Genocentrismo XIII.
Manu Rodríguez. Desde Gaiia (17/08/17).
*
*Todo parece indicar que la
naturaleza (la viviente y la no viviente) no conoce el reposo.
Pienso que nosotros debemos
comenzar por la vida, por nosotros mismos –por nuestro principio. La materia
viviente se distingue claramente de la materia no viviente: autonomía,
auto-organización, autorregulación, auto-reproducción…
La vida aparece siempre cubierta,
protegida, armada… Lo que advertimos son sus vehículos, sus armas, sus
instrumentos… La vida construye y pilota su soma, su cuerpo…
La vida se provee de piernas,
de manos, de sensores, de armaduras, de garras…; de medios de transporte, de
defensa, de ataque…
Los organismos son sus obras;
son diseños de la sustancia viviente única. No hay otro creador, otro ingeniero
(en lo que concierne a las formas vivas). La morfología, la fisiología… La
particular manera de interaccionar los diversos organismos con el medio
(biótico y abiótico). La potencia plástica de la sustancia viviente única; su
imaginación creadora. Inagotable.
La óptica de la vida. Mirarlo
todo en tanto que vida. En tanto que sujeto único. Todo, lo viviente y lo no
viviente.
Sabemos que el planeta en el
que vivimos es el resultado de la interacción entre lo viviente y lo no
viviente. Es un ciclo a dos. Mutuamente se afectan y modifican.
La vida forma parte del
cosmos, del universo-mundo. Es un cosmos que alberga vida, que da lugar a la
vida. Las biomoléculas cósmicas.
No puedo pensar un cosmos sin
vida; un cosmos puramente mecánico; un cosmos sin ojos, sin oídos, sin voz… Un
cosmos para nadie –sin testigos.
La vida como tal no tiene un
comportamiento uniforme e inambiguo. La vida como tal es contradictoria y
antitética. Encontrarás de todo.
Un cosmos (un universo-mundo)
único –¿para qué necesitamos los multiversos que pergeñan en su aburrimiento
los físicos teóricos? Un sistema cerrado, pues, que ni pierde ni gana luz,
materia, energía, impulsión… Un mundo opaco desde el exterior, indetectable
–que no emite señal alguna (que nada deja escapar…). Un sistema completo, autocontenido.
Un mundo único que es también vida, que vive.
La materia viviente cósmica. Únicamente
la sustancia viviente piensa, quiere, siente… Es el pensar y el querer del
cosmos. Es el vivir del cosmos.
Nosotras, la vida, formamos
parte del cosmos único; somos parte del cosmos.
*Antes decía: “los estados de
ánimo del alma, son estados del cuerpo”. Ahora digo: “Los estados (de ánimo)
del soma son los estados (de ánimo) del genouma”.
*De entre todos los
seguidores y admiradores de Schopenhauer
(Freud incluido) fue Nietzsche el que más se separó de él. Lo superó; lo
venció. La afirmación nietzscheana frente a la negación schopenhaueriana.
Nietzsche fue sin duda el único que se enfrentó al nihilismo.
Hay nihilismo tanto en el
psicoanálisis judío (Freud), como en el cristiano (Lacan). Psicoanálisis
finalmente nihilista, judeocristiano.
*Ya no se trata de humanizar
a las nuevas crías, sino de conducirlas al conocimiento de su esencia única, de
su identidad genética.
Más allá de lenguas, razas, y
culturas. Más allá de identidades étnicas, culturales, nacionales… Más allá del
‘hombre’ en verdad.
Nosotros somos la vida.
Nueva ‘paideia’. La
formación, la ‘bildung’ de las nuevas crías,
tiene ahora el cometido de hacer de ellas seres conscientes de su ser
único.
La conformación de una
cultura genocéntrica, suprahistórica… eterna. Esto es lo que queda.
*¿Lo que vale para el hombre
vale para la vida? La reflexiones
existenciales que los seres humanos se hacen, algunas, pueden ser tomadas por
la vida como reflexiones hechas desde ella misma (desde la misma vida). Se
pueden retomar las reflexiones menos antropomórficas y antropocéntricas del
pasado neolítico; las que resulten válidas para la vida –como dichas por la
misma vida.
La filosofía y la poesía… Hay
textos filosóficos, poéticos, literarios… en los cuales el ‘hombre’ no se ha
tenido demasiado en cuenta (su condición humana, el entorno histórico…), que
trascienden su propia humanidad e historicidad. No se trata, en cualquier caso,
de textos metafísicos.
La escritura más que humana.
Cuando el hombre se lamenta por la brevedad de la vida, cuando experimenta el
amor… Las pasiones, los afectos, los pensamientos… que más trasciendan la
condición humana. Las experiencias vitales, esenciales, de la misma vida, las
cuales el ‘hombre’, como vida, también experimenta.
