Genogramas
LXXXIX.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (09/09/22).
*****
1.
Los enemigos, los contrarios, los adversarios
de la vida, de la nueva ‘humanidad’;
de Xenus/Nexus, de Genousse y Genoussin.
El peso, muerto, de las viejas tradiciones,
de las viejas culturas, de las viejas creencias,
de las viejas ideologías, del viejo ‘hombre’;
de los ‘hombres’ del neolítico.
Detenidos. Varados. Encallados.
Sin dar un solo paso adelante.
Así nos encontramos. Perdiendo
el tiempo, perdiendo vidas.
Avivando mundos del pasado,
mundos idos para siempre jamás,
mundos muertos; prolongando
la locura y el horror; alimentando
monstruos,
monstruosidades.
La
‘conciencia de sí’ en las culturas
del
neolítico. Las ‘identidades’ étnicas,
nacionales,
religiosas, filosóficas, políticas,
sociales,
económicas… que continúan
alienando,
deformando, desviando
de
su ser único a las nuevas generaciones.
Las
falsas conciencias, las falsas identidades.
Aún
peor. Conciencias e identidades asesinas.
2.
Yo
nada deseo, nada temo,
nada
espero… porque
me
tengo a mí mismo.
Así
me digo. Así se dice
la
vida cuando reunida.
El
alma, la vida, el ser
mismo
de lo viviente.
El
alma simple y compleja,
múltiple
y una.
El
alma sobrecogida.
La
emoción sublime
sobrevenida
cuando
el
encuentro.
3.
Nosotros
somos lo único viviente,
lo
Uno primordial.
El
mismo ser en todas y cada una
de
las criaturas que pueblan
este
planeta: en el árbol, en el ave,
en
el pez… No busques más.
4.
El
alma (la ‘psykhé’) de las criaturas
reside
en el núcleo de todas y cada una
de
sus células. No reside en su sistema
nervioso
o en su cerebro (si los tuviere).
El
sujeto consciente, y el inconsciente,
en
los humanos (su ‘yo’ y su ‘ello’),
es
un sujeto cultural, histórico, relativo
circunstancial,
contingente… Su memoria,
la
individual y la colectiva, se debe al momento
y
al lugar en el que ha venido a ser.
El
sujeto natural es un fragmento cifrado
de
lo Uno primordial, de la sustancia
viviente
única, de Xenus. Es intemporal,
y
virtualmente imperecedero (en virtud
de
la replicación o reproducción), aunque
la
cifra contingente que somos es ‘viva
moneda
que no se repetirá jamás’ –nuestra
singularidad
es única e irrepetible.
Compartimos
el ser con todas y cada una
de
las criaturas que pueblan el planeta.
No
hay diferencia, en cuanto a la esencia:
la
misma sustancia en bacterias, virus,
protistas,
hongos, animales, vegetales...
Uno
sólo el sujeto en todo acontecer
que
concierna a la vida; uno sólo
el
que padece y el que goza,
el
que odia y el que ama,
el
que desea y el que teme…
Uno
y el mismo en ti y en mí.
No
hay otro de lo viviente,
a
no ser la materia no viviente.
5.
La
vida es sustancia volente, pensante,
sintiente,
semoviente… La vida única.
El
ser viviente único. Lo Uno primordial.
6.
No
las células del sistema nervioso
o
del sistema inmunitario son los sujetos
en
toda acción y en toda reacción,
en
toda pregunta y en toda respuesta,
sino
los ácidos nucleicos, centrales
y
periféricos, en estas células.
Hasta
ahora el sujeto cultural ha ignorado,
y
usurpado, al sujeto natural, que es el sujeto
único.
El inconsciente freudiano no es otra
cosa
que áreas soterradas de la conciencia
y
de la memoria, esto es, del sujeto cultural.
7.
Lo
Uno primordial, la mónada de las mónadas.
La
experiencia misteriosa, la unión con lo Uno
primordial;
la disolución del complejo sujeto
cultural.
Los renacidos, los ‘unos’.
La
sustancia viviente única del planeta,
la
que reside en todos los organismos;
la
que circula, la que fluye, la que va.
La
hermandad, la unidad de todo
lo
viviente. Un todo único. Un ser único,
fragmentado,
repartido en las criaturas.
A
solas con el solo. El camino a lo Uno
primordial.
Desprendernos, deshacernos
de
las palabras de la tribu. Quedar en nada.
Vacíos.
Desnudos. Desprotegidos. Solos.
8.
Una
cultura post-humana, esto necesitamos.
Una
instrucción, una pedagogía genocéntrica,
no
fenocéntrica, no centrada en los organismos,
en
las criaturas –en los vehículos, en los medios,
en
los instrumentos de que se vale la sustancia
viviente
para proteger su delicado y frágil ser, para
trasladarse,
para prodigarse… para seguir siendo.
