Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

martes, 11 de marzo de 2014

108) Identitary@s


Identitary@s.


Manu Rodríguez. Desde Europa (11/03/14).

*

*Una identidad (la arya), una nación (la arya), una religión (la arya). Éstas son las claves espirituales y de combate.
Un movimiento identitario puramente arya (en cuerpo y alma). Un nacionalismo pan-arya que comprenda a todos los pueblos aryas de Europa y la Magna Europa (las Américas, Australia, Nueva Zelanda). Y una religión que no puede ser otra que la herencia étnica y lingüístico-cultural de los pueblos aryas. En esto consiste nuestro credo y nuestra fe.
Nuestra gente, y nuestras tradiciones culturales desde sus orígenes hasta nuestros días. Esto es lo sagrado arya.
*La idea es crear o establecer ‘centros religioso/culturales aryas’. Sólo para aryas (étnica y culturalmente hablando). Con sus bibliotecas, sus claustros, sus salas de conciertos, sus capillas… Claro que hace falta dinero, pero más que dinero hacen falta tal espíritu y tal deseo. Si lo quisiéramos hasta a la sombra de los olivos (el árbol de Atenea) podríamos establecer esos recintos espirituales para nuestra gente. En realidad no necesitamos más que eso, la voluntad de que tal cosa se realice. Nos basta con nuestra presencia y nuestra palabra. Podemos reunirnos en cualquier lugar.
Una vez consolidados, en el futuro, dispondremos de esos centros. Pero antes tenemos que ganarnos, que merecer ese futuro. Tenemos que perseverar, pues, en esta nuestra lucha hasta reconquistar lo perdido (nuestra identidad, nuestra libertad, nuestra soberanía, nuestra independencia…). Esa Reconquista es nuestra única garantía de futuro.
Lo importante es ahora nuestra situación jurídica, política, e histórica. Un pueblo extranjero escribe nuestra historia más reciente (el último siglo), dicta nuestras leyes, y dirige nuestra política interior y exterior. El cerco sobre nuestro pensamiento es férreo y tenaz. Se nos impide (legalmente) cualquier movimiento. Se nos silencia, se nos persigue, se nos condena, se nos impide la defensa (el caso Zündel)…
Ni los juristas, ni los historiadores, ni los políticos (la mayoría)… Apenas nadie está con nosotros, con los nacionalistas. Fíjate cómo los últimos movimientos políticos de cara a las próximas elecciones europeas denuncian a los nacionalismos (las recientes conferencias de Barroso y Merkel). No cesa la criminalización de los partidos nacionalistas –que, a pesar de la ‘censura’ de nuestros gobernantes (de quienes los dirigen), cada vez pululan más por Europa. El nacionalismo es pecado, es el mal. Y el peor es el nacionalismo pan-arya.
No hay, parece, ni intención ni voluntad por parte de nuestros juristas, historiadores o políticos de clarificar nuestro sistema de justicia, nuestra historia, o el régimen de nuestras libertades. Hemos devenido pueblos sin orgullo, sin dignidad, sin ‘cogones’. Permitimos que otros (los judíos y sus partidarios) planifiquen y dirijan nuestras vidas.
Desde la cristianización no habíamos caído tan bajo. También en aquellos días se nos impedía cualquier retorno a la fe de nuestros antepasados, se mancillaba su memoria, y se reescribía nuestra historia. Hoy como ayer. La historia se repite, parece. Pero esta vez no podremos levantar cabeza. Si cuando la cristianización perdimos nuestras culturas y el nexo con los antepasados, esta vez perderemos también la tierra. Los millones de extranjeros que se asientan en nuestras tierras acabarán deformando, desvirtuando, alterando definitivamente la faz de nuestra patria milenaria. Este es el fin de la Europa blanca, de la Europa europea, amigo.
¿Quiénes son los artífices de este desastre, de esta tragedia?
*El laberinto europeo y su minotauro. La ‘intelligentsia’ judía.
