La herencia biosimbólica.
Manu Rodríguez. Desde Europa (16/01/14).
*
*La fidelidad y
la lealtad son valores, armas, talismanes; son la fuente de la excelencia y del
honor. En
la guarda de estos valores reside nuestra virtud (nuestra fuerza, nuestra potencia),
y nuestro orgullo.
*La herencia
biosimbólica, ésta es la religión arya. Genio o raza, y cultura(s) –el legado
griego, el romano, el celta, el eslavo… El legado de nuestros pueblos desde sus
orígenes hasta nuestros días (hasta Darwin, hasta Nietzsche…). Una religión
étnica pan-arya, no universal.
Tenemos como
religión lo que son las claves biosimbólicas de nuestra identidad. Aquello que
nos hace uno en la naturaleza y en la cultura. Lo que nos distingue de otros.
Nuestra diferencia. Nuestra singularidad biosimbólica.
Se debe evitar
la mezcla racial (de grupos etno-culturales no emparentados). Por el bien de
los nacidos. Tendrán una doble herencia; un alma dividida (doble identidad
simbólica); dos lealtades.
Los mundos
generados por los pueblos no son comparables entre sí. Los sincretismos
culturales son híbridos indeseables, monstruosidades. Se pierde la pureza, la genuidad.
Todos los
pueblos que se hayan mantenido ‘vivos’ hasta el momento presente tienen el
deber de conservar y preservar su esencia, su singularidad biosimbólica. Contra
todo mestizaje, contra toda hibridación, pues. Por el bien de los futuros.
*El alma
escindida, desgarrada, rota, de los mestizos. Aquellos seres medio esto, medio
aquello. Aquellos que encarnan una doble herencia. Sobre todo cuando estas
herencias son fuertes, porque cada una tira para sí, e intenta prevalecer sobre
la otra. Pienso en el caso de las uniones entre judíos y europeos, en su
descendencia.
¿Qué
criterio adoptar para inclinarse por una herencia o por otra? A nadie le deseo
tal destino. Está claro que los progenitores ignoraron por completo el dolor
que causarían a su descendencia.
Por lo
general los mestizos acaban siendo repudiados o rechazados y no siendo plenamente
reconocidos ni por unos ni por otros. Sucede con los descendientes de negros y
blancos, de chinos y tailandeses (y otras poblaciones del sudeste asiático), de
amerindios y blancos… Ni una cosa ni otra. A nadie le deseo tal vida –tanto más
dolorosa cuanto más consciente.
*Bien está que mantengamos lejos de
nuestros espíritus la mentira
deliberada, pero también debemos estar alerta con los posibles auto-engaños,
con las informaciones erróneas o inadecuadas, con los propios errores de
apreciación…
*Los fuertes, los ricos, los
bellos, los buenos, los inteligentes, los lúcidos… Los débiles, los pobres, los
feos, los malos, los torpes, los sombríos.
Los grandes, los excelentes,
los magnánimos… Los pequeños, los viles, los mezquinos.
Los valientes, los atrevidos,
los osados… Los cobardes, los apocados,
los pusilánimes.
La grandeza y la bajeza. Lo
superior y lo inferior. Lo noble y lo vulgar. Lo alto y lo bajo.
Dos caminos, dos espacios, dos
realidades, dos mundos. No encontrarás grandeza sino en los fuertes, en los
grandes, en los valientes. No encontrarás bajeza sino en los débiles, en los
pequeños, en los cobardes.
La afirmación y la negación de
este mundo nuestro –el mundo en el que venimos a ser. La vida que afirma, la
vida que niega. Diversas actitudes, diversas naturalezas, diversos mundos. La
afirmación de unos y la negación de otros se oponen entre sí como el valor a la
cobardía, o el enfrentamiento a la huida. Es preciso reconocer, sin embargo,
que no conoceríamos lo uno sin lo otro. Es una ‘armonía inaparente’ (una
complementariedad), en palabras de Heráclito. Es un dilema también; una
disyunción, un doble camino. Una elección.
*La voluntad (el apetito, el
deseo…) está en el origen. Pero esa pulsión volente, apetitiva, es causa de
frustración y de sufrimiento (pues no siempre podemos conseguir lo que
queremos). Por consiguiente, no hay otro modo de evitar el sufrimiento que
eliminando el deseo. Ésta es la lógica nihilista. Digo únicamente que si la
vida es voluntad y apetito (de manera necesaria y consustancial), ¿cómo va a
ser posible eliminar la voluntad sin eliminar la propia vida?