9.
Es,
justamente, la inmersión o iniciación
de
las nuevas crías humanas en un ‘mundo’
lingüístico-cultural
determinado la que
al
mismo tiempo que las dota de lengua,
de
conciencia, de memoria, de ‘yo’…
las
aleja o extraña de su ser natural,
de
su ser único.
Una
educación centrada en la sustancia
creadora,
en el sujeto único. No étnica,
no
nacionalista, no política, no clasista...
Más
allá de etnias, de patrias, de fronteras...
Más
allá del hombre, en verdad.
10.
Yo
soy la vida, tú eres la vida,
nosotros
somos la vida…
Éstas son las palabras que deben
acunar
a nuestros pequeños.
11.
Las
generaciones por venir.
Las
generaciones Nexus.
Más
allá…
12.
Los
grupos humanos vivimos bajo
el
imperio de civilizaciones muertas,
bajo
parámetros culturales muertos,
instruidos
por consignas (religiosas,
filosóficas,
políticas, biológicas,
antropológicas…)
que nos alejan
absolutamente
de nuestra realidad,
de
nuestra verdad, de nuestro ser.
El
saber cierto que nos viene
de
las ciencias de la vida no causa
efecto,
no transforma nuestras vidas.
Seguimos
considerándonos según
ideologías
y creencias del neolítico.
Vagamos como sombras, como fantasmas,
como
espectros, como ecos del pasado.
Cosas
muertas rigen nuestras palabras,
nuestros
pensamientos, nuestros actos.
Nacionalismos,
etnocentrismos, ideologías
filosóficas,
religiosas, políticas… que tienen
su
origen en cosmologías y antropologías
del
neolítico, en ‘mundos’ idos para siempre.
Los
mundos del neolítico han perdido
vigencia,
valor, vida. Su sombría luz
ya
no nos iluminará nunca más.
Un
nuevo mundo tenemos, un mundo
biocéntrico,
genocéntrico, post-neolítico.
Un
mundo centrado en la vida, en lo Uno
primordial,
en la sustancia viviente única,
en
lo único que importa. Este mundo nuevo
es
la salida cierta de los laberintos
lingüístico-culturales
del neolítico;
cambiará
nuestras vidas, y la faz entera
de
este planeta. Otra será nuestra relación
con
el entorno viviente y el no viviente;
otra
será la relación con nosotros mismos.
Seremos
otros, devendremos otros.
La
nueva humanidad. La era Nexus.
Lo
por venir. Un futuro otro.
Pese
a todo, pese a todos. Nada
ni
nadie podrá impedirlo.
Se
necesitan heraldos del nuevo
mundo,
de la nueva vida, de la nueva
luz,
del nuevo fuego, del nuevo ser,
de
nuestro ser renovado.
13.
La
solución de los problemas medioambientales
que
hoy tiene no la humanidad, sino la vida,
no
nos vendrá de las culturas del neolítico.
Los
males que hoy aquejan a la biosfera
son
el resultado de miles de años
de
desconsideración del entorno, viviente
y
no viviente; del extrañamiento de la naturaleza
en
el que han vivido los grupos humanos desde
los
comienzos del neolítico. La posición
depredadora
venía refrendada, sancionada,
santificada,
legitimada por textos sagrados.
La
revolución industrial de los últimos tiempos
es
la expresión más acabada de las prácticas
de
explotación del neolítico. Es la flor, el remate.
Era
un mundo para el ‘hombre’, para su goce
y
disfrute. No tenía más que coger aquello
que
le apeteciera. Sin límites, sin cortapisas.
Sólo
el ‘hombre’ importaba. Hasta en las más
recientes
ideologías (marxismo, psicoanálisis,
existencialismo,
postmodernismo…) se seguía
esta
inercia antropocéntrica. No, no serán
los
mundos del neolítico los que nos sacarán
del
atolladero en el que nos encontramos.
El
mundo nuevo que necesitábamos ya está dado.
La
salida de este errático y nocivo período
ya
está señalada. Ese período acabó. Está muerto,
aniquilado.
La destructiva y regeneradora luz
de
las ciencias de la vida lo ha conseguido.
Un
nuevo camino se nos ha abierto.
Un
futuro regido por las ciencias
de
la vida. La vida es lo primero.
El
biocentrismo es garantía de futuro.
Un
futuro limpio, nuevo; una vida renovada,
renacida,
reverdecida. Una nueva mirada,
un
nuevo comienzo, una nueva luz.
Sin
solución de continuidad este nuevo
período
se prolongará en el tiempo, durará
milenios,
será interminable. Los tiempos
de
ignorancia, de confusión, de oscuridad,
se
dejan definitivamente atrás. Proceso
irreversible.
No volveremos a ser vagabundos.
*****
Saludos
Manu
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