Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

sábado, 22 de abril de 2017

151) Genocentrismo VI


Genocentrismo VI.


Manu Rodríguez. Desde Gaiia (22/04/17).


*


*Genogramas. Hierogramas. Runas de la vida.
Los textos brotan como de un manantial. A borbotones. (Los míos, quiero decir). Lamento no poder comunicarme de otra manera. Ya quisiera extenderme prolijamente, pero no está a mi alcance tal habilidad. Otros en el futuro lo harán tanto mejor.
Síntesis  de expresiones relacionadas con la vida. Metáboles. Productos del metabolismo.
Para elaborar las síntesis, las metáboles, se requiere entrada de material (de información). Sin entrada, no hay salida.
Cuanta más información poseamos acerca de la vida, más aprovechables serán las síntesis que elaboremos; más justas, más verdaderas.
Hemos de conocernos más y mejor. Necesitamos conocernos más y mejor.
Las ciencias de la vida son el camino –el camino que a nosotros conduce.
De todos modos, este camino, una vez comenzado, ya no se puede abandonar. Nosotros estamos ya en camino.
Un solo paso más, el llegar a ser conscientes del camino iniciado. El camino de la vida. Tarde o temprano la ‘humanidad’ en pleno (todos los pueblos y culturas) se reconocerá en la sustancia genética. Llegará a ser lo que es. No importa cuánto tiempo se tarde. El final es la autognosis colectiva, total. No habrá residuos antropocéntricos.
La vida se reconocerá a sí misma en el cariotipo humano, y éste dejará paso a la vida. Las visiones, las interpretaciones, las representaciones… los mundos humanos desaparecerán –quedarán sólo como recuerdos del viejo ‘homo sapiens’.
Ahora el “llegar a ser el que se es” nos dice acerca de nuestra naturaleza viviente, de nuestro ser genético. Llegaremos a ser lo que somos, lo que siempre hemos sido, dicho sea de paso.
Nunca hemos dejado de ser aquello que somos. Pese a las confusiones y alienaciones a que hemos estado sometidos. Pero nos ignorábamos, nada sabíamos acerca de nosotros. Las palabras de los hombres nos confundían y nos desviaban de nuestro ser. Sólo en estos tiempos el camino se nos ha hecho claro. Nuestro ser, nuestra identidad primordial se nos ha revelado.
Ya no volveremos a ser los que éramos. El viejo ‘homo sapiens’ ha quedado atrás.
La sabiduría prestada en el ‘hombre’, ‘su’ inteligencia. Era la vida, siempre inteligente, la que pensaba y reflexionaba en el hombre. Su diferencia específica era la vida quien la marcaba.
La vida es el pastor del ser. No el hombre. La arrogancia de los humanos hasta el último momento. Heidegger. Los (neo)humanismos de última hora (desde el existencialismo).
Incluso en tiempos de la revelación de la sustancia genética siguen circulando ‘humanismos’. Incluso donde no lo esperabas. Naess, Potter, Jonas… La ‘ecología profunda’, la bioética, la ‘responsabilidad’… No acaban de despegarse del ‘hombre’. Las ciencias de la vida (ecología…) son ahora un camino para la autorrealización del ‘hombre’… Las últimas ilusiones antropocéntricas, en virtud de las cuales el hombre sigue teniéndose a sí mismo como el protagonista de la historia de la vida. Sigue arrogándose un papel que no le corresponde, sigue usurpando.
Cualquier iniciativa que venga de los hombres, por muy bien intencionada que esté (Leopold, Heidegger, Naess, Potter…), sigue teniendo al hombre como finalidad (su autorrealización…).
El ‘hombre’ es el problema, no la solución.
Son los últimos tiempos del ‘hombre’, son los últimos ‘hombres’. Esto vivimos.
Guerra al hombre. A sus delirantes mundos, a sus delirantes querellas… A sus arrogantes iniciativas, a su pertinaz antropocentrismo. A su vanidad.
Vaciedad del hombre, de su cariotipo, de la criatura… Mero cuerpo de la sustancia genética, mero vehículo, mero instrumento…
Vernos, tocarnos, hablarnos… como sustancia viviente única. Más allá del hombre. Querernos, amarnos, estimarnos…
Ver al creador en la criatura. El ‘alma’ en el cuerpo. El fondo, el fundamento, el principio… La esencia común; el ser común. El ser que somos. La vida.
 El ‘hombre’ es el obstáculo para tal ‘autorrealización’. El “llegar a ser el que se es” humano que ahora circula (Naess…) es un obstáculo para la autognosis de la misma vida. Adviértase además que en el “llega a ser quien eres” de Píndaro era otro ‘ser’ (humano) al que se aspiraba (otro modelo, otra idea). Ha habido innumerables modelos de ‘hombres’. Cada pueblo, cada cultura, cada época…
