Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

jueves, 21 de enero de 2010

16) El juicio a Geert Wilders

El juicio a Geert Wilders.

Manu Rodríguez. Desde Europa. (20/01/10)

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*El juicio que se sostiene contra Geert Wilders en nuestra Europa, aquí, en nuestra casa, es un juicio contra nuestra cultura, sin más. Es un juicio contra nuestro ser cultural, contra nuestra diferencia en el mundo, contra el genio europeo. Es un juicio contra nosotros mismos.
Está claro que el islam ha venido a Europa a torcer nuestra historia, a incidir en nuestro destino, a modificar nuestras tradiciones, a desfigurarnos, a deformarnos, a desvirtuarnos; a destruir nuestro ser cultural, en último término. Y está claro que desde la entrada del islam en Europa nuestra libertad (nuestras tradiciones políticas, jurídicas, sociales...) no ha conocido sino restricciones, y amenazas. La respuesta del islam a nuestra libertad (a nuestra manera de vivir) es la muerte.
Son nuestras leyes, nuestras tradiciones jurídicas y políticas, las que están siendo juzgadas. Se trata también de ir modificando poco a poco esas leyes. De ir introduciendo las correcciones pertinentes de manera que la crítica o censura al islam sean poco menos que imposibles.
Recordémonos que si no hubiéramos luchado contra restricciones de la libertad semejantes a los que pretende imponernos el islam, no hubiéramos alcanzado el nivel político, cultural, y social que hoy gozamos.
Es justamente esta libertad la que nos permite decir con claridad dónde vemos el peligro, o la amenaza, para esa misma libertad. Si perdemos esta libertad, o restringimos su alcance, perderemos lo conseguido, retrocederemos más atrás incluso que del Antiguo Régimen, iremos a parar de nuevo a la Edad media. Perderemos siglos de evolución cultural, política, y social, y la vida esforzada de millones de europeos que nos precedieron no habrá servido para nada.
Este juicio denota hasta qué punto son desvergonzados estos musulmanes cuestionando en nuestro propio hogar nuestra manera de vivir, discutiendo en la patria de la libertad esa misma libertad. Pretendiendo poner coto y limitaciones; limitándonos. El huésped le echa un pulso al anfitrión. Están en juego las tradiciones de la casa. Permitimos, concedemos. Ésta es la respuesta que recibimos. Huéspedes indeseables. Ésta es la gente con la que hemos tropezado.
Se ha puesto de relieve, además, nuestra debilidad y confusión, nuestra falta de claridad, de coraje moral, de firmeza, en lo que a la defensa de nuestras tradiciones respecta.
Son los signos de estos tiempos.
Terrible suceso, pues, es este juicio para Europa. Es un ataque a nuestras instituciones, a nuestro modo de vivir. Se ataca algo que nosotros los europeos deberíamos tener como sagrado, y que costó a nuestros antepasados (no deberíamos olvidarlo) sangre, sudor, y lágrimas.
¿Cómo terminará un juicio que no tendría ni siquiera que haberse celebrado? ¿Cuál será su alcance? ¿Saldrán perjudicadas nuestras libertades? La más mínima cosa que consigan será una derrota para nosotros los europeos. Otro torpedo, otra brecha. Otra puerta que se les abre. La derrota de Wilders será la derrota de Europa, la derrota de la Europa europea.
Nuestra libertad está emparentada con la verdad. Pérdida de libertad es pérdida de verdad en nuestras vidas. No es sólo una lucha por la libertad, sino por la verdad también, por la luz. Se trata de nuestra libertad, de nuestra verdad, de nuestra luz; que están siendo cuestionadas por gente venida de fuera en nuestro propio hogar.
Gente venida de fuera quiere modificar (por las buenas o por las malas) nuestra manera de vivir; determinar nuestras vidas, acotarlas a su antojo. Que nos adaptemos a su norma, a su ley. Es insólito lo que nos sucede. ¿Cómo toleramos? ¿Cómo aguantamos? ¿Por qué? ¿En nombre de qué o quién? ¿Cómo no respondemos de la debida forma a sus pretensiones, a sus amenazas, y a su violencia?
¡Ay, europeos! Despertad, despabilad. Es tarde ya. El tiempo apremia. Daos prisa.

viernes, 15 de enero de 2010

15) El peor enemigo de Europa

El peor enemigo de Europa.

