Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

viernes, 9 de septiembre de 2022

267) Genogramas LXXXIX

Genogramas LXXXIX.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (09/09/22).

 

                                                                  *****

 

1.

Los enemigos, los contrarios, los adversarios

de la vida, de la nueva ‘humanidad’;

de Xenus/Nexus, de Genousse y Genoussin.

 

El peso, muerto, de las viejas tradiciones,

de las viejas culturas, de las viejas creencias,

de las viejas ideologías, del viejo ‘hombre’;

de los ‘hombres’ del neolítico.

 

Detenidos. Varados. Encallados.

Sin dar un solo paso adelante.

Así nos encontramos. Perdiendo

el tiempo, perdiendo vidas.

Avivando mundos del pasado,

mundos idos para siempre jamás,

mundos muertos; prolongando

la locura y el horror; alimentando

monstruos, monstruosidades.

 

La ‘conciencia de sí’ en las culturas

del neolítico. Las ‘identidades’ étnicas,

nacionales, religiosas, filosóficas, políticas,

sociales, económicas… que continúan

alienando, deformando, desviando

de su ser único a las nuevas generaciones.

Las falsas conciencias, las falsas identidades.

Aún peor. Conciencias e identidades asesinas.

 

2.

Yo nada deseo, nada temo,

nada espero… porque

me tengo a mí mismo.

 

Así me digo. Así se dice

la vida cuando reunida.

 

El alma, la vida, el ser

mismo de lo viviente.

 

El alma simple y compleja,

múltiple y una.

 

El alma sobrecogida.

La emoción sublime

sobrevenida cuando

el encuentro.

 

3.

Nosotros somos lo único viviente,

lo Uno primordial.

 

El mismo ser en todas y cada una

de las criaturas que pueblan

este planeta: en el árbol, en el ave,

en el pez… No busques más.

 

4. 

El alma (la ‘psykhé’) de las criaturas

reside en el núcleo de todas y cada una

de sus células. No reside en su sistema

nervioso o en su cerebro (si los tuviere).

 

El sujeto consciente, y el inconsciente,

en los humanos (su ‘yo’ y su ‘ello’),

es un sujeto cultural, histórico, relativo

circunstancial, contingente… Su memoria,

la individual y la colectiva, se debe al momento

y al lugar en el que ha venido a ser.

 

El sujeto natural es un fragmento cifrado

de lo Uno primordial, de la sustancia

viviente única, de Xenus. Es intemporal,

y virtualmente imperecedero (en virtud

de la replicación o reproducción), aunque

la cifra contingente que somos es ‘viva

moneda que no se repetirá jamás’ –nuestra

singularidad es única e irrepetible.

 

Compartimos el ser con todas y cada una

de las criaturas que pueblan el planeta.

No hay diferencia, en cuanto a la esencia:

la misma sustancia en bacterias, virus,

protistas, hongos, animales, vegetales...

Uno sólo el sujeto en todo acontecer

que concierna a la vida; uno sólo

el que padece y el que goza,

el que odia y el que ama,

el que desea y el que teme…

Uno y el mismo en ti y en mí.

No hay otro de lo viviente,

a no ser la materia no viviente.

 

5.

La vida es sustancia volente, pensante,

sintiente, semoviente… La vida única.

El ser viviente único. Lo Uno primordial.

 

6.

No las células del sistema nervioso

o del sistema inmunitario son los sujetos

en toda acción y en toda reacción,

en toda pregunta y en toda respuesta,

sino los ácidos nucleicos, centrales

y periféricos, en estas células.

 

Hasta ahora el sujeto cultural ha ignorado,

y usurpado, al sujeto natural, que es el sujeto

único. El inconsciente freudiano no es otra

cosa que áreas soterradas de la conciencia

y de la memoria, esto es, del sujeto cultural.

 

7.

Lo Uno primordial, la mónada de las mónadas.

La experiencia misteriosa, la unión con lo Uno

primordial; la disolución del complejo sujeto

cultural. Los renacidos, los ‘unos’.

 

La sustancia viviente única del planeta,

la que reside en todos los organismos;

la que circula, la que fluye, la que va.

La hermandad, la unidad de todo

lo viviente. Un todo único. Un ser único,

fragmentado, repartido en las criaturas.

 

A solas con el solo. El camino a lo Uno

primordial. Desprendernos, deshacernos

de las palabras de la tribu. Quedar en nada.

Vacíos. Desnudos. Desprotegidos. Solos.

 

8.

Una cultura post-humana, esto necesitamos.

Una instrucción, una pedagogía genocéntrica,

no fenocéntrica, no centrada en los organismos,

en las criaturas –en los vehículos, en los medios,

en los instrumentos de que se vale la sustancia

viviente para proteger su delicado y frágil ser, para

trasladarse, para prodigarse… para seguir siendo.