Esos modelos de hombre nos sobran absolutamente. Los modelos de hombre del neolítico (el que aún vivimos).
No salimos del neolítico. Y el tiempo apremia. El futuro de la vida en la tierra está en juego. La locura de los últimos tiempos… la huida hacia delante de los ‘últimos hombres’…
 Coletazos del neolítico advertimos tanto en la técnica desquiciada, como en las soluciones humanas, demasiado humanas, que se postulan (Heidegger, Naess, Potter…).
*La vida necesita tener un mundo entorno manejable, domeñable; tener una ‘idea’ del entorno que le rodea; moverse con tranquilidad en un mundo ‘familiar’… Éste es el origen de la semiotización de la naturaleza, de la semiosis generalizada en los seres vivos.
Cada cariotipo específico significa el mundo de acuerdo con su morfología y fisiología, de acuerdo con sus receptores…
Lo que se tiene es un mundo interno que resulta ser interpretación del mundo externo.
No se trata tanto de cognición como de aprehensión o captación (previa semiotización) del mundo externo.
Tenemos la intelección y la diferenciación, tenemos la aprehensión o captación en virtud de los receptores o perceptores, tenemos la memoria, tenemos la ponderación o estimación del medio –la evaluación en vista a nuestro beneficio o daño…
El conocimiento o cognición es otra cosa que la aprehensión y simbolización.
Las teorías cognitivas (Maturana…) confunden la aprehensión del medio con su conocimiento. El medio es, en cierta medida, construido, creado, no conocido.
El mundo interno es un mundo fingido; un mundo creado ad hoc, a propósito, por necesidad… Pero sin ese mundo construido no sabríamos que hacer. Ese mundo construido necesita ser memorizado, recordado…
Nuestro saber del mundo se inspira en nuestra representación del mundo.
Hay incluso dialectización del lenguaje celular en monocelulares (procariotas y eucariotas). Hay diferentes simbolizaciones de la misma sustancia; transducciones diferentes (que cumplen la misma función).
La cognición es una ilusión, a menos que digamos que nuestra interpretación del mundo es conocimiento del mundo.
La aprensión y significación del mundo entorno es más un proceso de ‘dominación’, de captura (captación) del entorno. Un mundo ‘conocido’, familiar, manejable… Esto requiere la vida.
La vida necesita ‘saber’ en cada momento por dónde va. Sólo percibiendo y transduciendo lo percibido puede tener una idea de lo que hay más allá de la ‘piel’, de la membrana…
La vida necesita seguridad y certeza en su interpretación del medio. No puede dudar. Requiere un ‘mundo’ estable.
Nosotros, la vida, no conocemos el mundo, sino que lo creamos. El mundo en el que nos movemos es obra nuestra.
No hay procesos cognitivos sino procesos poéticos (creativosToda vida (todo cariotipo) se mueve guiada por sus signos –por su ‘mundo’.
No todo es signo, sino que todo es susceptible de ser convertido en signo. La significación es un fenómeno pura y exclusivamente biológico.
La vida no podría pasarse sin signos, sin señalizaciones… sin ‘lenguaje’.
La vida crea y recrea el mundo (lo significa) a medida que contacta con él. Utiliza la memoria, lo ‘déjà vu’…
Se retiene la información, se recupera… Se hace uso del acopio de información en cada momento. Las células del sistema inmunitario y las del sistema nervioso…
Lo nuevo (lo por señalizar), lo conocido (lo ya percibido y señalizado), lo por conocer –el incierto futuro.
El mundo inmediato (inmediatamente percibido) de los seres humanos ha de ser el mismo, en virtud de nuestra pertenencia al cariotipo humano –misma morfología y fisiología; idénticos receptores… La primera transducción ha de ser la misma.
Los lenguajes (biofísicos/bioquímicos) son universales y corresponden a especies o subespecies completas.
Las lenguas humanas no deben confundirnos al respecto. Todos los individuos humanos se mueven en un  mundo simbólico que es universalmente válido para todos los miembros del grupo al que pertenecen.
La vida capta, palpa, saborea, huele… el mundo entorno. Rodea la cosa, la tantea, la prueba…
La deriva. La distinción entre lo viviente y lo no viviente, entre lo conocido y lo desconocido, entre lo provechoso y lo perjudicial…