*Los judíos se han metido en nuestra cultura para viciarla desde el interior. Sobre todo en las llamadas ‘humanidades’ –filosofía, artes, historia, ciencias políticas, derecho, economía… antropología cultural, sociología… Considero la obra de estos pensadores como de mala fe, malintencionadas (Marx, Boas, Freud, Adorno, Marcuse, Lévinas, Derrida…).
Se hace necesario purgar estas ramas de nuestra cultura de todo lo judío.              
*La represión ejercida contra los movimientos nacionalistas nos viene de los judíos, que están controlando nuestra vida política desde el fin de la IIGM. Son ellos los que prohíben partidos, libros, información… Persiguen y prohíben la verdad. El fundamento de estas leyes represivas se inspira en la falaz historia del período nazi y de la IIGM elaborada por los mismos judíos.
La revolución comenzará en Europa (en palabras de MacDonald). Lo primero será conseguir que esas leyes sean abolidas. Estas leyes han sido diseñadas por judíos, como en el caso de Francia (la ley Fabius-Gayssot, promulgada en 1991). Fabius, ministro del actual gobierno ‘socialista’ de Holland,  es judío; e igualmente Gayssot, diputado en su momento del Partido Comunista).
En Francia, la izquierda y la derecha están lideradas por judíos (Holland y Sarkozy son judíos). Ocupan todas las alternativas políticas (salvo las nacionalistas). Es una comedia; es un plan. El pueblo vota mayoritariamente a políticos judíos, a los represores. Está claro que de estos no nos vendrá la liberación. No moverán un dedo a nuestro favor, bien al contrario.
Una revolución nacionalista arya. De nuevo. Una revolución en las casas, en las calles, en los puestos de trabajo, en las escuelas y universidades. Un movimiento de rebeldía y de desobediencia civil. Contra la injusticia y la mentira. Contra la calumnia y la difamación de nuestro pasado. Basta. Se trata de reconquistar lo perdido.
*En todas partes, y continuamente. La imagen horrible que de nosotros se ofrece. En nuestras escuelas, en la educación de nuestro niños y adolescentes. En la prensa, en la literatura, en el cine, en las series de televisión que nos vienen de EEUU y Europa. Sin olvidar los eventos relacionados con el llamado holocausto, que se producen constantemente (aniversarios, exposiciones, conmemoraciones…).
Omnipresente, la propaganda del enemigo. Contra nosotros, contra nuestros pueblos. Mancillando, calumniando,  difamando… pisoteando nuestro credo, nuestra fe, nuestra esperanza, nuestra única salida.
Obviamente, los fundamentos de esta ‘ideología’ anti-nazi y anti-fascista  en las series, películas, novelas y demás, penetran e impregnan cada vez más la mentalidad de nuestras poblaciones –su anti-etnicismo y anti-nacionalismo; su carácter universal, cosmopolita, multirracial y multicultural. Es un lavado de cerebros dirigido exclusivamente a los pueblos blancos. Aquí operan hábiles ingenieros sociales.
Todo el mundo se acoge a la perspectiva judía del período nazi y de la última guerra europea. Nadie se atreve a discutir o poner en duda su ‘historia’. Aquellos que lo hacen se enfrentan al ostracismo social (perdida del trabajo, marginación…), y a la acción judicial y los tribunales –a la  condena social y judicial. Está todo atado, y bien atado.
*El universalismo cristiano fue un movimiento eminentemente judío (el judeo-mesianismo), de la misma manera que lo son la masonería (transnacional y transcultural), el internacionalismo comunista (el judeo-bolchevismo), o el actual globalismo judeo-demócrata-liberal. Invenciones, engendros judíos. Instrumentos de alienación y de dominio.
*El daño que los judíos han hecho  a nuestros pueblos (desde la cristianización hasta nuestros días) es incalculable y en muchos casos irreparable. Los últimos doscientos años han sido terribles. La contribución judía a nuestras dos últimas guerras europeas, con sus millones de muertos, son innegables. La confusión y alienación ideológica y espiritual de los tiempos que corren es obra suya.
