El
camino que nos viene de los antepasados. Carta a un amigo.
Manu
Rodríguez. Desde Europa (17/07/14).
*
*Lo
que me cuentas de los neopaganos no me pilla de sorpresa. Estos chicos no saben
lo que dicen. Nunca hubo paganismo. No hay religión pagana. Nunca la hubo. No
sé cuando nos enteraremos de esto. El término pagano designaba
(peyorativamente) a todos los no-cristianos, simplemente; no hacia distinción
entre un egipcio, un griego, o un germano. Deliberadamente borraba las
diferencias y reunía en un solo término despectivo a todos aquellos pueblos que
les rodeaban y que no se hallaban cristianizados; los pueblos que seguían
siendo fieles a las tradiciones ancestrales, al mundo de sus mayores. Nuestros
pueblos pre-cristianos no fueron paganos, fueron celtas, germanos, griegos,
romanos, eslavos… (para abreviar). A ver si nos enteramos de una vez.
También
deberíamos saber que la palabra ‘pagano’ viene del latín (‘paganus-a-um’) y
tiene que ver con aldeanos y campesinos (y sus tradiciones y cultos). Se
relaciona con la palabra ‘pagus-i’ –aldea, tierras–, palabra que aún usamos en
castellano (cuando decimos: “¿qué haces por estos pagos?”) –en catalán los
términos ‘payés’, ‘payeses’, también provienen del ‘pagus-i’ latino. La palabra
adoptó, en boca de los cristianos, el tono peyorativo que aún conserva. Los
‘paganos’ (la gente de las aldeas y de los campos) fueron considerados como
gente inculta, rústica, ruda… in-civilizada. También hoy nuestros urbanitas
tildan a los no-urbanitas (a la gente de la tierra y del mar) de provincianos,
pueblerinos, catetos, palurdos, horteras y demás. La cosa no ha cambiado mucho.
En realidad este término era tanto un arma moral (ridiculizaba públicamente,
señalaba, denostaba, condenaba socialmente…), como un arma jurídica contra los
no-cristianos (hubo ‘leyes contra paganos’). Esto es algo que se está
repitiéndose en estos momentos con los términos ‘nazi’ o ‘fascista’.
Estos
neopaganos tienen, de ese paganismo (de un pasado imaginario) que nunca fue,
una imagen idílica, bucólica, pastoril… muy próxima a ese ecologismo de bajo
coste que hoy circula. Los ‘monederos falsos’ abundan.
Por
otro lado estos grupos no adoptan sino una parte de la cultura de nuestros
antepasados pre-cristianos –los aspectos cultuales, los más ‘vistosos’,
podríamos decir–, y tienen preferencia, por lo general, por uno de los pueblos excluyendo
a los demás (hay celtófilos, germanófilos, helenófilos, eslavófilos…); ignoran
además a los filósofos griegos, la medicina griega, el derecho romano… La
religión de aquellos pueblos, aquello que les religaba y les hacía uno, era su entera cultura, la totalidad de sus
tradiciones e ideales –su memoria ancestral y colectiva, su mundo compartido.
El
legado cultural de un pueblo contiene también la génesis y la historia de su
‘paideia’, de sus ideales de formación, de sus condiciones espirituales de
existencia.
Por lo
demás, hoy no se trata de ser, de practicar, o de seguir un ‘paganismo’ griego, romano, germano o
celta, sino de ser arya, de retomar la senda arya –el camino que nos viene de
los antepasados.
Se
trata del completo legado. Y no sólo del pre-cristiano. El legado llega hasta
Hegel, Darwin, Schopenhauer, Nietzsche, Heidegger… o el descubrimiento del
código genético. Hablamos de nuestro mundo Occidental blanco, de nuestro mundo
singular, único. Este patriotismo
requiere, claro está, de conocimiento y asimilación…, pero no exclusivamente.
Hay algo más en esta re-ligación a tu propio pueblo, a tu propia historia, a tu
propia herencia, a tu propio ser. Yo hablaría de amor, y de amor propio –a lo propio.
Las
actuales generaciones aryas no están a la altura de su legado más íntimo, más
propio, más cercano. No deberíamos olvidar que, en buena medida, somos la
herencia. Hablar de ‘herencia’, es también hablar de ‘ser’.
Una
y la misma cosa son la verdad, el ser, la herencia, el hogar, la libertad.