Prometen (los nihilistas), como recompensa a esta absurda
y necia auto-castración, una dicha eterna –el goce eterno de sí. Es el goce de
Narciso; el goce del idiota.
*La vida como riesgo, como esfuerzo, como lucha. Desde su remoto
origen; desde que se origina en el vientre materno. En un principio todo le era contrario. Desde sus
comienzos tuvo que esforzarse, luchar, vencer, dominar. Transformar el entorno
físico-químico. Garantizarse el futuro; conquistar, crear ese futuro.
*Lo viviente es
el ser: no hay más ser. Das Lebende ist das sein: weiter giebt es kein sein. Nietzsche.
(Otoño 1885-primavera 1886; 1, 24).
*Es el ser
genético el que hereda al ser simbólico (el complejo ‘yo’ cultural), y no al
contrario (como hasta ahora se piensa). El ser genético es el único que deja en
herencia, y el único heredero. La sustancia viviente única –virtualmente
imperecedera.
*No hay raza
humana, sino razas humanas. La ‘humanidad’ es el conjunto de las razas o
sub-tipos.
*¿Sería muy
aventurado decir que las razas (las variaciones) sucesivas son versiones
mejoradas –mejores adaptaciones?
Algunos dicen
que las nuevas especies o subespecies que aparecen son el resultado de micro-mutaciones
puntuales (en la sustancia genética) en un principio neutras o sin inmediatas
consecuencias. Un acumulo de estos pequeños cambios en la línea genética de la
especie (en el cariotipo) es lo que produciría
a la larga las variaciones o las nuevas sub-especies. Son partidarios de
una deriva genética carente de intencionalidad, sin finalidad… a la deriva,
justamente.
Yo digo, por el
contrario, que hay inteligencia y previsión en la sustancia viviente única; que
hay voluntad e intencionalidad en cada uno de sus actos. Que hay causa final
(Aristóteles) en lo que concierne a las formas vivas. No es casualidad el ojo, o
el oído. No son casuales los órganos o los sentidos.
(Aquí también
hay un dilema, ¿por qué elegir el callejón sin salida; el camino menos
constructivo, el menos fructífero?)
Cabe hablar de
causas internas (intencionales) y causas externas (las mutaciones puntuales
aleatorias) en la evolución de las formas vivas. No son excluyentes.
*Es preciso
distinguir entre pueblo y raza (o etnia). En un principio eran las razas (las
ramas del árbol de la vida). Y estas ramas puras fueron las que crearon la
cultura sumeria, la primitiva cultura china, la cultura egipcia, o las culturas amerindias.
Culturas con rasgos bien definidos; netamente diferenciadas, puras.
Los pueblos
suelen estar constituidos por individuos de razas o grupos étnicos emparentados
(pertenecientes al mismo tronco), como los antiguos helenos, o como los actuales chinos, japoneses, o
europeos. Se comparten ancestros, lenguas y culturas, mundos…
Es posible que
el primer núcleo poblacional arya estuviera ya constituido por miembros de
comunidades diversas, aunque emparentadas. Podemos hablar de un ‘pueblo’ que,
en un principio, compartía rasgos étnicos y lingüístico-culturales. También es
posible que el primer núcleo fuese una raza pura, muy extendida en el
territorio (entre el Mar Negro y el Mar Blanco (el Báltico), parece), y sin
mezcla alguna desde tiempo inmemorial. En cualquier caso, las dispersiones
posteriores (los diversos pueblos aryas o indoeuropeos) mezclarían a los grupos
originarios con poblaciones ajenas que en algunos casos degradarían por
completo el material genético heredado –éste desaparecería (como sucedió en el
caso de los aryas védicos y, en menor medida, entre los pueblos iranios).
