Genogramas
XCIII.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (10/11/22).
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1.
Siglos de adoctrinamientos:
cristiano y anticristiano;
musulmán y anti-musulmán…
comunista y anticomunista;
fascista y antifascista;
nazi y anti-nazi;
nacionalista y antinacionalista;
democrático y antidemocrático;
étnico y anti-étnico…
Un pasado absurdo, estúpido, cruel…
que no acaba de desaparecer.
La siembra del odio.
La construcción del enemigo.
Pedagogías criminales.
Los pálidos estandartes…
2.
Un
mundo otro. Un mundo por hacer.
Una
vez fuera del neolítico
(de
sus culturas, de sus ‘mundos’).
Si
bien tenemos las bases,
los
fundamentos del mundo futuro,
nada
se hace –queda todo por hacer.
Seguimos
viviendo en el ayer;
bajo
el peso muerto del pasado.
Los
prototipos, los modelos,
los
‘yoes’ ideales del neolítico…
Los
moldes, los lechos procrustianos…
La
fábrica de buenos ciudadanos,
de
vasallos, de siervos, de esclavos.
Son
ya numerosas las generaciones
perdidas.
Las familias, las escuelas,
la
calle; nuestros Estados, nuestras
naciones,
nuestras culturas…
todo
coadyuva a perpetuar nuestro
pasado
antropocéntrico.
Una
cotidianidad carente de realidad,
de
profundidad, de sentido, de actualidad,
de
verdad… pasada, muerta, ida.
Nuestras
ciudades bulliciosas y coloristas,
iluminadas,
fluorescentes, nuestros medios
de
comunicación, nuestros espectáculos
de
masas… no acaban de ocultar el carácter
tenebroso,
sombrío, pálido, mortecino,
agonizante
de esta fase final del neolítico.
Y
no hay atisbos de aurora, de mañana…
de
un futuro otro.
Necesitamos
una pedagogía biocéntrica
o
genocéntrica. Trans-cultural,
trans-nacional,
trans-étnica, trans-humana…
Más
allá.
Las
escuelas biocéntricas, genocéntricas,
las
escuelas del futuro. Desde las ‘guarderías’.
La
nueva ‘humanidad’.
3.
Permanecer
fieles a la tierra,
es
permanecer fieles a la vida.
4.
Dar la batalla al
nihilismo. Desde el arte.
¿Cómo? Recuperando la
naturaleza y la vida.
La naturaleza
viviente y la no viviente
como referentes
únicos.
El arte como refugio
anti-nihilista.
Recuperación de la
belleza y de lo sublime
en las artes visuales
y en la música.
El
arte como escuela para la vida
–para
una vida otra, para una vida futura.
El
mundo biocéntrico, genocéntrico, por venir.
5.
Lo
bello que embellece…
Lo
sublime que sublima,
que
enaltece, que eleva…
que
estimula. El arte de ennoblecer,
de
embellecer, de sublimar…
al
espectador, al oyente… al receptor.
Lo
bello y lo sublime fueron, son y serán
lo
excepcional, lo extra-ordinario en nuestras vidas…
Es
lo que hay que aportar, lo que hay que crear,
lo
que hay que traer… Y en nuestro particular presente
son absolutamente necesarios para contrarrestar
la
dictadura de lo feo, lo zafio, y lo vulgar
que
se nos impone desde nuestra literatura,
nuestro
cine, nuestra ‘cultura’ de masas…;
lo
que padecemos en nuestra entera cotidianidad.
6.
“Poder
ser para sí para poder ser otro”,
decía
Nietzsche. Ser otro de lo demandado
por
la cultura. La formación cultural aliena
a
los seres humanos desde su nacimiento,
los
convierte en ‘unidades’ sociales,
los
‘homologa’. Los sujetos, las unidades,
viven
bajo la tutela de un ‘nosotros’,
de
un ‘gran otro’, de un ‘super-yo’
que
determina, que articula,
que
‘dice’ su ser –que habla por su boca.
La
emancipación de las claves históricas
y
culturales de nuestro entorno, de nuestro
ser
simbólico circunstancial y relativo
para
dar lugar a ese ‘otro’, es un proceso
de
transformación simbólica, de cambio
de
conciencia. En los tiempos presentes
vemos
‘desplazamientos’ de un orbe cultural
a
otro –se cambia de ideología religiosa
o
política, de ‘mundo’… Pero no se consigue
ser
‘otro’ con estos desplazamientos simbólicos.
Los
sujetos se limitan a cambiar de ‘pastor’,
o
de ‘amo’; siguen subordinados a claves
simbólicas
alienantes, inmersos en un ‘nosotros’
que
les tacha, les borra, les aniquila.
Hay
que decir que en nuestras sociedades
los
‘nosotros’ pululan. Nuestras sociedades
esta
seccionadas, atiborradas de ‘sectas’
(religiosas,
políticas, filosóficas…).
Abundan
las ‘trampas’, los callejones
sin
salida… y las engañosas emancipaciones.
7.
Nuestra cotidianidad política,
cultural (en amplio sentido)…
encadenada al pasado. Nuestro
ayer
y nuestro hoy contra el mañana.
Generaciones enteras perdidas,
detenidas, distraídas, seducidas…
por fantasmas, por voces,
por ‘historias’ del pasado;
por ‘mundos’ muertos, idos,
desaparecidos para siempre jamás.
La nave Futuro permanece
varada, y a la espera.
8.
El uso ofensivo de la
nacionalidad,
de la cultura, de la lengua…
el uso ofensivo de la
‘diferencia’.
La diferencia que engendra odio.
El
discurso del odio. El odio étnico,
el
nacional, el político, el religioso…
Las
‘identidades’ ofensivas, asesinas…
9.
Para
los tiempos que vienen:
se
trata de dejar atrás la conciencia
antropocéntrica
(de cualquier latitud)
e
ir en pos de la conciencia genocéntrica.
Ir
del ‘nosotros’ histórico, local,
contingente,
relativo…, al ‘nosotros’
intemporal,
trans-histórico, necesario…
trans-humano
–lo Uno primordial.
Con
lo ‘Uno primordial’ me refiero
exclusivamente
a la sustancia genética,
a
la sustancia viviente única, de la cual
nosotros
no somos sino fragmentos.
Fragmentos,
trozos, pedazos…
de
lo Uno primordial.
La
individuación (Apolo)
y
el retorno a lo Uno (Dioniso),
la
unión con lo Uno primordial.
Vuelta
a la ‘vida’.
10.
Vivimos en un mundo global,
pero seguimos pensado de manera
local. Pensamos desde la patria,
desde la raza, desde la fe
política
o religiosa… Seguimos, a pesar de
todo,
siendo ‘hombres’ del pasado,
de un pasado muerto. Somos
fantasmas
del pasado; voces del pasado.
De la irrelevancia, de la
relatividad,
de la vanidad o vacuidad de
nuestra ‘identidad’.
El ser simbólico ha quedado
vacío,
hueco, desnudo… A los seres
humanos
nos queda, empero, intacto,
nuestro ser
natural, nuestro ser genético.
Del ser contingente (el ser
simbólico)
al ser necesario (el ser
genético),
podríamos decir. Éste es el reto.
La disolución de las
‘identidades’
(étnicas, lingüísticos-culturales,
nacionales, religiosas,
políticas…);
de nuestro ser simbólico
(complejo).
La experiencia dionisiaca o la
disolución
del ser (self) social (simbólico o semiótico).
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Saludos,
Manu
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