Identitary@s.
Manu
Rodríguez. Desde Europa (11/03/14).
*
*Una
identidad (la arya), una nación (la arya), una religión (la arya). Éstas son
las claves espirituales y de combate.
Un
movimiento identitario puramente arya (en cuerpo y alma). Un nacionalismo
pan-arya que comprenda a todos los pueblos aryas de Europa y la Magna Europa
(las Américas, Australia, Nueva Zelanda). Y una religión que no puede ser otra
que la herencia étnica y lingüístico-cultural de los pueblos aryas. En esto
consiste nuestro credo y nuestra fe.
Nuestra
gente, y nuestras tradiciones culturales desde sus orígenes hasta nuestros
días. Esto es lo sagrado arya.
*La
idea es crear o establecer ‘centros religioso/culturales aryas’. Sólo para
aryas (étnica y culturalmente hablando). Con sus bibliotecas, sus claustros,
sus salas de conciertos, sus capillas… Claro que hace falta dinero, pero más
que dinero hacen falta tal espíritu y tal deseo. Si lo quisiéramos hasta a la
sombra de los olivos (el árbol de Atenea) podríamos establecer esos recintos
espirituales para nuestra gente. En realidad no necesitamos más que eso, la
voluntad de que tal cosa se realice. Nos basta con nuestra presencia y nuestra
palabra. Podemos reunirnos en cualquier lugar.
Una
vez consolidados, en el futuro, dispondremos de esos centros. Pero antes
tenemos que ganarnos, que merecer ese futuro. Tenemos que perseverar, pues, en
esta nuestra lucha hasta reconquistar lo perdido (nuestra identidad, nuestra
libertad, nuestra soberanía, nuestra independencia…). Esa Reconquista es
nuestra única garantía de futuro.
Lo
importante es ahora nuestra situación jurídica, política, e histórica. Un
pueblo extranjero escribe nuestra historia más reciente (el último siglo),
dicta nuestras leyes, y dirige nuestra política interior y exterior. El cerco
sobre nuestro pensamiento es férreo y tenaz. Se nos impide (legalmente)
cualquier movimiento. Se nos silencia, se nos persigue, se nos condena, se nos
impide la defensa (el caso Zündel)…
Ni
los juristas, ni los historiadores, ni los políticos (la mayoría)… Apenas nadie
está con nosotros, con los nacionalistas. Fíjate cómo los últimos movimientos
políticos de cara a las próximas elecciones europeas denuncian a los
nacionalismos (las recientes conferencias de Barroso y Merkel). No cesa la
criminalización de los partidos nacionalistas –que, a pesar de la ‘censura’ de
nuestros gobernantes (de quienes los dirigen), cada vez pululan más por Europa.
El nacionalismo es pecado, es el mal. Y el peor es el nacionalismo pan-arya.
No
hay, parece, ni intención ni voluntad por parte de nuestros juristas,
historiadores o políticos de clarificar nuestro sistema de justicia, nuestra
historia, o el régimen de nuestras libertades. Hemos devenido pueblos sin
orgullo, sin dignidad, sin ‘cogones’. Permitimos que otros (los judíos y sus
partidarios) planifiquen y dirijan nuestras vidas.
Desde
la cristianización no habíamos caído tan bajo. También en aquellos días se nos
impedía cualquier retorno a la fe de nuestros antepasados, se mancillaba su
memoria, y se reescribía nuestra historia. Hoy como ayer. La historia se
repite, parece. Pero esta vez no podremos levantar cabeza. Si cuando la
cristianización perdimos nuestras culturas y el nexo con los antepasados, esta
vez perderemos también la tierra. Los millones de extranjeros que se asientan
en nuestras tierras acabarán deformando, desvirtuando, alterando
definitivamente la faz de nuestra patria milenaria. Este es el fin de la Europa
blanca, de la Europa europea, amigo.
¿Quiénes
son los artífices de este desastre, de esta tragedia?
*El
laberinto europeo y su minotauro. La ‘intelligentsia’ judía.
*Los
judíos se han metido en nuestra cultura para viciarla desde el interior. Sobre
todo en las llamadas ‘humanidades’ –filosofía, artes, historia, ciencias
políticas, derecho, economía… antropología cultural, sociología… Considero la
obra de estos pensadores como de mala fe, malintencionadas (Marx, Boas, Freud,
Adorno, Marcuse, Lévinas, Derrida…).
