Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

sábado, 5 de noviembre de 2011

74) Desiderata urgente

Desiderata urgente.

Manu Rodríguez. Desde Europa (02/11/11).


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*Necesitamos medios de comunicación (radio, prensa, televisión) desde donde difundir nuestra europeidad y nuestra oposición a la islamización (ideológica y demográfica) de nuestros países. Necesitamos una organización a nivel europeo; unificar el anti-islamismo europeo; crear un movimiento de masas a nivel europeo que presione política y socialmente, que incida en el estado de cosas. No podemos desaparecer. Tenemos que propagarnos, tenemos que crecer; tenemos que superar esta fase, este nivel.
Tenemos que llegar al corazón y a la mente de los europeos (de Europa). Tenemos que crear una corriente de opinión lo suficientemente fuerte como para influir en la marcha de las cosas y detener lo que parece inevitable. Lo tenemos todo en contra: la indiferencia de la población, la mala opinión que acerca de nosotros difunden los medios de comunicación… ¿Lo conseguiremos a pesar de todo; venceremos?
Es la hora de la propaganda. Carteles, pins, pegatinas, objetos… anti-islamistas. Folletos, panfletos, pasquines. En la red y en la calle. Cada cual puede diseñar pequeños carteles desde donde remitir al ciudadano hacia determinadas webs, blogs, o facebook con información acerca de nosotros y acerca de lo que denunciamos. En estos carteles nos anunciamos y dirigimos la atención del lector hacia el Archivo Fjordman, Brussels Journal, Riposte Laïque, Gates of Viena, o Ibn Warraq, o Wafa Sultan… y otras prominentes páginas anti-islamistas. Que circulen por todos lados en internet. Además, podemos imprimirlos y dejarlos en cafeterías, librerías, tiendas de disco… en lugares amigos. Terminaríamos por conocernos. No estamos solos. Podríamos adoptar insignias anti-islamistas que prenderíamos en nuestras solapas. A las claras, dando la cara. Aquí estamos.
Ahora vivimos bajo tierra, lejos de la luz. Con nuestra imagen pública denigrada y falseada por los medios de comunicación. Lo primero es limpiar nuestra imagen. A partir de ahora seremos nosotros los creadores de nuestra imagen; y ésta será bien distinta de aquella que de nosotros difunden los medios, y más ajustada a la realidad. Ahora estamos en la noche, antes de la aurora. Pero ya llega el día, nuestro día. El día del reconocimiento. Habrá luz para todos, y será posible construir otro futuro; desbarataremos los ambiciosos planes de los invasores, los expulsaremos de aquí. Recuperaremos Europa.
Pero primero tenemos que recuperar a los europeos. Necesitamos ser reconocidos por los europeos. Nosotros no somos fascistas, ni xenófobos; no somos asesinos. No somos ningún totalitarismo amenazante. Nadie debe temer nada de nosotros. No traemos la espada, sino la pluma. Somos los últimos ‘ilustrados’.
La información, la cultura, es esencial en nuestros miembros. Nosotros amamos el saber y la sabiduría. La mayor parte de la oposición al islam en Europa, y en el resto del mundo, cabe decir, lo es justamente por su saber. Nosotros somos guerreros de la palabra; nuestra arma es la palabra verdadera, la información veraz.
Denunciamos un totalitarismo, un horror que se nos avecina. Hablamos del islamofascismo en Europa, y en el mundo entero. Su expansión demográfica (la ‘umma’) y cultural (la sharia, su ley). Sus efectos en Europa a corto, a medio, a largo plazo.
No tenemos (nuestros textos no tienen) otra intención que la de despabilar a nuestros compatriotas; que atiendan nuestro discurso, nuestra voz. Ganarnos su mente y su corazón será nuestro primer cometido. Si lo logramos será nuestra primera victoria, y como una aurora anunciará nuestro día.
Venimos a dar fuerza, firmeza, y seguridad, a los laxos, a los indecisos, a los cohibidos. Que no desistan, que no se resignen, que no lo dejen; que no están solos; que hay una oposición al estado de cosas al respecto. Que disponen de textos y videos que les informarán con claridad; que disponen de gente, de semejantes.
Denunciamos también a los falsos héroes, y a los monederos falsos –las causas lejanas. A los colaboracionistas de izquierda; a los cobardes, a los hipócritas, a los interesados; a los cretinos útiles de todas nuestras ciudades; a los ‘antifas’, a los falsos antifascistas.