La evaluación o ponderación o estimación del medio.
La percepción y la apercepción (la conciencia de la percepción) van necesariamente ligadas. Percepción, apercepción, memoria… Circuitos de aprehensión, de captación (no de cognición).
La intelección, la reflexión. La distinción, la diferenciación… El entorno variado, extenso… El mundo inagotable, interminable, eterno…
El contacto con el mundo mediado por el lenguaje. En lo grande y en lo pequeño.  Lenguaje, por lo demás, siempre simbólico (colectivo, compartido, universal).
Los  receptores, en cualquier criatura,  son los receptores de la vida; son nuestros receptores.
Variadas formas de recibir el mundo, de hacerlo entrar en nosotros. De aprehenderlo, de capturarlo, de poseerlo de alguna manera… de amarlo.
El espacio de la vida. El agua, la tierra, las rocas, el aire; la temperatura, la presión, la gravedad… Lo no viviente, lo abiótico. La cuna, el lecho, la morada de la vida. Nuestra morada.
Así la morada, así el hombre. Así la morada, así la vida.
La vida enloquecida, confundida, ciega, maniatada, alienada… Sin voz. La ilusión antropocéntrica (el mundo de los ‘hombres’) domina el planeta. La impostura de la criatura. La usurpación. El esclavo, el siervo, ha devenido señor de las criaturas. El instrumento, el medio. El fenotipo.
El hombre se ha tomado a sí mismo, durante demasiado tiempo, como el vértice de la evolución. Sobre todo el hombre del segundo periodo, el hombre del neolítico –el que aún predomina y domina.
Este hombre impone su visión antropocéntrica a todas las criaturas y a todo el entorno –al entorno biótico y al abiótico. Explota y contamina sin cesar el hogar de la vida. Lo altera y la hace dañino para la vida. Ese hombre es un peligro para la vida. Ese siervo enloquecido. Hay que hacerle le guerra a ese hombre, a sus mundos, a sus ideologías, a sus credos (religiosos, políticos, científicos, filosóficos…), a sus delirios; a su megalomanía y a su narcisismo.
El hombre que no es –que nunca fue ni será. La ilusión antropocéntrica.
Ahora ha de ser la vida quien decide y quien guíe. Ahora importa el futuro de la vida.
Primacía de la vida en nuestras decisiones. La vida es lo primero.
La vida que decide, dirige, conduce…  La vida que está al frente como vanguardia del pensamiento y de la acción. La vida poderosa; la vida que manda.
Sea la vida en nuestras palabras, en nuestros pensamientos, y en nuestras acciones.
Nosotros somos la vida (la sustancia viviente única), y fortalecer y enriquecer al ser que somos ha de ser nuestro cometido esencial. Devenir más fuertes y poderosos. Lejos de nosotros todo aquello que nos debilite o nos dañe.
El stress en nuestras sociedades es el stress de de la vida. Es la vida la que se agita en nuestras sociedades. Pero sigue hablando el ‘hombre’ –las explicaciones acerca del malestar remiten a otros síntomas y resultan ser humanas, demasiado humanas. Pero es la vida la que se duele. Es el clamor de la vida.
El camino errado, errático… La deriva catastrófica. La huida hacia delante de ese hombre; de esa criatura enloquecida.
La vida cruje, estalla en mil clamores. Peligra el agua, el aire, la luz tamizada… La morada está sucia, rota, deshecha… violada, mancillada.
Ese hombre tiene el poder. Y hace lo que quiere. Ahora pretende gobernar el planeta entero. Llega ya esa hora, según algunos. La hora del dominio sobre el planeta entero. ¿Quién lo logrará? ¿Qué cultura, qué grupo, qué nación…?  De esto va en los tiempos recientes.
Ese hombre es el gran obstáculo para la vida. Sus delirantes y descentrados mundos, su proceder nocivo… Su locura (su antropocentrismo, su megalomanía, su narcisismo…). 
Ese hombre ha de desaparecer; ha de ser vencido. La vida lo vencerá. Lo triturará, lo convertirá en polvo y cenizas –en materia para el olvido.
La vida vencerá al final. Se impondrá su palabra, su voz. Su verdad.
La subjetividad de la especie es una variante de la subjetividad de la misma vida. La vida, en cada especie, goza de una subjetividad (y de un mundo) exclusiva y propia.
La vida experimenta el mundo con los más variados órganos y receptores, y a través de los más variados organismos.
