Genogramas
LXXXVII.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (09/08/22).
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1.
No hay predeterminación alguna
cifrada en el genouma. Una vez
constituido éste, tras la
cariogamia,
comienza el proceso de expresión
del fenotipo. Es una lucha contra
las condiciones y las
constricciones
ambientales. Pactos,
adaptaciones,
victorias… Viene a medias
preparado.
El genouma acaba imponiéndose
al medio, triunfa… La herencia
es el mundo entorno.
El mundo en el que se viene
a ser. Un mundo en gran medida
elaborado, adaptado, modificado
por los antepasados desde los
tiempos
más remotos.
El ser viviente único se adapta,
y adapta; habita, y habilita.
2.
La muerte no implica la cesación
de la vida, pues la sustancia
viviente
única es imperecedera. Toda la
sustancia
viviente del organismo (el
hologenouma)
se reintegra en otras formas
vivas.
3.
Hay un recuerdo que no se sabe
(del que no somos conscientes),
se trata de la memoria de la
vida.
La memoria del sujeto consciente,
del sujeto cultural, del ser
simbólico
(del ‘yo’), es la memoria del
sujeto
histórico, relativo,
circunstancial
–el más efímero e inconsistente.
Las tradiciones culturales del
neolítico
sólo consideran al ser simbólico,
al sujeto consciente, a la
‘persona’
(a fulano de tal). Los individuos
se aferran a esta ficción
cultural
como si fuera su único ser (ahí
ven
su ‘alma’, su ‘identidad’). Pero
este
ser (este ‘alma’, esta
‘identidad’)
es un producto de la época
y de las circunstancias que le ha
tocado
vivir –sería ‘otro’ si la época
y las circunstancias hubieran
sido otras.
El ser simbólico es el obstáculo
que hay
que superar para que el ser viviente
único
que somos advenga a la luz
–se haga patente, manifiesto.
Vivir (pensar, querer, sentir...)
como
sustancia viviente única, como
fragmentos del ser viviente
único,
de lo Uno primordial. De esto se
trata.
Desde el centro, desde el origen,
desde el ser único que somos.
La perspectiva biocéntrica,
genocéntrica.
4.
La sustancia viviente única se
ordena
a sí misma, a sí misma se
organiza,
a sí misma se manda y se obedece.
La unidad primordial, el ser
viviente
único, el sujeto único.
5.
El dimorfismo sexual. La
reproducción,
la replicación a dos. La
gametogamia.
La cariogamia. Amphimixis.
La vida que somos se antepone
a cualquier diferencia. Partir de
la unidad,
más allá de las diferencias.
6.
No hay nada en el comportamiento
del resto de los organismos
que nos sea extraño, o ajeno.
No hay ‘tú’, no hay ‘otro’
–en lo que a lo viviente
concierne.
‘Yo’ estoy en todas las formas
vivas.
7.
La sustancia genética (la
‘psykhé’
de Aristóteles) es la causa
eficiente,
formal, y final de su ‘vehículo’
–el ingeniero de su dispositivo
de supervivencia; de su soma.
La optimidad del vehículo
es lo que garantiza la victoria
del replicador en su lucha
por la existencia.
Ver el genouma en el soma.
8.
Los genes (las unidades de
expresión
de la sustancia genética) van y
vienen
de un organismo a otro, se
mueven,
se desplazan… se unen, se
separan…
se mezclan, mutan, se
transforman…
Son los únicos responsables
de tal o cual fenotipo, de tal o
cual
cambio en tal o cual fenotipo…
La perspectiva genocéntrica.
Ver todos los fenómenos
de la vida desde la sustancia
genética; desde la óptica
de la vida –de la vida única.
9.
Los organismos no están ni
preformados,
ni predeterminados, ni
predestinados.
No hay predeterminación o
predestinación.
La conformación de un fenotipo
depende
de factores internos (genéticos)
y factores
externos (ambientales, en amplio
sentido:
bióticos y abióticos), o de
fuerzas internas
y fuerzas externas. Es una ‘obra
abierta’,
por así decir; depende, es
relativa a…
Nosotros no somos los organismos
o fenotipos resultantes. Nosotros
somos
la sustancia viviente única;
fragmentos
ordenados de lo Uno primordial,
de lo viviente en este planeta.
Los organismos no están determinados,
porque el organismo ‘no es’, es
tan sólo
la envoltura que usa la sustancia
genética
para trasladarse, protegerse,
atacar…
La interacción o coexistencia
se da únicamente entre el entorno
y la sustancia genética. El
cuerpo,
el soma, el fenotipo o el
organismo
es el resultado de tal
interacción.
El soma es la envoltura
protectora
(entre otras cosas –el vehículo,
el arma...)
de la sustancia genética. Carece
de entidad:
no piensa, no quiere, no siente…
No puede
ser, en ningún caso, ni el sujeto
ni el agente
de la evolución. No existe –ni
deviene, ni es.
No hay cuerpo, no hay soma,
no hay organismo, no hay
fenotipo…
por lo tanto, no hay fenotipo
extendido.
El cuerpo, el soma, carece
de entidad, de existencia, de ser.
No hay cuerpos, ésta es la
cuestión;
no hay organismos, no hay
fenotipos…
En todo momento es la sustancia
genética
el único sujeto de la evolución.
No hay otro actor, ni otro interactor.
Toda la vida en este planeta
es una y la misma. No hay más
que un ser viviente en constante
devenir. Se trata de la sustancia
genética completa del planeta
esparcida en los millones de
organismos
–bacterias, virus, plantas,
animales…
El ‘pool’ génico del planeta,
el hologenouma o pan-genouma.
La mónada de las mónadas.
Lo Uno primordial.
10.
Algunos usan el término
‘holobionte’
como sinónimo de organismo y
hablan
del “holobionte y ‘su’ hologenouma”
de la
misma manera que hablarían
del
organismo y ‘su’ genouma
(o del
fenotipo y ‘su’ genotipo).
Es la
perspectiva organismo-céntrica
o
fenocéntrica.
Se toma
al holobionte como
‘replicador’/‘reproductor’,
como
‘interactor’,
como ‘manifestador
de
adaptación’, y finalmente como
‘beneficiario’
del proceso de selección.
Son
términos aplicados exclusivamente
al
holobionte, esto es, al organismo,
al cual
se le considera como el sujeto
y el
objeto de la evolución.
Pero no
hay otro replicador, ni otro
interactor,
ni otro manifestador
de
adaptación, ni otro beneficiario
de los
procesos de adaptación,
selección
y evolución que la sustancia
genética
(el hologenouma
del
organismo/holobionte).
La sustancia genética es el único
sujeto
y el único objeto de la
evolución, así como
su único agente y su único
paciente.
Actor único y sujeto único. Se
trata
de la sustancia viviente única.
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Saludos,
Manu
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