Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

viernes, 9 de julio de 2021

239) Genogramas LXI

Genogramas LXI.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (09/07/21).

 

                                                                  *****

 

1. 

La noche sagrada

–la noche preñada,

la noche fecunda,

la noche que alumbra

la aurora y el día.

 

2.

La noche sagrada y el amor

clarificaron la atmósfera

y nos trajeron el día.

 

3.

Los mundos del neolítico se esfuman,

se extinguen, se difuminan, pierden

contorno y realidad. Se desdibujan cada día.

 

4.

Primero fue la sustancia viviente única.

Primero es la sustancia genética,

el ser genético. Todas las formas vivas

responden a diseños, a designios

de este demiurgo, de este creador.

Pululan en el agua, en la tierra, en el cielo.

El ser genético es el creador, el señor,

y el pastor de las criaturas todas;

de todas las formas vivas.

No hay otro ser creador.

 

El descubrimiento de la sustancia genética

y del código genético han sido para nosotros

(como formas vivas) como un proceso

de auto-conocimiento; como una revelación.

Ya no más hombre; ya no más criatura.

Ahora me conozco como sustancia

viviente única, como la misma vida;

como señor, como creador.

 

Este estadio deja atrás todo lo habido

o conocido, o creado, en punto a civilización

y cultura, por los seres humanos.

Vivimos en un nuevo período;

un período biocéntrico, genocéntrico.

 

Con respecto a nuestro ser genético

(único) todo  nuestro pasado yace

en la ignorancia. Ni paleolíticos

ni neolíticos se aproximaron a este nuestro ser.

 

5.

 

La era técnica actual cierra el ciclo

que se inicia cuando la agricultura

y la ganadería, cierra el ciclo

del neolítico, pertenece a éste.

Es un período extremadamente

antropocéntrico (fenocéntrico).

Todo sigue girando alrededor

del ‘hombre’; el ‘hombre’ sigue

siendo lo primero.

 

Superar la era técnica, la última

civilización del neolítico. Superar

de una vez por todas el antropocentrismo

 (el fenocentrismo) del neolítico.

 

6.

Aún seguimos comportándonos como

criaturas del neolítico. Nuestro

comportamiento hacia las otras

formas vivas lo denota. Se corrompe,

se explota, se ignora… Es la codicia.

La codicia antropocéntrica, fenocéntrica,

arcaica, neolítica… La codicia depredadora,

loca, necia, inconsciente… Indiferente

al futuro, y a los futuros.

 

Todo está perturbado. El árbol de la vida

está infecto, corrompido, maldito.

 

Es la obra del hombre del neolítico.

El que no acaba de desaparecer.

 

7.

Algún día se hablará de este nuevo

estadio, de este nuevo período.

Definitivo, a mi manera de ver.

Desde ahora sabemos quiénes somos.

Nosotros somos la vida. Éste es el saber

que cambiará la faz del planeta.

 

El saber acerca de nuestro ser

lo cambiará todo. El amor, la amistad,

la sociedad, la política, la ‘paideia’,

la ciencia, la economía, las artes…

Todo ha de estar ahora

a la altura de este saber.

 

Los renacidos a este nuevo período aún

carecen de arte, de ciencia, de sociedad…

Estos renacidos tienen la responsabilidad

de crear esa ‘cultura’ acorde con el nuevo

 saber. Crear la nueva ‘atmósfera’ espiritual,

simbólica; las nuevas condiciones espirituales

de existencia. Los renacidos,

los dos veces nacidos.

 

De momento no tenemos nada. Apenas

si podemos aprovechar algo del pasado

–por su extremado antropocentrismo.

Por su descentramiento, podríamos decir.

Nadie pudo adivinar. Nadie adivinó,

ni presagió, ni profetizó su llegada

–la llegada de Xenus/Nexus.

 

El nuevo período biocéntrico,

genocéntrico. Ahora el centro,

el sujeto, es la vida.

 

8.

No hay otra buena noticia que dar

a los pueblos del presente

–a los ‘humanos’ del presente.

Nuestra verdad, finalmente.

La verdad acerca de nuestro ser.

 

El cariotipo humano ha llegado

a su verdad. A la verdad de su ser;

de su ser único. Un ser que comparte

con el resto de las formas vivas,

de las criaturas. Un ser único.

Somos fragmentos cifrados

del ser único –del ‘Uno’. Nos.

 

Ahora devendremos el pastor del ser.

El cuidador del ser –de la vida.

 

Ya no más depredadores humanos.

Ya no más extraños a nuestro ser.

Ahora sabemos quiénes somos.

Ya no más engaños, ya no más

extrañamiento, ya no más ilusiones,

ya no más ignorancia…

 

9. 

Hablarnos, comunicarnos como

sustancia viviente única.

Que hable la vida en todo

momento y lugar. Que la

conciencia del ser único

que somos alcance a todos

los pueblos y culturas.

 

No la ‘humanidad’ (el cariotipo

humano en todas sus formas)

importa, sino la vida.

 

10. 

Lo primero es la conciencia de sí

como sustancia genética, como

sustancia viviente única

 

Conciencia de sí es saber de sí.

Saber de sí como sustancia

viviente única. Esta conciencia,

este saber, lo cambiará todo.

 

Las falsas conciencias. Conciencias

que nos alejan absolutamente

de nuestro ser primero –de nuestra

realidad, de nuestra verdad.

 

Ni la clase (social), ni la creencia

(religiosa o política), ni la pertenencia

a un grupo lingüístico-cultural

determinado, ni la pertenencia

a un grupo étnico determinado,

ni siquiera la genérica, la específica

‘humanidad’ (que nos hace caer

en el antropocentrismo)… Lo que importa

es nuestra condición de naturaleza viviente

única. Nosotros somos la vida, sin más.

 

11. 

Las creencias, las tradiciones del neolítico

que sobreviven (religiosas, filosóficas,

o políticas), perturban, separan

a los grupos humanos. También

las etnias y las culturas. Todo contribuye

a dividir y a enfrentar. Entorpecen la llegada,

el triunfo de la conciencia de sí genética.

Los grupos humanos han de dejar atrás

todas esas tradiciones y posiciones

para alcanzar la conciencia de sí genética.

Las comunidades humanas han de partir

de cero. Han de limpiarse, purificarse,

de las ataduras humanas, demasiado humanas

–de su antropocentrismo, en primer lugar;

de sus creencias, tradiciones, etnias o culturas.

 

Hablamos de una visión transcendente,

que trasciende las diferencias que entre

los individuos y los grupos humanos pudieran darse.

 

Es una nueva era, un nuevo comienzo absoluto.

Post-humano. No en nombre del hombre

o de la humanidad (el cariotipo específico,

la especie…), pues. Más allá de todo

humanismo, de todo antropocentrismo.

 

*****

 Hasta la próxima,

 Manu 

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