Comprender a otra especie es comprender su sistema perceptivo y su mundo interno. Su ‘lenguaje’, en una palabra. Su interacción simbólica (colectiva, específica) con el mundo entorno. En qué ‘mundo’ vive.
Es una cuestión de perspectiva. La más amplia y comprehensiva perspectiva la tenemos desde la misma vida.
El mundo del cariotipo humano está determinado por su propia morfología –su particular fenotipo. La perspectiva humana esta predeterminada pos sus propios receptores. Su ‘subjetividad’, su ‘mirada’, su mundo interno es relativo a su ‘constitución’.
¿Cómo pasar desde la perspectiva específica a la perspectiva de la misma vida? ¿Es posible? Mirar, ver, oír… comprender el mundo desde la posición de la vida. Desde ese lugar. El origen. El centro.
Se trata de un ejercicio de imaginación y de voluntad. Pese a que nuestro mundo es específico y concreto, ¿es posible tener otro ‘mundo’; ‘ver’ de otra manera?
Tal vez estamos ante otra ilusión –la ilusión genocéntrica. En principio ‘sabemos’ que cada cariotipo específico se mueve en su propio mundo. Ya estamos instalados en este saber. Este saber forma parte ya de nuestro mundo, de nuestro horizonte, de nuestra perspectiva.
Saber, mundo, horizonte, perspectiva… Espacio, lugar. Los humanos no estamos ya donde estábamos hace apenas cien años. Los humanos hemos adquirido una comprensión y un saber acerca de la naturaleza entorno que ha modificado sustancialmente nuestra mirada, nuestro mundo. Pese a las determinaciones constitutivas de nuestro ser, algo más en nuestro ser nos ha permitido aproximarnos a la misma vida, incluso reconocernos como la misma vida –la sustancia genética, la sustancia viviente única.
El ser inteligente y reflexivo de la misma vida. Las facultades o ‘potencias’ de la misma vida subyacen en nosotros de manera natural porque nosotros somos la vida.
La vida piensa y habla en nosotros, se expresa, inquiere, interroga… con las armas, o los medios, del cariotipo humano.
La vida quiere saber, quiere saberse.
Al hombre ya no le cabe interrogarse como hombre, sino como vida. El sujeto, ahora, es la vida. El ‘sujeto’ del pensar, del querer, del sentir…
La vida habla acerca de sí misma en términos humanos. Toma la palabra en uno de sus cariotipos, de sus criaturas.
El mundo de los humanos ha cambiado sustancialmente. La información que hoy se metaboliza acerca del mundo entorno es otra; el ‘mundo’ es otro. Los signos son otros. Todo ha cambiado. Hemos cambiado de ‘mundo’; de perspectiva.
La nueva ‘visión’ se ha producido inadvertidamente, poco a poco. La nueva visión, la nueva posición, el nuevo lugar… Procesos irreversibles.
El lenguaje se encargará de difundir este nuevo mundo a todos los grupos humanos.
La perspectiva esencial, centrada, genocéntrica.
No hay otro observador reflexivo que la misma vida. Es la vida la que reflexiona desde sus variados somas. No hay otro que reflexione. El único sujeto…
No ha de preocuparnos ya el lugar del hombre… Todo parece indicar que es el lugar elegido por la propia vida para emerger, para salir a la luz, para hacerse reconocer…
No el hombre sino la vida se apercibe de sí…
Es la vida la que en todos y cada uno de los organismos mide, pondera, evalúa… el mundo entorno. Lo hace a través de los peculiares receptores de cada organismo.
Tantos cariotipos, tantos mundos.
La vida se protege a sí misma en cada organismo. Cuida, vela por sí. Cuida de su delicado y frágil ser. Desde los (posibles) coacervados, desde las primeras cápsulas protectoras.
No la criatura ataca o se defiende, sino la misma vida.
A través de sus somas la sustancia genética palpa, contempla… percibe de innumerables formas el mundo entorno.
Más allá de esa multiplicidad de miradas. Un mundo físico-químico único. Tal vez alcancemos esa visión en el cariotipo humano. El cariotipo humano posee instrumentos que multiplican la potencia de sus receptores… microscopios, telescopios… La pulsión cognoscitiva es la de la vida –el deseo de saber de la misma vida. Hemos alcanzado un mundo que trasciende el mundo de los humanos (las peculiaridades y limitaciones de sus receptores).
Poseemos medios e instrumentos que nos proporcionan un mundo total, podríamos decir. El completo espectro electromagnético, por ejemplo. Más allá de nuestro soma específico.
*
Hasta la próxima,
Manu 