Fuera como
fuese, este núcleo primitivo tiene las claves de nuestras lenguas y de nuestras
culturas pre-cristinas o pre-islámicas. El núcleo lingüístico-cultural del que
proceden todas las lenguas y culturas aryas (griegas, védicas, iranias, hititas,
romanas, celtas, germanas…)
*Las idas y
venidas de los diversos pueblos aryas por las tierras de Europa desde hace
miles de años nos han mezclado una y otra vez. La península ibérica, por
ejemplo, tiene componentes celtas, griegos, romanos, y germanos (tan sólo en
torno al 5 por ciento el material genético no caucásico). En el centro y el
este, baltos, eslavos y germanos también están muy mezclados; en el oeste, los
germanos y los celtas; y los germanos del norte (los escandinavos) están
mezclados con baltos, fineses y lapones (estos últimos son caucásicos blancos,
aunque pertenecen a otra rama lingüística). De una u otra forma, corre por
nuestras venas sangre arya por los cuatro costados.
*Yo hablo de
blancos, caucásicos, e indoeuropeos. Vascos y ugrofineses (estonios,
finlandeses, lapones, húngaros), aunque blancos y caucásicos, no pertenecen al
tronco arya o indoeuropeo y deben preservar y/o recuperar sus tradiciones por
sí mismos y para sí mismos –aunque nosotros estemos con ellos y le apoyemos en
su lucha por recuperar el nexo con el pasado pre-cristiano (o pre-islámico).
*Hoy
disponemos de medios suficientes para ubicar en el tiempo y en el espacio
(cuando y donde) el ‘nacimiento’ de ciertos rasgos fenotípicos como el color de
la piel, del pelo, o de los ojos. La rama caucásica tiene sub-ramas, o
sub-tipos. No es uniforme. Los rasgos que definen al sub-tipo arya o
indoeuropeo son: piel clara, cabellos claros, ojos claros; alta estatura,
complexión atlética. Tienen su cuna, según los genetistas, en algún lugar de la
actual Ucrania (al norte del Mar Negro), hace ocho o diez mil años.
*Noticia
un tanto atrasada desde Tayikistán (2005) cogida al paso en el google estos
días. Los tayikos (área persa) se
consideran a sí mismos como una nación arya y reivindican la esvástica. Yo
diría que es la primera nación arya que emerge tras la derrota. El año 2006 fue
declarado el año de la Civilización o Cultura Arya. Anoto el enlace:
*No hay otro
culto (público o privado) que el cultivo de lo propio. El propio fuego, la
propia luz. Todo pueblo sano se conmemora y se festeja a sí mismo. Su origen,
su historia, sus gestas…
Los juegos
pan-helénicos, por ejemplo, tenían ese carácter de culto público, de acto
religioso (religante, vinculante, simbólico). Todas las fiestas o festejos públicos
pueden ser considerados como actos de culto que implican a toda la población.
Las futuras
fiestas públicas pan-aryas vendrán. Están por venir. Nosotros las
instituiremos. Las extraeremos de nuestra propia historia, incluida la más
reciente (la experiencia arya germana). Tendremos nuestro calendario sagrado.
Actos públicos (siempre
religantes) que impliquen a toda la comunidad arya. Las autoridades civiles o
militares ejercerán de sacerdotes para la ocasión.
Lugares. Espacios
acotados de religación. Lugares de culto al aire libre; pero también templos,
centros religioso/culturales, capillas… Todo vendrá. La ‘ecclesia’ arya
crecerá, prosperará, brillará; la comunidad, la nación arya.
*La joven nación
arya está por cuajar, por desarrollarse; ha de ser madre –de nuevo (a la manera
de Hera; recuperada la adolescencia y la virginidad).
El brote que
somos, la rama dorada, ha de dar frutos.
*La rama dorada
es el brote, el inicio. La comunidad en sus comienzos, en su aurora. Esa sublime
experiencia. Hoenir es como Eneas. Los que llevan la rama, el brote, la
incipiente comunidad.
Hoenir y Eneas
son ambos supervivientes. Ahora es el tiempo de Hoenir, y de Balder, y de
Vidar… Tras el invierno supremo. Ahora vienen los dioses jóvenes, la renovación,
la nueva primavera… un nuevo comienzo.
La aurora tiene
que ver con esto. Cada renacimiento es una nueva aurora, una nueva mañana, un
nuevo día. Nuevo período, nuevo ciclo. Nuevos horizontes. Ver novum.