Se hace necesario purgar estas ramas de nuestra cultura
de todo lo judío.
*La
represión ejercida contra los movimientos nacionalistas nos viene de los
judíos, que están controlando nuestra vida política desde el fin de la IIGM.
Son ellos los que prohíben partidos, libros, información… Persiguen y prohíben
la verdad. El fundamento de estas leyes represivas se inspira en la falaz
historia del período nazi y de la IIGM elaborada por los mismos judíos.
La
revolución comenzará en Europa (en palabras de MacDonald). Lo primero será
conseguir que esas leyes sean abolidas. Estas leyes han sido diseñadas por
judíos, como en el caso de Francia (la ley Fabius-Gayssot, promulgada en 1991).
Fabius, ministro del actual gobierno ‘socialista’ de Holland, es judío; e igualmente Gayssot, diputado en
su momento del Partido Comunista).
En
Francia, la izquierda y la derecha están lideradas por judíos (Holland y
Sarkozy son judíos). Ocupan todas las alternativas políticas (salvo las
nacionalistas). Es una comedia; es un plan. El pueblo vota mayoritariamente a
políticos judíos, a los represores. Está claro que de estos no nos vendrá la
liberación. No moverán un dedo a nuestro favor, bien al contrario.
Una
revolución nacionalista arya. De nuevo. Una revolución en las casas, en las
calles, en los puestos de trabajo, en las escuelas y universidades. Un
movimiento de rebeldía y de desobediencia civil. Contra la injusticia y la
mentira. Contra la calumnia y la difamación de nuestro pasado. Basta. Se trata
de reconquistar lo perdido.
*En
todas partes, y continuamente. La imagen horrible que de nosotros se ofrece. En
nuestras escuelas, en la educación de nuestro niños y adolescentes. En la
prensa, en la literatura, en el cine, en las series de televisión que nos
vienen de EEUU y Europa. Sin olvidar los eventos relacionados con el llamado
holocausto, que se producen constantemente (aniversarios, exposiciones,
conmemoraciones…).
Omnipresente,
la propaganda del enemigo. Contra nosotros, contra nuestros pueblos.
Mancillando, calumniando, difamando…
pisoteando nuestro credo, nuestra fe, nuestra esperanza, nuestra única salida.
Obviamente,
los fundamentos de esta ‘ideología’ anti-nazi y anti-fascista en las series, películas, novelas y demás,
penetran e impregnan cada vez más la mentalidad de nuestras poblaciones –su
anti-etnicismo y anti-nacionalismo; su carácter universal, cosmopolita,
multirracial y multicultural. Es un lavado de cerebros dirigido exclusivamente
a los pueblos blancos. Aquí operan hábiles ingenieros sociales.
Todo
el mundo se acoge a la perspectiva judía del período nazi y de la última guerra
europea. Nadie se atreve a discutir o poner en duda su ‘historia’. Aquellos que
lo hacen se enfrentan al ostracismo social (perdida del trabajo, marginación…),
y a la acción judicial y los tribunales –a la
condena social y judicial. Está todo atado, y bien atado.
*El
universalismo cristiano fue un movimiento eminentemente judío (el
judeo-mesianismo), de la misma manera que lo son la masonería (transnacional y
transcultural), el internacionalismo comunista (el judeo-bolchevismo), o el
actual globalismo judeo-demócrata-liberal. Invenciones, engendros judíos.
Instrumentos de alienación y de dominio.
*El daño que los
judíos han hecho a nuestros pueblos (desde
la cristianización hasta nuestros días) es incalculable y en muchos casos
irreparable. Los últimos doscientos años han sido terribles. La contribución
judía a nuestras dos últimas guerras europeas, con sus millones de muertos, son
innegables. La confusión y alienación ideológica y espiritual de los tiempos
que corren es obra suya.
Son numerosas
las observaciones y los consejos que desde hace más de doscientos años las
grandes figuras de nuestra cultura nos han dado acerca de los peligros de los
judíos (desde Voltaire, Benjamín Franklin…). No les hemos hecho caso, y así nos
va.