Manu Rodríguez. Desde Europa. (12/01/10)

*

*El peor enemigo de Europa son los mismos europeos. No cabe duda que nuestro nihilismo y nuestro relativismo cultural nos han debilitado moralmente, espiritualmente. No hemos sido educados para sentirnos orgullosos de nuestra propia historia, de nuestra estirpe, de nuestro genio. Ignoramos o menospreciamos nuestros logros, la alta cultura elaborada por nuestros antepasados. Nos burlamos de los personajes de nuestra historia, los censuramos de una u otra manera. Esto, entre otras cosas, ha contribuido a nuestra vulnerabilidad.
Es una deriva no sólo destructiva, sino auto-destructiva. Es normal que otros sueñen con dominarnos. Cualquier observador advierte nuestra debilidad, nuestra confusión, nuestra torpeza. Hemos devenido un pueblo de hombres y mujeres cobardes, inseguros; un pueblo vulnerable, abordable, domeñable.
Practicamos un altruismo absurdo y suicida (adobado con conciencia de culpa debido a nuestros períodos imperialistas y colonialistas), ‘todo por el otro y para el otro’. No oponemos resistencia a la muchedumbre de extranjeros que nos invaden desde hace decenios. No discriminamos.
Hay muchos otros, pero hay un otro, el islam, que sueña con destruir nuestra identidad simbólica, nuestro ser europeo.
En el islam no se ha dado un proceso de auto-crítica y auto-censura como el que hemos practicado en Europa con respecto a nuestra propia historia. Bien al contrario. Lo que en su área de dominio se ha alentado, desde los años treinta del siglo pasado, es el espíritu de revancha, de venganza, por el período que han estado dominados por los europeos. Apenas nada, comparado con los siglos de dominación musulmana en Europa (la mediterránea y la balcánica). Su vergonzoso y humillante dominio sobre nuestros antepasados. Una afrenta que aún debemos reparar. Deberían prodigarse las historias negras de su período de dominio en nuestras tierras. Los europeos deberían conocer ese triste y violento período. Cuando bajo los árabes (en el Mediterráneo), y cuando bajo los turcos (en Grecia y los Balcanes, y hasta hace menos de un siglo).
Tendríamos que recordarles a los europeos que ese islam que nos amenaza con total impunidad aquí, en nuestra tierra, ha tenido sus oleadas de expansión y de dominio, y que fue un imperio totalitario entre otros, y que colonizó, explotó, esclavizó, y destruyó, como todos. Y en nuestra Europa. No son inocentes víctimas de nuestro período colonial. También ellos deben rendir cuentas por su violencia y su horror a lo largo de la historia.
El islam no ha cambiado, lo podemos ver en sus Estados. Violento, cruelmente desgarrado por las luchas internas (desde la muerte de Mahoma); se masacran entre ellos. Es hoy lo que fue ayer, y lo que será mañana. Deberíamos intuir al menos lo que nos espera, si siguen prosperando en Europa. Si el pasado no es suficiente, tenemos hoy las palabras de sus autoridades religiosas en las mezquitas de nuestras ciudades. Lo que se atreven a decir bien claro en nuestra casa. Sus amenazas, sus censuras a nuestras tradiciones políticas, culturales y demás, sus insultantes reivindicaciones territoriales.
El peligro ahora, sin embargo, es la extinción, la desaparición, la muerte de Europa, de la Europa europea. Desvirtuar a Europa, ésta es la estrategia de dominio fundamental del islam en nuestra casa. Es una guerra demográfica e ideológica (cultural). La desnaturalización, la desfiguración, que ya comenzamos a padecer, son los primeros signos de la monstruosa metamorfosis por venir. Los componentes africanos y asiáticos (su abundancia) acabarán compitiendo con los autóctonos y finalmente sustituyendo el ancestral sustrato etno-lingüístico y cultural de Europa. La Europa milenaria, la nuestra, la heredada, desaparecerá. Perderemos Europa. Le fallaremos, defraudaremos a nuestros antepasados todos, a milenios de afán y de trabajo, de sangre, sudor, y lágrimas.
Nos falta claridad, seguridad, coraje moral, decisión, valor. Conciencia de sí, conocimiento de sí; conciencia de patria, de herencia, de legado. No tenemos confianza en nosotros mismos, porque nosotros mismos aún no existimos. Carecemos de voluntad de futuro. Estamos descuidados, negligidos, postergados –por nosotros mismos.
Es ese europeo que ignora, o descuida, o teme, al que hay que traer a la causa europea. ¿Por qué ese europeo (una gran mayoría) se muestra indiferente, o negligente, o pusilánime?
Necesitamos despabilar y urgir a los europeos a que tomen partido por Europa, que se elijan a sí mismos (su pasado, su presente, y su futuro). Necesitamos una plataforma anti-islamista europea (la occidental y la oriental). Toda Europa. En el nombre de Europa, en el nombre de la Europa europea. Consignas claras para todos. Una plataforma única, una sola entidad que aglutine y arrope a todos los europeos frente y contra el islam, que les aporte dignidad, y fortaleza. Es una lucha legítima.
Necesitamos acción, activistas de la causa europea. Un frente, una vanguardia. Reivindicar Europa, nosotros los europeos. Luchar por nuestra Europa. Declarar en nuestras tierras la guerra fría y caliente al islam. Expulsar a quienes pretenden nuestra ruina, nuestra extinción, a quienes la predican desde sus templos, aquí, en nuestro hogar, en nuestra tierra sagrada, en Europa. Responder como se debe a tal actitud arrogante y ofensiva. Despertar el orgullo europeo. Recrear Europa, recrearnos a nosotros mismos.

