios o del principio, porque vemos

el alma  miserable que ‘parió’ a semejantes

dioses o a semejantes principios.

 

No se lucha, pues, contra ningún dios,

o contra ninguna teoría, sino contra

los hombres y mujeres que los traman

como armas, como instrumentos de alienación

y de dominio, como fuentes de legitimación.

Comenzando por los ideólogos;

los gestores de esas horribles ficciones.

Los creadores, los ‘padres’ de esos principios,

de esos dioses, de esas monstruosidades

ideológicas. Rancios, arcaicos, obsoletos;

unos y otros, los ideólogos  y sus discursos.

Risibles ya, ambos, si no fuera por el siniestro

poder que aún tienen sobre los individuos,

y sobre los pueblos.

 

6.

Risas femeninas, luz

y esplendor a mi alrededor.

En un rincón remoto del mundo.

 

7.

Un círculo de fuego alrededor

de la doncella. Un bosque

impenetrable. Día nublado,

lluvioso, oscuro. Se ensombrece

el panorama, el futuro; vuelven

las tinieblas, el frío. ¿Qué será de mí?

 

Mi soledad de amor nunca acaba.

No termina de acabar. No tiene fin

esta soledad mía.

 

Las mañanas primaverales;

el agua, el aire, la luz.

Todo se me niega.

 

8.

Me he enamorado de la aurora,

de las primeras luces del día,

de la mañana; de Alba.

 

Si no te viera más.

Pero te veré mañana,

y pasado mañana...

Un alba que sólo

podré contemplar. Sus

rutilantes destellos,

su gracia, su finura.

 

La nueva primavera;

el alba, la brisa, el rocío.

Lo que me enamora. Parece

que pongo mis ojos

en lo inasible o inaccesible.


9.

Se llama Alba; es el alba.

Es el nombre propio de una mujer

joven, en la mañana de su vida.

De una comunidad joven, también.

De los tiempos primeros.

Del amanecer de algo.

 

Alba, la doncella. La aurora,

el amanecer. Alba única.

La aurora prometida.

 

Yo amo esa aurora,

esa alba por venir

que anuncia un nuevo día.

 

10.

Alba, no tienes sustituta,

no tienes rival. Ya no buscaré más;

o Alba o nada. La radiante,

la luminosa, la preciosa Alba.

 

Tú me inspiras; tú me elevas.

Esta corona que para ti hago

te elevará a las estrellas,

te hará inmortal.


*****


Hasta la próxima,

Manu

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