Nosotros somos los únicos antifascistas que se pueden encontrar ahora mismo en Europa. Que quede claro esto. Y nos enfrentamos abiertamente a una ideología totalitaria religioso-político-jurídica… que medra cada día más en nuestras tierras. Es un dragón de múltiples cabezas, un monstruo; una monstruosidad ideológica que amenaza con devorarnos a todos, que tiene la férrea voluntad de que su faz sea la faz única del planeta, y pretende conseguirlo por todos los medios a su alcance. Hablo de la codiciosa ‘umma’, de sus textos programáticos, y de su sombrío dios.
Es preciso informar a los europeos de aquello que pasa de verdad. Mientras están en otra cosa, otros los desposeen. Están fuera de la realidad. ¡Ay, estos europeos! Siempre en lo lejano, en lo otro; siempre lejos de casa. No miran lo que tienen que mirar, lo que pasa en su casa y en su tierra. Ganan terreno cada día estos visitantes, estos extranjeros; estos intrusos. La casa descuidada; esto es lo que encuentran.
En nuestra propia tierra la ‘umma’ pugna y compite con nosotros los europeos, y logra triunfos. Se nos reta en nuestro propio hogar. Gente venida de fuera. Se nos amenaza, se nos intimida. Nos comen el terreno, nos pisan los pies. Quieren acabar con nosotros (demográfica y culturalmente) estos miserables; quieren que no seamos. Quieren quedarse con nuestras ciudades, con nuestros pueblos, con nuestras tierras. El legado completo de nuestros antepasados quedará en sus manos; nuestra memoria colectiva ancestral. Nuestra vida y nuestro ser quedarán en sus manos.
Luchamos contra el mal, contra nuestro mal; contra aquello que nos viene mal (en la tierra y en el cielo –arriba y abajo). Con esta lucha preservamos nuestro ser, defendemos nuestras tierras y nuestros cielos (nuestras culturas, nuestros mundos simbólicos todos).
Los europeos deben saber a qué se enfrentan. Nos esperan la muerte y el olvido, si nada hacemos. Nos aventuramos a la extinción. Es una guerra por la supervivencia y el dominio en nuestra propia tierra lo que vivimos. Si perdemos, perdemos la vida; desaparecemos. Día a día la ‘umma’ crece en población, fuerza, y poder; cada día más numerosa y poderosa. Nos podrán, se impondrán sobre nosotros. Podemos extinguirnos, si nada hacemos. Seríamos las últimas generaciones de europeos milenarios. Nos jugamos la vida, nos jugamos el ser.
No es necesario que nos superen en número. En la España de principios del siglo VIII bastaron dos grandes batallas para hacerse con el territorio e imponerse sobre una población inerme y amedrantada. Se supone que no pasaron de cien mil el número de musulmanes extranjeros en el territorio de la península ibérica (en una población de ocho o diez millones de habitantes) a lo largo de su período de dominio, y de nuestra reconquista. Un ejército poderoso (un número abundante de soldados) y el uso sistemático de la fuerza y de la violencia fueron suficientes, y la conciencia (o la creencia) de los sometidos de estar frente a una potencia imperialista dotada de contingentes armados innumerables al otro lado del estrecho.
Hoy es otro el caso, son ya millones los intrusos (africanos y asiáticos) que merodean por Europa ansiosos del saqueo, del rico botín que les espera; a ellos, o a sus descendientes. Nos podrán por la fuerza y la violencia que en su momento ejercerán. En cuanto puedan. Sólo han de tener paciencia; una, dos, tres… generaciones.
Tenemos que avivar el fuego europeo, y esto no podemos hacerlo más que por medio de la palabra. Ese fuego es el calor y es la luz de los europeos; es el genio de Europa. Se precisa la palabra encendida de Orfeo, capaz de poner en movimiento árboles y de ablandar rocas… Avivar, encender; conmover, remover; iluminar, aclarar… desvelar.
Ésta es la labor que nos queda a los anti-islamistas europeos. A la manera de aquellos ‘maestros de la verdad’ de la Grecia arcaica. Es la Atenea militante, la Atenea Promachos; armada y preparada para la batalla. Tenemos que estar armados, armados de conocimiento y de verdad.
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Hasta la próxima,
Manu