Tenemos los
últimos sucesos en Ucrania y su conflicto con Rusia, a cuenta de la península
de Crimea. La política judeo-estadounidense
es contraria a Rusia. Rusia se opone a los judíos (a los intereses
geopolíticos israelitas –no estadounidenses, téngase en cuenta esto). Este es
un conflicto provocado, inducido. Son los judíos los que dirigen toda esta
operación. Y no les importarán los muertos, eslavos en cualquier caso, que en
este conflicto pudieran producirse.
El
enfrentamiento de los judíos con Rusia comenzó a finales de los cuarenta del
siglo pasado. La revolución rusa fue obra de los judíos, como tuvo el mundo
sabe, y los mismos judíos no dejan de estar orgullosos de ello (ocultando o
minimizando deliberadamente su brutalidad, su crueldad, su criminalidad). Pero
algo sucedió cuando la creación del Estado de Israel en1948. Stalin, desde ese
momento y hasta su muerte (1953) fue eliminando la presencia judía en los
cuadros del partido y de gobierno (hasta entonces omnipresentes), y esta
política se mantuvo hasta el final de la URSS, y se mantiene en la actual
Rusia. Está claro que los judíos ni olvidan, ni perdonan.
¿La salida? Para
todos los pueblos, yo diría, el nacionalismo étnico y lingüístico-cultural. Y
en nuestro caso, únicamente el camino nacionalista arya. Éste es el
nacionalismo que todos los pueblos blancos necesitamos. La solidaridad arya. La
solidaridad entre los pueblos eslavos y de estos con los pueblos germanos,
bálticos, celtas, y románicos. La solidaridad blanca. Ésta es nuestra única
salida.
*Nos
encontramos ante un dilema, un doble
camino. Un camino, el que ahora llevamos, conduce a la muerte y al olvido; el
otro, el camino arya, nuestro camino, nos conduce a la vida y al recuerdo, nos
conduce al futuro. La nación (y la religión) arya es esa salida, ese camino. Si
no es por este camino, no tendremos futuro.
*El
Estado racial o étnico. El pueblo, formado por grupos étnicos emparentados. Se
impide el acceso de cualquier extranjero a la dirección y gobierno de las
propias cosas.
*Para
encontrar el nacionalismo étnico hay que dar un paso atrás del fatal momento de
nuestra cristianización. Desde la cristianización nuestro lenguaje se
transformó en universal (urbi et orbe).
Hemos perdido la costumbre del ‘nosotros’ diferenciado, y exclusivo; del
‘nosotros’ étnico y lingüístico-cultural. La auto-referencia.
No
hay auto-cuidado ni auto-preservación en el lenguaje universal. Con el lenguaje
(la perspectiva) universal nos ignoramos a nosotros mismos.
Un
paso atrás del universalismo –religioso o político. Ahí se encuentra lo propio,
lo nuestro, lo singular; las propias señas de identidad. El propio lenguaje, el
propio discurso. La madre-patria reencontrada.
Se
renace al propio ser; uno es devuelto a su casa, a los suyos, a su lugar.
*El camino
arya es lo que deben recuperar todos los individuos y pueblos aryas. La estela
propia. La propia palabra. La propia luz.
*«...la
nación no era —según los marxistas— otra cosa que una invención de los
capitalistas; la patria, un instrumento de la burguesía, destinado a explotar a
la clase obrera; la autoridad de la ley, un medio de subyugar al proletariado;
la escuela, una institución para educar esclavos y también amos; la religión,
un recurso para idiotizar a la masa predestinada a la explotación; la moral,
signo de estúpida resignación, etc. Nada había, pues, que no fuese arrojado en
el lodo más inmundo».
Estas
palabras son de Adolf Hitler, y tienen poco menos de un siglo. La crítica a la
patria/nación, a la autoridad, a la religión, a la moral, a la educación… era
habitual en la prensa judeo-marxista de finales del XIX y principios del XX.
Estos ‘argumentos’ fueron retomados tras la segunda guerra por los estrategas
judíos Adorno, Horkheimer, Marcuse y
tantos otros. Hoy se les añade la crítica a la familia, a la moral
sexual (a favor de la liberación sexual), la propaganda a favor del aborto…
*La
guerra emprendida por las potencias del mal contra la nación arya fue (y es)
una guerra sin honor; una guerra sucia.