*Los mitos de
retorno o de renovación que nuestros antepasados lanzaron al futuro. Previendo
los apagamientos, las decadencias, las caídas: el secuestro de Dyaus/Zeus, las
prolongadas sequias, las inundaciones… los ‘inviernos supremos’. También en el cuento
popular: los reinos ocultos por la maleza, detenidos en el tiempo; los
príncipes y princesas dormidos, paralizados...
Estos relatos
hablan de apagamientos y resurgimientos. Proyectan esperanzas de futuro, de
solución, de salida. Tendremos recuperaciones y despertares, vienen a decir;
pasarán las sequias, las riadas y los inviernos supremos. Los obstáculos
desaparecerán, serán vencidos. Volverá la vida. Renaceremos.
Ahora estos
relatos nos hablan a todos. Sean germanos, griegos, o védicos, ahora son
válidos para todos los individuos y pueblos aryas. Indra, Heracles, Thor…
Vritra, Tifón, Surt… la malvada madrastra. Héroes y obstáculos.
Hoy día estos
relatos, estos mundos, no circulan, carecen de vigencia; no se usan. Su
lenguaje críptico, alegórico, no se aplica a los tiempos que corren. Estos
mundos están dormidos, inactivos, descuidados, olvidados, casi perdidos –sólo
en manos de filólogos y especialistas.
La labor de estos
expertos. El acumulo de soma simbólico (el que inmuniza, el que fortalece…) para
los futuros. Cuando las jóvenes generaciones vengan a despertarse de este sueño
o letargo (inducido) no se encontrarán ni desnudos, ni desarmados.
Las generaciones
de la aurora (las milicias aryas) avanzarán revestidas y armadas de luz, y a su
paso el reino despertará, reverdecerá.
Las primicias
están por venir.
*Nueva
religiosidad, nueva espiritualidad, nueva devoción… Un renovado fuego.
*Los europeos
tendríamos que considerar las cuevas paleolíticas (pintadas) o las
construcciones megalíticas como lugares sagrados. E igualmente los restos (las
reliquias) arqueológicos pre-cristianos (griegos, romanos, celtas, germanos,
baltos, eslavos…). Son lugares especialmente sagrados en un territorio ya
sagrado (Europa). Las tierras europeas nos cobijan desde hace milenios. No hay
rincón de esta tierra que no evoque a
nuestros antepasados.
*Cielo:
padre, esposo, hijo. Tierra: madre, esposa, hija. Las bodas sagradas. La
sagrada familia.
*La religión
arya tiene dos fundamentos: la sangre (el genio, la raza, la estirpe ancestral),
y la(s) cultura(s); el logos natural (genético) y el logos lingüístico-cultural
(simbólico). Naturaleza y cultura. Tierra y Cielo. En estos extremos reside lo
santo, lo sagrado indoeuropeo.
La comunidad
arya como madre; lo simbólico como padre. Lo simbólico es generado por la
misma comunidad. La materia simbólica,
el soma simbólico. El mismo cielo. El que a su vez fecundará a las nuevas
generaciones –que volverán a generar materia simbólica. Es un ciclo a dos simétrico
y reflexivo (A=>B, B=>A). Es aditivo, además. Cada generación incrementa
(lo sepa o no lo sepa) el acervo cultural.
El flujo, el
fluido simbólico. De la tierra al cielo y del cielo a la tierra. La cadena
aurea –la propia. La que no se debe romper jamás.
La experiencia,
la memoria colectiva. La propia historia (en la medida que pueda ser conocida).
El saber de un pueblo; su particular sabiduría.
La fidelidad y
la lealtad hacia nuestra gente y hacia nuestras culturas ancestrales. Hacia la
‘madre’ y el ‘padre’; hacia la tierra y el cielo. La fidelidad y la lealtad
debidas a los nuestros y a lo nuestro. La ‘fe’ arya.
*
Hasta
la próxima,
Manu
¿A quién votar en unas elecciones?
ResponderEliminarDe los partidos identitarios, que son de los únicos de los únicos de los que se puede hablar, pues los demás son el sistema puro y duro, pues estos partidos identitarios, además de perseguidos y debidamente contrarrestados, todos ellos se dicen católicos, a parte de ser muchos y divididos.
¿No sería conveniente crear un partido identitario auténtico?
¿O es que este renacer no va a llevar aparejado la irrupción en política por considerarse peligroso, al menos de momento?
¿Quizá prematuro, quizá innecesario?