 

lunes, 10 de abril de 2017

150) Genocentrismo V


Genocentrismo V.


Manu Rodríguez. Desde Gaiia (10/04/17).


*

 
*¿Se peca de antropomorfismo? Se proyecta en la vida lo que entre nosotros, como humanos, observamos. Proyectamos nuestros términos, nuestros conceptos…
Pero en nosotros no habla el hombre, sino la vida. Es la vida la que se proyecta en el hombre… el creador en la criatura.
Digamos que la criatura se ha apoderado de la voz del creador. Ha sido una impostura. La ilusión antropocéntrica.
La voz del hombre era una voz prestada, impostada.
La vida ha recuperado la voz, el protagonismo. Lo suyo le ha sido reconocido.
Una confusión. La vida se ignoraba a sí misma. No sabía de sí. Ahora ya sabe de sí, ya se sabe.
Es un nuevo comienzo a nivel de la misma vida. La vida comienza de nuevo, consciente de sí. A nivel macroscópico. Y con un lenguaje humano. Proseguimos.
Es la vida la que explora el medio, la que conoce el medio… La pulsión de conocimiento es vital.
La deriva, el viaje, el movimiento (la motilidad)… En su vehículo, el soma… La palpación del mundo entorno. Su aprehensión mediante el tacto, la proximidad. El reconocimiento del terreno. La huida ante el peligro, la retracción, la retirada… Los movimientos de la célula en su deambular. Las ‘taxias’.
El conocimiento y la comunicación. Movimiento y receptores.
La nutrición. Movimiento y nutrición.
Cuando el genoma entiende que hay material suficiente (previa ingestión y transformación de las sustancias absorbidas) comienza la mitosis. Nutrición y reproducción.
Receptores, motilidad, ingestión, reproducción… Todo lo que requiere la sustancia genética (las moléculas de la vida) para proseguir su camino, para eternarse.
La sustancia genética es virtualmente imperecedera. Los individuos, las unidades (los genotipos), pasan, pero la sustancia genética permanece. La reproducción (sus diversos modos) es la clave de su inmortalidad.
La sustancia genética se ha proporcionado desde el principio, casi, los medios necesarios para su supervivencia y su domino del medio. Dominar el medio no significa aquí otra cosa que conocerlo, tenerlo medido y pesado… por lo que a la supervivencia se refiere. El dominio o conocimiento del medio es esencial para la supervivencia. Saber y recordar. Saber por dónde se anda, por donde se pisa; el conocimiento y reconocimiento (para ello, la memoria) del terreno.
Dominar una materia determinada. Tenerla bien asimilada, bien aprehendida. Saber todo lo que hay que saber al respecto.
La vida lleva millones y millones de años palpando, ingiriendo, recorriendo, aprehendiendo este planeta nuestro. Llevamos…
La vida posee una interpretación del mundo entorno –la transducción que le llevan sus receptores. Es un mundo interpretado, traducido. Es el primero.
Es posible que para la sustancia genética apenas si haya secretos físico-químicos en este planeta. El medio físico-químico y el bioquímico. A nivel microscópico. A ras de tierra.
Conocimiento diferido, indirecto. Mundo representado. Al igual que el nuestro (el de los humanos) mediante el lenguaje.
Nuestro mundo interno no puede ser más que una representación del mundo externo. Además de percibirlo transducido por nuestros sensores, nosotros nombramos esas transducciones. La senso-percepción es la bioquímica y la biofísica de los orígenes, el lenguaje primero. Nuestros receptores (las neuronas del sistema periférico) cumplen la misma función que los receptores de ‘membrana’ de la célula individual, es el mismo proceso. Analogía estructural.
No debe confundirnos la complejidad de nuestro sistema nervioso. Es tan sólo un dispositivo elaborado por la sustancia genética para llevarles la información. Nuestros receptores forman parte del sistema nervioso. Cualquier senso-percepción es transportada, por medios físicos o químicos, al núcleo de las células del cerebro que tienen como destino. Están las vías aferentes (las sensitivas) y las vías eferentes (las motoras); las vías de entrada y las de salida.
El modelo de organismo ya está en las más simples células independientes. Por más complejidad que alcance en los metazoos (la aparición del sistema nervioso).