Saludos,
Manu

sábado, 9 de enero de 2010

14) A quien pueda interesar

A quien pueda interesar. De mis correos e intervenciones en foros.

Manu Rodríguez. Desde Europa. (08/01/10)

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*Querida P., …este europeísmo anti-islamista tiene que tener difusión; como grupo cultural, como movimiento estrictamente cultural. Y, en su momento, como grupo de presión. El anti-islamismo en Europa ha de llegar a la ‘masa crítica’, que nuestra clase política no tenga más remedio que prestarle atención. Que el voto anti-islámico en Europa tenga peso y valor. Que tengan que contar con nosotros. ¿Cuándo sucederá esto? ¿Crees que esto sucederá alguna vez?
Te informo que el Irán es el pueblo islamizado más próximo a nosotros, los europeos. Somos pueblos hermanos, por nuestro común origen indoeuropeo. Están sojuzgados, oprimidos, alienados… por una ideología extraña a su genio (indoeuropeo). El ámbito persa fue el que proporcionó el grupo más importante de pensadores y artistas dentro del área islámica. Hay una querella interna entre lo árabe y lo persa, como tú bien sabes. Lo persa se destaca dentro del islam. Su arquitectura, su arte (las miniaturas persas), su pensamiento, su literatura… las antiguas tradiciones pre-islámicas que sobreviven (el ‘nouruz’).
La hipocresía es ‘natural’ allí donde dominan estas ideologías; en el cristianismo o en el islamismo. Allí donde mandan los puritanos, los piadosos, los sacerdotes. Y tanto más cuando lo que peligra es la misma vida. No podemos decir con libertad y con claridad lo que pensamos o lo que sentimos. Nos obligan a la mentira, al subterfugio, a la hipocresía, al disimulo, estos canallas; allí donde dominan.
Si no conoces a Wafa Sultan, consúltala en la red. Es una psicóloga de origen sirio, aunque actualmente vive en USA. Circulan videos de ella por internet, algunos subtitulados; así como entrevistas. Hay otros y otras. Hay una oposición inteligente y apasionada al islam dentro de su propio ámbito.
Cada vez estoy más convencido de que ésta es una lucha universal, internacional. Se trata de una ‘guerra’ universal contra el islam. Hay que destruirlo, o nos destruirá a nosotros. Este monstruo se ha despertado con hambre de pueblos y naciones. Todos los pueblos y culturas peligran con este islam militante que se extiende por todos los rincones del planeta. Es la tercera oleada del islam, como dicen.
Personalmente, cada vez me siento más pesimista. El diagnóstico es ‘irreversibilidad’, ‘puntos de no retorno’. Con respecto a Europa. Puedes leer lo último que he escrito y que he metido en el blog.
No sé si Europa se librará alguna vez de esa muchedumbre de asiáticos y africanos musulmanes que nos inundan cada día. Su número aumenta de manera pasmosa. Los legales son ya casi treinta millones. En veinte años se quintuplicarán. Dentro de cincuenta años ¿cuántos serán? Trescientos años tardó el cristianismo en allegarse al poder. Desde los primeros grupos cristianos hasta Constantino.
La diferencia esencial con el caso cristiano es que esta vez está acompañada por el componente demográfico; es población extranjera la que se asienta en nuestras tierras. Y son millones. Esto anuncia una catástrofe inevitable en el futuro. Tanto si decidimos enfrentarnos a ellos, como si no, el futuro pinta muy negro para Europa. Y si nadie pone freno al islam, para todo el planeta. Dentro de cien, o doscientos años, no tienen prisa. Tan sólo esperan su momento en cada lugar.
El futuro no nos trae nada bueno. Piénsalo. Esto evolucionará para mal nuestro. Los enfrentamientos serán ineludibles. Dada la situación actual, cuando los europeos reaccionen, será demasiado tarde. No le estamos prestando la debida atención (nuestros políticos y gobernantes) a este problema que nos estallará a todos dentro de una o dos generaciones (de veinticinco a cincuenta años). Es lo próximo para Europa.
La violencia y el terror islámico circularán por Europa. Destruirán, arruinarán a Europa. La fragmentarán de nuevo, y ya con zonas netamente musulmanas (y extranjeras). Es el fin de Europa, de la milenaria Europa europea. Nadie podrá echarlos dentro de cincuenta o cien años. Nos podrán. Nos vencerán. Nos dominarán.
La entrada de Turquía en Europa será el torpedo definitivo, abrirá una brecha que nos hundirá en cuestión de años. Turquía se convertirá en la ‘gran puerta’, millones de musulmanes asiáticos y africanos tendrán acceso a Europa, y sin problemas.
Se han cometido (y se cometen) errores gravísimos. La concesión de la nacionalidad y el voto. Los reagrupamientos familiares. Fíjate lo que han conseguido en apenas tiempo. Son los últimos veinticinco o treinta años. Apenas nada. Pasar de cinco o seis millones en los setenta (del siglo pasado) a casi treinta millones treinta años más tarde. Nacionalizados, y con derecho al voto.
