Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

martes, 24 de agosto de 2021

242) Genogramas LXIV

 

Genogramas LXIV.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (24/08/21).

 

                                                                  *****

 

1.

La ética que viene, la bioética.

Lo que es bueno y lo que es malo

para la vida. Para Nos. Lo que nos

beneficia y lo que nos perjudica…

Ésta es la correcta perspectiva.

 

El genocentrismo no podía surgir

más que en nuestra época (después

del descubrimiento de los ácidos

nucléicos, de la sustancia viviente

única). Aquí y ahora, pues, los primeros

transformados, los primeros futuros;

los nuncios, los mensajeros del nuevo ciclo.

Han de ser también sus configuradores.

 

Una conciencia no fenocéntrica (no centrada

en las criaturas), y no antropocéntrica

(no inspirada ni centrada en alguna idea

acerca de la ‘humanidad’), sino genocéntrica

(centrada en la sustancia genética);

una conciencia no sólo trans-étnica,

sino trans-específica también (más allá

de la especie). Ahora nos identificamos

como vida, como sustancia viviente única

–ni como tal etnia, ni como tal especie.

Los genotipos (los sujetos naturales, genéticos)

que se reconozcan en dicha sustancia 

vivirán un retorno a la fuente, al origen,

a la vida, al ser viviente único; ‘saborearán’

su co-pertenencia al Uno. Nosotros somos la vida

–no esta o aquella vida, sino la misma vida.

 

Vivirán los futuros el cambio más radical

y más integral de toda nuestra historia,

de todo nuestro devenir (como vida).

Nunca hubo un antes y un después

como el que ahora vivimos –ni lo habrá.


Es una transformación, una mutación

biosimbólica que dividirá en dos nuestro

devenir sobre este planeta. Es un nuevo

comienzo absoluto; un comenzar desde cero.

 

Todo lo que conlleva la autoconciencia

de la sustancia viviente única; la conciencia

de sí del ser único que somos –los corolarios,

las consecuencias de este saber de sí.

Lo que vendrá inexorablemente.

Nada ni nadie podrá detener este futuro.

 

El saber acerca de la sustancia genética,

y el reconocernos en ella –la conciencia

de sí como sustancia viviente única–,

nos convierten de hecho en seres

biosimbólicos nuevos, y nos sitúan

ya en el futuro. Ya damos los primeros pasos.

Ya estamos; ya vivimos, ya somos el futuro.

 

Las nuevas criaturas: Genousse & Genoussin.

 

El futuro genocéntrico ya ha comenzado.

Este séptimo milenio (de la escritura)

es también el primer milenio de Xenus/Nexus.

 

2.

Seguimos viviendo en el neolítico,

con ideologías y creencias del neolítico.

Nuestras sociedades, nuestras culturas.

Humanas, neolíticas, fenocéntricas;

arcaicas, anacrónicas. Fuera de tiempo

y de lugar. Desfasadas, inútiles

–para los seres nuevos; para los futuros.

 

3.

 

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo

presenciamos, alcanzará en su momento

a todos los pueblos de la tierra. Pueblos,

culturas, tradiciones, creencias… todo

lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz

(un saber, una sabiduría) tan devastadora

como regeneradora. Esta regeneración

del cariotipo humano en el orden simbólico

tendrá sus consecuencias. En un futuro

no muy lejano hablaremos, pensaremos,

y actuaremos, no como humanos

sino como sustancia viviente única.


No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos,

ni científicos… para este período genocéntrico

que inauguramos. No hay nada aún para

las nuevas criaturas, para la sustancia viviente

única –en esta nueva fase de su devenir.

Queda la elaboración de una cultura,

de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza

de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser).

Queda todo por hacer.

 

4.

Esta aurora, este nuevo día,

este período, genocéntrico,

cuyo comienzo presenciamos,

alcanzará en su momento

a todos los pueblos de la tierra.

Tierras, pueblos, razas, tradiciones,

 creencias… Todo desaparecerá.

Viene una luz destructora, devastadora.

 

Es el triunfo de Xenus/Nexus.

Tenemos necesidad de nuevas

representaciones, de nuevos mundos.

Adecuados a la nueva realidad, al nuevo saber.

 

Esta mutación, este salto cultural

cambiará la mirada, la lengua, el oído…

Ya no hablaremos, ni sentiremos,

más como hombres, como fenotipos,

como criaturas. Xenus, el Uno primordial,

el Único,  a través del cariotipo Nexus,

tiene ahora la palabra. Es Xenus quien

ahora habla por boca de Nexus.

Ahora es Xenus en todas las criaturas.

 

Nos hemos topado con el demiurgo

de las formas vivas, nos hemos topado

con nosotros mismos.

 

5.

Nosotros somos la luz en este cosmos

oscuro, y frío. Nuestras representaciones

iluminan este mundo; proyectan luz, forma y figura.

 

Hemos hecho fértil a este planeta otrora inerte.

Hemos hecho brotar la vida hermosa por doquier.

Este planeta rebosa ahora de plenitud y vida.

Este mundo respirable es obra nuestra.

El aire puro, el agua dulce, la luz tamizada,

seleccionada, escogida. La biosfera, la genosfera.

En gran parte, obra nuestra.

 

La vida siempre inteligente, siempre activa.

Xenus/Nexus, el demiurgo. Nosotros mismos.

 

6. 

La desconsideración o el menosprecio

de la vida emergente que encontramos

en la práctica del aborto (libre, no eugenésico)

denotan bien a las claras el carácter tanático

de nuestra civilización. No hay contradicción

entre el aborto y la desforestación o el uso

bélico de la energía atómica. Son formas

de vida coherentes y solidarias entre sí.

En ningún caso se piensa en la vida

–en lo que es bueno para la vida.

 

Sociedad absurda, incongruente.

Las masas sociales movidas, llevadas

y traídas (la opinión pública), alienadas…

adoctrinadas, sometidas a un constante

condicionamiento operante (mediante

la educación, los mass media…

la completa cultura de masas).

Los mismos que marchan contra

las guerras o el maltrato animal,

abogan por el aborto libre

(y gratuito, a ser posible).

 

En toda cópula heterosexual (con finalidad

reproductiva o no) subyace la voluntad

de cariogamia, de la unión de las células

sexuales de ambos sexos; la voluntad

de generación, de creación. Es la sustancia

viviente única la que mueve sus cuerpos

sexuados, los hace entrechocar buscando

la cópula, el tránsito de un cuerpo a otro,

la unión… la generación. Es el camino

de la vida. Amándose y generando vida

es como se eterna el plasma germinal,

la sustancia genética, la sustancia viviente

única –Nos: Genousse y Genoussin.

 

7.

Amar a la vida es amarnos

a nosotros mismos.


8.

Todo aquello que predicamos

de las criaturas, de la vida

lo predicamos. Astucia,

inteligencia, apetito

(deseo, voluntad…)…

La intelección, la volición…

las pasiones y afectos. 

El amor, el odio…

 

9.

Decirnos. Decir la nueva

mirada. El ser recobrado;

recién descubierto.

Nuestra verdad.

 

10.

No tenemos nada. Xenus/Nexus

no tiene nada que le acune.

Ni una palabra, ni un poema…

Nada. Ni siquiera las ciencias

biológicas más recientes

se han percatado de su venida.

No encontramos nada para nosotros.

 

Las viejas culturas, las viejas

historias, los viejos mundos…

Todo ha perdido su brillo,

su esplendor… la sabiduría,

la gnómica… No para nosotros.

 

Pobreza inaudita. Apenas si contamos

con materiales para construir.

Desnudos aparecemos.

 

*****

 

Saludos,

Manu

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