 

9.

Es, justamente, la inmersión o iniciación

de las nuevas crías humanas en un ‘mundo’

lingüístico-cultural determinado la que

al mismo tiempo que las dota de lengua,

de conciencia, de memoria, de ‘yo’…

las aleja o extraña de su ser natural,

de su ser único.

 

Una educación centrada en la sustancia

creadora, en el sujeto único. No étnica,

no nacionalista, no política, no clasista...

Más allá de etnias, de patrias, de fronteras...

Más allá del hombre, en verdad.

 

10.

Yo soy la vida, tú eres la vida,

nosotros somos la vida…

Éstas son las palabras que deben

acunar a nuestros pequeños.

 

11.

Las generaciones por venir.

Las generaciones Nexus.

Más allá…

 

12.

Los grupos humanos vivimos bajo

el imperio de civilizaciones muertas,

bajo parámetros culturales muertos,

instruidos por consignas (religiosas,

filosóficas, políticas, biológicas,

antropológicas…) que nos alejan

absolutamente de nuestra realidad,

de nuestra verdad, de nuestro ser.

 

El saber cierto que nos viene

de las ciencias de la vida no causa

efecto, no transforma nuestras vidas.

Seguimos considerándonos según

ideologías y creencias del neolítico.

Vagamos como sombras, como fantasmas,

como espectros, como ecos del pasado.

Cosas muertas rigen nuestras palabras,

nuestros pensamientos, nuestros actos.

Nacionalismos, etnocentrismos, ideologías

filosóficas, religiosas, políticas… que tienen

su origen en cosmologías y antropologías

del neolítico, en ‘mundos’ idos para siempre.

  

Los mundos del neolítico han perdido

vigencia, valor, vida. Su sombría luz

ya no nos iluminará nunca más.

 

Un nuevo mundo tenemos, un mundo

biocéntrico, genocéntrico, post-neolítico.

Un mundo centrado en la vida, en lo Uno

primordial, en la sustancia viviente única,

en lo único que importa. Este mundo nuevo

es la salida cierta de los laberintos

lingüístico-culturales del neolítico;

cambiará nuestras vidas, y la faz entera

de este planeta. Otra será nuestra relación

con el entorno viviente  y el no viviente;

otra será la relación con nosotros mismos. 

Seremos otros, devendremos otros.

 

La nueva humanidad. La era Nexus.

Lo por venir. Un futuro otro.

Pese a todo, pese a todos. Nada

ni nadie podrá impedirlo.

 

Se necesitan heraldos del nuevo

mundo, de la nueva vida, de la nueva

luz, del nuevo fuego, del nuevo ser,

de nuestro ser renovado.

 

13.

La solución de los problemas medioambientales

que hoy tiene no la humanidad, sino la vida,

no nos vendrá de las culturas del neolítico.

Los males que hoy aquejan a la biosfera

son el resultado de miles de años

de desconsideración del entorno, viviente

y no viviente; del extrañamiento de la naturaleza

en el que han vivido los grupos humanos desde

los comienzos del neolítico. La posición

depredadora venía refrendada, sancionada,

santificada, legitimada por textos sagrados.

 

La revolución industrial de los últimos tiempos

es la expresión más acabada de las prácticas

de explotación del neolítico. Es la flor, el remate.

Era un mundo para el ‘hombre’, para su goce

y disfrute. No tenía más que coger aquello

que le apeteciera. Sin límites, sin cortapisas.

Sólo el ‘hombre’ importaba. Hasta en las más

recientes ideologías (marxismo, psicoanálisis,

existencialismo, postmodernismo…) se seguía

esta inercia antropocéntrica. No, no serán

los mundos del neolítico los que nos sacarán

del atolladero en el que nos encontramos.

 

El mundo nuevo que necesitábamos ya está dado.

La salida de este errático y nocivo período

ya está señalada. Ese período acabó. Está muerto,

aniquilado. La destructiva y regeneradora luz

de las ciencias de la vida lo ha conseguido.

 

Un nuevo camino se nos ha abierto.

Un futuro regido por las ciencias

de la vida. La vida es lo primero.

El biocentrismo es garantía de futuro.

 

Un futuro limpio, nuevo; una vida renovada,

renacida, reverdecida. Una nueva mirada,

un nuevo comienzo, una nueva luz. 

 

Sin solución de continuidad este nuevo

período se prolongará en el tiempo, durará

milenios, será interminable. Los tiempos

de ignorancia, de confusión, de oscuridad,

se dejan definitivamente atrás. Proceso

irreversible. No volveremos a ser vagabundos.

 

*****

 

Saludos

Manu 

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