*La vida que una mujer
embarazada guarda en su seno no es ni su vida, ni su cuerpo. No le pertenece.
No puede disponer de ella. Bien al contrario, se debe a ella. Tiene el deber de
llevar a buen puerto su embarazo; tiene que dar a luz esa criatura.
*Genocentrismo en Morin. Morin parte del término ‘genos’,
que se relaciona con clan, familia, estirpe… El genocentrismo tendría que ver
con los antepasados, con la parentela (presente o ausente), con la progenie…
Fabelo Corzo (La Habana), parte de Morin, pero lo extiende a la especie.
Genocentrismo en Dawkins, Wilson… Se toma a los genes
como las unidades mínimas de selección natural, y no al conjunto de genes que
configuran el genoma o genotipo del individuo. Asimismo, se toma a los individuos
como las unidades de selección, y no a las especies, y por consiguiente,
también las especies con respecto al resto de las especies. Hay contradicción
aquí, o son los genes individuales, o son los genes coordinados en genotipos
determinados (individuos de cualquier especie), o son los cariotipos
específicos (las especies)… Esta tesis es, en cualquier caso, ‘la guerra de
todos contra todos’.
Para nosotros el término ‘genocentrismo’ no significa
otra cosa que la centralidad de la vida. El genocentrismo se opone al
fenocentrismo, que se centra en las criaturas, en los fenotipos. No hay sino
una sustancia viviente, la sustancia genética. Es la sustancia genética la que
mueve, pilota, dirige… su cuerpo, su soma. Es la única sustancia que piensa,
siente, quiere… Nosotros, los que respondemos al cariotipo humano, no podemos
ser sino sustancia genética.
El genocentrismo es un monismo biológico. No hay sino una
sustancia viviente, y ésta es la sustancia genética. Los cuerpos (el plasma
somático) desaparecen, el plasma germinal se sucede a sí mismo mediante los diversos procedimientos de
re-producción de sí. No el hombre, la criatura, se eterna (Dante), sino la
sustancia genética, la sustancia viviente única.
No somos máquinas de supervivencia de los genes (la tesis
de Dawkins), sino que somos los mismos genes. Nosotros somos los pilotos de
nuestros somas.
Este genocentrismo deja a los cuerpos girar alrededor del
sol de la vida, de la sustancia genética. Lo importante es la materia genética,
nosotros mismos.
Esta centralidad nueva trastorna por completo la habitual
perspectiva antropocéntrica (fenocéntrica) que sostenemos; la subvierte
absolutamente. No se trata ya de la criatura (del fenotipo), sino del creador
(el genotipo). La perspectiva genocéntrica.
*Aquí se distingue netamente entre la materia viviente y
la materia no viviente. La materia viviente es la sustancia genética (las
bases, los ácidos nucléicos conjuntados, coordinados… en sus respectivos
organismos), la materia no viviente es la materia extensa, podríamos decir –la
materia inerte. La materia viviente es también la materia pensante, volente… La
materia viviente es el único sujeto en toda actividad biológica. No hay otro
sujeto. No el fenotipo, sino el genotipo es el único que hace y dice ‘yo’.
Hay fenocentrismo cuando se dice que la conducta humana
(o de cualquier otra especie) está determinada por los genes, o que tiene una
base genética, puesto que son los mismos genes los que se conducen. No se
conduce el hombre, o el gato… se conduce en todo momento la sustancia genética
que les habita. La conducta es, en todo momento, la de la sustancia genética.
No es el ‘hombre’ el que se extraña en sus creaciones, es
la sustancia viviente la que se extraña en sus criaturas (en el ‘hombre’,
nuestro caso). El ‘fetiche’ es el ‘hombre’ o los ‘hombres’ que han pergeñado
las diferentes civilizaciones y culturas.
El genotipo se ignora cono sustancia viviente única, todo
lo atribuye al ‘hombre’, su creación. La sustancia genética se ignora a sí
misma.
*La sustancia genética modifica el entorno, y se deja
modificar por el entorno. Ésta es la evolución. En su devenir la sustancia
genética llega a ser una y otra vez ‘otro’ y ‘otro’… (la multiplicación de los
cariotipos –especies, genomas específicos).
Para levantar un cuerpo la sustancia genética tiene que
interaccionar necesariamente con el medio físico-químico (temperatura,
gravedad, presión atmosférica…). El entorno físico-químico es, de alguna
manera, superado. La sustancia genética no sólo adapta su soma (su cápsula
protectora, su vehículo…) al entorno, también lo supera, lo ‘vence’, lo domina.
Podemos hablar de conocimientos o saberes innatos en la
medida en que es la misma sustancia la que se re-produce una y otra vez. Los
nuevos genomas ‘nacen’ con experiencias, prácticas, y saberes adquiridos a
través de millones y millones de años.
