Navidades blancas.
Manu Rodríguez.
Desde Europa (18/12/13).
*
*No sólo el
árbol es un buen símbolo de estas fiestas nuestras que fueron cristianizadas
(es el árbol de los pueblos aryas o indoeuropeos). También el llamado
‘nacimiento’ puede ser retomado desde nuestras propias tradiciones. En vez de
escenificar una aldea judía de hace dos mil años, podemos representar centros
religiosos (religantes, vinculantes) de nuestro pasado pre-cristiano, como
Upsala, Arkona, Irminsul, Dodona, Delfos, Olimpia… O, simplemente, aldeas o
lugares griegos, romanos, germanos, celtas, baltos o eslavos que reflejen la
vida cotidiana de nuestros antepasados pre-cristianos; o escenas inspiradas en textos, tradiciones, mitos, o en la propia
historia. El panorama es extraordinariamente
amplio. Desde las cuevas del paleolítico, desde las construcciones megalíticas,
desde las aldeas neolíticas, desde Micenas…
Las
reconstrucciones y maquetas que solemos encontrar en nuestros museos arqueológicos son buenas para
darnos una idea; como punto de partida. Estos modelos nos aportan además
fidelidad en la representación (utensilios, vestimentas, viviendas, urbanismo…).
Tenemos que reconquistar,
retomar, redimensionar estas fiestas nuestras que nos fueron arrebatadas.
Son fiestas de la familia, del clan, de
la tribu… de la gran familia arya. Se rememora el pasado, el origen, el
‘nacimiento’.
Se trata del
‘nacimiento’ de nuestros pueblos, de ‘nacimientos’ aryas. Desde aquellos
proto-aryas (aquel brote, aquella incipiente rama del árbol de los pueblos y culturas del mundo)
de hace unos seis o siete mil años, hasta el ‘nacimiento’ de celtas, griegos,
germanos, y demás. Sin olvidar la sublime experiencia germana del siglo pasado
(la que supuso el ‘re-nacimiento’ de la nación arya en nuestros días). No
tenemos por qué ser fieles a una determinada escenificación. Podemos escoger
entre nuestras tradiciones y nuestros pueblos, variar cada año la
representación (el mundo griego, el germano, el celta…), o la época. Esto es un
desafío a nuestra imaginación.
*
Les deseo unas felices
navidades blancas, y un verdadero año nuevo, a todos mis parientes, amigos,
conocidos, lectores… y a toda la hermandad arya.
Hasta la
próxima,
Manu
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