La senso-percepción está ligada a la intelección (estimación, ponderación). No es ciega. La sensación inteligente. Las terminales nerviosas (a ras de piel) son neuronas también, y son las primeras en recibir la información del exterior y transducirlas (llevarlas más allá). Estos procesos se realizan en milisegundos.
La sustancia genética vive aislada en el interior de sus organismos. Avanza protegida, cubierta, enmascarada si se quiere (Larvatus prodeo). Si bien podemos decir que no se oculta, tan sólo se protege. Protege su ser, su delicado y frágil ser.
La voluntad es esencial. ¿Qué quiere la vida, la sustancia genética? Quiere perdurar, eternarse. Lucha por ello.
El amor hay que ligarlo a la reproducción. La alegría, el alborozo del enamorado tiene que ver con la esperanza del genoma de salir (la meiosis), de llegar al otro cuerpo donde está la otra mitad. Y en la mujer sucede la alegría de la recepción de su otra mitad. Las células haploides sexuales. Hemipléjicas, incompletas. Es la sustancia genética la que se alegra en vistas a la posibilidad y a la esperanza de la reproducción.
No es la prima, el plus, el goce (en el orgasmo) lo que se busca en el deseo amoroso, sino la posibilidad de que en aquel encuentro se produzca la reproducción.
No es el placer o el goce lo que busca la vida. El placer, el goce, o la alegría son síntomas de potencia, de triunfo, de victoria… Suceden al logro o a la consecución de aquello que se pretende. Son síntomas, no causas.
Tenemos que situarnos en el genoma, y pensar desde el genoma, como sustancia genética. Su voluntad, su saber, su ser… Su bien y su mal –que no es sino nuestro bien y nuestro mal, pues nosotros somos la vida.
No hay placeres del cuerpo (del soma) sino del genoma. Son las terminales nerviosas en el gusto, el olfato, el tacto, la temperatura, el oído, la visión… las que sienten y experimentar el placer o el dolor… El dispositivo neuronal forma parte del sistema perceptivo del genoma.
El cuerpo ni sufre ni padece, ni goza ni se duele… No siente. Sólo el genoma siente, experimenta, reflexiona…
Apenas si hay lugar en nuestra piel (membrana) en la que no estén presentes las terminales nerviosas (quimio-receptores, mecano-receptores, foto-receptores, termo-receptores…).
Sólo el genoma, únicamente el genoma, es el sujeto de percepciones, de voliciones, de reflexiones… No hay otro sujeto, ni otro actor…
El único, el uno primordial. Nosotros. Nos. Xenus/Nexus. Genousse y Genoussin.
El ‘yo’ o el ‘nos’ de la sustancia viviente única. Nosotros.
Lo otro de la vida, lo no-viviente. El mundo abiótico.
La cosa se pone interesante cuando aparece la vida.
La vida trae consigo pasiones, afectos, pulsiones, voliciones, reflexiones… La lucha (‘polemos’), la guerra, la discordia… El uno primordial escindido y en lucha consigo mismo. El amor y el odio; el deseo y el temor…
La autofagia. La vida se devora a sí misma, de sí misma se nutre.
Una filosofía desde la vida; una música, una arquitectura, una alimentación…
Que la vida filosofe desde sí. Su ‘mirada’, su palabra, su voz. La interrogación filosófica. Desde la sustancia viviente única.
Queda todo por hacer. Crear una cultura nueva desde la vida, digna de la vida.
Abandonar todo antropocentrismo. En la interrogación filosófica no es el hombre sino la vida la que interroga. El lugar de la vida en el cosmos. El sentido de su mismo ser viviente. Su origen y evolución. Su destino.
Todas las artes deben renacer a la vida. Todas las costumbres y tradiciones deben plegarse a la vida, o desaparecer.
La vida ha de dirigir y protagonizar todas nuestras actividades. En nosotros, el cariotipo humano, la vida habla, filosofa, crea…
El hombre debe desaparecer, debe dar paso a la vida.
No más antropocentrismo en nuestro arte y pensamiento, en nuestras actividades todas.
El antropocentrismo ha supuesto un período en nuestra historia –desde la aparición del hombre moderno, quizás, pero con toda probabilidad desde comienzos del neolítico.
Ese hombre reciente, excesivamente antropocéntrico, es el que debe dar lugar al nuevo periodo; debe, por tanto, desaparecer.

