Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

lunes, 16 de enero de 2023

275) Genogramas XCVII

 

Genogramas XCVII.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (16/01/23).

 

                                                                  *****

 

1.

 

La ‘genealogía de la moral’ y la moralización

de la política. El cristianismo, las izquierdas,

y los ‘buenos’ y los ‘malos’. La perversión

del lenguaje y las estrategias lingüísticas

del cristianismo y de las izquierdas (los partidos

‘revolucionarios’ y ‘progresistas’…).

La demonización, la criminalización,

la deshumanización, la cosificación del ‘otro’

–el ‘otro’ como ‘malo’, ‘enemigo del pueblo’,

‘criminal’…

 

Las ideologías religiosas y políticas demuestran

una y otra vez ser lo que son, instrumentos

de alienación y de dominio, estrategias de poder.

Con ellas se agita a las masas, se las pone

en movimiento, se las dirige hacia aquí

o hacia allá, contra esto o contra aquello…

La plebe, los muchos, los más… siempre

manipulados e instrumentalizados;

como una fuerza siempre disponible

en manos de demagogos de todos los colores.

 

2.

Los fundamentalistas democráticos,

los nuevos puritanos. Los censores,

los represores… los resentidos.

Los herederos de los inquisidores

cristianos, los nuevos cazadores de brujas…

los adalides de lo políticamente correcto.

Son las ‘izquierdas’ ahora los que blanden

el ‘malleus maleficarum’.

El relevo de los censores.

 

3.

Los parámetros ideológicos o conceptuales

que nos mueven o motivan; que nos dividen

y enfrentan. El uso ofensivo de las diferencias

(étnicas, lingüísticas, culturales, religiosas,

políticas, económicas…), las diferencias

que engendran odio… Las identidades asesinas.

 

Los ‘humanos’ seguimos viviendo en el pasado.

Los ‘ídolos’ o ‘fetiches’ del pasado siguen

teniendo poder sobre nuestras mentes

y voluntades, rigiendo y formateando

nuestras vidas. Nuestros gobernantes siguen

haciendo uso de ellos, instrumentalizándolos, 

y sacando beneficios. Los ‘ídolos’ étnicos,

culturales, religiosos, políticos (ideológicos),

económicos (de ‘clase’), nacionalistas (territoriales)…

que se invocan. Las masas movilizadas y arrojadas

contra el otro (la otra etnia, la otra religión, la otra

ideología, la otra nación, la otra clase…).

Todo aquello por lo que aún seguimos

muriendo y matando (sacrificando nuestras

vidas, y las vidas de los otros).

 

Tiempos de transición insípidos, insensatos,

baldíos… Muertos. Sombríos. Nulos.

Derribar esos ídolos es fundamental

para alcanzar un futuro otro; para salir

de los ‘mundos’ del pasado;

para gozar de una vida otra.

 

Una vida otra, una vida limpia, una vida

nueva. Una vida verdadera, centrada

en la misma vida. No más allá.

Sin ídolos, sin fetiches, sin fantasmas…

 

Guerra, pues, contra los fantasmas, contra

las quimeras, contra los monstruos del pasado.

Contra las identidades étnicas, nacionalistas,

religiosas, políticas, económicas… que nos rondan,

que nos apremian, que nos solicitan. Contra todo

lo muerto, lo pasado, lo ido para siempre jamás.

 

Una regeneración, un renacimiento post-humano,

trans-humano, no centrado en el ‘hombre’

(su ‘realización’, su ‘perfeccionamiento’,

su ‘culminación’…). Un renacimiento

biocéntrico, genocéntrico. Más allá.

 

4.

El mundo nuevo que nos traen las ciencias

físicas y las ciencias de la vida no sólo

no está alterando nuestro proceder,

sino que se está poniendo al servicio

de nuestra conducta super-depredadora

–se le explota como una ‘cosa’ más;

se extraen ganancias, beneficios.

Seguimos siendo el mismo animal

de rapiña; el mismo ‘hombre’ de siempre:

ciego, codicioso, inconsecuente…

 

Los viejos mundos eran mundos inventados

que respondían a nuestras necesidades,

pero también a nuestra vanidad. El nuevo

mundo es un mundo encontrado. Yo diría

que ésta es la diferencia fundamental entre

los mundos del neolítico y el nuevo mundo.

El nuevo mundo es un mundo descubierto,

revelado, encontrado.  Este nuevo mundo

apenas ha comenzado a revelarnos sus misterios,

y aún tiene mucho que decirnos.  En principio

no es antropocéntrico. El ‘hombre’

ya no es el rey de la creación, o el señor

de las bestias. Aún más, en este nuevo mundo

el ‘hombre’ ha desaparecido.

 

Esto es lo que sucede: nos hemos encontrado

con un mundo que contradice completamente

nuestras tradiciones, nuestras viejas interpretaciones.

 

Por primera vez en nuestra historia es el ‘mundo’

el que se nos adelanta. El nuevo mundo no es

consecuencia, síntoma, o reflejo; no responde

a demandas o necesidades de tal o cual tipo

humano. Es un mundo ignoto que tendremos

que ir descubriendo poco a poco –este nuevo

mundo genocéntrico… desmesurado… inhumano.

No estamos aún a la altura

de este nuevo mundo. No lo vemos.

La inercia antropocéntrica nos lo impide.

 

*

 

Un mundo encontrado, un mundo

sobrevenido, imprevisto, inesperado.

Una nueva aurora, y un nuevo día por venir.

 

El nuevo mundo es un mundo en ciernes,

incipiente; está por elaborar, por desarrollar. 

Como un recién nacido en su cuna.

 

El carácter no perspectivista, en principio,

del nuevo mundo. El nuevo mundo no es

un mundo inventado superpuesto sobre

nuestra cotidianidad; no responde a demandas

o necesidades humanas. Es un mundo

anti-humano, inhumano, sobrehumano.

 

El nuevo lugar desde el cual se mira, se piensa,

se evalúa… no es el ‘hombre’, sino la vida.

En el futuro se impondrá una perspectiva

no humana, sino biocéntrica. Es el perspectivismo

humano el que desaparece.

 

Esta nueva perspectiva, este nuevo mundo

genocéntrico, es el fruto de la voluntad

de conocimiento y de verdad de la misma

vida (de su pulsión de dominio).

 

5.

La nueva perspectiva biocéntrica,

genocéntrica; el nuevo horizonte.

 

6.

La nueva pedagogía genocéntrica.

La salida. El futuro.

 

7.

Aquellos que niegan el genocentrismo

nos niegan un futuro otro.

 

8.

La sustancia genética del planeta

es el principio y el fin, el origen

y el término, el sujeto y el objeto

de la ética ambiental. La ética ambiental

del futuro no puede ser sino genocéntrica.

 

9.

Nostalgia de futuro,

de un futuro otro,

de un futuro post-humano.

Incluso nuestros relatos de ciencia

ficción (donde abundan las distopias)

están lastrados por el pasado neolítico,

por tópicos religiosos, políticos o filosóficos

del pasado antropocéntrico. Proyectamos

al futuro nuestro pasado o nuestro presente.

En nuestro presente se amontonan todas

las tradiciones del pasado de una forma

caótica y extemporánea.

 

*****

 

Saludos,

Manu

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