Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

lunes, 13 de junio de 2011

66) Para nada la luz

Para nada la luz.

Manu Rodríguez. Desde Europa (06/06/11).


*


*El movimiento del 15M en España no tiene nada que ver con las recientes manifestaciones multitudinarias en Grecia. Éstas son serias, son los millones de afectados por otra pésima conducción económica. Allí es la población helena en su conjunto. En España se ha producido una usurpación. Los jóvenes acampados en la Puerta del Sol, o en otras plazas públicas españolas, no representan a los cinco millones de parados del país; se representan a sí mismos y a sus ‘ideales’ socio-políticos. Son una sección particular que ha usurpado la indignación general. A sí misma se ha erigido en cabeza y voz de los afectados.
En España, su lugar de origen, estos movimientos han devenido un circo, una bufonada. La prolongada acampada en la Puerta del Sol, por ejemplo. Hasta han editado un plano del campamento. En él pudimos ver la estructura jerárquica y diferenciada del movimiento. El suelo jerarquizado. Su centro. Sus ‘oficinas’, sus ‘ministerios’. Ya empiezan a repetir el sistema aquellos que pretenden destruirlo o transformarlo. Pobres diablos.
Es un circo lo que habéis montado, bobos. Un ‘Barrio Sésamo’ a lo grande. Una parodia, un simulacro de lo de siempre. A la vista de todos. Algo cutre y hediondo, por cierto.
La verdad es que el asunto merece una comedia aristofanesca. Está toda la ‘basca’ reunida, todo el variopinto mundo de los más ‘guays’. Todas las ‘pintas’ imaginables.
¿Visteis el ‘look’ de los portavoces el otro día, cuando el comunicado a la prensa? Peluquería, maquillaje, vestuario, iluminación, decoración… La puesta en escena. Toda la vanidad y la superfluidad del movimiento estaba allí presente. Narcisos inconscientes. Prendados en su propia imagen. Los ‘líderes’. Es todo un espectáculo, ya os digo.
Fijaos en cómo venden su producto los portavoces entrevistados. Cómo se promocionan. Cómo se venden, cómo se ponen en circulación. Estos monederos falsos.
No parece que los medios de comunicación tengan nada mejor que hacer que entrevistar a estos ‘representantes’. Por lo demás, las acampadas son noticia en nuestras televisiones desde hace semanas, y no sólo en los telediarios. Una proyección inmerecida la de estos ‘falsos héroes’. ¿Cómo es que callan los millones de parados? Una minoría ha usurpado su indignación y su dolor.
*Vivimos un nuevo período tan ajeno al neolítico como éste lo fue al paleolítico. Me refiero a las claves simbólicas, aquellas que forman, rigen, conducen… nuestro ser simbólico. Las claves simbólicas del neolítico (antropológicas, cosmológicas, biológicas…) no rigen ya, no mueven ya, no dicen nada.
Hay nuevo hombre, nuevo cielo, nueva vida, nuevo mundo en fin. Hay nuevas antropologías (la biológica y la socio-cultural), nueva cosmología, nueva biología. Nueva luz. Nuevos puntos de partida; para construir, para ser. Apenas comenzamos, queda todo por hacer.
No ilumina, no impulsa a prácticamente nadie esta luz nueva en las sociedades ‘avanzadas’ nuestras. Seguimos moviéndonos con consignas del neolítico; seguimos siendo hombres del neolítico. La mentalidad de los ciudadanos en estas sociedades avanzadas, digo. Sus ‘mundos’ y ‘mentalidades’ siguen perteneciendo al neolítico. Sus ‘utopías’ antropocéntricas, sus mitos, sus figuras emblemáticas, sus ‘grandes hermanos’… Para nada la luz.
Es un neolítico no superado el periodo que vivimos en las sociedades occidentales. Un neolítico tardío, un período de transición. Durará siglos, tal vez. Vencerá al fin la nueva mirada, la nueva luz. La rueda ya ha comenzado a girar. Hacia el nuevo período, hacia la nueva era. El nuevo ciclo ya ha comenzado.
El éxito de ciertos movimientos ciudadanos –sus tópicos ‘revolucionarios’- como el reciente del ‘15M’ nos muestra claramente el retraso, el desfase, el anacronismo en el que vivimos en nuestras sociedades avanzadas. Y no son de los menos rezagados aquellos que piden “extender los derechos humanos (universales, desde la perspectiva occidental) al resto de los ‘animales’” (tal es su lenguaje). No se vive al día en nuestras sociedades occidentales contemporáneas. El nuevo conocimiento, el nuevo saber, aún no ha transformado las mentes, las miradas. Aquellos que a sí mismos se consideran la vanguardia social y cultural del planeta, los más avanzados, no perciben aún la luz de este nuevo período. Sus razones, su lógica, su lenguaje, sus ‘mundos’… siguen siendo antropocéntricos, aún. (Véase su arte de masas –su imaginario colectivo (su cine, su literatura…)).
No es común la nueva atmósfera, el nuevo día, la nueva claridad. Sólo unos pocos la viven. Aquellos que la crearon y la crean cada día. La nueva realidad. La nueva cotidianidad, la nueva vida. La nueva mirada, el nuevo ser; el ser renovado.
*Un gran ciclo ha comenzado. No para la humanidad, sino para la vida. Para Nos, la vida. Para Genous y Genoussin.
Nos, los genes. Nos, la vida. Nos, la luz. La sustancia viviente única. El sujeto único en todo hecho biológico.