No cabe
duda que el honor, la nobleza, y la caballerosidad, en esta última guerra europea, estaban del lado
nazi (hay numerosas anécdotas de ello).
*No se
trata tan sólo de que el nazismo fuera injustamente condenado. Hay algo más. La
condena del nazismo es un arma, un instrumento, un útil en manos del enemigo.
La cuestión nazi. El enemigo hace estragos en las filas blancas con esta arma.
La
cuestión nazi (los crímenes contra la humanidad y todo lo demás) no es sólo un
arma de intimidación moral contra individuos y naciones o Estados, sino
jurídica también. Toda la temática, y su tratamiento en los media, sigue siendo
propaganda de guerra. Nos movemos en un ambiente de guerra. Somos testigos cada
día del permanente ataque ideológico (moral, político, jurídico…) contra al
nazismo, y contra Estados no gratos a los poderes dominantes (a quien nos manda
verdaderamente), en la prensa y en los medios de comunicación todos. Ante la
menor sospecha de nacionalismo se habla de la sombra del nazismo…
(El caso
reciente de Suiza, que pretende restringir la libre circulación de emigrantes
en su territorio. Adviértase la llamada de atención, los ‘consejos’ que de
inmediato les ha dado Moody’s (la agencia internacional de calificación
económica). Las veladas amenazas económicas y financieras. Así comienza la
cosa. Lo próximo será hablar de derechos humanos, racismo y todo lo demás. La
campaña de prensa. No falla.)
El
aparato, el dispositivo ideológico represivo (estatal y mediático) del enemigo
contra el nazismo –y contra todo movimiento de liberación, de independencia de
las normas internacionales, de autonomía. El arma total.
Tarde o
temprano la superchería montada acerca del nazismo y la segunda guerra mundial
se vendrá abajo. Fue montada por unos y otros por diversos motivos. Unos para
acallar y desviar la atención de sus propios crímenes (los ejércitos aliados);
otros viendo culminada su tarea, la descalificación del nazismo (y de los
nacionalismos), y la exaltación del judío eterno y universal.
*Si los crímenes
atribuidos a los nazis son indemostrables, los crímenes de las potencias
aliadas (durante la guerra y postguerra) y los del judeo-bolchevismo sí están
documentados y son indiscutibles.
*“El
enemigo de mi enemigo es mi amigo”. No siempre es el caso. ¿Cómo vamos a
decidirnos entre la nación judía (los intereses judíos) y la nación musulmana
(los intereses musulmanes), cuando ambas procuran nuestra destrucción? Por lo
demás, el islam, como el judeo-mesianismo, es una rama del árbol judío.
*Es
un insulto, para nosotros los nacionalistas aryas, que fundamentalistas
cristianos (judeo-mesiánicos) se auto-proclamen como ‘nación arya’, que se
hayan apropiado de este sublime concepto. La nación arya no puede ser ni
cristiana, ni musulmana, ni budista… La nación arya no puede ser otra cosa que
arya; no puede tener otra religión que la arya.
La propia
herencia biosimbólica de los nacidos aryas, ésa es la religión arya.
*Somos la raza última, la raza más joven. Algo nuevo traemos.
Algo nuevo somos. Tal vez en esta novedad radique nuestro mensaje, nuestra
misión. La rama arya aún no ha terminado de decir su palabra.
*Recuperaremos
nuestros símbolos todos; nuestra historia, nuestra memoria. Y restituiremos el
honor de la primera nación arya –la germana. La nación arya volverá a ser
reconocida.
*Nosotros
somos una comunidad/nación étnica y culturalmente diferenciada del resto de
comunidades étnicas –de la china, de la japonesa, de la judía…
*Hay
que reconocer que la primera nación arya es la germana, y que esta experiencia
se constituye como un modelo a seguir, pero el mensaje iba dirigido a todos los
pueblos blancos e indoeuropeos. No quedaba sólo en los germano-parlantes. El
nacionalismo arya (el nazismo) llama por igual a todos los pueblos blancos de
tradición indoeuropea.