Ya te habrás enterado que hay un partido islámico en España. Recogerá los votos de los musulmanes (aunque aspira a ser un partido para los más ‘desprotegidos’ –los emigrantes en general). Pronto tendremos parlamentarios musulmanes, y probablemente extranjeros, en nuestros parlamentos y senados. Cosa que ya conocen otros parlamentos europeos. Esto denota nuestra falta de dignidad y de orgullo (el de nuestra clase política).
¿Cómo dar marcha atrás, a esto, por ejemplo? La retirada de la nacionalidad y su derecho al voto. Es lo primero que habría que hacer. ¿Crees que esto es posible ya? No se hará nada, P., se seguirá sin hacer nada.
Éstas son las conclusiones a las que he llegado en los últimos tiempos y a la vista de lo que veo y leo cada día. Cuanta más información tengo, más negro lo veo, y no veo solución. Es el comienzo del fin lo que vivimos, pues no se hará nada para evitarlo.
Es como asistir a una anciana que se adentra en la muerte con la cabeza perdida; es la madre Europa en sus momentos finales.
*Muad did, quienquiera que seas, te agradezco vivamente tu intervención. He disfrutado con ella. Tanto el texto (‘los derechos humanos musulmanes’), como tus comentarios –impregnados del mejor espíritu crítico e ilustrado europeo. Hace tiempo que no leo cosas así.
Hay que deconstruir esos textos, hacer patentes sus intenciones, sus malévolas intenciones. Pulverizar esas trampas, esos cepos conceptuales, esas monstruosidades ideológicas. Mediante la inteligencia, mediante la luz. Esto eleva el nivel del debate y evita las intervenciones torpes, erráticas, e insustanciales.
El islam es tenebroso, y los pueblos libres tenemos el deber de combatir esas tinieblas. Al menos en nuestras tierras. Desde nuestras tradiciones intelectuales, en defensa de nuestras tradiciones culturales, y desde nuestra propia historia. Evitar que esas tinieblas invadan nuestros espacios culturales.
Doy a Europa por perdida, o casi perdida, dada la inmensa población musulmana extranjera que nos invade desde hace decenios. Las prospecciones demográficas son espantosas, y las económicas peores. Y no digamos los costos culturales, sociales, políticos, y humanos (los conversos). Nuestra Europa se nos va, la perdemos.
Europa no cuida, no vela por sus intereses (nuestros gobernantes, nuestra clase política, nuestros ‘intelectuales’). Es terrible lo que pasa. Si todo continúa como hasta ahora, perderemos Europa irremisiblemente.
Me despido, amigo. Vuelvo a agradecerte tu intervención, que en mi opinión deberías ampliar y redondear. Una crítica jurídica y conceptual de estos textos, desde nuestras tradiciones filosóficas y jurídicas, nos sería de utilidad a todos (los europeos).
*Querida P., …hay que multiplicar los intentos, los lugares. Es cuestión de estadística. Cuantas más páginas o blogs anti-islamistas circulen, más probabilidades tenemos de que se amplíe la resistencia y la lucha contra el islam. Tiene que haber más presencia anti-islamista en la red. Tenemos que frenar o impedir lo que parece inevitable –la pérdida de Europa.
Ya ves que estoy muy pesimista en estos últimos tiempos. Porque no veo reacción alguna por parte de nuestros gobernantes, porque todo sigue igual. Todo, salvo el número de musulmanes en Europa (y en el mundo), que aumenta cada día.
*Querido J. P., …lamento la escasa difusión de escritos como los míos, sobre todo porque no pueden influir en la marcha de las cosas. Pues la intención de estos escritos es, justamente, incidir en la marcha de las cosas. Cambiar la deriva, nuestra inercia suicida.
Nuestra Europa es como el ‘Titanic’ a punto de colisionar, y no podemos hacer nada. Necesitamos crear opinión, difundir nuestro anti-islamismo. Transformar la actitud de los europeos hacia el islam, y hacia su propia cultura. Que los europeos tomen conciencia de sí, y que estén dispuestos a defender sus tradiciones culturales –y su tierra. Europa tiene, desde ya, que tomar medidas con la población musulmana extranjera. Con sus exigencias, con sus intimidaciones, con su violencia, con su osadía, con su presencia masiva.
A mí no me cabe otra solución que la expulsión. Sé que esto traerá problemas, pero más problemas tendremos si permitimos que continúen viniendo y multiplicándose. De todos modos, las cosas han llegado a tal extremo que cualquier medida que se tome nos perjudicará tanto dentro, como fuera –los países islámicos. Cuando se comiencen a tomar medidas serias contra la población musulmana extranjera, nos enteraremos. Será ya una guerra abierta contra el islam en nuestra propia tierra. A esto se llegará. A esto, o a la rendición y a la sumisión (la islamización).
Viene un futuro negro y terrible para Europa, y nosotros quizás lleguemos a ver sus comienzos. Nuestros herederos maldecirán a las generaciones presentes. Por su negligencia y su dejación de soberanía, por su indecisión e inseguridad, por su torpeza e ineptitud, por su cobardía y su falta de coraje moral, por su estupidez (con ‘z’ de Zapatero)…