La humanidad es trascendida, dejada atrás. El antropomorfismo, el antropocentrismo. Es un nuevo mundo, un nuevo día, una nueva aurora.
¿Cuánto tiempo tardará la luz de esa estrella, de ese amanecer, en iluminarnos plenamente? ¿Para cuándo esa ilustración?
Es renovación, transformación, evolución, mutación simbólica. Es un saber nuevo y universal.
Es una nueva razón. Se cambia la mirada, el lugar. Es otro lugar, otro espacio. El lugar desde el cual se mira; no como individuo, no como humanidad, sino como vida. Desde la misma vida.
Nuestro ser impalpable, diminuto; nuestro ser último; nuestro ser genético.
*Los mitos acerca del origen del hombre que se produjeron durante el neolítico, vengan de donde vengan, no nos dicen nada. Ni el griego, ni el judío, ni el indio… Son venerables por proceder de donde proceden, de nuestros antepasados; de nuestra carne y nuestra sangre, de nuestro genio. Son los ‘mundos’ que habitaron nuestros antepasados durante milenios. Para conectar e intimar con nuestros antepasados hemos de conocer sus mundos; las coordenadas lingüístico-culturales que creaban, movían y articulaban socialmente su ser; su sueño y su vigilia.
Tenemos la edad de esos mundos. Desde el paleolítico. La memoria simbólica. La que poseen todos los pueblos. Desde su primer amanecer. Como seres bio-simbólicos; como humanos.
El ser simbólico (los ‘yoes’ culturales) es el que va al cielo, permítaseme este lenguaje, cuando el ser bio-simbólico muere. El cielo es la memoria colectiva de los pueblos; el espacio simbólico todo. La memoria colectiva es el mundo lingüístico-cultural en su plenitud; el espacio espiritual único. En el que nos movemos y somos.
En tanto el ser simbólico se eterna en ese cielo, el ser genético se perpetua en la tierra (mediante la reproducción).
El ser genético es el soporte del ser simbólico, el que sub-yace en toda actividad; es el sujeto único. El ser simbólico en el ser genético instruido, hominizado (según tal o cual cultura) –devenido ser bio-simbólico. Creador también de tales culturas (los mundos simbólicos).
Como seres genéticos tenemos la edad de la vida. Millones de años. El ser genético es nuestro ser primordial, nuestro ser único (nuestro genouma). Tiene la edad de la vida. Es una razón, un fragmento ordenado y sexuado de la sustancia viviente única, virtualmente imperecedera.
La vida se perpetúa a sí misma. A sí misma se sucede. Generación tras generación. En la tierra y en el cielo.
Nos, la vida; nos, la luz.
*No se habla aquí de economía o de política. Hay algo más en nuestras vidas que la economía o la política.
Aquí se habla de una religación con la naturaleza y la cultura. Con el ser natural y con el ser simbólico. Los dos polos de nuestro ser.
Hay que reflexionar la vida y la cultura que somos; el ser biosimbólico que somos. Abrir espacio ahí. Ser desde ahí.
Las ciencias de la vida pertenecen a este espacio. Aquí el conocimiento es vital. Nos instruye acerca de nosotros mismos. Habla de nosotros; de Nos, la vida. De nuestro pasado, de nuestro presente, y de nuestro posible futuro.
Como vida hemos de argumentar, desde la misma vida. Desde la sustancia viviente única. Con el lenguaje adecuado (el bioquímico o el ecológico). Las razones de la vida.
El fascismo ecológico practicado y legitimado por las culturas del neolítico (sus biologías, sus antropologías…). El lugar del hombre en la naturaleza. La antropología y la biología implícitas en el Génesis judío, pongamos por caso, que recoge tradiciones anteriores. Pero también en el hinduismo y en el budismo.
En Sumer, en Egipto, en China… En todas partes el hombre se colocó a sí mismo en la cúspide de la creación. Por encima de él, el dios.
*Sigue sonando el silbo tenebroso. Siguen saliendo cabezas de la moribunda hidra. Sigue su discurso, su voz. La doctrina, los dogmas de fe de las religiones universales de salvación. Sus antropologías, sus teologías, sus sociologías… sus mundos.
No tienen ya nada que decir vuestros ‘hombres’, o vuestros ‘mundos’. Habláis en vano. Todas vuestras concepciones del hombre o de la vida han sido ampliamente refutadas por la revelación del genouma, por la lógica de lo viviente. Habéis quedado definitivamente atrás. Judíos, cristianos, musulmanes, hinduistas, budistas…
Tampoco tienen nada que decirnos el ‘hombre’ de Platón, o el de Aristóteles. Ni los ‘hombres’ urdidos desde el Renacimiento hasta casi nuestros días (las diversas antropologías (de las últimas, la ‘existencialista’)). Nada tienen que decirnos ya las teorías de la naturaleza o del hombre que surgieron a lo largo del neolítico histórico (desde Sumer). No nos dicen. Ni se nos aproximan.
Hoy el cariotipo humano queda plenamente parametrizado en la naturaleza y en la cultura. De modo nuevo nos sabemos, y nos decimos. En nuestras escuelas, en nuestras calles. Estamos fuera de aquellos discursos.
Este saber nuevo se irá integrando más y más en nuestro ser simbólico. Nos transformaremos. Seremos otros.
Seres biosimbólicos, seres futuros. Los pocos que hoy circulan aquí y allá en el planeta. Seres renovados, nuevos; semillas de futuro.
Más allá del hombre, en verdad. Las criaturas del tercer período.
*
Saludos,
Manu