Son numerosas las observaciones y los consejos que desde hace más de doscientos años las grandes figuras de nuestra cultura nos han dado acerca de los peligros de los judíos (desde Voltaire, Benjamín Franklin…). No les hemos hecho caso, y así nos va.
Tenemos los últimos sucesos en Ucrania y su conflicto con Rusia, a cuenta de la península de Crimea. La política judeo-estadounidense  es contraria a Rusia. Rusia se opone a los judíos (a los intereses geopolíticos israelitas –no estadounidenses, téngase en cuenta esto). Este es un conflicto provocado, inducido. Son los judíos los que dirigen toda esta operación. Y no les importarán los muertos, eslavos en cualquier caso, que en este conflicto pudieran producirse.
El enfrentamiento de los judíos con Rusia comenzó a finales de los cuarenta del siglo pasado. La revolución rusa fue obra de los judíos, como tuvo el mundo sabe, y los mismos judíos no dejan de estar orgullosos de ello (ocultando o minimizando deliberadamente su brutalidad, su crueldad, su criminalidad). Pero algo sucedió cuando la creación del Estado de Israel en1948. Stalin, desde ese momento y hasta su muerte (1953) fue eliminando la presencia judía en los cuadros del partido y de gobierno (hasta entonces omnipresentes), y esta política se mantuvo hasta el final de la URSS, y se mantiene en la actual Rusia. Está claro que los judíos ni olvidan, ni perdonan.
¿La salida? Para todos los pueblos, yo diría, el nacionalismo étnico y lingüístico-cultural. Y en nuestro caso, únicamente el camino nacionalista arya. Éste es el nacionalismo que todos los pueblos blancos necesitamos. La solidaridad arya. La solidaridad entre los pueblos eslavos y de estos con los pueblos germanos, bálticos, celtas, y románicos. La solidaridad blanca. Ésta es nuestra única salida.
*Nos encontramos ante un dilema, un  doble camino. Un camino, el que ahora llevamos, conduce a la muerte y al olvido; el otro, el camino arya, nuestro camino, nos conduce a la vida y al recuerdo, nos conduce al futuro. La nación (y la religión) arya es esa salida, ese camino. Si no es por este camino, no tendremos futuro.
*El Estado racial o étnico. El pueblo, formado por grupos étnicos emparentados. Se impide el acceso de cualquier extranjero a la dirección y gobierno de las propias cosas.
*Para encontrar el nacionalismo étnico hay que dar un paso atrás del fatal momento de nuestra cristianización. Desde la cristianización nuestro lenguaje se transformó en universal (urbi et orbe).  Hemos perdido la costumbre del ‘nosotros’ diferenciado, y exclusivo; del ‘nosotros’ étnico y lingüístico-cultural. La auto-referencia.
No hay auto-cuidado ni auto-preservación en el lenguaje universal. Con el lenguaje (la perspectiva) universal nos ignoramos a nosotros mismos.
Un paso atrás del universalismo –religioso o político. Ahí se encuentra lo propio, lo nuestro, lo singular; las propias señas de identidad. El propio lenguaje, el propio discurso. La madre-patria reencontrada.
Se renace al propio ser; uno es devuelto a su casa, a los suyos, a su lugar.
*El camino arya es lo que deben recuperar todos los individuos y pueblos aryas. La estela propia. La propia palabra. La propia luz.
*«...la nación no era —según los marxistas— otra cosa que una invención de los capitalistas; la patria, un instrumento de la burguesía, destinado a explotar a la clase obrera; la autoridad de la ley, un medio de subyugar al proletariado; la escuela, una institución para educar esclavos y también amos; la religión, un recurso para idiotizar a la masa predestinada a la explotación; la moral, signo de estúpida resignación, etc. Nada había, pues, que no fuese arrojado en el lodo más inmundo».