Ya ves cómo estoy de pesimista. Puedes echar una ojeada a las últimas cosas que he metido en el blog. No sé ya qué decir, ni para qué (dada la escasísima difusión de estos blogs anti-islamistas). Es terrible lo que viene, lo presiento. Puede ser el fin.
Necesitamos otras formas, necesitamos difundirnos, propagarnos, por Zeus. Expandirnos por Europa, impregnarla de nuestros sentimientos y de nuestra pasión europea. Despabilar a esta dormida Europa. El ‘anti-islamismo europeo’ tiene que llegar a ser una corriente de opinión con fuerza, y una fuerza en crecimiento, además. Y tiene que conseguirlo cuanto antes, desde ya.
Es angustiosa la situación actual –la nuestra, la europea. En la lucha final de Ormuzd (Ahura Mazda), que es la luz, y el bien, y la verdad, contra Ahriman, el padre de la mentira, de las tinieblas, y de la muerte (en la antigua tradición irania), éste casi logra vencer. Los textos que recogen este mitema indoeuropeo patentizan una angustia semejante a la que nosotros, los europeos, vivimos en estos momentos. El hosco, el sombrío, el dia-bólico, el tenebroso islam avanza más y más en nuestras tierras sin que nadie le oponga resistencia. La ‘umma’. Las tinieblas y la muerte. Surt, Tifón, Vritra, Tánato, Ahriman.
Nosotros estamos del lado de la luz, J. P., no te quepa duda. El islam es tenebroso ‘per se’, si te pones contra el islam te pones del lado de la luz. Por lo demás, defendemos nuestra patria europea, su tierra y sus cielos (sus culturas, sus tradiciones todas); queremos preservar nuestro hogar ancestral, y nuestro ser europeo. Nuestra lucha es legítima.
‘Si por un rayo de sol nadie lucha/ nunca ha de verse la sombra vencida’. ‘Pero hay un rayo de sol en la lucha/ que siempre deja la sombra vencida’. Estos dos finales dejó nuestro querido y venerado Miguel Hernández a uno de sus últimos poemas, ‘Eterna sombra’. Si nadie hace nada… Pero hay… Esta incertidumbre.
Tiene que haber más rayos de sol en esta lucha, J. P., más luz. De esto se trata. Nosotros formamos parte de esa escasa luz que en nuestra Europa combate como puede contra el islam, contra la sumisión, contra la muerte y el olvido.
*Querida M., …a la vista de lo que escribo habrás advertido que sostengo una suerte de activismo cultural, una ‘lucha’ contra las ideologías universalistas (religiosas o políticas), y una defensa de las culturas étnicas. Numerosos pueblos perdimos en su momento el nexo con nuestras propias culturas. Debido precisamente a estas ideologías universalistas. La cristianización de Europa, por ejemplo. Los pueblos que tenemos tal experiencia no conservamos más que restos de nuestras culturas ancestrales; muchos pueblos incluso lo han perdido todo, todo el legado cultural, quiero decir; han perdido su identidad ancestral y autóctona. Sólo espiritualmente podemos restablecer el nexo con nuestros antepasados y con nuestras antiguas identidades simbólicas.
Como verás mi actitud es militante. Lucho, combato contra la araña universal. Contra los totalitarismos religiosos o políticos. Contra las diversas homologaciones que se nos ofrecen como regalos envenenados. Contra la muerte y el olvido. Porque ése es el fin de tantas culturas que han sido. Perdidas a causa de la cristianización o islamización de los diversos pueblos, en los cinco continentes.
Apenas nos quedan culturas ancestrales vivas. Aparte de las escasas culturas de cazadores-recolectores supervivientes, no quedan más que la cultura china, la japonesa, la india no musulmana… y pocas más. El resto de las culturas antiguas han desaparecido tras los procesos de cristianización e islamización. En todos lados.
Estas ideologías universales tienen la manía de dividir en dos mitades antagónicas a la humanidad. Cristianos y paganos, musulmanes e infieles… Su lenguaje resulta muy ofensivo para el otro, para cualquier otro.
Con lo de ‘paganos’ o ‘infieles’ se borran, además, las diferencias entre los diversos pueblos; te homologan como pagano o infiel. No hay diferencia entre un griego, un romano, un persa, un egipcio, o un chino; o son cristianos o son paganos, o son musulmanes o son infieles. Escamotean las identidades simbólicas ancestrales.
Si bien hay razones económicas que explicarían las sucesivas guerras que padecemos, no nos debemos olvidar que estas guerras se suelen hacer en nombre de Cristo, o de Alá, o de la democracia, o del internacionalismo proletario. El otro tiene que convertirse en cristiano, musulmán, demócrata, o comunista.
Todo lo que escribo desde hace años tiene que ver con esto. He multiplicado los argumentos contra el universalismo. Argumentos que son armas conceptuales. Armas que puedan derribar, destruir, vencer… a estas quimeras religiosas, o políticas. Los diversos universalismos son monstruos o monstruosidades ideológicas.
