Genogramas
LXXVI.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (23/02/22).
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1.
La revelación de la sustancia genética
es el principio del fin del período ‘humano’.
Pero también inaugura un periodo insólito,
inaudito, absolutamente novedoso
en nuestro devenir. La sustancia genética
sale a luz, habla por sí, de sí, y para sí.
El desvelamiento de la vida.
Lo que permanecía
oculto viene a la luz,
se nos hace patente.
El ‘ser’ nuestro.
2.
Te desprendes de tu ser simbólico
arcaico, neolítico… antropocéntrico;
de tu ser ‘humano’.
Vamos en pos de una post-humanidad.
Vivimos tiempos de transición donde
coexisten los viejos y los nuevos seres
simbólicos –lo humano y lo post-humano.
Lo antropocéntrico y lo genocéntrico.
La ignorancia y el conocimiento.
Las tinieblas y la luz.
Vencerá la vida.
3.
Despertar de la pesadilla antropocéntrica,
etnocéntrica, sociocéntrica, egocéntrica…
Recuperar la cordura, el sentido, el ser;
la memoria de lo que somos.
Lo humano, lo racial, lo cultural
lo ‘nacional’, lo individual…
Los discordias sociales, económicas,
étnicas, territoriales… La codicia
personal, el propio provecho…
Lo ‘humano’, en resumidas cuentas.
Sobrepasar, dejar atrás lo humano…
Lo individual, lo colectivo, lo étnico,
lo cultural, lo ‘específico’…
Que nada humano nos retenga.
Hacia la vida, hacia el ser, hacia lo Uno…
Volverse hacia la vida.
Girarse. Tornar.
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte…
4.
El hombre, los ‘humanismos’…
carecen de futuro. Se ha de alcanzar
el estadio de ‘más que humanos’.
Hemos de ser más que humanos
(más que meros miembros del cariotipo
específico humano; más que fieles copias
de algún modelo de ‘humanidad’), hemos
de alcanzar la mirada de la vida,
una mirada trans-específica.
5.
La perspectiva genocéntrica altera
por completo el panorama. Desde
la vida es otro mundo el que percibimos
y reflexionamos. Desde esta perspectiva
recuperaremos la justicia y la injusticia,
la bondad y la maldad… Redefiniremos
estos conceptos. La vida es ahora la medida.
6.
La vida que cuida de sí y de su entorno
es el futuro. Será un morar no humano,
más que humano, post-humano.
Será el morar de la vida.
La vida instruida, iluminada,
consciente de sí, combatirá pues
a la vida codiciosa, ciega, indiferente…
a la vida que destruye, mancilla, contamina…
La llamará al ‘orden’…
La lucha entre las fuerzas benéficas
y las fuerzas nocivas; entre lo que hace
bien y lo que hace mal a la vida.
Conductas vitales enfrentadas.
Vida contra vida. De momento
vencen las fuerzas nocivas a la vida.
7.
Las guerras por el poder que se suceden
hasta nuestros días. La evolución de las armas
de guerra –las ofensivas y las defensivas.
El poder de destrucción de las actuales
armas químicas, atómicas y demás…
El peligro afecta hoy al planeta entero.
Es la inteligencia de la vida en el cariotipo
humano la que hace posible esta locura.
Una inteligencia destructiva al servicio
de pueblos, etnias, culturas, naciones…
La ambición de dominio es el motor
–dominio sobre otros pueblos, sobre otras tierras…
Los imperios del pasado, y los actuales.
Ser el amo, ser el dueño… ser el Señor.
8.
La alianza de las fuerzas ofensivas, belicosas…
en pos del dominio total del planeta
es lo que hoy presenciamos. Se trata aquí
de un dominio material, no de un dominio
cognitivo. Se quiere poseer, no se quiere saber.
Se quiere las riquezas y el poder, simplemente.
No se aspira en ningún momento al conocimiento
o al saber, salvo en el caso de que este
conocimiento pueda ponerse al servicio
de la ambición de dominio material.
Esta ‘mentalidad’, de la que tenemos
constancia desde los inicios del neolítico
histórico (desde la existencia de crónicas,
de historias…), es la que arruina la vida;
esta codicia insaciable carente de barreras
o límites (humanos o medioambientales).
Caen pueblos, culturas, sistemas ecológicos,
especies… Nada importa salvo el poder
que se alcanza y se conserva.
La vida envenenada, alienada, confundida…
explotada, humillada, rendida…
esto es lo que vivimos. Un mundo
desquiciado, loco. Una auténtica locura.
Las fuerzas destructivas, los poderosos
de la tierra. Los astutos y los violentos.
9.
La vida autodestructiva, suicida;
la ciega voluntad de poder.
Nuestra atmósfera contaminada,
viciada, nuestras aguas, el suelo
(la tierra laborable, el manto fértil)…
Es la vida misma lo que está en peligro
(sus condiciones físico-químicas
de existencia).
No podrá durar
mucho este período
final que corona las prácticas y los modos
de vida del neolítico. Las poderosas
tecnologías de explotación del medio
lo están arruinando
y contaminando
para milenios. Y es un daño, de acuerdo
con lo que hoy sabemos, consciente
y deliberado. El futuro de la vida
en este planeta no le importa a las fuerzas
destructivas del momento.
Nada frena, nada puede con las oligarquías
(económicas, ideológicas, militares)
que desde hace milenios dominan
el planeta. Los poderosos de la tierra
siempre han dispuesto de armas,
de tecnologías, de ideologías…
con las que aplastar o ‘seducir’
a las poblaciones.
¿Cómo acabar, cómo detener, como
desarmar, como reducir, como vencer…
a las fuerzas destructivas? Nosotros,
los carentes de armas y de poder.
Las fuerzas destructivas lideran desde
siempre la marcha de las civilizaciones.
Incluida la tecnológica actual, que corona,
como digo, las prácticas del neolítico.
Es un neolítico altamente sofisticado
y tecnológico el que vivimos.
En este periodo final, tan lleno
de peligros, ha surgido también
la revelación de la sustancia
genética. Lo que salva. La salida.
La perspectiva genocéntrica.
La conciencia genética que desde
entonces se abre camino transformará
la ‘mirada’ que sobre este mundo
nuestro tenemos.
La batalla final contra las fuerzas
destructivas es lo que viene.
Contra la ciega voluntad de poder.
Contra la ambición de dominio material.
La batalla de la lucidez y la vida contra
la locura y la muerte. El camino de la vida
contra el camino de la muerte.
El ser contra el no-ser.
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Saludos,
Manu