Materia viva, y materia inerte
No se trata de una relación de causa-efecto (de los
niveles inferiores a los superiores), sino que la sustancia genética es la que
en todo momento realiza la acción. La sustancia genética es el único sujeto. No
causa o determina… no está detrás de tal acción o de tal ente, sino que está en
la misma acción o en el mismo ente.
En lo que concierne a la vida (a los fenómenos
biológicos) todo se ‘reduce’ a la sustancia genética, a la sustancia viviente
única. Es el genoma (el genotipo de la criatura) el que en todo momento ‘va’
(se mueve, asimila nutrientes del entorno…).
La vida está supeditada a las ‘leyes’ físico-químicas,
pero no se reduce a éstas.
Hay en la vida algo que es suyo propio.
*Podríamos decir que los genes son las palabras que usa
la sustancia genética (los genotipos, los genomas). Son órdenes, mandatos,
encargos… La sustancia genética se dice (se expresa) en sus propios ‘términos’.
Términos, expresiones, textos… que extrae de sí.
La vida se desplaza del organismo al ADN –de la criatura
al creador. “Los genes como los poseedores de la primacía causal del fenómeno
vital…” (Morange… –en Riera). En el
genocentrismo la sustancia genética viene a ocupar el centro de los fenómenos
vitales (biológicos). Y no sólo el centro. La sustancia genética no es la causa
de cualquier fenómeno vital, es el único fenómeno vital –lo único vivo en la
criatura (organismo).
La epigenética, el proceso que va del genotipo al
fenotipo. La interacción con el entorno (factores ambientales…) y su influencia
en la expresión fenotípica. Nadie puede negar esta influencia, pero la primacía
de la sustancia genética en la cadena de los fenómenos biológicos sique siendo
indiscutible.
En los estudios de biosemiótica se ignora el carácter
colectivo, simbólico, de toda semiosis (de todo intercambio de señales). Y esto
sucede en lo grande como en lo pequeño. El organismo (individual) no crea su
propio ‘umwelt’, sino que lo hereda, y lo comparte.
El ‘lenguaje’ con el cual los seres vivos se
interrelacionan con el entorno; cómo lo semiotizan, cómo lo codifican. En los
organismos unicelulares (pro- o eucariotas) tales ‘lenguajes’, tales
‘representaciones’, tales ‘mundos’… se heredan. El código está inscrito en el
propio ser genético.
En los metazoos se prosigue la semiosis físico-química a
nivel atómico-molecular, pero se usan otros ‘canales’ como el oído o la vista…
Sabido es que la herencia lingüístico-cultural (en el
caso de los colectivos humanos) no se hereda genéticamente. Cada generación ha
de ser instruida al respecto. La memoria colectiva. Mecanismos de transmisión
de la herencia lingüístico-cultural, del ‘mundo’ generado a través de las
generaciones. Las nuevas generaciones vienen a ser en ‘mundos’ ya construidos.
El ‘individuo’
carece de voz propia, por así decir. La especie o subespecie, habla en él. Y
con respecto a los grupos o colectivos humanos, los respectivos individuos
viven en el ‘mundo’ construido por sus antepasados –no tienen ‘mundo’ propio.
Los ‘mundos’ son siempre colectivos –en lo grande como en
lo pequeño.
*No se trata de llamar la atención de los ‘hombres’
acerca de su propia conducta, sino de llamar la atención de la vida, pues es la
vida en el ‘hombre’, en el cariotipo humano, la que se comporta. Porque no es
el ‘hombre’ (esa ficción cultural) sino la vida la que pone en peligro la vida;
es la misma vida la que se pone en peligro a sí misma (sus propias condiciones
de existencia); es la misma vida la que se desmadra, la que enloquece…
La vida llama al orden a la propia vida. La vida se
dirige a sí misma, se reconviene, se censura… No se trata de que el ‘hombre’
sea interpelado por el ser. Es la vida, el ser viviente único, la que se
interpela a sí misma.
El olvido del ser afecta a la propia vida, no al ‘hombre’
(a la criatura…). La vida que somos se ignora, ignora su propio ser. Algo la
distrae de sí… El ‘hombre’, su criatura (una de sus criaturas), la aleja de sí
misma –el pensamiento antropocéntrico, que gira alrededor del hombre… acerca de
su ‘ser’, de su esencia, de su existencia…
No el hombre, sino la vida, en el cariotipo humano, se
convierte en el pastor del ser.
*Arraigar, ¿dónde? Echar raíces en la misma vida. La vida
arraiga en sí misma.