Un retorno a lo étnico, a lo propio ancestral y autóctono. A lo particular. Que los pueblos cristianizados o islamizados reivindiquen sus culturas ancestrales: los egipcios, los persas, los libaneses (fenicios), sirios e iraquíes (sumerios)… En Europa: lo griego, lo romano, lo germano, lo celta, lo eslavo… En las Américas, en África… En todo el planeta, pues todo el planeta (salvo escasas excepciones) padece alienación cultural y espiritual desde antiguo.
Un planeta con multitud de pueblos. Es el árbol o el bosque de los pueblos. No hay homologación, hay multiplicidad de pueblos y culturas. El peligro para este árbol de los pueblos y culturas reside en las ideologías universalistas. El cristianismo desmochó el árbol europeo hasta reducirlo casi a un tocón, por ejemplo.
Es una lucha, un combate contra los tenebrosos monismos, contra el pernicioso dualismo que difunden estos monismos. Son ideologías que dividen y enfrentan a la humanidad. Contra las tenebrosas homologaciones, pues, y contra la violencia que contra el otro imponen. Es una elección, y es un compromiso. Es la negación de la negación.
Yo también dualizo. Opongo la luz de los pueblos a cualquier universalismo. Contra la cristianización o la islamización de individuos y pueblos, contra la alienación espiritual de individuos y pueblos. Pueblo cristianizado o islamizado es pueblo perdido, arrancado del árbol de los pueblos y culturas del mundo. Legado perdido para toda la humanidad.
Perdemos información sobre nosotros mismos, se merma la riqueza cultural del planeta. Mucho se ha perdido. Todos hemos perdido.
Añadiré que, en lo que escribo, también intento hacer uso, desde el interior, del lenguaje de las tradiciones indoeuropeas (mi ámbito lingüístico-cultural). Recuperar el lenguaje simbólico de nuestros antepasados, que vuelva a circular. Darle vida. No son sólo cuentos, relatos, o leyendas. Hay algo más.
*Querida M., …como europeo me identifico con las culturas ancestrales de mi pueblo, las culturas europeas e indoeuropeas, que son numerosas: la griega, la romana, la celta, la germana, la eslava, la finlandesa… pero también la armenia, la arya védica, la irania…
Desde ese punto de vista me parece natural que los indígenas americanos se preocupen por sus culturas pre-cristianas y traten de ponerlas en pie y reivindicarlas. Lo que no me parece tan natural es que los descendientes de los europeos reivindiquen (o hablen de) tales tradiciones como propias. Personalmente lo considero como un caso de usurpación. Primero se les quitó las tierras, luego se les quitó sus culturas. Es una suerte de apropiación, como un residuo de arrogancia colonial. No creo que a los naturales más conscientes les agrade esta intromisión en lo propio ancestral y autóctono, ese alarde de ‘erudición’ sobre lo propio por parte de esos ‘extranjeros’. Disculpa que me exprese de este modo. Pero yo tendría esta sensación si me pusiera en el pellejo de un descendiente de los incas o de los mayas. Me molesta, por ejemplo, cuando escucho a sacerdotes cristianos hablar con desparpajo (con ‘autoridad’, dicen ellos) sobre cultura griega, romana, germana, o celta. Culturas que ellos, en su momento, conscientes, voluntaria, y deliberadamente, destruyeron o deformaron.
La presencia europea en las Américas fue una desgracia, una fatalidad. Los autóctonos perdieron la tierra y los cielos (el ámbito simbólico, cultural). Es penoso ver sus culturas destrozadas, deformadas por el cristianismo. Es un caos, un pastiche. Algo impuro, es en lo que han terminado por convertirse la mayoría de sus tradiciones. Ni una cosa ni otra.
Este fenómeno de deformación, o destrucción, o pérdida del sentido de las tradiciones lo padecen las tres cuartas partes del planeta. En Europa, en África, en Asia, en las Américas… El planeta ha devenido un lugar culturalmente impuro. Hollado, mancillado, violentado por las grandes ideologías universalistas del pasado. Son las diversas globalizaciones que todos hemos padecido. La cristiana, la islámica, la hinduista y budista, y la comunista y la demócrata de nuestros días. Tíbet, China, Japón… han conocido la expansión budista. El budismo es usurpador en ese ámbito, pero también en buena parte del sudeste asiático, así como el hinduismo. El Tíbet tiene su cultura deformada por el hinduismo y el budismo, el Bardo Thodol, su ‘libro de los muertos’, esta atestado de conceptos que nada tienen que ver con la cultura tibetana (términos, divinidades, conceptos hinduistas y budistas que provienen del sánscrito). Se celebra incluso una fiesta dedicada a la expulsión de los viejos dioses por los monjes budistas (venidos de fuera, no se olvide). Todo el planeta está igual. Espiritualmente alienado; corrompido, impuro.
El daño causado (moral, cultural, espiritual…) es terrible. Irreparable, por lo demás. Y esto lo han conseguido unas pocas ideologías. El árbol de los pueblos y culturas del mundo está desfigurado, roto.
