El peor enemigo de Europa.
Manu Rodríguez. Desde Europa. (12/01/10)
*
*El peor enemigo de Europa son los mismos europeos. No cabe duda que nuestro nihilismo y nuestro relativismo cultural nos han debilitado moralmente, espiritualmente. No hemos sido educados para sentirnos orgullosos de nuestra propia historia, de nuestra estirpe, de nuestro genio. Ignoramos o menospreciamos nuestros logros, la alta cultura elaborada por nuestros antepasados. Nos burlamos de los personajes de nuestra historia, los censuramos de una u otra manera. Esto, entre otras cosas, ha contribuido a nuestra vulnerabilidad.
Es una deriva no sólo destructiva, sino auto-destructiva. Es normal que otros sueñen con dominarnos. Cualquier observador advierte nuestra debilidad, nuestra confusión, nuestra torpeza. Hemos devenido un pueblo de hombres y mujeres cobardes, inseguros; un pueblo vulnerable, abordable, domeñable.
Practicamos un altruismo absurdo y suicida (adobado con conciencia de culpa debido a nuestros períodos imperialistas y colonialistas), ‘todo por el otro y para el otro’. No oponemos resistencia a la muchedumbre de extranjeros que nos invaden desde hace decenios. No discriminamos.
Hay muchos otros, pero hay un otro, el islam, que sueña con destruir nuestra identidad simbólica, nuestro ser europeo.
En el islam no se ha dado un proceso de auto-crítica y auto-censura como el que hemos practicado en Europa con respecto a nuestra propia historia. Bien al contrario. Lo que en su área de dominio se ha alentado, desde los años treinta del siglo pasado, es el espíritu de revancha, de venganza, por el período que han estado dominados por los europeos. Apenas nada, comparado con los siglos de dominación musulmana en Europa (la mediterránea y la balcánica). Su vergonzoso y humillante dominio sobre nuestros antepasados. Una afrenta que aún debemos reparar. Deberían prodigarse las historias negras de su período de dominio en nuestras tierras. Los europeos deberían conocer ese triste y violento período. Cuando bajo los árabes (en el Mediterráneo), y cuando bajo los turcos (en Grecia y los Balcanes, y hasta hace menos de un siglo).
Tendríamos que recordarles a los europeos que ese islam que nos amenaza con total impunidad aquí, en nuestra tierra, ha tenido sus oleadas de expansión y de dominio, y que fue un imperio totalitario entre otros, y que colonizó, explotó, esclavizó, y destruyó, como todos. Y en nuestra Europa. No son inocentes víctimas de nuestro período colonial. También ellos deben rendir cuentas por su violencia y su horror a lo largo de la historia.
El islam no ha cambiado, lo podemos ver en sus Estados. Violento, cruelmente desgarrado por las luchas internas (desde la muerte de Mahoma); se masacran entre ellos. Es hoy lo que fue ayer, y lo que será mañana. Deberíamos intuir al menos lo que nos espera, si siguen prosperando en Europa. Si el pasado no es suficiente, tenemos hoy las palabras de sus autoridades religiosas en las mezquitas de nuestras ciudades. Lo que se atreven a decir bien claro en nuestra casa. Sus amenazas, sus censuras a nuestras tradiciones políticas, culturales y demás, sus insultantes reivindicaciones territoriales.
El peligro ahora, sin embargo, es la extinción, la desaparición, la muerte de Europa, de la Europa europea. Desvirtuar a Europa, ésta es la estrategia de dominio fundamental del islam en nuestra casa. Es una guerra demográfica e ideológica (cultural). La desnaturalización, la desfiguración, que ya comenzamos a padecer, son los primeros signos de la monstruosa metamorfosis por venir. Los componentes africanos y asiáticos (su abundancia) acabarán compitiendo con los autóctonos y finalmente sustituyendo el ancestral sustrato etno-lingüístico y cultural de Europa. La Europa milenaria, la nuestra, la heredada, desaparecerá. Perderemos Europa. Le fallaremos, defraudaremos a nuestros antepasados todos, a milenios de afán y de trabajo, de sangre, sudor, y lágrimas.
Nos falta claridad, seguridad, coraje moral, decisión, valor. Conciencia de sí, conocimiento de sí; conciencia de patria, de herencia, de legado. No tenemos confianza en nosotros mismos, porque nosotros mismos aún no existimos. Carecemos de voluntad de futuro. Estamos descuidados, negligidos, postergados –por nosotros mismos.
Es ese europeo que ignora, o descuida, o teme, al que hay que traer a la causa europea. ¿Por qué ese europeo (una gran mayoría) se muestra indiferente, o negligente, o pusilánime?
Necesitamos despabilar y urgir a los europeos a que tomen partido por Europa, que se elijan a sí mismos (su pasado, su presente, y su futuro). Necesitamos una plataforma anti-islamista europea (la occidental y la oriental). Toda Europa. En el nombre de Europa, en el nombre de la Europa europea. Consignas claras para todos. Una plataforma única, una sola entidad que aglutine y arrope a todos los europeos frente y contra el islam, que les aporte dignidad, y fortaleza. Es una lucha legítima.
Necesitamos acción, activistas de la causa europea. Un frente, una vanguardia. Reivindicar Europa, nosotros los europeos. Luchar por nuestra Europa. Declarar en nuestras tierras la guerra fría y caliente al islam. Expulsar a quienes pretenden nuestra ruina, nuestra extinción, a quienes la predican desde sus templos, aquí, en nuestro hogar, en nuestra tierra sagrada, en Europa. Responder como se debe a tal actitud arrogante y ofensiva. Despertar el orgullo europeo. Recrear Europa, recrearnos a nosotros mismos.