La
clave, a mi manera de ver, de este movimiento pan-arya reside en la identidad
biosimbólica de los numerosos pueblos aryas, en la comunidad de genes y
culturas. La nación arya está dada. Y trasciende, claro está, las diversas
nacionalidades históricas (España, Francia, Inglaterra, Alemania, Ucrania,
Rusia…) en las que nos movemos.
En pocas
palabras, hay que pasar del nacionalismo blanco e indoeuropeo francés, noruego, lituano, ruso, o alemán, al
nacionalismo pan-arya europeo.
Es
un desplazamiento del fervor, de la devoción; de la fidelidad y de la lealtad.
Es un desatar de un lado y un atar en otro. Es una ‘conversión’ lo que le
pedimos a nuestros hermanos.
Lo
que encuentran al otro lado, lo que le ofrecemos, es una identidad ancestral, una nación, y una
religión. Ni más, ni menos.
No
lo tenemos fácil. Exceptuando a los pequeños grupos nacionalistas e
identitarios, la inmensa mayoría de las nuevas generaciones vive a espaldas de
estos valores (nación, patria, ancestros...). Y no hay que olvidar que el
nacionalismo arya está mal visto, y es un tema prohibido, perseguido, tabú. La
tarea que tenemos por delante es inmensa (y peligrosa). Y el tiempo urge. Ése
es el problema.
Estoy
convencido que al final habrá un cambio, una transformación en nuestra gente; un
giro, una vuelta, una ‘conversión’ hacia lo propio. No sé ni cómo, ni cuándo,
pero sucederá. Nosotros trabajamos para ellos, para estos futuros.
*El
nacionalismo arya germano, el primero, debe ser reivindicado absolutamente.
Podemos estar tranquilos acerca de la bondad y la moralidad de nuestra causa.
Contra la propaganda anti-nazi o anti-fascista no tenemos otra arma que la
verdad. La verdad histórica de los hechos. Cada vez circulan más textos
clarificadores acerca del período nazi y la IIGM. Los historiadores ya
comienzan a dividirse entre la versión oficial (judía) y la que nos ofrecen los
estudiosos e investigadores independientes.
Los
llamados revisionistas o negacionistas no son otra cosa que buscadores de la
verdad. Son ellos los que están limpiando el honor de los nazis (y de todos los
pueblos blancos). No sé cuánto tiempo aguantarán los partidarios de la versión
judía. Les va en ello mucho, se lo juegan todo (prestigio, reconocimiento,
posición social, poder…). Resistirán hasta el final, supongo, y usarán todas
las armas a su alcance (como siempre han hecho). Este enemigo carece de honor y
de dignidad. La verdad no cuenta para esta escoria humana. Podemos esperar
cualquier cosa de ellos. Ya nos han demostrado lo que son capaces de hacer
(desde los bombardeos de poblaciones civiles con millones de muertos, hasta los
juicios de Núremberg y la infame postguerra). Es una historia negra, sucia,
horrible. No se detendrán ante nada.
Lo
que debe estar claro es que la guerra aún no ha terminado. Es de suponer que el
enemigo seguirá vilificando y criminalizando los movimientos nacionalistas e
identitarios, así como persiguiendo y prohibiendo todo lo que contradiga su
‘historia’. Con todo, estoy convencido de que la victoria final será nuestra.
Es
probable que las actuales jóvenes generaciones vean ese final feliz –la caída,
el desplome de la bestia (y de su montaje). Presenciarán el triunfo de la
justicia y de la verdad. Nada podrá igualar la alegría de los nuestros en esos
días. Por ese anhelado mañana combatimos hoy.
*
Saludos,
Manu
Querido amigo Manu, me quito el sombrero una vez más, no se puede explicar todo de una forma más elocuente y contundente de la que lo haces.
ResponderEliminarDesde luego que es un insulto para nosotros, para los nacionalistas arya, el nacionalismo arya, el verdadero, el puro, que miembros de la secta judeomesíánica se atribuyan el nacionalismo arya. Esa secta lleva el sello del enemigo. Esas tria de religiones semitas no saben hacer otra cosa, y lo dice la historia, que aniquilar culturas autóctonas, asesinar, torturar y perseguir a quienes no hemos entrado en su farsa, civilizaciones enteras y personas libres de todas las épocas han sufrido y sufren esa triada. El despertar europeo surgirá desde este convencimiento masivo.
Un saludo.