Genogramas
LXXXV.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (09/07/22).
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1.
Estado, nación, pueblo, raza…
creencias religiosas, filosóficas,
políticas… las instituciones jurídicas,
políticas, económicas… Todo pasado,
ido, muerto… lo que nunca fue.
Las ficciones del pasado neolítico.
Empezar de nuevo. Nuevo comienzo,
nuevo inicio. Nuevo principio.
El arraigo en la vida. Los ancestros
no son tal o cual pueblo o raza,
o tales o cuales antepasados, sino
las primeras bacterias o arqueas.
Y la herencia es la totalidad de este
planeta viviente, la obra total
de nuestros verdaderos antepasados.
Más allá, pues, de pueblos, razas,
naciones, creencias… más allá
del hombre, en verdad.
Nuestra esencia única desde
los primeros genoumas;
desde los primeros replicadores.
Nuestra esencia individual
–múltiple, coral–, la compartimos
con todas las criaturas que han poblado,
pueblan, y poblarán este planeta.
No hay sino una sola vida.
Este saber sobrevenido es el nuevo
principio, el nuevo comienzo.
Post-humano, post-histórico.
Éste es el saber que
acabará
con todas las instituciones
del pasado neolítico (Estados,
naciones, pueblos, razas;
ideologías, creencias,
culturas, ‘mundos’…).
2.
Todos aquellos humanos
aún prendidos, enredados
en los mundos del neolítico
(religiosos, políticos, filosóficos…),
perdidos en sus laberintos…
extraviados, confusos.
La ultima filosofía,
inútil para
la labor que queda. Incluso
en la ecología ‘profunda’
o en bioética, con su ‘hombre
mejorado’ (Naess, Jonas…).
La ignorancia o el descuido
del genocentrismo en estos
‘teóricos’, en estos ‘pensadores’.
Textos y discursos que nacen ya
caducos, rancios, obsoletos.
Dicho sea de paso, el hombre
no es algo que deba ser mejorado
(¿‘mejorado’ en qué sentido,
cabe preguntar?), sino que debe
ser superado, dejado atrás.
Los futuros sólo cuentan
con el saber que les viene
de las ciencias de la vida:
la genómica, la ecología,
la biogeoquímica,
la biocomunicacion…
Los pilares del mundo
nuevo, del mundo que viene,
del mundo por crear.
3.
El conocimiento que hoy tenemos
acerca de la esencia (del ‘ser’)
de lo viviente no admite dudas.
Es el resultado de una búsqueda
apasionada acerca de ‘nuestra’
verdad.
La vida en el cariotipo humano
estaba destinada a descubrir
su genuina esencia (el motor
puede haber sido la pulsión
innata de conocimiento).
La curiosidad, el afán por saber,
por conocer, la sinceridad
y la seriedad de la búsqueda…
dieron finalmente sus frutos.
Ahora recolectamos. Ahora
sabemos, gustamos, disfrutamos
de los frutos de nuestro
conocimiento.
Ahora, también, el saber acerca
del ser que somos se nos impone,
nos obliga.
Y no precisamente
como resultado de una libre
o caprichosa determinación,
o de la elección entre varias
interpretaciones candidatas
(las que han sostenido los grupos
humanos en los últimos milenios).
El ser que se es no se elige,
no es el producto de una libre
determinación o elección.
El ser que se es nos viene dado.
Es lo que es, sin más. Nuestro
ser
se ajusta al ser viviente único.
Fragmentos de lo Uno primordial,
esto somos.
4.
Un mundo para el ser viviente único.
Construido, visto, sentido, pensado…
fundado por la sustancia viviente única.
Los mundos del pasado tuvieron como
punto de partida al ‘hombre’, se trataba
de perspectivas humanas; se giraba
en torno al ‘hombre’. Aún hoy,
en filosofía especialmente, se sigue
girando alrededor del ‘hombre’.
Mundos fenocéntricos, centrados
en las criaturas, en los organismos,
en los animales o en las plantas…
en los fenotipos. Lejos de la esencia,
del ser único de lo viviente.
La sustancia viviente única vivía
alienada, extrañada, lejos de sí.
Se ignoraba.
Ese periodo acabó, el periodo
de la ignorancia de sí. Ahora
sabemos quiénes somos. Ahora
la vida es lo primero y lo único.
El saber de nuestra esencia transformará
el mundo. Nuestra relación con el resto
de los seres vivientes, con el planeta;
las relaciones entre los seres humanos
–el amor, la amistad… la sociedad
en su conjunto, todo cambiará.
Culturas post-humanas, post-nacionales,
post-étnicas… El mundo por venir.
Los mundos del pasado, los hombres
del pasado, son un obstáculo y un peligro.
Debemos superarlos, dejarlos atrás.
En ello nos va el futuro, nos va la vida.
El futuro de la vida en este planeta
depende de que dejemos atrás
o no las culturas y los mundos
del neolítico –ideologías religiosas,
políticas, filosóficas, económicas,
jurídicas… los Estados nacionales,
los imperialismos, los etnocentrismos…
Tiempos de locura, tiempos finales,
de transición… los que actualmente
vivimos. Mundo (humano) desnortado,
desquiciado, loco, absurdo, estúpido,
insensato, cruel, autodestructivo…
Huida hacia el abismo.
Estamos destruyendo el planeta,
el hogar, la obra de millones y millones
de años, el trabajo de la vida… El aire,
el agua, la luz, el manto fértil… todo
contaminado, sucio, mancillado.
Mundo impuro, mundo inmundo,
mundo cada vez más inhabitable.
El legado ‘humano’.
5.
Los tiempos presentes son el corolario,
la flor, el remate de las prácticas,
de los modos de vida de los hombres
(pueblos, culturas, mundos) todos
del neolítico (del ‘ser’ de los ‘hombres’
del neolítico). Seguimos viviendo
en el pasado. El conocimiento
de los últimos doscientos años
(la física, la tecnología, las ciencias
de la vida…) está puesto al servicio
de la codicia insaciable de los humanos
neolíticos; no han modificado en nada
nuestra manera de vivir. El saber
que nos viene de las ciencias de la vida
carece de peso cultural, no influye
en nuestras vidas. Los mundos del pasado
siguen guiando nuestra conducta,
nuestra cotidianidad; continúan
marcando nuestros pasos.
El último capítulo de la ‘hybris’
(antropocentrismo, nihilismo)
del neolítico. Los tiempos presentes.
El último acto de las religiones,
la filosofía (la metafísica…),
las ideologías, los ‘mundos’…
la entera historia del neolítico.
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Saludos,
Manu
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