Genogramas
LI.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (09/02/21).
*****
1.
Ya se adivinaba la mañana,
el sol, el nuevo día;
parecía que aclaraba.
Pero no, vuelve la noche.
Todavía de madrugada.
Algo retiene a la aurora.
Esta mañana turbia, y ruidosa.
Ocupada, invadida. Mancillada.
Este futuro, esta posibilidad,
este recién nacido amenazado.
Niños retenidos en la sombra.
Las dificultades del nuevo período,
de la nueva era; de los nuevos
conocimientos, de la nueva
humanidad, de la nueva luz.
Las fuerzas hostiles que tratan
de apropiarse o de destruir
este nuevo mundo.
Avanza y crece el enemigo;
los tenebrosos, las
fuerzas oscuras.
Cada vez más arrogantes
y confiados.
Ya se jactan de sus victorias.
Nuestra situación no puede ser
más angustiosa. Todo parece indicar
la derrota del nuevo día; la derrota
de la luz.
¿Para cuándo la respuesta;
para cuándo los futuros;
para cuándo la batalla final?
Al alba dará comienzo la batalla.
Y el alba es ahora. ¿A qué
esperamos?
¿Qué tememos? El nuevo día tiene
garantizada la victoria.
2.
Alba, Aurora, despierta
a los hermanos; despabila
a los futuros. Acudid
a vuestra labor.
Vosotros sois la mañana,
y la luz. Aclarad el nuevo
día, disipad las tinieblas.
Daos prisa.
Os espero en el futuro
que ya es.
3.
Este rebrote agónico y violento
está perturbando y poniendo
en peligro el incipiente nuevo
período. Languidecían los mundos
del neolítico. Cosas del pasado
rancias, absurdas, criminales
en más de un caso. Prácticas
y modos de vida que nos repugnan,
incluso. Todo lo pasado, lo ido,
lo superado, lo dejado atrás;
todo lo muerto y lo podrido.
Nos
creíamos fuera ya
de ese laberinto, de ese
sombrío pasado.
Es una pésima mañana, un mal
despertar; el de las presentes
y próximas generaciones.
No hemos apostado aún
por el futuro. No luchamos
por ello. Nos falta la voluntad
de futuro. Esa fuerza. Ese espíritu.
Esa determinación, esa firmeza.
Esa claridad. La situación
en la que nos encontramos.
A punto de perderlo todo.
4.
Una
nueva criatura nos ha nacido,
un
nuevo ser. Es un ser biosimbólico
otro,
renovado. Hace tiempo
que
abandonamos el antropocentrismo
y
el antropomorfismo del neolítico.
Nuestra
biología y nuestra antropología
son
otras. De otro modo concebimos
la
naturaleza y la vida; de otro modo
nos
pensamos y concebimos.
5.
Tenemos
suficientes razones,
nosotros
los seres renovados,
para
enfrentarnos y luchar
contra
los restos ideológicos
del
neolítico, contra las tradiciones
religiosas,
filosóficas o políticas
supervivientes.
Estas ideologías surgen
y
se extienden como patologías sociales;
minan,
corroen, destruyen. Como
un
tumor, como un cáncer social.
Un
lastre, un obstáculo, un peligro
allí
donde aparecen.
Hay
ideologías ofensivas; culturas,
ideologías
que consideran a toda otra
cultura
o ideología como enemigas;
para
las cuales es vital la destrucción,
la
aniquilación del otro,
de
cualquier otro. ¿Por qué?
Ya
no creemos que esa voluntad,
ese
hálito destructivo, provenga
de
ningún dios, o de alguna buena
voluntad,
o de algún anhelo de justicia.
Y
no se debe a que tengamos una idea
equivocada
acerca de lo que pueda ser.
o
lo que pueda querer, o de que puedan
darse
o no dioses o principios celosos
y
destructivos. No, se trata, simplemente,
de
que ya no aceptamos discursos
tan
arbitrarios, estúpidos, criminales,
y
mezquinos. Porque vemos al hombre
detrás
del dios o del principio, porque vemos
el
alma miserable que ‘parió’ a semejantes
dioses
o a semejantes principios.
No
se lucha, pues, contra ningún dios,
o
contra ninguna teoría, sino contra
los
hombres y mujeres que los traman
como
armas, como instrumentos de alienación
y
de dominio, como fuentes de legitimación.
Comenzando
por los ideólogos;
los
gestores de esas horribles ficciones.
Los
creadores, los ‘padres’ de esos principios,
de
esos dioses, de esas monstruosidades
ideológicas.
Rancios, arcaicos, obsoletos;
unos
y otros, los ideólogos y sus discursos.
Risibles
ya, ambos, si no fuera por el siniestro
poder
que aún tienen sobre los individuos,
y
sobre los pueblos.
6.
Risas
femeninas, luz
y
esplendor a mi alrededor.
En
un rincón remoto del mundo.
7.
Un
círculo de fuego alrededor
de
la doncella. Un bosque
impenetrable.
Día nublado,
lluvioso,
oscuro. Se ensombrece
el
panorama, el futuro; vuelven
las
tinieblas, el frío. ¿Qué será de mí?
Mi
soledad de amor nunca acaba.
No
termina de acabar. No tiene fin
esta
soledad mía.
Las
mañanas primaverales;
el
agua, el aire, la luz.
Todo
se me niega.
8.
Me
he enamorado de la aurora,
de
las primeras luces del día,
de
la mañana; de Alba.
Si
no te viera más.
Pero
te veré mañana,
y
pasado mañana...
Un
alba que sólo
podré
contemplar. Sus
rutilantes
destellos,
su
gracia, su finura.
La
nueva primavera;
el
alba, la brisa, el rocío.
Lo
que me enamora. Parece
que
pongo mis ojos
en
lo inasible o inaccesible.
9.
Se
llama Alba; es el alba.
Es
el nombre propio de una mujer
joven,
en la mañana de su vida.
De
una comunidad joven, también.
De
los tiempos primeros.
Del
amanecer de algo.
Alba,
la doncella. La aurora,
el
amanecer. Alba única.
La
aurora prometida.
Yo
amo esa aurora,
esa
alba por venir
que
anuncia un nuevo día.
10.
Alba,
no tienes sustituta,
no
tienes rival. Ya no buscaré más;
o
Alba o nada. La radiante,
la
luminosa, la preciosa Alba.
Tú
me inspiras; tú me elevas.
Esta
corona que para ti hago
te
elevará a las estrellas,
te hará inmortal.
*****
Hasta la próxima,
Manu
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