*El ‘hypokéimenon’
(Aristóteles), lo desde sí mismo sub-yacente, se convertirá al traducirlo al
latín en ‘subjectum’. En cualquier caso, el/la/lo que sub-yace. Aplicado a la
vida (a los fenómenos biológicos), el sujeto no es el fenotipo (cualquiera
fuese éste), sino la vida. No las formas vivas, sino su ser. No el fenómeno,
sino el genoúmeno.
*El
antropocentrismo de Descartes (el hombre como sujeto único) es deudor del
antropocentrismo del neolítico. Es un síntoma de éste. Es todo el neolítico el
afectado –Sumer, Egipto, Judea, China, Persia, Grecia, Roma… La civilización
técnica contemporánea es la flor de las ‘creaciones’ del neolítico. Requiere de
los ‘mundos’ del neolítico. Encaja perfectamente en sus culturas, en sus
religiones, en sus filosofías…
El lugar
desde el cual se habla determina el decir… La perspectiva, el lugar desde el
cual se mira. Porque la vida puede mirar desde el lugar del hombre. La
perspectiva antropocéntrica desvía a la vida de su propia perspectiva.
Se trata
de pensar desde la vida, y como vida.
Una labor
a efectuar es la revisión de textos clásicos (del pasado antropocéntrico) y
extraer todo aquello que pueda ser válido para las nuevas criaturas
genocéntricas. En una palabra, qué enunciados antropocéntricos pueden ser a su
vez enunciados genocéntricos. En poesía, en filosofía, en gnómica… Qué fue
dicho o pensado por el hombre que puede a su vez ser dicho por la misma vida.
Si la vida puede ser el sujeto de lo dicho o expresado por sabios, poetas,
filósofos… del pasado antropocéntrico. Qué podemos salvar del pasado
pre-genocéntrico en las diversas culturas y civilizaciones. Qué puede ser
adoptado del pasado por las nuevas criaturas genocéntricas. Salvar lo que pueda
ser salvado para la vida.
*Antropocentrismo-Neolítico-Nihilismo.
*La
libertad de la vida, en el cariotipo humano, se fundamenta en la elección.
Podemos elegir entre hacer o decir algo, y el no hacerlo o no decirlo. Libertad
para elegir un camino u otro.
*Las
diversas teorías holistas –auto…–, rivalizan con el genocentrismo. A pesar de
que cuanto más sabemos al respecto, más protagonismo alcanzan los genes. Se
quiere privar de protagonismo a los genes, a la sustancia genética, pese a
todas las evidencias al contrario. ¿Por qué?
*Pensar la
vida. No sólo conocer…
*La ciega, la torpe, la necia voluntad de poder.
*‘Yo’ era el objeto de mi búsqueda. A mí mismo me
encontré. ‘Yo’, la sustancia genética, la sustancia viviente única, soy el
único/la única que busca y encuentra.
*Un discurso no-humano que afecte a todos los miembros de
la especie humana. Un discurso que despierte a la vida en nosotros. Un discurso
genocéntrico. Que nos hable como vida (como sustancia viviente única), desde la
vida, y dirigido a la vida (a la sustancia viviente única) que somos. Más allá
del hombre. Un discurso anti-humano, por así decir; que viene a destruir al
‘hombre’, toda traza de antropocentrismo en nosotros. Una luz devastadora, purificadora.
La nueva cultura, el nuevo mundo genocéntrico,
post-humano… por crear, por establecer. Se creará entre todos los pueblos,
entre todos los grupos, conforme el genocentrismo se difunda. La conciencia
(universal) genocéntrica. Cuando todos los humanos sepan de su ser único; cuando se sepan, se
piensen, y se hablen como sustancia viviente única.
Éste es el futuro que iniciamos. Una especie unida en su
ser biosimbólico. Una especie que habla como vida; en la que habla la vida. La
especie misma renacida, regenerada por la mirada, por la conciencia
genocéntrica. Dejado atrás todo lo humano (razas, naciones, culturas…). Más
allá de la especie. Un futuro trans-específico.
*El material lingüístico-cultural e histórico que alberga
y conforma nuestro ser simbólico (mente, conciencia, espíritu… ‘yoes’). El ser
simbólico es siempre relativo al ‘dónde’ y al ‘cuándo’, al momento y al lugar
en los que viene a nacer.
El futuro genocéntrico traerá también seres simbólicos
nuevos, post-humanos… La mirada de la vida, la perspectiva genocéntrica.
La esencia simbólica de los humanos será otra, y será
universal. Y estará fundada en la unidad de la vida, de la sustancia viviente
única. Los humanos del futuro vivirán en un mundo simbólico post-humano. Su
mente, su conciencia… serán ahora genocéntricas –se tendrán a sí mismos como
vida, como sustancia viviente única. Una conciencia trans-específica, un ‘yo’,
ahora, ligado a la vida –un ‘sujeto’ que es ahora la vida.
*
Hasta la próxima,
Manu
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