Las preocupaciones
y el mundo de estos jóvenes ‘neopaganos’ resultan de lo más incoherente: universalistas,
cosmopolitas, ecologistas, pro-abortistas, anti-racistas, anti-fascistas, de
izquierdas, próximos a los anti-sistema... Estas generaciones son, simplemente,
modernas y progresistas, y adoptan comportamientos diseñados que provienen de
los ‘mass media’ –de donde proviene toda su ‘realidad’, todo su mundo. Son
marionetas en manos de los ingenieros sociales.
(Los
progresistas, aquellos que nos conducen a la progresiva destrucción de nuestros
mundos, de nuestros pueblos. Los partidarios de la progresiva auto-destrucción,
de la paulatina auto-disolución de los pueblos.)
Lo
cierto es que buena parte de nuestra juventud está prendada/prendida en estos
movimientos aparentemente revolucionarios. Pero nada favorece más a los
oligarcas, y a los demiurgos de esta horrenda civilización –y su ‘masa’
salarial universal– que estos fuegos artificiales, que estas diversiones
adolescentes apenas nocivas. Las vías de escape, que el propio sistema se
encarga de proporcionarles mediante sus ‘mass media’, son absurdas,
incoherentes, o simplemente auto-destructivas.
Lo
de los neopaganos es sólo un dato, una muestra de nuestras poblaciones multi-escindidas,
desarraigadas, atomizadas… Son ‘masas’ ignorantes de su identidad, siempre
vagabundeando, siempre en busca de identidades y mundos que resultan ser
siempre imaginarios, cuando no extraños, ajenos, foráneos… Toda esta
muchedumbre en manos de los dueños de los medios de comunicación e información;
en manos de aquellos que diseñan sus identidades, y sus ‘mundos’. Alienados,
extrañados, manipulados… Hablo de nuestra gente, de nuestra gente hechizada,
embrujada. Lejos, muy lejos de la patria, de la nación arya –de su hogar, de su
ser.
Esto
les digo a estos ‘progresistas’, a estos ‘embrujados’: “¿Estas libertades son
los signos que me muestras de tu individualidad, de tu libertad…? Esos no son
signos de libertad, sino de servidumbre. Eres siervo de la imagen fabricada por
el enemigo; ese nuevo hombre apátrida, desarraigado, cosmopolita… que nos
vende. Sigues el modelo; el mal modelo, el modelo que te destruye. Eres un ente
social pre-fabricado, diseñado. No eres ni original, ni libre, ni
independiente… ni mucho menos individuo excepcional o soberano; no eres ni
siquiera individuo.”
Yo
hablo de una historia nuestra de la que las actuales generaciones aryas debemos
considerarnos responsables, esto es, de unas circunstancias históricas a las
que tenemos que responder –como los más interesados, pues se trata de nosotros,
de nuestra presencia en este mundo, de nuestro futuro. El tiempo, la hora, nos
convoca. El ser nuestro. La herencia. Nuestra libertad, nuestra verdad. Es una
llamada.
Hay
que adoptar una actitud al mismo tiempo étnica, y cultural, pues se trata de un
doble legado: el natural, y el cultural o simbólico. Éste es el doble legado
que hemos de preservar y transmitir a nuestros herederos. Éste es el punto de
partida, el norte que hemos de seguir. Ésta es la única actitud que garantiza
el futuro de nuestros pueblos. La única salida, el único camino.
Nuestra
identidad es nuestra verdad, y es nuestro ser. A nuestros enemigos les interesa
mucho mantenernos alejados de nosotros mismos. De ahí la masiva y persistente alienación
‘cultural’ que padecemos desde sus ‘mass media’ proporcionándonos personajes,
tipos, pautas, comportamientos sociales; desviándonos constantemente de nuestro
camino, de nuestro ser. De ahí, también, la educación internacionalista,
universalista (en lo moral, en lo cultural, en lo económico, en lo político…),
que recibimos desde la infancia. Una educación (una ‘paideia’) anti-identitaria,
anti-nacionalista… pacifista, altruista; una ‘paideia’ que, simplemente, nos desarma.
Los
omnipotentes ‘mass media’
judeo-paulovianos.
Son
pocos los que se salvan, los que escapan de esta masiva alienación; de esta
perversa ‘matrix’. Estos pocos salvos y despiertos son los puros (los
purificados), los renacidos; las promesas de futuro.