La vida confundida, anonadada, disminuida, sofocada, alienada… Ausente, sin saber, sin saberse. El período antropocéntrico. Pero antes también…

Únicamente en estos tiempos se ha podido establecer nuestra identidad primordial –la de los seres vivos. Cuando accedimos a las moléculas de la vida, a la sustancia genética. Fue una autognosis.
La vida ha hablado siempre en sus criaturas. Se ha mostrado. Las diferentes morfologías y fisiologías… La potencia plástica, inventiva, expresiva.
El ‘yo’ cultural (social, simbólico) se impone. Oculta al ser primordial.
El ser primordial ha accedido a la luz –a la luz de la palabra. Nos ha sido revelado. Nuestro ser primordial.
Ahora sabemos quiénes somos. El ser viviente único. No hay otro.
Ahora la sustancia viviente debe tomar la palabra, debe ocupar el lugar de la palabra, del habla.
Que hable la vida. Yo, la vida; nos, la vida…
Claves genéticas en el que habla, piensa, reflexiona, discurre… realiza cualquier actividad. El sujeto genético. La clave o cifra genética que somos. El genoma, el genouma podemos decir (cuando instruido, iniciado en la palabra).
Xenus/Nexus. El ser genético y el ser de palabra. El ser de palabra (social, colectivo, simbólico…) debe dar la palabra al ser genético, que es el ser nuestro primordial, y único.
El personaje cultural (las personas culturales) hace mutis. El ‘yo’ (o los ‘yoes’) cultural se esfuma, desaparece.
Es la sustancia genética la que da lugar a la lengua y la cultura. No hay otro sujeto, otro actor, otro creador. La materia simbólica es obra de la vida.
Un lenguaje externo que permite la comunicación y la transmisión del saber entre los miembros del grupo (incluso de la especie –se podría alcanzar un lenguaje universal).
La vida está obligada a usar estos lenguajes segundos, humanos… Con ellos ha de decir de sí.
El ‘yo’ cultural habla por otro, en lugar de otro… Es una voz prestada. Hasta tanto no advengamos a la luz, hasta tanto no seamos conocidos. El momento de tomar la palabra ha llegado.
Ha llegado el momento de salir a la luz, de hablar, de cantar… de mostrarnos.
El cariotipo específico humano (su potencia…) ha hecho posible nuestro advenimiento. Buscando el origen (del hombre) hemos llegado a nosotros mismos. La autognosis se ha producido. Es el acontecimiento de los acontecimientos. La vida en este planeta cambiará para siempre.
Anonimia. Ahora es la vida. El sujeto cultural se tacha, se borra. Cede el protagonismo, la palabra.
El sujeto cultural (el parlante) como portavoz. El genouma no puede hablar sino en términos humanos.
Yo, la vida, hablo… No como hombre, sino como vida.
El genouma hace uso de los órganos fonatorios de su soma. Toma la palabra en su soma.
Los diversos hombres de las diversas culturas desaparecen. Ahora la vida habla a la vida. Se dirige a la vida más allá de sí.
La vida del cariotipo humano ha cambiado para siempre.
El futuro de la vida está en juego. El hombre debe desaparecer. La ilusión antropocéntrica ha terminado.