Un retorno a lo étnico, a lo propio ancestral y autóctono, siquiera sea espiritualmente. Pueblos europeos e indoeuropeos, asiáticos, africanos, americanos indígenas… Lo que yo propongo es un proceso de purificación. Cada individuo, cada pueblo.
Vosotros tenéis vuestras raíces en Europa (la mayoría, por lo que veo). Aquí están vuestros antepasados ancestrales, vuestros ‘manes’ (desde el paleolítico). Que cada pueblo retorne a lo propio. Pero a lo propio pre-cristiano, pre-islámico, pre-hinduista, o pre-budista. Des-alienarnos.
El futuro (cultural, espiritual, moral, político…) del planeta se juega en estos momentos entre lo que se ha dado en llamar ‘occidente’, y el islam. El rebrote del islam es una nueva amenaza contra los pueblos. Ahora, lo que perdemos, los países democráticos europeos, por ejemplo, es nuestro actual status político, social, cultural y demás. La cultura alcanzada. El islam presiona demográfica y culturalmente. Su número en Europa alcanza los treinta millones. El futuro de la Europa actual peligra, pues. No sólo padeceremos la alienación cultural, espiritual, sino la física, perderemos la tierra. Esto no es nuevo, numerosos pueblos las han padecido (los pueblos indígenas americanos, por ejemplo).
Yo insisto en que no se trata sólo de relatos. Los términos mismos que usamos no son los adecuados: mitos, leyendas, politeísmo, paganismo… Lo que tenemos son culturas autóctonas, étnicas. Ancestrales, por lo demás.
El retorno a lo étnico, a lo propio ancestral y autóctono, podría frenar la expansión de los universalismos. Es un arma. Es más revolucionario de lo que a primera vista pudiera parecer. Podría significar el fin de los universalismos.
*Querida M., tu respuesta me hace pensar en la posible ambigüedad de ciertos términos y expresiones, como el concepto ‘retorno a lo étnico’, por ejemplo. Es obvio que no se trata de un retorno a cualquier cultura étnica (a elegir, podríamos decir), arrojarnos sobre las culturas étnicas supervivientes, como parecen indicar tus palabras. Es obvio que no se trata de eso, sino de un retorno a las propias culturas autóctonas. Dejemos a los pueblos en paz. Y se trata de un retorno espiritual, simbólico, y reivindicativo –con relación a las ideologías religiosas universales que amenazan con hacer desaparecer las culturas ancestrales y autóctonas del planeta (ya bastante mermado al respecto). Oponernos desde nuestras culturas ancestrales a la expansión de estos alienantes universalismos.
El cambio de religión es el cambio de cultura, es el abandono de lo propio y la adopción de lo extranjero. Es una aberración psicológica, espiritual, que afecta al ser simbólico de los individuos y de los pueblos. No hay que olvidar el origen étnico de estos universalismos, lo que se consigue es que una cultura determinada (la judía, la árabe...) prevalezca sobre otras, en detrimento de otras.
Mencionas a Egipto. Lo que perdió el pueblo egipcio, además de su propia cultura, fue la posibilidad de una evolución ‘natural’ de ésta. Todos nos perdimos esa evolución cultural del pueblo egipcio con respecto a sus propias tradiciones. Ya en el bajo imperio, cuando la cristianización, la cultura egipcia no era la de mil años atrás.
Dado que la mayor parte de las culturas han padecido estos cortes, estas interrupciones en su devenir, apenas si podemos advertir esa evolución que te digo. Quizás podamos apreciarla en Europa. Pero ésta tuvo que superar la alienación cristiana (proceso que nos llevó desde el Renacimiento hasta el siglo ilustrado y la Revolución francesa), recuperar las fuentes filosófico-científicas del pasado pre-cristiano, e igualmente las modalidades políticas. En fin, logramos este retorno, aunque no de forma total. No recuperamos los mundos simbólicos, espirituales, de nuestros antepasados, ni renovamos el nexo espiritual con ellos.
A esto me refiero, nuestras propias tradiciones ancestrales tienen que prevalecer sobre cualquier otra. De esta manera las diversas tradiciones se conservarán. No es una actitud ofensiva hacia las otras culturas. Cada individuo, y cada pueblo, deben velar por su propio legado cultural, así como controlar (ellos mismos) su progreso y evolución.
Sólo desde esta posición se podrá alcanzar una cultura universal (una meta-cultura, podríamos decir), e individuos que puedan gozar de las otras culturas sin necesidad de abandonar la propia.
Es un retorno espiritual, M. Con esta fidelidad a lo nuestro ancestral y autóctono repelemos cualquier intento de desapropiación cultural. Cualquier proselitismo chocaría con esta ‘fidelidad’ que es la genuina fidelidad, la que les debemos a nuestros ancestros, a nuestras tradiciones, y a nuestros dioses autóctonos.