El
enemigo ha conseguido que la identidad, la nación, lo propio… estén depreciadas
en nuestras poblaciones (no está ni siquiera bien visto ser identitario o
nacionalista –hoy nos tachan de localistas o provincianos). Aún más, el enemigo
ha conseguido que el nacionalismo arya sea legalmente condenado. El nuestro,
precisamente, es el único nacionalismo penalizado, ‘ilegal’.
Este
anti-nacionalismo general en nuestras poblaciones es el producto de la
propaganda del enemigo. El anti-nacionalismo (anti-fascismo, anti-nazismo…) que
padecemos los pueblos blancos, y que circula entre nuestra gente incluso como
seña de identidad, no es sólo un arma moral contra nuestros sentimientos étnicos,
identitarios o nacionalistas (contra nuestro amor a lo propio), también es un
arma jurídica mediante la cual se condena y se persigue ‘legalmente’ el
etnicismo arya o blanco.
Recuerda.
Es exactamente lo mismo que sucedió en la antigüedad con el término ‘pagano’ y
las leyes anti-paganas (su doble uso moral y jurídico). Ahora son los nazis los
perseguidos; el nacionalismo arya. Vuelven a querer extirpar por completo, por
los medios que sean, los sentimientos identitarios y patrióticos de nuestra gente.
(Un patriota es aquel que sigue siendo fiel a los Padres.)
Así
están las cosas, amigo. Los pocos que abogamos por nuestra gente y nuestras
culturas estamos ridiculizados, insultados, despreciados, odiados… condenados,
perseguidos, proscritos. ¿Cómo solucionamos esto? Éste es el reto en estos
momentos. ¿Cómo desenmascaramos a estos tramposos, a estos impostores y
usurpadores?
Nuestra
primera tarea ha de ser el desbaratar, desmentir, desmontar… las mentiras,
tretas, y armas del enemigo. Limpiar la memoria de nuestros inmediatos
antepasados (el nacionalismo arya germano) –la primera salida al mundo de la
nación arya. Que resplandezcan de nuevo aquellos hombres y aquellos momentos sublimes.
Aquel nuevo inicio frustrado; aquella nueva aurora; aquella promesa de futuro.
*“Por
qué permanecemos en provincias” es el título de una charla radiofónica que
Heidegger dio en 1934. Por qué seguimos siendo nacionalistas aryas, podemos
parafrasear nosotros, y no universalistas, internacionalistas, o cosmopolitas
(estoicos, cristianos, musulmanes, budistas, marxistas, demócratas, liberales,
comunistas...). Simplemente, nosotros permanecemos fieles a los antepasados.
Llámennos provincianos, paganos, rancios, antiguos, pueblerinos, o como les plazca.
La
provincia, la región, la nación arya. El espacio de los Padres, la Patria
reencontrada. El provincialismo, el regionalismo, el nacionalismo, el
patriotismo… el localismo arya. El territorio, el espacio arya. En la tierra y
en los cielos. Lo sagrado arya. El vínculo sagrado. Nuestro ser. ¿Cómo lo vamos
a abandonar? Estaríamos locos si tal cosa hiciéramos.
“Difícilmente
abandona el lugar lo que vive cercano al
origen”. Hölderlin
*Nuestro
pueblo tiene un futuro que no cesa de anunciarse, de venir, de estar presente. Un
futuro que nos está guardado, que nos pertenece; un futuro que hemos de
cumplir; un futuro nuestro.
*
Hasta
la próxima,
Manu
Muy brillante, como siempre, tu entrada. Ciertamente estas nuevas generaciones están embrujadas, ahí está el detalle de los jóvenes alemanes que se saltan balcones en hoteles de Mallorca, algunos cayendo al vacío, estos son signos evidentes de que el enemigo está logrando sus propósitos con creces. Fíjate también que existen grupos autodenominados neonazis que caen en la trampa-propaganda del enemigo, queriendo ser ecologistas, pro-gays, hembristas, pro-aborto, hasta sí me apuras "anti-racistas", en connivencia con la democracia, apoyando la palabra democracia o república, cuando en realidad el Tercer Reich nunca fue demócrata ni republicano, ahí están muy accesibles los discursos de Adolf Hitler sobre la democracia. Personalmente pienso que esa forma de gobierno fue un delirio y debilidad de Pericles y que actualmente es un instrumento muy eficaz que usa la juderia para llenar Europa de africanos, musulmanes, mezquitas, asiáticos y amerindios.
ResponderEliminarHey!! Cierta vez America estuvo repleta de europeos ladrones.
EliminarAhora solo se viene la mano de vuelta...