Estas palabras son de Adolf Hitler, y tienen poco menos de un siglo. La crítica a la patria/nación, a la autoridad, a la religión, a la moral, a la educación… era habitual en la prensa judeo-marxista de finales del XIX y principios del XX. Estos ‘argumentos’ fueron retomados tras la segunda guerra por los estrategas judíos Adorno, Horkheimer, Marcuse y  tantos otros. Hoy se les añade la crítica a la familia, a la moral sexual (a favor de la liberación sexual), la propaganda a favor del aborto…
*La guerra emprendida por las potencias del mal contra la nación arya fue (y es) una guerra sin honor; una guerra sucia.
No cabe duda que el honor, la nobleza, y la caballerosidad, en  esta última guerra europea, estaban del lado nazi (hay numerosas anécdotas de ello).
*No se trata tan sólo de que el nazismo fuera injustamente condenado. Hay algo más. La condena del nazismo es un arma, un instrumento, un útil en manos del enemigo. La cuestión nazi. El enemigo hace estragos en las filas blancas con esta arma.
La cuestión nazi (los crímenes contra la humanidad y todo lo demás) no es sólo un arma de intimidación moral contra individuos y naciones o Estados, sino jurídica también. Toda la temática, y su tratamiento en los media, sigue siendo propaganda de guerra. Nos movemos en un ambiente de guerra. Somos testigos cada día del permanente ataque ideológico (moral, político, jurídico…) contra al nazismo, y contra Estados no gratos a los poderes dominantes (a quien nos manda verdaderamente), en la prensa y en los medios de comunicación todos. Ante la menor sospecha de nacionalismo se habla de la sombra del nazismo…
(El caso reciente de Suiza, que pretende restringir la libre circulación de emigrantes en su territorio. Adviértase la llamada de atención, los ‘consejos’ que de inmediato les ha dado Moody’s (la agencia internacional de calificación económica). Las veladas amenazas económicas y financieras. Así comienza la cosa. Lo próximo será hablar de derechos humanos, racismo y todo lo demás. La campaña de prensa. No falla.)
El aparato, el dispositivo ideológico represivo (estatal y mediático) del enemigo contra el nazismo –y contra todo movimiento de liberación, de independencia de las normas internacionales, de autonomía. El arma total.
Tarde o temprano la superchería montada acerca del nazismo y la segunda guerra mundial se vendrá abajo. Fue montada por unos y otros por diversos motivos. Unos para acallar y desviar la atención de sus propios crímenes (los ejércitos aliados); otros viendo culminada su tarea, la descalificación del nazismo (y de los nacionalismos), y la exaltación del judío eterno y universal.
*Si los crímenes atribuidos a los nazis son indemostrables, los crímenes de las potencias aliadas (durante la guerra y postguerra) y los del judeo-bolchevismo sí están documentados y son indiscutibles.
*“El enemigo de mi enemigo es mi amigo”. No siempre es el caso. ¿Cómo vamos a decidirnos entre la nación judía (los intereses judíos) y la nación musulmana (los intereses musulmanes), cuando ambas procuran nuestra destrucción? Por lo demás, el islam, como el judeo-mesianismo, es una rama del árbol judío.
*Es un insulto, para nosotros los nacionalistas aryas, que fundamentalistas cristianos (judeo-mesiánicos) se auto-proclamen como ‘nación arya’, que se hayan apropiado de este sublime concepto. La nación arya no puede ser ni cristiana, ni musulmana, ni budista… La nación arya no puede ser otra cosa que arya; no puede tener otra religión que la arya.
La propia herencia biosimbólica de los nacidos aryas, ésa es la religión arya.
*Somos la raza última, la raza más joven. Algo nuevo traemos. Algo nuevo somos. Tal vez en esta novedad radique nuestro mensaje, nuestra misión. La rama arya aún no ha terminado de decir su palabra.
*Recuperaremos nuestros símbolos todos; nuestra historia, nuestra memoria. Y restituiremos el honor de la primera nación arya –la germana. La nación arya volverá a ser reconocida.
