Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

martes, 9 de agosto de 2022

265) Genogramas LXXXVII

 

Genogramas LXXXVII.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (09/08/22).

 

                                                                  *****

 

1.

No hay predeterminación alguna

cifrada en el genouma. Una vez

constituido éste, tras la cariogamia,

comienza el proceso de expresión

del fenotipo. Es una lucha contra

las condiciones y las constricciones

ambientales. Pactos, adaptaciones,

victorias… Viene a medias preparado.

 

El genouma acaba imponiéndose

al medio, triunfa… La herencia

es el mundo entorno.

 

El mundo en el que se viene

a ser. Un mundo en gran medida

elaborado, adaptado, modificado

por los antepasados desde los tiempos

más remotos.

 

El ser viviente único se adapta,

y adapta; habita, y habilita.

 

2. 

La muerte no implica la cesación

de la vida, pues la sustancia viviente

única es imperecedera. Toda la sustancia

viviente del organismo (el hologenouma)

se reintegra en otras formas vivas.

 

3.

Hay un recuerdo que no se sabe

(del que no somos conscientes),

se trata de la memoria de la vida.

La memoria del sujeto consciente,

del sujeto cultural, del ser simbólico

(del ‘yo’), es la memoria del sujeto

histórico, relativo, circunstancial

–el más efímero e inconsistente.

Las tradiciones culturales del neolítico

sólo consideran al ser simbólico,

al sujeto consciente, a la ‘persona’

(a fulano de tal). Los individuos

se aferran a esta ficción cultural

como si fuera su único ser (ahí ven

su ‘alma’, su ‘identidad’). Pero este

ser (este ‘alma’, esta ‘identidad’)

es un producto de la época

y de las circunstancias que le ha tocado

vivir –sería ‘otro’ si la época

y las circunstancias hubieran sido otras.

El ser simbólico es el obstáculo que hay

que superar para que el ser viviente único

que somos advenga a la luz

–se haga patente, manifiesto.

 

Vivir (pensar, querer, sentir...) como

sustancia viviente única, como

fragmentos del ser viviente único,

de lo Uno primordial. De esto se trata.

Desde el centro, desde el origen,

desde el ser único que somos.

 

La perspectiva biocéntrica,

genocéntrica.

 

4.

La sustancia viviente única se ordena

a sí misma, a sí misma se organiza,

a sí misma se manda y se obedece.

La unidad primordial, el ser viviente

único, el sujeto único.

 

5.

El dimorfismo sexual. La reproducción,

la replicación a dos. La gametogamia.

La cariogamia. Amphimixis.

 

La vida que somos se antepone

a cualquier diferencia. Partir de la unidad,

más allá de las diferencias.

 

6.

No hay nada en el comportamiento

del resto de los organismos

que nos sea extraño, o ajeno.

No hay ‘tú’, no hay ‘otro’

–en lo que a lo viviente concierne.

‘Yo’ estoy en todas las formas vivas.

 

7.

La sustancia genética (la ‘psykhé’

de Aristóteles) es la causa eficiente,

formal, y final de su ‘vehículo’

–el ingeniero de su dispositivo

de supervivencia; de su soma.

 

La optimidad del vehículo

es lo que garantiza la victoria

del replicador en su lucha

por la existencia.

 

Ver el genouma en el soma. 

 

8.

Los genes (las unidades de expresión

de la sustancia genética) van y vienen

de un organismo a otro, se mueven,

se desplazan… se unen, se separan…

se mezclan, mutan, se transforman…

Son los únicos responsables

de tal o cual fenotipo, de tal o cual

cambio en tal o cual fenotipo…

 

La perspectiva genocéntrica.

Ver todos los fenómenos

de la vida desde la sustancia

genética; desde la óptica

de la vida –de la vida única.

 

9.

Los organismos no están ni preformados,

ni predeterminados, ni predestinados.

No hay predeterminación o predestinación.

La conformación de un fenotipo depende

de factores internos (genéticos) y factores

externos (ambientales, en amplio sentido:

bióticos y abióticos), o de fuerzas internas

y fuerzas externas. Es una ‘obra abierta’,

por así decir; depende, es relativa a…

Nosotros no somos los organismos

o fenotipos resultantes. Nosotros somos

la sustancia viviente única; fragmentos

ordenados de lo Uno primordial,

de lo viviente en este planeta.

 

Los organismos no están determinados,

porque el organismo ‘no es’, es tan sólo

la envoltura que usa la sustancia genética

para trasladarse, protegerse, atacar…

 

La interacción o coexistencia

se da únicamente entre el entorno

y la sustancia genética. El cuerpo,

el soma, el fenotipo o el organismo

es el resultado de tal interacción.

 

El soma es la envoltura protectora

(entre otras cosas –el vehículo, el arma...)

de la sustancia genética. Carece de entidad:

no piensa, no quiere, no siente… No puede

ser, en ningún caso, ni el sujeto ni el agente

de la evolución. No existe –ni deviene, ni es.

 

No hay cuerpo, no  hay soma,

no hay organismo, no hay fenotipo…

por lo tanto, no hay fenotipo extendido.

 

El cuerpo, el soma, carece

de entidad, de existencia, de ser.

 

No hay cuerpos, ésta es la cuestión;

no hay organismos, no hay fenotipos…

En todo momento es la sustancia genética

el único sujeto de la evolución.

No  hay otro actor, ni otro interactor.

 

Toda la vida en este planeta

es una y la misma. No hay más

que un ser viviente en constante

devenir. Se trata de la sustancia

genética completa del planeta

esparcida en los millones de organismos

–bacterias, virus, plantas, animales…

El ‘pool’ génico del planeta,

el hologenouma o pan-genouma.

La mónada de las mónadas.

Lo Uno primordial.


10.

Algunos usan el término ‘holobionte’

como sinónimo de organismo y hablan

del “holobionte y ‘su’ hologenouma”

de la misma manera que hablarían

del organismo y ‘su’ genouma

(o del fenotipo y ‘su’ genotipo).

Es la perspectiva organismo-céntrica

o fenocéntrica.

 

Se toma al holobionte como

‘replicador’/‘reproductor’, como

‘interactor’, como ‘manifestador

de adaptación’, y finalmente como

‘beneficiario’ del proceso de selección.

Son términos aplicados exclusivamente

al holobionte, esto es, al organismo,

al cual se le considera como el sujeto

y el objeto de la evolución.

 

Pero no hay otro replicador, ni otro

interactor, ni otro manifestador

de adaptación, ni otro beneficiario

de los procesos de adaptación,

selección y evolución que la sustancia

genética (el hologenouma

del organismo/holobionte).

 

La sustancia genética es el único sujeto

y el único objeto de la evolución, así como

su único agente y su único paciente.

Actor único y sujeto único. Se trata

de la sustancia viviente única.

 

*****

 

Saludos,

Manu

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