Saludos,
Manu
Manu Rodríguez. Desde Europa. (12/01/10)
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*El peor enemigo de Europa son los mismos europeos. No cabe duda que nuestro nihilismo y nuestro relativismo cultural nos han debilitado moralmente, espiritualmente. No hemos sido educados para sentirnos orgullosos de nuestra propia historia, de nuestra estirpe, de nuestro genio. Ignoramos o menospreciamos nuestros logros, la alta cultura elaborada por nuestros antepasados. Nos burlamos de los personajes de nuestra historia, los censuramos de una u otra manera. Esto, entre otras cosas, ha contribuido a nuestra vulnerabilidad.
Es una deriva no sólo destructiva, sino auto-destructiva. Es normal que otros sueñen con dominarnos. Cualquier observador advierte nuestra debilidad, nuestra confusión, nuestra torpeza. Hemos devenido un pueblo de hombres y mujeres cobardes, inseguros; un pueblo vulnerable, abordable, domeñable.
Practicamos un altruismo absurdo y suicida (adobado con conciencia de culpa debido a nuestros períodos imperialistas y colonialistas), ‘todo por el otro y para el otro’. No oponemos resistencia a la muchedumbre de extranjeros que nos invaden desde hace decenios. No discriminamos.
Hay muchos otros, pero hay un otro, el islam, que sueña con destruir nuestra identidad simbólica, nuestro ser europeo.
En el islam no se ha dado un proceso de auto-crítica y auto-censura como el que hemos practicado en Europa con respecto a nuestra propia historia. Bien al contrario. Lo que en su área de dominio se ha alentado, desde los años treinta del siglo pasado, es el espíritu de revancha, de venganza, por el período que han estado dominados por los europeos. Apenas nada, comparado con los siglos de dominación musulmana en Europa (la mediterránea y la balcánica). Su vergonzoso y humillante dominio sobre nuestros antepasados. Una afrenta que aún debemos reparar. Deberían prodigarse las historias negras de su período de dominio en nuestras tierras. Los europeos deberían conocer ese triste y violento período. Cuando bajo los árabes (en el Mediterráneo), y cuando bajo los turcos (en Grecia y los Balcanes, y hasta hace menos de un siglo).
Tendríamos que recordarles a los europeos que ese islam que nos amenaza con total impunidad aquí, en nuestra tierra, ha tenido sus oleadas de expansión y de dominio, y que fue un imperio totalitario entre otros, y que colonizó, explotó, esclavizó, y destruyó, como todos. Y en nuestra Europa. No son inocentes víctimas de nuestro período colonial. También ellos deben rendir cuentas por su violencia y su horror a lo largo de la historia.
El islam no ha cambiado, lo podemos ver en sus Estados. Violento, cruelmente desgarrado por las luchas internas (desde la muerte de Mahoma); se masacran entre ellos. Es hoy lo que fue ayer, y lo que será mañana. Deberíamos intuir al menos lo que nos espera, si siguen prosperando en Europa. Si el pasado no es suficiente, tenemos hoy las palabras de sus autoridades religiosas en las mezquitas de nuestras ciudades. Lo que se atreven a decir bien claro en nuestra casa. Sus amenazas, sus censuras a nuestras tradiciones políticas, culturales y demás, sus insultantes reivindicaciones territoriales.
El peligro ahora, sin embargo, es la extinción, la desaparición, la muerte de Europa, de la Europa europea. Desvirtuar a Europa, ésta es la estrategia de dominio fundamental del islam en nuestra casa. Es una guerra demográfica e ideológica (cultural). La desnaturalización, la desfiguración, que ya comenzamos a padecer, son los primeros signos de la monstruosa metamorfosis por venir. Los componentes africanos y asiáticos (su abundancia) acabarán compitiendo con los autóctonos y finalmente sustituyendo el ancestral sustrato etno-lingüístico y cultural de Europa. La Europa milenaria, la nuestra, la heredada, desaparecerá. Perderemos Europa. Le fallaremos, defraudaremos a nuestros antepasados todos, a milenios de afán y de trabajo, de sangre, sudor, y lágrimas.
Nos falta claridad, seguridad, coraje moral, decisión, valor. Conciencia de sí, conocimiento de sí; conciencia de patria, de herencia, de legado. No tenemos confianza en nosotros mismos, porque nosotros mismos aún no existimos. Carecemos de voluntad de futuro. Estamos descuidados, negligidos, postergados –por nosotros mismos.
Es ese europeo que ignora, o descuida, o teme, al que hay que traer a la causa europea. ¿Por qué ese europeo (una gran mayoría) se muestra indiferente, o negligente, o pusilánime?
Necesitamos despabilar y urgir a los europeos a que tomen partido por Europa, que se elijan a sí mismos (su pasado, su presente, y su futuro). Necesitamos una plataforma anti-islamista europea (la occidental y la oriental). Toda Europa. En el nombre de Europa, en el nombre de la Europa europea. Consignas claras para todos. Una plataforma única, una sola entidad que aglutine y arrope a todos los europeos frente y contra el islam, que les aporte dignidad, y fortaleza. Es una lucha legítima.
Necesitamos acción, activistas de la causa europea. Un frente, una vanguardia. Reivindicar Europa, nosotros los europeos. Luchar por nuestra Europa. Declarar en nuestras tierras la guerra fría y caliente al islam. Expulsar a quienes pretenden nuestra ruina, nuestra extinción, a quienes la predican desde sus templos, aquí, en nuestro hogar, en nuestra tierra sagrada, en Europa. Responder como se debe a tal actitud arrogante y ofensiva. Despertar el orgullo europeo. Recrear Europa, recrearnos a nosotros mismos.
Saludos,
Manu
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