Genogramas
LXI.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (09/07/21).
*****
1.
La noche sagrada
–la noche preñada,
la noche fecunda,
la noche que alumbra
la aurora y el día.
2.
La noche sagrada y el amor
clarificaron la atmósfera
y nos trajeron el día.
3.
Los
mundos del neolítico se esfuman,
se
extinguen, se difuminan, pierden
contorno
y realidad. Se desdibujan cada día.
4.
Primero
fue la sustancia viviente única.
Primero
es la sustancia genética,
el
ser genético. Todas las formas vivas
responden
a diseños, a designios
de
este demiurgo, de este creador.
Pululan
en el agua, en la tierra, en el cielo.
El
ser genético es el creador, el señor,
y
el pastor de las criaturas todas;
de
todas las formas vivas.
No
hay otro ser creador.
El
descubrimiento de la sustancia genética
y
del código genético han sido para nosotros
(como
formas vivas) como un proceso
de
auto-conocimiento; como una revelación.
Ya
no más hombre; ya no más criatura.
Ahora
me conozco como sustancia
viviente
única, como la misma vida;
como
señor, como creador.
Este
estadio deja atrás todo lo habido
o
conocido, o creado, en punto a civilización
y
cultura, por los seres humanos.
Vivimos
en un nuevo período;
un
período biocéntrico, genocéntrico.
Con
respecto a nuestro ser genético
(único)
todo nuestro pasado yace
en
la ignorancia. Ni paleolíticos
ni
neolíticos se aproximaron a este nuestro ser.
5.
La era técnica actual cierra el ciclo
que se inicia cuando la agricultura
y la ganadería, cierra el ciclo
del neolítico, pertenece a éste.
Es un período extremadamente
antropocéntrico (fenocéntrico).
Todo sigue girando alrededor
del ‘hombre’; el ‘hombre’ sigue
siendo lo primero.
Superar la era técnica, la última
civilización del neolítico. Superar
de una vez por todas el antropocentrismo
(el fenocentrismo) del neolítico.
6.
Aún
seguimos comportándonos como
criaturas
del neolítico. Nuestro
comportamiento
hacia las otras
formas
vivas lo denota. Se corrompe,
se
explota, se ignora… Es la codicia.
La
codicia antropocéntrica, fenocéntrica,
arcaica,
neolítica… La codicia depredadora,
loca,
necia, inconsciente… Indiferente
al
futuro, y a los futuros.
Todo
está perturbado. El árbol de la vida
está
infecto, corrompido, maldito.
Es
la obra del hombre del neolítico.
El
que no acaba de desaparecer.
7.
Algún
día se hablará de este nuevo
estadio,
de este nuevo período.
Definitivo,
a mi manera de ver.
Desde
ahora sabemos quiénes somos.
Nosotros
somos la vida. Éste es el saber
que
cambiará la faz del planeta.
El
saber acerca de nuestro ser
lo
cambiará todo. El amor, la amistad,
la
sociedad, la política, la ‘paideia’,
la
ciencia, la economía, las artes…
Todo
ha de estar ahora
a
la altura de este saber.
Los
renacidos a este nuevo período aún
carecen
de arte, de ciencia, de sociedad…
Estos
renacidos tienen la responsabilidad
de
crear esa ‘cultura’ acorde con el nuevo
saber. Crear la nueva ‘atmósfera’ espiritual,
simbólica;
las nuevas condiciones espirituales
de
existencia. Los renacidos,
los
dos veces nacidos.
De
momento no tenemos nada. Apenas
si
podemos aprovechar algo del pasado
–por
su extremado antropocentrismo.
Por
su descentramiento, podríamos decir.
Nadie
pudo adivinar. Nadie adivinó,
ni
presagió, ni profetizó su llegada
–la
llegada de Xenus/Nexus.
El
nuevo período biocéntrico,
genocéntrico.
Ahora el centro,
el
sujeto, es la vida.
8.
No
hay otra buena noticia que dar
a
los pueblos del presente
–a
los ‘humanos’ del presente.
Nuestra
verdad, finalmente.
La
verdad acerca de nuestro ser.
El
cariotipo humano ha llegado
a
su verdad. A la verdad de su ser;
de
su ser único. Un ser que comparte
con
el resto de las formas vivas,
de
las criaturas. Un ser único.
Somos
fragmentos cifrados
del
ser único –del ‘Uno’. Nos.
Ahora
devendremos el pastor del ser.
El
cuidador del ser –de la vida.
Ya
no más depredadores humanos.
Ya
no más extraños a nuestro ser.
Ahora
sabemos quiénes somos.
Ya
no más engaños, ya no más
extrañamiento,
ya no más ilusiones,
ya
no más ignorancia…
9.
Hablarnos,
comunicarnos como
sustancia
viviente única.
Que
hable la vida en todo
momento
y lugar. Que la
conciencia
del ser único
que
somos alcance a todos
los
pueblos y culturas.
No
la ‘humanidad’ (el cariotipo
humano
en todas sus formas)
importa,
sino la vida.
10.
Lo
primero es la conciencia de sí
como
sustancia genética, como
sustancia
viviente única
Conciencia
de sí es saber de sí.
Saber de
sí como sustancia
viviente
única. Esta conciencia,
este
saber, lo cambiará todo.
Las
falsas conciencias. Conciencias
que nos
alejan absolutamente
de
nuestro ser primero –de nuestra
realidad,
de nuestra verdad.
Ni la
clase (social), ni la creencia
(religiosa
o política), ni la pertenencia
a un
grupo lingüístico-cultural
determinado,
ni la pertenencia
a un
grupo étnico determinado,
ni
siquiera la genérica, la específica
‘humanidad’
(que nos hace caer
en el
antropocentrismo)… Lo que importa
es
nuestra condición de naturaleza viviente
única.
Nosotros somos la vida, sin más.
11.
Las
creencias, las tradiciones del neolítico
que
sobreviven (religiosas, filosóficas,
o
políticas), perturban, separan
a los
grupos humanos. También
las
etnias y las culturas. Todo contribuye
a
dividir y a enfrentar. Entorpecen la llegada,
el
triunfo de la conciencia de sí genética.
Los
grupos humanos han de dejar atrás
todas
esas tradiciones y posiciones
para
alcanzar la conciencia de sí genética.
Las
comunidades humanas han de partir
de cero.
Han de limpiarse, purificarse,
de las
ataduras humanas, demasiado humanas
–de su
antropocentrismo, en primer lugar;
de sus
creencias, tradiciones, etnias o culturas.
Hablamos
de una visión transcendente,
que
trasciende las diferencias que entre
los
individuos y los grupos humanos pudieran darse.
Es una
nueva era, un nuevo comienzo absoluto.
Post-humano.
No en nombre del hombre
o de la
humanidad (el cariotipo específico,
la
especie…), pues. Más allá de todo
humanismo,
de todo antropocentrismo.
*****
Hasta la próxima,
Manu
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