Genogramas
XCVII.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (16/01/23).
*****
1.
La ‘genealogía de la moral’ y la
moralización
de la política. El cristianismo,
las izquierdas,
y los ‘buenos’ y los ‘malos’. La
perversión
del lenguaje y las estrategias
lingüísticas
del cristianismo y de las
izquierdas (los partidos
‘revolucionarios’ y
‘progresistas’…).
La demonización, la
criminalización,
la deshumanización, la
cosificación del ‘otro’
–el ‘otro’ como ‘malo’, ‘enemigo
del pueblo’,
‘criminal’…
Las ideologías religiosas y
políticas demuestran
una y otra vez ser lo que son,
instrumentos
de alienación y de dominio,
estrategias de poder.
Con ellas se agita a las masas,
se las pone
en movimiento, se las dirige
hacia aquí
o hacia allá, contra esto o
contra aquello…
La plebe, los muchos, los más…
siempre
manipulados e instrumentalizados;
como una fuerza siempre
disponible
en manos de demagogos de todos
los colores.
2.
Los fundamentalistas
democráticos,
los nuevos puritanos. Los
censores,
los represores… los resentidos.
Los herederos de los inquisidores
cristianos, los nuevos cazadores
de brujas…
los adalides de lo políticamente
correcto.
Son las ‘izquierdas’ ahora los
que blanden
el ‘malleus maleficarum’.
El relevo de los censores.
3.
Los parámetros ideológicos o
conceptuales
que nos mueven o motivan; que nos
dividen
y enfrentan. El uso ofensivo de
las diferencias
(étnicas, lingüísticas,
culturales, religiosas,
políticas, económicas…), las
diferencias
que engendran odio… Las
identidades asesinas.
Los ‘humanos’ seguimos viviendo
en el pasado.
Los ‘ídolos’ o ‘fetiches’ del
pasado siguen
teniendo poder sobre nuestras
mentes
y voluntades, rigiendo y
formateando
nuestras vidas. Nuestros
gobernantes siguen
haciendo uso de ellos,
instrumentalizándolos,
y sacando beneficios. Los
‘ídolos’ étnicos,
culturales, religiosos, políticos
(ideológicos),
económicos (de ‘clase’),
nacionalistas (territoriales)…
que se invocan. Las masas
movilizadas y arrojadas
contra el otro (la otra etnia, la
otra religión, la otra
ideología, la otra nación, la
otra clase…).
Todo aquello por lo que aún
seguimos
muriendo y matando (sacrificando
nuestras
vidas, y las vidas de los otros).
Tiempos de transición insípidos,
insensatos,
baldíos… Muertos. Sombríos.
Nulos.
Derribar esos ídolos es
fundamental
para alcanzar un futuro otro;
para salir
de los ‘mundos’ del pasado;
para gozar de una vida otra.
Una vida otra, una vida limpia,
una vida
nueva. Una vida verdadera,
centrada
en la misma vida. No más allá.
Sin ídolos, sin fetiches, sin
fantasmas…
Guerra, pues, contra los
fantasmas, contra
las quimeras, contra los
monstruos del pasado.
Contra las identidades étnicas,
nacionalistas,
religiosas, políticas,
económicas… que nos rondan,
que nos apremian, que nos
solicitan. Contra todo
lo muerto, lo pasado, lo ido para
siempre jamás.
Una regeneración, un renacimiento
post-humano,
trans-humano, no centrado en el
‘hombre’
(su ‘realización’, su
‘perfeccionamiento’,
su ‘culminación’…). Un
renacimiento
biocéntrico, genocéntrico. Más
allá.
4.
El mundo nuevo que nos traen las
ciencias
físicas y las ciencias de la vida
no sólo
no está alterando nuestro
proceder,
sino que se está poniendo al
servicio
de nuestra conducta
super-depredadora
–se le explota como una ‘cosa’
más;
se extraen ganancias, beneficios.
Seguimos siendo el mismo animal
de rapiña; el mismo ‘hombre’ de
siempre:
ciego, codicioso, inconsecuente…
Los viejos mundos eran mundos
inventados
que respondían a nuestras
necesidades,
pero también a nuestra vanidad.
El nuevo
mundo es un mundo encontrado. Yo
diría
que ésta es la diferencia
fundamental entre
los mundos del neolítico y el
nuevo mundo.
El nuevo mundo es un mundo
descubierto,
revelado, encontrado. Este nuevo mundo
apenas ha comenzado a revelarnos
sus misterios,
y aún tiene mucho que
decirnos. En principio
no es antropocéntrico. El
‘hombre’
ya no es el rey de la creación, o
el señor
de las bestias. Aún más, en este
nuevo mundo
el ‘hombre’ ha desaparecido.
Esto es lo que sucede: nos hemos
encontrado
con un mundo que contradice
completamente
nuestras tradiciones, nuestras
viejas interpretaciones.
Por primera vez en nuestra
historia es el ‘mundo’
el que se nos adelanta. El nuevo
mundo no es
consecuencia, síntoma, o reflejo;
no responde
a demandas o necesidades de tal o
cual tipo
humano. Es un mundo ignoto que
tendremos
que ir descubriendo poco a poco
–este nuevo
mundo genocéntrico… desmesurado…
inhumano.
No estamos aún a la altura
de este nuevo mundo. No lo vemos.
La inercia antropocéntrica nos lo
impide.
*
Un mundo encontrado, un mundo
sobrevenido, imprevisto,
inesperado.
Una nueva aurora, y un nuevo día
por venir.
El nuevo mundo es un mundo en
ciernes,
incipiente; está por elaborar,
por desarrollar.
Como un recién nacido en su cuna.
El carácter no perspectivista, en
principio,
del nuevo mundo. El nuevo mundo
no es
un mundo inventado superpuesto
sobre
nuestra cotidianidad; no responde
a demandas
o necesidades humanas. Es un
mundo
anti-humano, inhumano,
sobrehumano.
El nuevo lugar desde el cual se
mira, se piensa,
se evalúa… no es el ‘hombre’,
sino la vida.
En el futuro se impondrá una
perspectiva
no humana, sino biocéntrica. Es
el perspectivismo
humano el que desaparece.
Esta nueva perspectiva, este
nuevo mundo
genocéntrico, es el fruto de la
voluntad
de conocimiento y de verdad de la
misma
vida (de su pulsión de dominio).
5.
La nueva perspectiva biocéntrica,
genocéntrica; el nuevo horizonte.
6.
La nueva pedagogía genocéntrica.
La salida. El futuro.
7.
Aquellos que niegan el
genocentrismo
nos niegan un futuro otro.
8.
La sustancia genética del planeta
es el principio y el fin, el
origen
y el término, el sujeto y el
objeto
de la ética ambiental. La ética
ambiental
del futuro no puede ser sino genocéntrica.
9.
Nostalgia de futuro,
de un futuro otro,
de un futuro post-humano.
Incluso nuestros relatos de
ciencia
ficción (donde abundan las
distopias)
están lastrados por el pasado
neolítico,
por tópicos religiosos, políticos
o filosóficos
del pasado antropocéntrico.
Proyectamos
al futuro nuestro pasado o
nuestro presente.
En nuestro presente se amontonan
todas
las tradiciones del pasado de una
forma
caótica y extemporánea.
*****
Saludos,
Manu
No hay comentarios:
Publicar un comentario