*Querida M., ...lo último que me entero es que indígenas centroamericanos y sudamericanos se están islamizando, el islam hace progresos en las Américas, y sobre todo en la población indígena. En México, miembros de los pueblos maya y tzotzil… El cristianismo no les satisfacía, dicen. Estos pueblos débiles, tienes razón, pasan de una alienación a otra. Su debilidad consiste en su falta de dignidad como pueblo, pero esa dignidad, y ese honor, y ese orgullo, lo perdieron ya cuando fueron cristianizados. Cuando la primera alienación espiritual. Como nos sucedió a nosotros en Europa, cuando la cristianización, precisamente. Perdido el nexo con los antepasados, ya botan de ideología universal en ideología universal (de secta en secta). Este ‘problema’ lo tenemos también en la Europa actual con las conversiones al islam. Les falta (a estos individuos y a estos pueblos) la fuerza que les daría la fidelidad debida a sus ancestros. (Así es como terminé la intervención anterior.) Esa fidelidad es una coraza. Los pueblos han de recuperar el nexo con los antepasados, y esa coraza. Es justamente ese nexo, ese hilo que nos une a nuestro pasado, lo que los apóstoles de estas ideologías tratan de cortar. ‘Liberarnos’, ‘salvarnos’… dicen. Religiones de salvación, de liberación. Es cinismo, es crueldad.
Personalmente opino que el proselitismo debería estar ‘prohibido’, o al menos, repugnar, estar mal visto. Es un intento de separar a la gente de sus raíces, de su entorno lingüístico-cultural, de ponerlo incluso en contra de su propio entorno social (familia, pueblo…). Los conversos se ponen al servicio de la fe recién adquirida; ésta prevalece sobre todo lo demás. Es la traición, el abandono de lo propio. Todo esto me resulta terrible, y peligroso, por las consecuencias de todo tipo que arrastra. Cuando estas ideologías llegan a las poblaciones y empiezan a hacer adeptos, la unidad previa se rompe. El primer resultado es la escisión del pueblo. Estas ideologías escinden y enfrentan a las poblaciones. Este fenómeno podemos estudiarlo en la Europa previa a la cristianización. La lenta, paulatina, insidiosa, y finalmente violenta transformación de un pueblo (de los pueblos europeos). La sustitución del espacio simbólico y espiritual (la destrucción del propio y la imposición del ajeno).
Tales pretensiones, y tales métodos repugnan, ciertamente. La finalidad es cambiar el sustrato espiritual de un pueblo. Cambiar su cultura, su ser cultural (simbólico), su ‘mirada’ ancestral y autóctona… No sé cómo no nos estremecemos de horror ante la mera idea del proselitismo.
En fin, me resulta hasta doloroso hablar de estos temas. Perdemos culturas, perdemos ramas del árbol de los pueblos y culturas del mundo, que son ramas del árbol de la vida, el árbol más puro. Sea éste nuestro árbol de navidad. Rindamos culto a este árbol, cultivémoslo.
*La cultura de un pueblo es su religión. Y cuanto más ligado esté un individuo a su propia cultura, tanto más religioso será. Hablando como europeos (o hijos de europeos ancestrales), podemos decir que nuestra cultura (política, científica, espiritual, artística…) es nuestra religión. Cambiar de religión es cambiar de cultura.
Diversas culturas se dan cita en Europa en estos momentos, de ninguna hay que temer, salvo del islam. El islam no es cualquier cultura, no es la cultura china, o la japonesa; éstas son culturas autóctonas, étnicas, no universales, no hacen proselitismo, no censuran las tradiciones de los anfitriones. Las culturas étnicas se respetan entre sí.
Son las religiones (las ideologías) universales las que introdujeron entre los pueblos eso de cambiar de religión, que es cambiar de cultura. Se trata de sustituir el universo simbólico recibido por otro extraño, ajeno. Algo alienante, demencial, terrorífico incluso. Las culturas autóctonas quedan suprimidas, aplastadas; nada pueden hacer contra estos poderosos credos universales, estas quimeras, estas monstruosidades ideológicas. Las oleadas de expansión de estos credos han destruido o desfigurado innumerables culturas étnicas.
El islam es una de esas ideologías universalistas y totalitarias, no viene sino a quitar, a sustituir el universo simbólico existente por el islámico, por el suyo (por las buenas o por las malas), como antaño hicieron los cristianos en la misma Europa. Lo que está en juego, como antaño, son nuestras tradiciones culturales todas (políticas, artísticas, culinarias…). De lo que se trata es de la posible pérdida de éstas (de nuevo).
Ya no es tiempo en Europa de vino y rosas, de cuentos a la luz del fuego. No es tiempo de recordarnos los crípticos mitemas y teologemas de nuestros antepasados, sino de activarlos, vivirlos, usarlos; desde dentro, desde el interior. Es el tiempo de la elección, del compromiso, de la acción. Ahora Europa necesita combatientes, héroes defensores de su propia cultura, de su propio ámbito simbólico. Salvaguardar el legado espiritual; nuestra luz, nuestro particular fuego. En nombre de los pasados, de los presentes, y de los futuros.
Saludos a todos en este año nuevo,
Manu