El futuro será genocéntrico o no será.
Es el futuro de la vida lo que importa, no el futuro del hombre (de ‘nuestra’ especie).
Las especies (y los individuos) son medios, instrumentos, útiles de la sustancia genética. Vehículos.
La vida explora, inventa modos y maneras de dominar el medio. La morfología y la fisiología de los innumerables organismos. El dominio de la tierra, de las aguas, del aire… El dominio, la maestría…
Durante milenios la vida nos ha susurrado el camino que hacia ella (hacia nosotros) conduce.
La búsqueda del origen, del sentido… La pulsión cognoscitiva.
En qué mundo hemos venido a ser. Qué somos, quiénes somos…
Mundo, medio entorno… Lo pequeño y lo grande. El cosmos, el mundo… el espacio… la materia alrededor… El ente en su totalidad. El ser de lo ente.
El conocimiento que ahora poseemos acerca de nosotros mismos es el acontecimiento más grande que se haya podido dar desde el origen. Es un nuevo origen, un nuevo punto de partida para el uno primordial. Ahora se sabe, sabe de sí a escala macroscópica.
Ahora caminará sobre la tierra no como un organismo, no como criatura, sino como creador. No como un mero ser vivo, sino como la misma vida.
El lenguaje de los humanos se transformará cada vez más en un lenguaje biológico, fundado en las ciencias de la vida. Genómica, ecología… Lenguaje que concierne a la vida que somos, lenguaje vital.
Biofísica, bioquímica… El lenguaje de la vida.
Un lenguaje segundo (humano) que tiene como soporte el lenguaje primero, el lenguaje de la vida.
El entorno esencial: el agua, la tierra, el aire… los nutrientes. Nuestro primer cuidado.
Se trata de una guerra contra el ‘hombre’, contra su antropocentrismo. Destruir la ilusión antropocéntrica. Derribar ese monstruo. Prejuicios antropocéntricos neolíticos, arcaicos, pre-genocéntricos... que ponen en peligro la misma vida. Combatir todo eso.
Los deberes de los renacidos a la vida. Contra el ‘hombre’.
Es una vía purificativa, purgativa. El primer ‘hombre’ a derribar de su pedestal es el propio ser simbólico que se es. El ‘yo’ cultural propio (el social, el histórico…). Deshacerlo, triturarlo, reducirlo a polvo y cenizas.
El paso del fenocentrismo al genocentrismo. Es un cambio similar al paso del sistema ptolemaico al copernicano (el paso del geocentrismo al heliocentrismo). No sólo la tierra no es el centro del sistema solar (como hoy se le conoce), tampoco el hombre es el centro de la vida en este planeta (ninguna criatura lo es).
Morir como ‘hombre’ para renacer como vida. Muerte espiritual, cultural, simbólica. Abrir cancha a Xenus/Nexus.
El dos veces nacido. Dioxenus/Dionexus. 
La unidad de todo lo viviente. El uno primordial. Nos.
Este Uno primordial trasciende no sólo etnias y culturas, también especies. Más allá de los cariotipos, de los fenotipos… de las criaturas.
Fragmentos del uno primordial, esto somos.
A solas con el solo, con el creador. A solas con nosotros mismos.
*
Hasta la próxima,
Manu