Genogramas
LV.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (09/04/21).
*****
1.
Un
gran ciclo ha comenzado.
No
para la humanidad, sino
para
la vida. Para Nos, la vida.
Para
Genousse y Genoussin.
La
humanidad es trascendida,
dejada
atrás –el antropomorfismo,
el
antropocentrismo. Es un nuevo
mundo,
un nuevo día, una nueva aurora.
¿Cuánto
tiempo tardará la luz
de
esta estrella, de este amanecer,
en
iluminarnos plenamente?
¿Para
cuándo esa ilustración?
Es
renovación, transformación,
evolución,
mutación simbólica.
Es
un saber nuevo y universal.
Es
una nueva razón. Se cambia
la
mirada, el lugar. Es otro lugar,
otro
espacio. El lugar desde el cual
se
mira; no como individuo, no como
humanidad,
sino como vida.
Desde
la misma vida.
Nuestro
ser impalpable,
diminuto;
nuestro ser último;
nuestro
ser genético.
2.
Los
mitos acerca del origen
del
hombre que se produjeron
durante
el neolítico, vengan
de
donde vengan, no nos dicen nada.
Como
seres genéticos tenemos
la
edad de la vida. Millones de años.
El
ser genético es nuestro ser primordial,
nuestro
ser único (nuestro genouma).
Tiene
la edad de la vida. Es una razón,
un
fragmento ordenado y sexuado
de
la sustancia viviente única,
virtualmente
imperecedera.
La
vida se perpetúa a sí misma.
A
sí misma se sucede. Generación
tras
generación. En la tierra
y
en el cielo.
Nos,
la vida; nos, la luz.
3.
Como
vida hemos de argumentar,
desde
la misma vida; desde la sustancia
viviente
única. Con el lenguaje adecuado
(el
bioquímico o el ecológico).
Las
razones de la vida.
4.
Sigue
sonando el silbo tenebroso.
Sigue
su discurso, su voz.
Sus
antropologías, sus teologías,
sus
sociologías… sus mundos.
No
tienen ya nada que decir vuestros
‘hombres’,
o vuestros ‘mundos’.
Habláis
en vano. Todas vuestras
concepciones
del hombre o de la vida
han
sido ampliamente refutadas
por
la revelación del genouma,
por
la lógica de lo viviente.
Habéis
quedado definitivamente
atrás.
Nada tienen que decirnos
ya
las teorías de la naturaleza
o
del hombre que surgieron
a
lo largo del neolítico histórico
–desde
Sumer, y hasta casi nuestros
días.
No nos dicen.
Ni
siquiera se nos aproximan.
Hoy
el cariotipo humano queda
plenamente
parametrizado
en
la naturaleza y en la cultura.
De
modo nuevo nos sabemos,
y
nos decimos. En nuestras escuelas,
en
nuestras calles. Estamos fuera
de
aquellos discursos.
Este
saber nuevo se irá integrando
más
y más en nuestro ser simbólico.
Nos transformaremos. Seremos otros.
Seres biosimbólicos, seres futuros.
Los
pocos que hoy circulan aquí
y
allá en el planeta. Seres renovados,
nuevos;
semillas de futuro.
Más
allá del hombre, en verdad.
Las
criaturas del nuevo período.
5.
Mediante
el ser simbólico la sustancia
genética,
la sustancia viviente única,
ha
logrado acceder a sí misma.
No
ha sido fácil el camino. Desde
donde
la memoria simbólica alcanza
hasta
nuestros días podemos seguir
las
incidencias del camino aquí y allá.
Las
diversas culturas, y los diversos ‘hombres’.
No
es una nueva ética lo que necesitamos,
sino
toda una cultura, una mirada nueva;
un
mundo nuevo. Previa autognosis.
No
salimos del antropocentrismo
(los
‘humanismos’ pululan), ni siguiera
en
las corrientes más próximas a nuestros
días
como
el ecologismo y el post-modernismo.
Período
neolítico, período antropocéntrico,
fenocéntrico;
lejos del sol, del centro,
del
genocentro. Lejos de nosotros mismos.
Lejos
de la verdad, de nuestra verdad.
No
nos sabemos aún como sustancia
viviente
única. No somos aún
el
verdadero sujeto. El ‘hombre’
usurpa
el lugar del centro;
el
fenotipo usurpa o ignora
al
genotipo, la criatura al creador.
No
hablamos aún como sustancia
viviente
única. No somos aún
lo
que somos.
En
nosotros habla la vida, aunque
confundida
y alienada (en una
de
sus criaturas). No ha sido fácil
el
camino hacia nosotros mismos.
La
revelación del ser genético,
de
nuestro ser primordial y único.
La
pulsión de conocimiento y de verdad
nos
ha conducido aquí. Este saber
y
esta verdad nos transformarán;
serán
comunes y consustanciales,
simbólicas.
Habrá seres biosimbólicos
nuevos, distintos, otros.
Ése
es el futuro por venir, el nuevo
período
que inauguramos. Nos,
las
nuevas criaturas; las criaturas
renovadas;
los seres nuevos.
Hay
ya visiones no humanas.
La
genómica, la ecología, la etología…
Son
los caminos nuevos hacia
la
autognosis, y hacia el renacimiento.
Nuestro
ser simbólico y nuestro ser
genético
están descifrados. Hemos
llegado
al final de este camino.
El
período antropocéntrico ha terminado.
El
hombre ha desaparecido.
La
perspectiva genocéntrica es la que
ha
de venir. Más allá de los planteamientos
antropocéntricos
del neolítico.
Más
allá del cariotipo humano.
Esto
es lo que inauguramos.
El
nuevo período que ya vivimos.
Nos,
la vida.
6.
Un
amor lleno de silencio y complicidad.
El
amor nuevo. Es la vida quien ama;
la
sustancia viviente única. Se ama a sí misma.
Queda
por vivir y por pensar este amor
nuevo.
Fragmentos, cifras genéticas
sexuadas
que se buscan. Ya no ciegamente.
Ahora
sabemos. Es natural que este saber
nuevo
transforme la vivencia del amor,
de
la pasión amorosa. Se requiere un nuevo
lenguaje.
Porque no habla ya el fenotipo,
el
hombre, o el mero ser simbólico, sino el ser
viviente
único, el ser que se sabe.
7.
La
revelación del genouma pulveriza
al
hombre y al mundo tal y como
los
conciben las ideologías religiosas,
filosóficas,
políticas… del pasado.
Los
mundos del neolítico han perdido
valor,
significación, sentido;
han
quedado devaluados.
Al
espejo en el que nos mirábamos
se
le fue el azogue. Nada cabalmente
del
pasado nos sirve. Nuestra perspectiva
es
otra. Nuestro camino es nuevo.
Genocéntrico,
biocéntrico.
Hay
que empezar a producir desde ya
metabolitos
simbólicos, simbolemas;
la
atmósfera espiritual del futuro.
Los
seres nuevos carecemos
de
literatura, de filosofía,
de
cine, de música… de cultura.
Queda
todo por hacer.
Vivimos
la aurora de un nuevo período.
Son
tiempos inaugurales, primeros.
Son
también tiempos de transición.
Lo
viejo se desmorona lentamente,
lo
radicalmente nuevo es aún escaso.
Tiempos
mezclados, tiempos impuros.
No
acaba de amanecer del todo.
Apenas
destellos, apenas luz.
Apenas
nada que llevarnos
a
la boca. Apenas aire nuevo.
*****
Saludos,
Manu
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