*Nosotros somos una comunidad/nación étnica y culturalmente diferenciada del resto de comunidades étnicas –de la china, de la japonesa, de la judía…
*Hay que reconocer que la primera nación arya es la germana, y que esta experiencia se constituye como un modelo a seguir, pero el mensaje iba dirigido a todos los pueblos blancos e indoeuropeos. No quedaba sólo en los germano-parlantes. El nacionalismo arya (el nazismo) llama por igual a todos los pueblos blancos de tradición indoeuropea.
La clave, a mi manera de ver, de este movimiento pan-arya reside en la identidad biosimbólica de los numerosos pueblos aryas, en la comunidad de genes y culturas. La nación arya está dada. Y trasciende, claro está, las diversas nacionalidades históricas (España, Francia, Inglaterra, Alemania, Ucrania, Rusia…) en las que nos movemos.
En pocas palabras, hay que pasar del nacionalismo blanco e indoeuropeo  francés, noruego, lituano, ruso, o alemán, al nacionalismo pan-arya europeo.
Es un desplazamiento del fervor, de la devoción; de la fidelidad y de la lealtad. Es un desatar de un lado y un atar en otro. Es una ‘conversión’ lo que le pedimos a nuestros hermanos.
Lo que encuentran al otro lado, lo que le ofrecemos,  es una identidad ancestral, una nación, y una religión. Ni más, ni menos.
No lo tenemos fácil. Exceptuando a los pequeños grupos nacionalistas e identitarios, la inmensa mayoría de las nuevas generaciones vive a espaldas de estos valores (nación, patria, ancestros...). Y no hay que olvidar que el nacionalismo arya está mal visto, y es un tema prohibido, perseguido, tabú. La tarea que tenemos por delante es inmensa (y peligrosa). Y el tiempo urge. Ése es el problema.
Estoy convencido que al final habrá un cambio, una transformación en nuestra gente; un giro, una vuelta, una ‘conversión’ hacia lo propio. No sé ni cómo, ni cuándo, pero sucederá. Nosotros trabajamos para ellos, para estos futuros.
*El nacionalismo arya germano, el primero, debe ser reivindicado absolutamente. Podemos estar tranquilos acerca de la bondad y la moralidad de nuestra causa. Contra la propaganda anti-nazi o anti-fascista no tenemos otra arma que la verdad. La verdad histórica de los hechos. Cada vez circulan más textos clarificadores acerca del período nazi y la IIGM. Los historiadores ya comienzan a dividirse entre la versión oficial (judía) y la que nos ofrecen los estudiosos e investigadores independientes.
Los llamados revisionistas o negacionistas no son otra cosa que buscadores de la verdad. Son ellos los que están limpiando el honor de los nazis (y de todos los pueblos blancos). No sé cuánto tiempo aguantarán los partidarios de la versión judía. Les va en ello mucho, se lo juegan todo (prestigio, reconocimiento, posición social, poder…). Resistirán hasta el final, supongo, y usarán todas las armas a su alcance (como siempre han hecho). Este enemigo carece de honor y de dignidad. La verdad no cuenta para esta escoria humana. Podemos esperar cualquier cosa de ellos. Ya nos han demostrado lo que son capaces de hacer (desde los bombardeos de poblaciones civiles con millones de muertos, hasta los juicios de Núremberg y la infame postguerra). Es una historia negra, sucia, horrible. No se detendrán ante nada.
Lo que debe estar claro es que la guerra aún no ha terminado. Es de suponer que el enemigo seguirá vilificando y criminalizando los movimientos nacionalistas e identitarios, así como persiguiendo y prohibiendo todo lo que contradiga su ‘historia’. Con todo, estoy convencido de que la victoria final será nuestra.
Es probable que las actuales jóvenes generaciones vean ese final feliz –la caída, el desplome de la bestia (y de su montaje). Presenciarán el triunfo de la justicia y de la verdad. Nada podrá igualar la alegría de los nuestros en esos días. Por ese anhelado mañana combatimos hoy.
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Saludos,
Manu